Inoponibilidad de la personalidad societaria

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Inoponibilidad de la personalidad societaria
Grispo, Jorge Daniel
Inoponibilidad de la personalidad societaria
Por Jorge D. Grispo
1. Introducción
La personalidad, reconocida por nuestro sistema legal, a las sociedades comerciales, las
coloca en el ámbito legal, como sujeto de derecho diferenciado de sus integrantes, con aptitud jurídica
suficiente, para contraer derechos y adquirir obligaciones. Los entes sociales así concebidos, tienen su
propio patrimonio, completamente diferenciado del de sus integrantes. Tal personalidad jurídica, solo
puede ser atacada , por lo que se ha dado en llamar, “el instituto de la penetración y la desestimación”,
siendo soluciones legales, que pueden ser utilizadas únicamente en casos excepcionales y con
contenido fraudulento.
Sin fraude (léase ilicitud), no puede intentarse la desestimación de la personalidad jurídica de
un ente societario, constituido conforme a la ley 19.550. Lo contrario implicaría, lisa y llanamente,
desconocer esa personalidad diferenciada de sus integrantes, para atribuirle, únicamente, una
personalidad precaria, que puede ser desplazada en cualquier momento. A lo cual se seguiría un alto
grado de inseguridad jurídica, con la consecuente desestimación de las figuras societarias.
Nuestro país fue el primero en receptar esta teoría, con la reforma a la ley de sociedades
comerciales, hecha por la ley 22.903 (1983), en el art. 54º, bajo el encabezado “Inoponibilidad de la
personalidad jurídica”. Esta norma legal, determina que “la actuación de la sociedad que encubra la
consecución de fines extrasocietarios, constituya un mero recurso para violar la ley, el orden público o
la buena fe o para frustrar derechos de terceros, se imputará directamente a los socios o a los
controlantes que la hicieron posible, quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los perjuicios
causados”.
De una atenta lectura de la norma transcripta, podemos concluir nuevamente, que esta
solución legal- la desestimación de la personalidad jurídica- es aplicable únicamente de comprobarse la
existencia de fraude. En el ejercicio de la profesión, suelen plantearse diferentes casos prácticos,
algunos más comunes que otros, que nos obligan a analizarlos brevemente.
Hay sociedades que se crean bajo una simulación total y fraudulenta. Se dan con mayor
asiduidad en las denominadas sociedades familiares- lo cual no implica que se pueda extender a las no
familiares-; son sociedades que se han creado con un fin totalmente engañoso, buscando, por ejemplo,
desheredar a un derecho forzoso, o en perjuicio del cónyuge de uno de los integrantes del ente
societario, o “darles” un patrimonio para dejarlo fuera del alcance de los acreedores. En estos casos,
podemos observar que sus accionistas aportan o venden a las sociedades una parte importante de su
acervo patrimonial, para luego, ante el primer reclamo que efectúe el heredero, el acreedor o el
cónyuge, repelerlo con la interposición de la Sociedad, como una “figura” distinta a la del menor del
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“consilium fraudis”. Tal es la situación que se configuró en el leading case Astesiano389 cuya doctrina
fue posteriormente volcada a la ley por la reforma de 1983, conforme lo ya reseñado a este respecto.
Este caso conforma la cabal recepción dentro del Derecho Societario Argentino de la desestimación de
personalidad jurídica, frente al uso indebido de una figura societaria, que constituyó un mero recurso
para violar la ley, perjudicando así a terceros.
Otro tipo de fraude se configura cuando mediante el uso de una figura societaria, sin, ser ésta
una simulación, se busca por parte de los cónyuges dejar fuera de la herencia a alguno de sus
descendientes. En estas situaciones, la sociedad suele existir, pero simultáneamente se está
beneficiando patrimonialmente a alguno de los herederos en perjuicio de otros, poniendo el patrimonio
como de propiedad de la sociedad, y eludiendo los mecanismos legales que protegen la legítima.
Hay sociedades comerciales que no son titulares de ninguna hacienda mercantil, que
únicamente son creadas para ser titulares de un determinado patrimonio. En tales casos resulta evidente
que no hay empresa, entendida como una organización de bienes y servicios volcada a la producción
de los mismos. En estos casos la simple interposición del ente social, a manera de escudo de protección
contra la agresión de los acreedores sedicentes en cobrar su acreencia. El fraude es una vez más la
justificación plena para desestimar la personalidad de esa sociedad “sin empresa”, que únicamente fue
creada para ser titular de un patrimonio, y a fin de evitar futuras agresiones al mismo. El fin
extrasocietario, surge con total claridad.
En el caso Morrogh Bernard390, el tribunal falló considerando que resulta inoponible al
heredero, que no formó parte de una sociedad por propia voluntad, dado que esa autoexclusión lo
colocó en una situación de desventaja frente a los otros herederos, dando ello fundamento para la
acción. La constitución de ese ente societario debe ser considerada como un pacto de herencia futura,
lo cual constituye también uno de los supuestos de fraude con que deben ser atacados todos aquellos
actos que tiendan a desestimar la personalidad societaria.
Debe quedar en claro que el reconocimiento de personalidad jurídica es un recurso técnico
dentro del sistema legal argentino. Ello así los diferentes tratamientos dados a la responsabilidad de sus
integrantes, derivan exclusivamente del tipo societario elegido. Lo cual lleva a determinar, mediante el
tipo social, los alcances de la responsabilidad particular de cada uno de los integrantes.
A todo lo cual se sigue que, la desestimación de la personalidad jurídica, no trae como
consecuencia la falta de responsabilidad del ente social, sino que, implica extenderla en sus alcances al
socio que abusó de la figura societaria.
Las sociedades comerciales, consideradas como un recurso técnico, constituyen una realidad
jurídica que no puede ser dejada de lado, si no es por la existencia del fraude, ya sea en su constitución
o en su utilización (abuso de la forma societaria). Así, mediante un obrar ilícito, las sociedades podrán
adquirir derechos y contraer obligaciones, no pudiendo ser alcanzado -o agredido- el patrimonio social,
389
390
CN Com., sala A, LA LEY, 1978-B, 1995.
Cam. de Apel. Civil y Comercial de Concepción del Uruguay, LA LEY, 1979- D, p. 37.
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por una deuda particular de cualquiera de sus socios . Los acreedores del socio, no son acreedores de la
sociedad. Esta personalidad es reconocida por el art. 2º de la ley 19.550.
Mediante el uso de las figuras societarias, un determinado patrimonio, aportado por dos o más
personas, es puesto en “funcionamiento” y se relaciona -la sociedad así concebida- con terceros,
adquiriendo de esta manera su real dimensión. Todo este mecanismo, por el cual adquieren una vital
importancia en la economía, las sociedades comerciales, debe ser usado dentro de los límites jurídicos
específicos, que en nuestra legislación se encuentra enmarcado en el tercer párrafo del art. 54 de la ley
de sociedades comerciales.
De producirse alguna de las circunstancias previstas en esta norma, la figura social es
inoponible. Con lo cual nuestra legislación se aleja del concepto de desestimación de la personalidad
jurídica. Es decir que la figura societaria, no se deja de lado, no es descartada, sino que es inoponible,
si bien sigue existiendo, a los efectos de sancionar la ilicitud de su uso, se lo considera no oponible
como defensa frente a la agresión de, por ejemplo, un acreedor, el cónyuge o un heredero, que han
podido demostrar que esa sociedad fue usada con fines espurios.
Con esto no se busca identificar a la sociedad con el socio, sino que, por el contrario se trata
de proteger a los terceros de buena fe. Por ello no se afecta la actuación de la sociedad, ni al momento
de declarar su inoponibilidad, ni en el futuro desarrollo de la misma. Es decir que con relación a una
determinada situación -un caso particular-, la sociedad no puede ser opuesta como un sujeto de
derecho distinto, imputándose directamente a los socios, que abusaron del ente, los hechos
perjudiciales, siendo responsable solidaria e ilimitadamente por todos los daños y perjuicios que se
hayan ocasionado. En consecuencia, los actos disvaliosos serán directamente imputados a los socios
que los han ocasionado o lo han hecho posible.
Por otra parte, no podemos dejar de considerar que una de las consecuencias que trae
aparejado el “tipo” societario, es precisamente el régimen de responsabilidad de los socios. De allí que
se considera a la “atipicidad” como contraria a la seguridad de los negocios. Por ello se sanciona a la
“atipicidad” con la nulidad, pues de lo contrario las relaciones jurídicas podrían verse burladas
fácilmente. Es por ello que, si la actuación de la sociedad encubre la consecución de fines ajenos al
objeto social y a la propia actividad de la sociedad, violándose con ello la ley, el orden público y la
buena fe, o frustrando legítimos derechos de terceros ajenos al ente social, deben ser atribuidas las
consecuencias dañosas a los socios o controlantes en forma solidaria e ilimitada alcanzando a todos los
daños y perjuicios ocasionados.
Con ello, podemos afirmar que el socio responde, no por una consecuencia del tipo legal, sino
por un acto disvalioso que él personalmente ha causado. El que abusa de la figura societaria es el
socio- no la sociedad, obviamente-. Por ello decimos que el acto es, inoponible, no inválido. Ese acto
es imputado directamente al socio, sin afectarse la actuación presente y futura de la sociedad. Si ese
acto causó un daño, el socio responsable, deberá indemnizarlo con su patrimonio. Las figuras
societarias, en cuanto centro de imputación diferenciada de derechos y obligaciones, no puede servir
de sustento de actos disvaliosos , que lesionen legítimos derechos de terceros de buena fe.
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Un principio liminar del sistema de societario nacional es el mantenimiento de la empresa,
siendo el sostenimiento del sujeto de derecho “sociedad” un requisito indispensable. Basta con
observar las implicancias económicas y sociales que han alcanzado las sociedades comerciales,
constituyen una fuente de trabajo irremplazable, motor de la producción y el intercambio, tanto de
bienes como de servicios. La trascendencia de este “recurso técnico” excede cualquier imaginación
posible.
Por ello que toda pretensión tendiente a declarar inoponible una figura social, debe ser
considerada con suma restricción, pues por lo contrario podría, creo, en grave peligro de continuidad el
desenvolvimiento económico mundial -basta con observar el patrimonio que han alcanzado algunas
sociedades, a nivel mundial superando incluso el de algunas naciones-.
Únicamente ha de plantearse la subversión de valores, cuando las figuras sociales son
empleadas con fines fraudulentos, en clara violación de la ley o del orden público. El abuso de las
figuras societarias, debe ser considerado como una excepción del sistema. La personalidad societaria
no es una realidad distinta del sistema legal visto en su totalidad, por el contrario se encuentra inserto
dentro de ese orden legal, por ello la personalidad de las sociedades comerciales en cuanto centro de
imputación diferenciado de los derechos y de obligaciones, no puede servir como punto de apoyo para
la consecución de fines disvaliosos y encontrado con nuestro ordenamiento positivo. Lo contrario
implicaría convalidar conductas fraudulentas, en pos de mantener invariable recurso técnico puesto a
disposición de las personas físicas para desarrollarse y crear mejores condiciones de crecimiento
económico y social.
En tales situaciones, debe ser inoponible el ente social, debiendo atribuir al socio responsable
las consecuencias de su conducta disvaliosa. Así cuando la estructura societaria sea utilizada de
manera “abusiva”, el juez deberá declararla inoponible, a fin de impedir el resultado contrario a
derecho que se persigue. Eso sí, tengamos cuidado del abuso “del abuso de la personalidad societaria”,
pues un uso excesivo de esta excepción nos desprotegería de las mínimas condiciones de seguridad
jurídica.
El alcance fijado en la ley de sociedades comerciales- art. 2º- no alcanza a la prosecución de
fines fraudulentos, lo cual implicaría el absurdo de poder defraudar utilizando una figura legal, con lo
cual no se puede oponer una figura social, si de ello se concluye en una violación a la ley o al orden
público. En estas situaciones- imposibles de enumerar- se debe plantear la inoponibilidad de la persona
jurídica, y extender los efectos del acto disvalioso al verdadero responsable, quien en definitiva, deberá
responder por los daños causados.
La disciplina societaria, no es un medio para burlar el orden legal, no debe ser un obstáculo,
en estas situaciones, para llegar hasta los verdaderos responsables del acto disvalioso.
El Código Civil suizo, en el capítulo relativo a las personas jurídicas, regula que las
corporaciones y fundaciones adquieren personalidad a partir de su registración. En cambio, las
asociaciones con fines políticos, religiosos, científicos, artísticos, de beneficencia o de fines no
económicos, adquieren personalidad desde que la voluntad de constituir una corporación resulte de sus
estatutos. Así las personas jurídicas, en el Derecho suizo, pueden adquirir todos los derechos y
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obligaciones que no dependan del estado o de la calidad de persona física, como por ejemplo, el sexo,
la edad y el estado de familia.
En el Código Civil italiano, las personas jurídicas de carácter privado adquieren su
personalidad mediante el reconocimiento que se les otorga por decreto. En cambio las personas
jurídicas de carácter público tienen los derechos que les atribuyen las leyes o los usos del derecho
público. En relación a esta cuestión, dos han sido las teorías mayoritarias que se han desarrollado. La
primera, sostiene que la personalidad de la sociedad nace con el acto constitutivo. La segunda sostiene
que la personalidad jurídica de las sociedades comerciales comienza a partir de la inscripción registral
del contrato societario.
Nuestro sistema legal, al adoptar la figura del tipo societario, pareciera que en relación a la
personalidad de las sociedades irregulares se ha cometido un “gafe”. Pero entendemos, siguiendo
posiciones mayoritarias en este sentido, que se ha tratado de regular el “fenómeno societario” en su
integridad, y dejar precisamente de lado al “ejército” de sociedades irregulares, hubiera sido una gran
omisión del legislador. Pero de esto, no puede seguirse la atribución de personalidad jurídica de que
gozan las sociedades irregulares, teniendo en cuenta que la regularidad de una sociedad está
íntimamente ligada con su inscripción, y de ésta se sigue precisamente la atribución de la personalidad
jurídica, dado que, precisamente, las sociedades irregulares son justamente las que carecen o no han
completado su inscripción.
La conclusión, sería adelantar que la atribución de personalidad, no depende de la inscripción
registral. Lo cual ha llevado a que cierta doctrina afirme que nuestro régimen legal no tiene como
consecuencia de la inscripción la atribución de la personalidad jurídica, sino que la registración se
vincula con la calificación de “regular” de la sociedad y de ello se sigue un sistema de atribución de
responsabilidad de los socios, completamente diferente a lo que sucede con la atribución de
responsabilidad en las sociedades irregulares.
Es por ello que, al tener personalidad jurídica tanto las sociedades regulares, como las
irregulares, debemos descartar a la inscripción registral como factor atributivo de la personalidad
jurídica. Debemos entonces analizar, los alcances del acto constitutivo. Las sociedades comerciales son
un recurso técnico que funciona como un factor de atribución de derechos y obligaciones, diferenciado
de sus socios. Tal mecanismo de imputación debe ser utilizado cuando, a partir de un acuerdo de
voluntades dos o más personas deciden “crear” un ente diferenciado de ellos mismos, con el objetivo
de atribuirle una responsabilidad distinta de la propia, con la cual entendemos que es en ese momento
donde comienza la existencia de la personalidad jurídica diferenciada. Así podemos explicar que, en el
caso de las sociedades regulares, éstas, de acuerdo al tipo elegido por sus socios, tendrán un factor de
atribución de la responsabilidad mas desarrollado que hará inoponible, si no media abuso de la figura
societaria, la actuación del ente, a la de cada uno de sus integrantes. En el caso de las sociedades
regulares, éstas regirán por el régimen especialmente regulado en la ley 19.550 y sus modificaciones.
Alguna doctrina, pretendiendo avanzar un paso más en el estudio del tema propuesto, ha
pretendido encontrar un elemento distinto como factor de atribución de la personalidad: la actividad,
entendida ésta como la realización de relaciones jurídicas del ente societario. Por nuestra parte, sin
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compartir éste criterio, entendemos que la personalidad, nace con el acto constitutivo y con total
independencia de la inscripción registral. La actividad que realizan las sociedades, no puede ser un
factor de atribución de la responsabilidad derivada de la figura social elegida, o de la propia
irregularidad de dicha figura.
En nuestro sistema legal, se aplica este recurso técnico de imputación diferenciada de
derechos y obligaciones, en tanto y en cuanto no se haga más allá de los fines lícitos previstos en el
ordenamiento positivo. Cuando las sociedades son utilizadas en violación a esos fines lícitos se debe
prescindir de la figura societaria y alcanzar en sus efectos a los mentores del obrar ilegal.
Así concebida, la personalidad de las sociedades es una derivación exclusivamente jurídica,
sostenida por el ordenamiento legal para cumplir los fines perseguidos por el legislador, creando una
disciplina especial que deroga el derecho común, mediante el cual las obligaciones y derechos son
imputados a la figura social y no a sus socios en forma individual.
De allí que si hay abuso de derecho en el uso de estas figuras jurídicas, se deba autorizar el
apartamiento de esta disciplina especial, siendo el punto de partida para ello, el propio art. 2º de la ley
de sociedades, en cuanto determina que la sociedad es un sujeto de derecho con el alcance fijado en
esta ley, con lo cual si ese sujeto de derecho se excede del alcance legal (abuso de la figura societaria)
corresponde dejarlo de lado y hacer responsable de las consecuencias del evento dañoso, no a la
persona colectiva, sin a las personas físicas que, mediante un obrar ilegal, han hecho posible la
comisión de un acto contrario al alcance que la ley da a las figuras colectivas.
Las figuras colectivas deben ser usadas dentro del marco legal, y el apartamiento de esos
preceptos, pueda configurar la posibilidad de dejar de lado este recurso técnico, como centro de
imputación diferenciado, a fin de alcanzar a los verdaderos autores del acto disvalioso. Así las
sociedades deben ser pensadas como una función que sirve para el desarrollo de fines humanos lícitos,
reconocidos por la ley. Con ello, la desestimación de las figuras colectivas de derecho debe
circunscribirse a casos concretos y específicos, siendo la aplicación una excepción y no la regla, y en
caso de dudas, deberá estarse por la validez de la figura social.
La inserción en el art. 54 de la ley 19.550 del concepto de la inoponibilidad de la personalidad
jurídica, establece un ámbito de protección de los derechos de terceras personas ajenas al ente
colectivo, “tipificando” el abuso de las figuras societarias.
La constitución de una sociedad, tiene la prerrogativa para sus socios de pactar
voluntariamente un estatuto particular- contrato social- subordinado a uno general -ley de sociedades-,
lo cual genera que cuando hubo un apartamiento de los fines lícitos que debe tener toda sociedad, por
aplicación del régimen general, se justifique considerar frustrada la causa de la constitución de esa
sociedad, debiendo apartarse del régimen legal especial, para dar paso a las normas de derecho común
que alcanzan en sus efectos a los causantes del acto disvalioso, conforme la norma del art. 1109 del
Código Civil.
Yendo más lejos, aunque no se acredite fraude en la constitución de la sociedad y tampoco
fraude en caso de toma de control, la aplicación de la doctrina del allanamiento de la personalidad
también es posible, si de ellos se sigue la consecución de fines extrasocietarios, ajenos por completo al
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objeto social. El fraude, aquí será la propia búsqueda de fines extrasocietarios. Hay ciertos casos en
que las sociedades no tiene vocación de ser titulares de una hacienda empresaria comercial, con lo
cual, en tanto la personalidad en la ley 19.550 requiere como presupuesto prenormativo la
comercialidad, a su vez derivada de su vinculación con dicha hacienda empresaria comercial
entendida como una organización duradera, destinada a la producción o intercambio de bienes y
servicios, corresponde en éstos casos, que se utilizan para “poner a nombre de una sociedad” un
determinado patrimonio, tratando de dejarlo fuera del alcance de sus acreedores, declarar inoponible la
personalidad jurídica, pues de ellos se sigue un mero recurso para violar la ley, el orden público,
tratando con ello, frustrar derechos de terceras personas.
2. Inoponibilidad de la personalidad jurídica
La personificación de todas las sociedades, sin distinción, importa un significativo avance en
el desarrollo del Derecho. Sus ventajas son indudables en orden a la claridad de las relaciones con el
mundo jurídico externo.391
Lo primero que debemos destacar en este punto, es que el beneficio de la personalidad
jurídica diferencia que nuestro ordenamiento societario concede a las sociedades comerciales
amparadas bajo el régimen de la ley 19.550, no es absoluto. Por el contrario, se encuentra insertado
dentro del marco normativo, a una utilización legítima del esquema societario, dado que la ley no
ampara el ejercicio abusivo de los derechos (conf. art. 1071 del Cód. Civil y doctrina concordante). De
esta forma, es válido afirmar que la actuación societaria se encuentra lícitamente limitada a su
actuación dentro del amparo de su objeto social y de la ley, por tal motivo, todas aquellas conductas
que vayan más allá de las legalmente permitidas, “exceden” los alcances fijados por el régimen
societario para esa personalidad diferenciada que señalamos precedentemente.
El objeto de la persona jurídica no limita su capacidad, ni tampoco las facultades de sus
órganos representativos, sino la imputabilidad de los actos realizados en su nombre: la doctrina del
ultra vires, propia de la concepción anglosajona, especialmente inglesa, es ajena a los ordenamientos
del sistema de derecho continental europeo. Al precisarse claramente los conceptos de capacidad y de
imputación, “la diferenciación nos permite establecer que la determinación del objeto de la sociedad
hace exclusivamente al mecanismo de imputación de sus actos, pero no altera la genérica capacidad
legal del ente de realizar actos jurídicos concretos, que existe conforme la ley se la confiera en cada
supuesto, cualquiera fuere el objeto social”. Por ello cuando el órgano de administración o de
representación realiza actos que exceden del objeto, el negocio jurídico es nulo: el efecto es que no es
imputable a la persona jurídica sino a quien lo celebró. Pero es susceptible de aceptación o ratificación
por la sociedad.392 Agrega el autor citado que la aplicación de este instituto no provoca, por lo menos
por sí misma, la nulidad de la sociedad, ni afecta sus vínculos internos, ni tampoco sus restantes
relaciones con el mundo jurídico externo. En forma simple y sencilla, cuando se dan los presupuestos
391
392
Manóvil, Rafael Mariano: Grupos de sociedades, Abeledo-Perrot, 1998, 952.
Manóvil, Rafael Mariano, ob. cit., p. 954.
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que define la norma, la personalidad de la sociedad se declara inoponible a quien lo haya así invocado,
y ello al solo efecto del objeto concreto de su reclamo.393
La doctrina contenida en el tercer párrafo del artículo 54 de nuestro régimen legal, posibilita
la imputación de los actos en “exceso” de la personalidad societaria, a quienes hallan sido sus
verdaderos autores: los socios y/o controlantes de la sociedad, quienes hicieron una utilización abusiva
de la figura societaria, situación ésta última sin la cual no sería posible imputar la conducta de la
sociedad a otras personas diferentes de la misma.
Cabe agregar que al encontrarse encuadrada esta teoría dentro de la parte general del sistema
societario, la misma es de aplicación a “todo” tipo de sociedades sin excepción alguna.
Coincidimos con Cabanellas de las Cuevas394, en punto a que bajo el término de la
personalidad societaria se engloba una pluralidad de efectos de muy diversa naturaleza, efectos que a
su vez se originan en extremos de gran diversidad. Constituye un error pretender describir estos
extremos bajo una sola fórmula omnicomprensiva , particularmente si se intenta que la misma sea
jurídicamente operante. Así, por ejemplo, decir que la desestimación de la personalidad societaria tiene
lugar cuando tal personalidad es empleada con fines ilícitos, tiene un valor meramente descriptivo e
introductoria de la temática aquí analizada, pues de lo que se trata justamente es de determinar cuándo
los fines de la utilización de la personalidad societaria son de tal modo ilícitos que conduzcan a la
desestimación de aquélla. Adicionalmente, los motivos que dan lugar a la aplicación de la
desestimación de la personalidad societaria son de muy variado orden: fiscales, de protección de los
socios, laborales, de protección de los acreedores, etc.
3. Fundamento legal del instituto
La sociedad resulta así no sólo una regulación del derecho constitucional de asociarse con
fines útiles y una forma de ejercer libremente actividad económica, sino que constituye una realizad
jurídica, esto es, ni una ficción de la ley (reñida con la titularidad de un patrimonio y demás atributos
propios de la sociedad –domicilio, nombre, capacidad, etc.-), ni una realidad física, en pugna con una
ciencia de valores. Realidad jurídica que la ley reconoce como medio técnico para que todo grupo de
individuos pueda realizar el fin lícito que se propone.395
Se ha destacado que en el común de los casos, el motivo de la desestimación de la
personalidad societaria es la utilización de las figuras en violación de normas y principios de distinta
índole, pero sin que dejen de existir motivos de hecho y las funciones económicas que caracterizan a
las figuras societarias. En otras palabras, no es que no exista sociedad o que quienes la integren no
393
Ídem anterior, p. 1009.
Cabanellas de las Cuevas, Guillermo: Derecho Societario, Parte General, t. 3, Ed. Heliasta, 1994, p.
71: Agrega el autor citado que: “Sería a priori improbable que un conjunto tan heterogéneo de
funciones, a cumplirse por los mecanismos de desestimación de la personalidad societaria, pudiera
tener realización mediante una estructura normativa homogénea. Empíricamente, se comprueba que
esas variadas funciones se cumplen por reglas muy diversas, que implican que los distintos casos de
desestimación de la personalidad societaria tengan diferentes tratamientos y consecuencias jurídicas.”.
395
Halperín-Butty: Curso de derecho comercial, Vol. I, 4° ed., 2000, Depalma, p. 331.
394
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deseen que exista, sino que la sociedad, efectivamente formada como tal, es empleada con fines
antijurídicos. La desestimación de la personalidad societaria se funda en que tal personalidad es
utilizada para vulnerar alguna ley, en sentido material. Si no existe tal conducta antijurídica, la
desestimación carecería de razón de ser. 396
En opinión de Colombres, el disregard of legal entity no puede ser recibido como una teoría,
sino tan sólo como la nota denominativa de los múltiples supuestos empíricos en los que, por
fundamentos varios y características del common law norteamericano, ha sido desestimada la
“personalidad jurídica”.397 Sigue diciendo Columbres que la sociedad constitutita dentro de los datos
normativos que la configuran, pero que en la actividad posterior omitiera alguno de ellos, determinará
según el caso, una inaplicabilidad de la normativa societaria de alcances específicos o de alcances
generales. En la primera situación la inimputabilidad diferenciada tendrá carácter parcial, en la
segunda determinará la caducidad total del negocio societario.398
Expresa Dobson399 , en su ya clásica obra, que la aplicación de la teoría del abuso del derecho
a los supuestos de control, campo principal de aplicación de la teoría del abuso de la personalidad
jurídica, es un inconveniente ya que la sanción del abuso, tratándose de un hecho ilícito, resulta en la
nulidad. No obstante esto, agrega el autor citad, la propia ley de sociedades en el tercer párrafo del art.
54 dispone que es posible hacer uso de otra sanción. El fundamento para recurrir a esto es el texto del
art. 18 del Código Civil, el cual dispone que los actos prohibidos por la ley son nulos, a menos que se
asigne otra sanción. En el caso del Derecho Societario, la ley respectiva prevé la posibilidad de recurrir
al instituto de la inoponibilidad (art. 54, 3º párrafo), vale decir que el acto tiene un cierto grado de
ineficacia ya que conserva su plena validez, pero ésta se limita respecto de ciertas personas400.
Como es sabido el 3º párrafo del art. 54 LS prevé dos posibilidades: (i) que la actuación
societaria haya tenido por objeto conseguir fines extrasocietarios, y (ii) que la sociedad sea un mero
recurso para violar la ley, el orden público o la buena fe o para frustrar derechos de terceros. El primer
aspecto –agrega Dobson- trata la actuación de una sociedad que no es simulada, sino real, pero bajo
control de un tercero. También es este un típico supuesto de la teoría del abuso de la personalidad
jurídica. El segundo supuesto, que fue el que dio el puntapié inicial en la elaboración de la teoría de la
desestimación de la personalidad jurídica, puede ser resuelto, según Dobson, recurriendo a la
simulación (art. 954 Cód. Civ.), pero la sanción en este caso también es la nulidad, lo que sería
excesivo. Además, y teniendo en cuenta la norma de la ley de sociedades, la sanción de nulidad va
acompañada de la inoponibilidad haciendo directamente responsables a los causantes de estas
maniobras por los perjuicios causados.
396
Cabanellas de las Cuevas, Guillermo, ob. cit., p. 72.
Columbres, Gervasio R.: Curso de Derecho Societario, Abeledo-Perrot, 1972, p. 43.
398
En contra: Cabanellas de las Cuevas, Guillermo, ob. cit., p. 78 y ss.
399
Dobson, Juan M., El abuso de la personalidad jurídica (en el Derecho Privado), Ediciones
Depalma, 1991, págs. 415 a 417
400
Dobson, Juan M., ob. cit., p. 258.
397
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Inoponibilidad de la personalidad societaria
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La estructura que construye la ley de sociedades en base a la presencia del hecho ilícito y al
abuso del derecho es atenuado, en la sanción de nulidad subsiguiente, con el instrumento de la
inoponibilidad que resulta aplicable. Dobson401 sostiene que los casos de control son, en la gran
mayoría de los supuestos, la circunstancia que motiva la aparición de un daño por uso desviado de la
personalidad societaria. Afirma el autor citado que el derecho argentino posee los remedios indicados
para reparar estos casos de uso desviado de la personalidad; y si bien es cierto que por aplicación de las
normas generales sobre abuso del derecho se podría arribar a consecuencias prácticamente similares,
Dobson rescata el hecho de que ley de sociedades permita hacer uso del instituto de la inoponibilidad
en los supuestos de desvío de la personalidad jurídica de la sociedad.
Por tanto, Dobson utiliza como fundamento de su opinión la teoría del abuso del derecho y la
simulación, con la consiguiente nulidad que traen aparejadas ambas situaciones como sanción, pero
haciendo expresa salvedad de que la solución legislativa del art. 54, 3º párrafo, es acertada ya que
resulta armónica con el resto del ordenamiento (arg. art. 18 Cód. Civ.) y además quita gravedad a la
desaparición total del acto donde se hace un uso desviado de la personalidad societaria.
4. Imputar: Concepto y alcances
El tercero párrafo de la norma en estudio, determina que la actuación de la sociedad, se
imputará directamente a los socios o controlantes que la hicieron posible. Tal imputación, entendemos,
debe ser correctamente caracterizada.
Gulminelli402, expresa que la norma del art. 54, apartado tercero, es precisa cuando dice que
“la actuación de la sociedad… se imputará directamente a los socios o a los controlantes…”; además
sostiene que la expresión utilizada por el legislador no puede ser obviada ya que el texto no está
redactado con ligereza ni con imprecisión. Continúa diciendo el autor citado que, más allá de que el
hecho de imputar una conducta es un asunto más complejo que solamente responsabilizar, las
consecuencias que se derivan de esto tienen su base en las normas derivadas del derecho común; entre
otras, art. 1109 Código Civil. El hecho de que se acepte que la actuación torpe de la sociedad se
“impute” a los socios o controlantes que hubieran hecho posible tal accionar, posibilita que los
damnificados puedan, no solamente exigir la reparación por los daños y perjuicios, sino que los
habilita para reclamar el cumplimiento de las obligaciones que la sociedad contrajo. La imputación que
se realiza al socio no significa, ya que el texto del art. 54 no autoriza a suponerlo así, que la sociedad
quede desobligada. Lo contrario llevará a admitir que la sociedad pudiese aducir frente a sus
acreedores que no le son imputables los actos de los socios o controlantes porque el resultado de los
mismos es la inoponibilidad de la personalidad.
401
Dobson, Juan M., ob. cit., p. 417.
Gulminelli, Ricardo Ludovico: Responsabilidad por abuso de la personalidad jurídica, ed.
Depalma, 1997, p. 164.
402
11
Inoponibilidad de la personalidad societaria
Grispo, Jorge Daniel
Sigue expresando Gulminelli403 que “la imputación directa a socios y controlantes es una
posibilidad más que el tercero tiene a su favor”, es decir, que no existe obligación de dirigirse
exclusivamente contra los verdaderos responsables o contra la sociedad utilizada en forma antijurídica.
Por su parte, Otaegui404, afirma que la imputación directa de la actuación torpe de la sociedad
a los socios o controlantes que la hicieran posible, hace que ellos se vean obligados personalmente por
las obligaciones de la sociedad. Lo que debe separarse y, consecuentemente, dejar en claro es que, por
un lado tenemos la imputación directa que prevé el art. 54, apartado tercero; y por otro lado el tema de
la responsabilidad por los daños y perjuicios.
Manóvil405, afirma que imputar es atribuir in totum; y que se trata de una mecánica mediante
la cual la ley atribuye un acto, hecho o situación jurídica a determinada persona, fijando al respecto
diversos recaudos según el supuesto. Continúa expresando el autor citado que en el caso bajo estudio,
el legislador ha querido que en caso de procurarse por medio de la persona societaria la consecución de
fines extrasocietarios o frete al empleo de la sociedad como un recurso para violar la ley, el orden
público, la buena fe o para frustrar derechos de terceros, el hecho, acto a situación jurídica sea
directamente atribuido a los socios o controlantes que fueron causantes de ese desvío. 406
Según Manóvil hay una nueva imputación de la relación jurídica de que se trata. Asimismo el
autor manifiesta que habrá que analizar en qué casos estamos frente a una extensión de la
imputabilidad y en qué otras situaciones existe un traslado de dicha imputación. Frente a esta
alternativa, concluye que cuando se trata de un título jurídico sobre una cosa o sobre un bien habrá un
traslado de la imputabilidad de la relación hacia el tercero responsable. Este supuesto es
particularmente aplicable en los casos en que la aplicación de la norma obedezca a situaciones tales
como esconder patrimonio, en una sociedad, del ataque de los acreedores, del cónyuge, para violar la
legítima de los herederos u otras situaciones similares. En cambio, si de lo que se trata es de establecer
la atribución de un pasivo o de una responsabilidad patrimonial, nos encontramos frente al supuesto de
extensión de la imputabilidad.
Manóvil afirma que en el caso de la imputación no se requiere un actuar culposo o doloso en
los sujetos; es suficiente que se configure objetivamente alguno de los supuestos enunciados en el texto
del art. 54, tercer párrafo. De ahí que resulte necesario probar la intención dolosa o culposa como
403
Gulminelli, Ricardo L., ob. cit. p. 167.
Otaegui, Julio C., ponencia presentada en las Primeras Jornadas Sudatlánticas de Derecho Civil y
Comercial realizadas en homenaje al Dr. Adolfo Plíner en Bahía Blanca del 19 al 21 de setiembre de
1991 citado por Gulminelli, Ricardo L., ob. cit. p. 171.
405
Manóvil, Rafael Mariano, ponencia presentada en el Congreso Iberoamericano y Nacional de
Derecho Societario y de la Empresa titulada ¿Imputación al socio (o controlante) o responsabilidad?,
t. II, p. 627.
406
Manóvil, Rafael M., exposición en el Congreso Iberoamericano de Derecho Societario y de la
Empresa de Huerta Grande, citado por Gulminelli, Ricardo L., ob. cit., págs. 174 a 179.
404
12
Inoponibilidad de la personalidad societaria
Grispo, Jorge Daniel
tampoco es posible que aquél que probare que no obró con dolo, con culpa o con intención de dañar o
de violar la ley, el orden público o la buena fe se exima de la consecuencia legal. 407
Palmero408, a su vez agrega que, con referencia al tema de la “imputación” si bien ante
algunos casos es posible circunscribir el problema al resarcimiento de los daños y perjuicios, esto no
obsta a que el intérprete llegue a la ejecución directa o a algunos otros tipos de bienes.
Gulminelli409 no comparte la opinión de Manóvil en cuanto a la diferenciación que éste hace
entre responsabilización e imputación. Entiende que no es admisible requerir antijuridicidad en el
supuesto de la responsabilización y no en el caso de la imputación ya que la actuación considerada por
la ley es idéntica para las dos consecuencias jurídicas.
Halperin y Butty410 sostiene refiriéndose al art. 54, último párrafo de la L.S. que “desentrañar
el alcance de este texto ha motivado fuertes polémicas. Pero ese cuadro polémico ha tocado su punto
máximo en cuanto al alcance y contenido de la imputación directa que allí se establece, como forma de
la desestimación (o inoponibilidad) de la personalidad societaria. Pues algunos mantienen que el texto
se limita a incorporar la doctrina del llamado “disregard of legal entity”, mientras que algunos
interpretamos que el campo comprendido por la norma es más amplio”.
Cabanellas de las Cuevas411 analizando este aspecto de lo normado por el art. 54 in fine de la
L.S. entiende que no es transparente en cuanto a los efectos que se derivan de su aplicación. Ellos es
así en virtud de que se dispone que la actuación desviada de la sociedad se imputa directamente a los
socios que lo hicieron posible, y por otra parte se expresa que ellos responderán solidaria e
ilimitadamente por los perjuicios causados. Entiende Cabanellas que hay un cierto grado de
contradicción entre los elementos citados ya que si la conducta se imputa directamente a los socios o
controlantes, los perjuicios causados les serán imputados directamente no pudiendo existir una
responsabilidad solidaria para la sociedad, cuya existencia como persona jurídica es inoponible según
los efectos indicados. Sigue diciendo Cabanellas412 que también la norma es defectuosa al hablar de
imputación directa a los socios pues puede privar a los terceros de hacer efectiva la garantía genérica
que supone la existencia del patrimonio de la sociedad. No obstante estos defectos, entiende el autor
que los mismos pueden ser subsanados a través de la interpretación que el juez haga de los efectos del
art. 54, in fine, L.S.: imputación de la conducta a los socios o controlantes, o responsabilidad solidaria
e ilimitada por los perjuicios causados. Es interesante hacer notar que según Cabanellas, en una
407
Manóvil, Rafael M., ponencia presentada en el Congreso Iberoamericano y Nacional de Derecho
Societario y de la Empresa, titulada ¿Imputación al socio (o controlante) o responsabilidad?, t. II, p.
627.
408
Palmero, Juan Carlos, exposición en el debate de la Comisión sobre el tema de inoponibilidad en el
Congreso Iberoamericano y Nacional de Derecho Societario y de la Empresa de Huerta Grande, citado
por Gulminelli, Ricardo L., ob. cit. p. 185.
409
Gulminelli, Ricardo L., ob. cit., p. 200.
410
Halperin, Isaac y Butty, Enrique M.: Curso de Derecho Comercial, vol. I, Parte General
Sociedades en general, ed. Depalma, 4ª edición, actualizada y ampliada, 2000, p. 339.
411
Cabanellas de las Cuevas Guillermo: Derecho Societario, Parte General, La personalidad jurídica
societaria, tomo 3, ed. Heliasta S.R.L., 1994, p. 97.
412
Cabanellas de las Cuevas, G., ob. cit. p. 98.
13
Inoponibilidad de la personalidad societaria
Grispo, Jorge Daniel
opinión que se distingue de los demás autores reseñados, este es el verdadero funcionamiento de las
normas sobre desestimación de la personalidad jurídica. Afirma que en la gran mayoría de los casos la
actuación societaria desviada, no ocasiona la inoponibilidad de la personalidad; el acto se imputa a la
sociedad al igual que los efectos de la ilicitud, siendo suficiente para restablecer los intereses que
fueron afectados. Sólo en los supuestos en los cuales esto sea insuficiente, el intérprete puede proceder
a imputar dicha conducta desviada a los socios o controlantes o hacerlos responsables por los
perjuicios acaecidos.
Por su parte Molina Sandoval413 (con quien coincidimos en el tratamiento dado a la presente
cuestión), sostiene que “la imputación ha sido definida como la mecánica mediante la cual la ley
atribuye un acto, hecho o situación jurídica a determinada persona fijando a tal fin diversos recaudos,
variables según el supuesto”. Este autor distingue entre imputación constitutiva, aditiva y negativa414.
La primera no está contemplada por el art 54, in fine, L.S. ya que es definida como el supuesto en el
que los actos de los controlantes son imputados constitutivamente a al sociedad. La imputación aditiva,
que sí cuadra dentro de la norma mencionada, se da cuando se suman a la sociedad las características
del socio. Finalmente la imputación negativa se produce cuando se da el supuesto de dos sujetos
independientes entre sí; frente a esta hipótesis Molina Sandoval expresa que la norma de la L.S. no
resulta aplicable. El autor mencionado entiende que se trata de una imputación aditiva ya que a la
imputación original (a la sociedad en los casos de desestimación activa) se le adiciona la imputación de
los socios o controlantes en beneficio de los acreedores societarios (directa) o de los socios (indirecta).
Es lo que Manóvil trata como extensión de la imputación, según hemos visto más arriba.
Frente a los supuestos de imputación cabe preguntarse cuáles son las alternativas posibles.
Ellas son, como expresa Molina Sandoval415, que el acto se impute también a la sociedad, o que el acto
no se le impute. El segundo supuesto conduce al absurdo, ya que eximir a la sociedad de las
consecuencias disvaliosas de la imputación podría llevarnos a que un acreedor, pudiendo reclamar a
una sociedad con patrimonio suficiente, se vea obligado a tener que reclamar a sus socios o
controlantes que pueden ser insolventes. Además requerir que la actuación torpe no se le impute a la
413
Molina Sandoval, Carlos A.: La desestimación de la personalidad jurídica societaria, ed. Ábaco,
1998, p. 74.
414
Molina Sandoval, Carlos A., ob. cit., págs. 212 y 213, se pregunta si el art. 2 de la Ley Penal
Tributaria es un supuesto de imputación aditiva o sustitutiva. El interrogante no carece de importancia
ya que si de la aplicación de la norma mencionada se genera una imputación extra habrá dos
responsables para el pago de una misma situación fiscal. En cambio si decimos que la imputación se
sustituye (se traslada9 de la sociedad a los socios, la situación referida sigue teniendo un único
contribuyente. Si bien en el ámbito societario, por aplicación del art. 5, in fine L.S. ambos sujetos
(sociedad y socios) se encuentran alcanzados por la imputación; desde la óptica tributaria la situación
parecería ser otra. Ello en virtud de que el art. 2 LPT habla de que “se prescindirá” de las formas o
estructuras no adecuadas en la configuración del tributo considerando la real situación económica.
Leído rápidamente, el artículo parecería indicar que si la forma inadecuada era la sociedad, se
prescinde de esa forma jurídica y el tributo debe ser abonado por los socios. Esto lleva a un absurdo ya
que es inconcebible que si lo persona jurídica fue sólo una pantalla resulte ininmputable. Molina
Sandoval concluye afirmando que la finalidad de la norma ha sido la de no excluir al ente societario.
415
Molina Sandoval, Carlos A., ob. cit. p. 77.
14
Inoponibilidad de la personalidad societaria
Grispo, Jorge Daniel
sociedad es ir más allá de la ley consagrando una exoneración que ella no prevé. Afirma Molina
Sandoval416 que la sociedad no podrá prevalerse de la falta de legitimación pasiva al invocar que el
acto sólo fue imputado a los socios. El tercero puede exigir que la sociedad quede vinculada por
obligaciones que le sean imputables a ella como persona jurídica pero no a la inversa.
5. Consecuencias prácticas de la aplicación del instituto
La principal consecuencia de la aplicación del tercer párrafo del artículo 54, es la
inoponibilidad de la personalidad jurídica societario a fin de que, quienes se oculten tras la figura
societaria sean eventualmente responsabilizados por los actos realizados por la sociedad en exceso de
la personalidad societaria que esta ostentaba.
Esta inoponibilidad de la figura societaria es parcial y sólo aplicable al caso particular, no
siendo posible extender esta consecuencia a sujetos ajenos al proceso en el cual la misma fue
declarada.
Como bien se dijo significa en muchos casos una extensión de la imputación a otros sujetos.
En otros supuestos, para que la función tutelar de la norma produzca el efecto buscado, será necesario
y suficiente el traslado de la imputación al sujeto responsable de la actuación.417
La pregunta que cabe formular es la siguiente: reconocida la inoponibilidad del ente
societario, sus consecuencias ¿ a quien deben ser imputadas? Así, parte de nuestra doctrina a entendido
que únicamente será a su socio o controlante418 Por nuestra parte, pensamos junto con Manóvil419, que
nada obsta a que la imputación de un mismo acto pueda hacerse a más de un sujeto de una relación
jurídica. Por otra parte, para los casos que así corresponda encuadrar, ello resulta de los principios de
la coautoría en materia de hechos ilícitos.
Conforme agrega Vítolo420, nuestra Ley habla de la inoponibilidad diferenciada de un recurso
más grave cual sería el de la lisa y llana desestimación de esa personalidad. Es evidente que la
prescindencia de la personalidad jurídica sólo puede admitirse, de manera excepcional , cuando
estamos en presencia de un supuesto en el cual, a través de ella, se han buscado o se han logrado fines
contrarios a la ley quedando configurado un abuso de la personalidad jurídica de tal entidad que pueda
llevar al resultado de equiparar a la sociedad con el socio y, de esta manera, sería lícito atravesar el
velo de la personalidad para captar la auténtica realidad que se oculta detrás de ella con la finalidad de
corregir el fraude, o de neutralizar la desviación. Agrega el autor citado que, como bien surge del texto
de la norma, la institución se vincula a la inoponibilidad de la personalidad jurídica, lo cual no lleva a
identificar a la sociedad socio, sino a proteger al tercero de buena fe, pero sin afectar en principio la
normal actuación de la sociedad ni su futura actuación; simplemente, lo que se permite es que, respecto
416
Molina Sandoval, Carlos A., ob. cit. p. 78.
Manóvil, Rafael Mariano, ob. cit., p. 1017.
418
Cabanellas de las Cuevas, Guillermo, ob. cit. T. III, p. 29.
419
Manóvil, Rafael Mariano, ob. cit., p. 1017.
420
Vítolo, Daniel Roque: “La personalidad jurídica en materia societaria”, LL-1990-D, p. 834.
417
15
Inoponibilidad de la personalidad societaria
Grispo, Jorge Daniel
de la relación jurídica particular, no se pueda oponer esa personalidad diferenciada al tercero
perjudicado.
En consecuencia, la inoponibilidad estructurada en el artículo 54, tercer párrafo de la LS se
refiere, a la ineficacia relativa de la actuación concreta que está en juego en el caso. Ésta puede no
tener vinculación con deudas de la sociedad, sino referirse, por ejemplo, a la titularidad de un derecho
(v. gr., a la propiedad de un bien) que el tercero busca tener por reconocido en cabeza del socio o
controlante.421
6. ¿El “socio” se encuentra legitimado para solicitar la aplicación del tercer párrafo del
artículo 54?
La pregunta no es baladí, ya que con frecuencia los socios minoritarios, se ven sometidos a
los manejos arbitrarios de los mayoritarios, quienes pueden caer (lamentablemente con mayor
frecuencia que la deseada), en las conductas tipificadas por la norma del tercer párrafo del artículo 54
del régimen societario.
Señalamos en primer lugar dos fallos que responden en forma negativa –en principio- al
interrogante planteado:
(i) La figura de la “inoponibilidad” del art. 54, regula supuestos de desestimación en
protección de terceros, acreedores de la sociedad o de los socios, y por consiguiente no abarca -como
principio- la desestimación en beneficio de los socios o de la propia sociedad, salvo en casos
excepcionales.422
(ii) No procede hacer lugar al pedido de declaración de inoponibilidad de la personalidad
jurídica de una sociedad y liquidación de los bienes que componen su activo, con fundamento en el art.
54, incoado por uno de sus dos únicos accionistas, si con ello no se pretende sancionar la ilicitud del
negocio impugnado- que se reconoce lícito- sino solo utilizarlo como una vía para obtener una
liquidación de bienes, que no fue acordada en el convenio de liquidación de la sociedad conyugal,
oportunamente homologado. (En el caso, el apelante reconoce que la sociedad no se constituyo para
frustrar derechos de terceros sino solo para encubrir un patrimonio familiar, y sostiene que si bien es
inoponible por encubrir fines extrasocietarios, no posee causa ilícita ni ha frustrado derechos de
terceros, ni siquiera se instrumento para perjudicar los derechos de la cónyuge accionante, en tanto esta
ingreso a la sociedad constituida varios años atrás, y titular de un patrimonio inmobiliario familiar
originariamente perteneciente al padre del cónyuge demandado).423
Manóvil señala que el artículo 54, tercer párrafo de la LS no establece nada al respecto.
Mientras no esté interesado el orden público o el interés público, que es sólo uno de los supuestos de
aplicación, la legitimación corresponde exclusivamente a quien o quienes se hayan perjudicado con la
actuación de la sociedad como instrumento de una finalidad diversa. Los interesados para ello son, en
421
Manóvil, Rafael mariano, ob. cit., p. 1020.
Autos: SIMANCAS, MARIA ANGELICA C/ CROSBY, RONALD S/ SUM. - Ref. Norm.: L.
19550: 54 - 22/12/1997. LD-Textos.
423
Ídem anterior. LD-Textos.
422
16
Inoponibilidad de la personalidad societaria
Grispo, Jorge Daniel
principio, solamente los terceros: la norma se refiere a “frustrar derechos de terceros”. Desde luego
que ello no excluye a los socios o accionistas, en tanto se trate de su vínculo con la sociedad como
terceros.424
Por nuestra parte, aunque los fallos y cita precedentemente reseñados no son categóricos y
decidieron cuestiones puntuales, pensamos que la acción de desestimación de la personalidad jurídica,
puede válidamente ser intentada por un socio de la misma.
Sobre el particular, y analizando puntualmente la cuestión de la legitimación activa, en un
meduloso estudio destaca Molina Sandoval425, que en esta hipótesis también debe hacerse una
distinción, ya que no es lo mismo la acción de inoponibilidad propiamente dicha (imputativa) que la de
responsabilidad. Con respecto de esta última, cabe señalar que sólo está legitimado quien haya
resultado perjudicado por la actuación de la sociedad que “encubra” fines extrasocietarios, sea un
recurso violatorio de la ley, orden público o buena fe, o un recurso frustratorio de derechos. Si no hay
daño, no puede haber responsabilidad; menos aún deber de resarcir. Debe ser un daño concebido desde
sus dos dimensiones (moral o patrimonial, emergente o lucro cesante). El daño es el presupuesto
fundamental del sistema de responsabilidad, del llamado modernamente “derecho de daños” Entonces,
todos los terceros damnificados, incluso los accionistas minoritarios, que no hubieren hecho posible la
actuación societaria desviada, serán los únicos legitimados para tal acción.
7. Exclusión de los socios infractores
La aplicación de las sanciones y responsabilidades comprendidas en la presente regla legal, en
modo alguno empecen a la sanción de exclusión del socio infractor, con motivo de la aplicación de la
regla contenida en el art. 91, en tanto cualquier socio puede ser excluido si mediare justa causa.
8. Casuística
La personalidad societaria no es una realidad sustancial sino de orden y dicho orden consagra
una unidad no sustancial sino accidental, de modo que la personalidad societaria en cuanto centro de
imputación normativa es ineficaz para servir de sostén a una exclusión de herederos legitimarios. En
consecuencia no se debe, en tales supuestos, tener a la sociedad como nula sino que cabe utilizar la
formula "como no escrito" de la ley para disponer la inoponibilidad del ente societario, ante la
situación de subversión de la vocación legitimaria. La sucesión legitima esta regulada expresamente
por la normativa que establece una porción no disponible de la herencia solo mutable por
desheredación, institución que exige estar asentada en supuestos taxativamente indicados por la ley
(CCIV 3744, 3747, 3748 y cc.). La limitación legal impuesta por el instituto de la legitima no puede
sufrir cortapisas del testador y de advertirse alguna disposición en ese sentido "se tendrá por no
escrita" (CCIV 3598). Se viola la prohibición de condicionar la legítima si el causante formo sociedad
424
Manóvil, Rafael Mariano: Grupos de sociedades, Abeledo-Perrot, 1998, 1034 y ss.
Molina Sandoval, Carlos A.: La desestimación de la personalidad jurídica societaria, Ábaco, 2002,
p. 133.
425
17
Inoponibilidad de la personalidad societaria
Grispo, Jorge Daniel
con tres de sus hijos y casi el total de sus bienes, por 99 años y renovable, impidiendo así que los
bienes lleguen materialmente a manos de los demás herederos.426
Si bien, en principio, la persona jurídica esta configurada por personas físicas, es un ente
diferenciado de ellas y dotado de su propia personalidad. Por ende, para que sea aplicable la norma del
artículo 54 del régimen societario, deben existir pruebas concluyentes respecto de las situaciones
excepcionales que dicho articulo contempla a fin de prescindir de la personalidad jurídica.427
Si el accionante expresó al deducir su pretensión que se declare simulado cierto acto mediante
el cual uno de los accionados enajenó en favor de una sociedad anónima -también accionada- la
totalidad o una parte del capital accionario de otra; y en subsidio, requirió que se declare que es
inoponible a su parte la distribución de ese capital accionario, cuyo titular aparente es otra compañía; y
todo ello se solicitó con protesta de que le es inoponible la personalidad jurídica de la sociedad que
apareció como compradora de las acciones enajenadas, resulta improcedente -como en el caso- que los
accionados postulen que el proceso siga el trámite del juicio ordinario. Ello así, pues se persiguen
decisiones referidas al emplazamiento como socios de ciertos sujetos, y a la oponibilidad de la
personalidad de una de las compañías denunciadas como involucradas en el negocio. Por tanto, existe
acción que cabe en la previsión de la Ley de Sociedades, artículo 15.428
Es inviable la pretensión de uno de los dos únicos accionistas -en el caso, cónyuges- de una
sociedad, enderezada, con fundamento en al art. 54, a que la personalidad societaria no se tenga en
cuenta y se considere a los bienes como pertenecientes a ambos cónyuges, y no como parte integrante
del patrimonio social, por cuanto ello comporta prescindir de la sociedad para proteger los intereses de
una de las partes del negocio impugnado, lo que no condice con la naturaleza y los alcances del acto
inoponible contemplado por la referida norma, tendiente a proteger intereses de terceros.429
La sociedad es un sujeto de derecho con el alcance fijado por el art. segundo del régimen
societario, en tanto no se violen las reglas superiores del ordenamiento jurídico. Cuando el recurso
técnico es utilizado para violar la ley, el orden publico y la buena fe, para frustrar derechos a terceros,
o aun, simplemente para llevar adelante fines extrasocietarios, surge la figura de la "inoponibilidad" de
esa personalidad jurídica. Tratase de un recurso excepcional, que debe quedar limitado a casos
concretos, cuando a través de la personalidad jurídica se ha buscado y logrado fines contrarios a la ley,
y queda configurado un abuso de la personalidad jurídica de tal entidad, que pueda llevar al resultado
de equiparar a la sociedad con los socios. De esta manera, resulta licito atravesar el velo de la
personalidad y captar la autentica realidad que se oculta detrás de ella, -es decir a la persona física que
tiene el efectivo ejercicio del poder de decisión-, con la finalidad de corregir el fraude o neutralizar la
426
Autos: ASTESIANO, MONICA C/ GIANINA SCA. - Ref. Norm.: C.C.: 3598 C.C.: 3744 C.C.:
3747 C.C.: 3748 - 27/02/1978. LD-Textos.
427
Autos: APALATEGUI, ALBERTO C/ SUCESION D'ANGELO, ROBERTO S/ ORD. S/ INC. DE
LIQUIDACION SOCIETARIA. - Ref. Norm.: L. 19550: 54 - 22/02/1991. LD-Textos. (En igual
sentido: sala c, 10.5.95, "Ferrari vasco c/ Arlinton S.A.")
428
Autos: GARCIA MARTINEZ, MARIA C/ BENBIBRE, RICARDO S/ SUM. - Ref. Norm.: L.
19550: 15 - 30/04/1996. LD-Textos.
429
Ídem anterior. LD-Textos.
18
Inoponibilidad de la personalidad societaria
Grispo, Jorge Daniel
desviación, toda vez que la sociedad configura un elemento que intenta cubrir la responsabilidad
patrimonial del verdadero responsable. La inoponibilidad no lleva a identificar al ente societario con el
socio, sino a proteger al tercero de buena fe, pero sin que ello implique, en principio, afectar en el
presente ni en el futuro la normal actuación de la persona jurídica; simplemente, lo que se permite es
que, respecto de esta controversia en particular, no se pueda oponer dicha personalidad.430
No es atendible el argumento vertido sobre la base del art. 54, tercer párrafo, ley 19.550,
puesto que la inoponibilidad de la personalidad jurídica solo es admisible cuando la actuación de la
sociedad encubra la consecución de fines extrasocietarios, constituya un mero recurso para violar la
ley, el orden publico o la buena fe, o para frustrar derechos de terceros, extremos que no se encuentran
siquiera mínimamente acreditados en el caso. Los fundamentos hasta aquí expuestos son suficientes
para confirmar la resolución apelada también en cuanto denegó la medida cautelar respecto de las
empresas vinculadas bajo la figura de un conjunto económico, puesto que tampoco se trataría de bienes
de propiedad del deudor, sino de cada una de esas empresas.431
No es aplicable al caso el artículo 54, segundo párrafo, de la ley 19.550 -t.o. ley 22.903- que,
como se sabe, hace referencia a la inoponibilidad de la personalidad jurídica cuando la actuación de la
sociedad encubra la consecución de fines extrasocietarios o constituya un mero recurso para violar la
ley, el orden público o la buena fe, o para frustrar derechos de terceros, imputándose a los socios o a
los controlantes que hicieron posible dicha actuación.432
El art. 54 de la ley de sociedades, establece la inoponibilidad de la personalidad jurídica en las
situaciones donde su actuación encubre la consecución de fines extrasocietarios, o constituye un mero
recurso para violar la ley, el orden publico o la buena fe, o para burlar derechos de terceros. Como
efecto de alguna de estas situaciones, se establece la imputación directa de los socios que lo hicieron
posible y su responsabilidad para responder solidaria e ilimitadamente por los perjuicios causados.433
Si bien en el contrato de sociedad accidental las partes habrían establecido que el socio gestor
quedaba obligado a efectuar las ofertas y contrataciones a nombre de ambos socios, con pena de
responder por los daños y perjuicios que tal actitud ocasione, el hecho de que aquel haya hecho las
ofertas a su nombre, carece de la suficiente gravedad y significación para declarar la rescisión del
contrato por su culpa, toda vez que su actitud era lógica y legal dentro del ámbito de este tipo de
sociedades, máxime cuando en ciertos casos esa conducta podría serle favorable al socio oculto, pues
la responsabilidad de la sociedad en los supuestos de inejecución de las obligaciones asumidas con
terceros solo alcanzaría al socio gestor, salvo el caso previsto por el art. 363, inc. 2°, LSC. Aun dando
por cierto que uno de los socios incurrió en violaciones contractuales, reprobables en función del
430
Autos: MAYEUTICA SRL C/ ENTREPRENEUR SA S/ SUM. (ED 4.8.00, Fº 50213) - Ref.
Norm.: L. 19550: 2 - 24/03/2000. LD-Textos.
431
Autos: Louge A. Beltrán y otro c/ Gobierno de Su Majestad Británica s/ incidente de embargo.
Causa n 6934/99. 07/09/2000. LD-Textos.
432
CCCO03 CO 3903 6500718 S 19-12-97, Paniagua Niño c/ Itayú S.R.L. y Otros s/ Cobro de
Sueldos, Diferencias y Otros rubros. LD-Textos.
433
LD-Textos. Sin otros datos.
19
Inoponibilidad de la personalidad societaria
Grispo, Jorge Daniel
artículo 54, la existencia de perjuicios es un presupuesto imprescindible de la acción indemnizatoria,
ya que la condena a indemnizar carece de sentido si no se ha demostrado la existencia de daños.434
El socio de una sociedad de responsabilidad limitada que sin detentar la calidad de gerente,
ejerció una función equivalente por mandato otorgado por la sociedad, y que en ejercicio de ella
constituyo una sociedad anónima con idéntico objeto, detentando en esta la calidad de presidente, se
encuentra incurso en las previsiones del art. 54, debiendo incorporar a la sociedad de responsabilidad
limitada los beneficios obtenidos por la actividad en competencia y pagar los daños derivados de
esta.435
Si bien la ley de sociedades prevé supuestos para imputar la responsabilidad por los actos del
ente a sus socios, aparentes u ocultos, y aun a sus controladoras, cuando la actuación encubra la
consecución de fines extrasocietarios, constituye un mero recurso para violar la ley, el orden público o
la buena fe o para frustrar los derechos de terceros; tal remedio debe ser adoptado con suma prudencia,
pues una aplicación indiscriminada, ligera o no mensurada puede llevar a prescindir o aniquilar la
estructura formal de las sociedades en supuestos en que no se justifique, con grave daño para el
derecho, la certidumbre y la propia seguridad de las relaciones jurídicas y hasta la misma finalidad útil
de su existencia legal; para lo cual, ante tal imputación, en primer lugar, como presupuesto de
viabilidad no puede prescindirse de demandar a la que se le atribuye alguna de las causales que
habilitaría recurrir al mecanismo de inoponibilidad, esto es, a la sociedad.436
434
Autos: CASE SA C/ EMCI SRL. - Ref. Norm.: L. 19550: 363 L. 19550: 54 C.P.: 165 C.P.: 503 31/08/1976. LD-Textos.
435
Autos: BIRENTZWAIG, ALBERTO C/ AMATO, ALBERTO. - Ref. Norm.: L. 19550: 54 24/09/1992. LD-Textos.
436
Autos: REVOREDO, PEDRO ANIBAL C/ MOLINERO, CARLOS DANILO S/ ORDINARIO. 25/06/2001. Ld-Textos.
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