28 SALUSTIO ALVARADO dos tiempos consecutivos (que tal vez no estén separados por ningún m o m e n t o de reposo). Primero tiene lugar la transforma­ ción en plastos de un cierto número de condriosomas perinucleares en la zona basal de la hoja; esos plastos forman clorofila y se esparcen por t o d o el protoplasma. En seguida, como si el número de plastos formados en este primer período fuera insufi­ ciente para células tan grandes y las divisiones que experimen­ tan no satisficieran cumplidamente sus necesidades, otra cierta cantidad de condriosomas perinucleares empiezan a transformar­ se, crecen y se convierten en plastos. Si estos plastos de nueva formación elaboran en su seno clorofila y se suman a los cloroplastos anteriores, no lo p o d e m o s decir por la rareza con que hemos observado figuras intermedias; pero el hecho de que los más avanzados en el proceso de transformación posean algún grano de almidón nos induce a admitir la posibilidad de que pa­ sen a cloroplastos. Los hechos expuestos revelan claramente que los condrioso­ mas que permanecen invariables en una célula diferenciada, des­ pués de que algunos otros se han transformado en plastos, no son (por lo menos en su totalidad) condriosomas de diferente categoría que aquéllos, ya que en ciertas ocasiones pueden com­ portarse como ellos y transformarse a su vez en cromatóforos. E n el caso más favorable a la teoría de GUILLIERMOND de la exis­ tencia de dos variedades de mitocondrias enteramente indepen­ dientes, cabe admitir teóricamente que en el primer proceso plastogenético acaecido en la zona basilar de aquellas hojas no se han transformado en plastos la totalidad de los condriosomas susceptibles de hacerlo, sino que un cierto número persiste con los caracteres embrionarios en disposición de hacerlo cuando sea necesario. La teoría de GUILLIERMOND puede, pues, explicar perfecta­ m e n t e los hechos encontrados por nosotros en estas hojas, me­ diante la admisión de esa hipótesis ad hoc. También es cierto