JOHN CAGE Este año 2012 que pronto se desvanecerá en el recuerdo fue pródigo en conmemoraciones del aniversario natal de músicos como José Pablo Moncayo, Eduardo Mata, Claude Debussy, Conlon Nancarrow, Francesco Geminiani, Frederick Delius, Xaver Montsalvatge, así como del fallecimiento de Rodolfo Halffter, Giovanni Gabrielli, Frederic Mompou, Hans Eisler, Jules Massenet y Jacques Ibert. Uno de los más importantes de estos músicos, más allá de la aceptación o apreciación que, por su propia índole, podamos tener de su obra creativa, es JOHN CAGE (1912-1990). John Cage fue el iconoclasta mayor de la música del siglo XX. La diversidad de sus intereses y especializaciones lo convirtieron en un hombre multidisciplinario, en el sentido más renacentista: fue filósofo, pintor, musicólogo, poeta, inventor, micólogo o experto –profundo- en hongos, amante de las plantas, fanático del ajedrez. Pero, por supuesto, su faceta de “compositor” es la que más trascendencia le dio a su nombre. John Cage pensó la música bajo otros parámetros de expresión y de interpretación; transformó el concepto tradicional de los instrumentos con los que se puede hacer música, desde la invención del piano preparado para el que compuso numerosas obras, hasta el uso, como si fueran instrumentos, de objetos de uso cotidiano y ajenos a la música como radios sintonizados al azar, tazas, cubiertos y periódicos y hasta plantas como cactus y otras que, amplificadas, produjeran los sonidos más desconcertantes y atractivos y, curiosamente, musicales. También introdujo el uso de la electrónica en la música, aunque no fue su inventor. Descartó en muchos casos el uso de la partitura en el sentido tradicional, como un modo de suprimir métricas, la división en compases, las indicaciones de tempo y ritmo y hasta las notas musicales. A cambio de ello, el azar, lo aleatorio, lo indeterminado, se convirtió en el procedimiento que proporcionó a la música “la belleza de lo que finalmente podría suceder en la obra”, que por supuesto, la siguiente vez que se interprete volverá a ser diferente. Cage profundizó en el estudio de las culturas y filosofías orientales, especialmente las de la India y en el budismo zen. El empleo del I Ching y de sus operaciones le sirvió para desarrollar otras ideas de libertad en la música: la obra sería cada vez más abierta y no determinada por el compositor y éste dejaría de imponer su voluntad durante el desarrollo de la obra, sino que el intérprete mismo podría elegir varias posibilidades de evolución, ya fuera parcialmente o a veces, en su totalidad. Pero el hallazgo más notorio de Cage fue introducir el silencio como un elemento fundamental de la música, mucho más allá de lo establecido por Anton Webern. La obra 4’33’’ se convirtió en el paradigma de esta tesis: todo podía ser parte de una obra, el sonido ambiental del público, el ruido que llega de la calle hasta el lugar del concierto, la respiración de los propios músicos. Su expresión en este tipo de obras era definitoria y definitiva: No van a escuchar nada….Lo van a escuchar todo. Cage tuvo una importante relación con México. Nos visitó varias veces, ofreció conferencias, conocía y admiraba muchos aspectos de nuestra cultura, (los hongos y diversidad de plantas típicas, el mundo prehispánico), fue amigo de Octavio Paz, de Mario Lavista, de José Antonio Alcaráz y de Carlos Chávez, a quien le encargó la composición de su famosa y emblemática Toccata para percusiones. Hanamichi202000 Luis Pérez Santoja 2