Memorias de mi viaje a Kingston, Jamaica. El 4 de Julio de 2011 me subí al primer avión que tenía que llevarme a Miami para después coger otro que me llevaría a Norman Manley Airport de Kingston, Jamaica. Es demasiado idílico pensar que todo saldría según lo planeado. Como es de esperar, hubo retrasos en los aviones, cambios de rutas, miles de trasbordos y esperas en aeropuertos de EEUU. Por fin, el 6 de Julio, conseguí aterrizar en Jamaica, una isla que ya vista desde el avión parecía prometer. Pasado el control de aduana y con la maleta en mano, salí donde había quedad con mi hospedadora, Mejhorn Flash. Sabía que habría una gran mayoría de gente de color, pero no esperaba dar tanto la nota incluso en el aeropuerto. Todo el mundo me miraba mientras yo buscaba una cara que ni siquiera conocía, sin embargo no fue muy difícil para ella imaginarse que yo debía ser la chica de intercambio española. Esa fue la primera persona que conocí, y debo decir que una de las mejores personas que he conocido hasta ahora. Me habían dicho que había cierto racismo hacia los blancos en Jamaica, pero sinceramente, yo en ningún momento note un comportamiento despectivo hacia mí. Es más, la gente era simpática, cercana, divertida y muy vital. Está claro que no me libraría de los vendedores ambulantes, que por cierto había miles, que intentarían venderme cualquier cosa, pero nunca me sentí insegura alrededor de ellos. Algo que me sorprendió muchísimo fue el transporte público. Minibuses particulares, tuneados y decorados muy estrambóticamente, con música a todo volumen, y llenos a reventar. Costaban 85$ jamaicanos, que deben ser alrededor de 20centimos. Conducían como locos, por carreteras llenas de baches, gente cruzando las calles sin mirar…una especia de caos. Aun así, perdería mucho encanto el lugar si no fuera así, ya que parece ir con el carácter divertido y alegre de la gente, que no deja de cantar y pararse por la calle a hablar entre ellos. La ciudad dejaba bastante que desear en cuanto a turismo. No eran más que construcciones hechas de manera dispersa sin ningún tipo de orden como vemos aquí (manzanas, barrios…). Tenía un par de sitios bonitos para visitar como Devon House, donde se tomaba el helado más bueno que he probado nunca, el museo de Bob Marley y la plaza de la Emancipación. Claro que, a pesar de no haber sitios particulares que visitar, para nosotros que no estamos acostumbrados, un simple calle nos sorprendería ya que hay montones de puestos con frutas exóticas, sandalias hechas por los rastafaris y puestos en los que venden cualquier bollería que pudiéramos imaginar. Estuve en el hospital MONA que pertenece a la Universidad de las West Indies de medicina. Era un hospital de pago, aunque no totalmente privado. En downtown Kingston, había otro hospital totalmente público. Ese suele estar lleno, mucho caos y mucha pobreza y falta de recursos. A pesar de estar en el mejor hospital que podría encontrarse en Jamaica, tenía un aspecto bastante precario. Estaba formado por varias casetas bajas unidas por pasillos, suelos de cemento desnudo, consultas pequeñas con una simple camilla de madera y un escritorio viejo, y sin aire acondicionado en su mayoría (para que entendáis que conlleva esto, estábamos a una media de 80% de humedad y una temperatura que rondaban los 30º). La gente debía pagar antes de entrar en consulta y después hacer colas interminables hasta que llegara su turno. Yo estuve en la sección de clínica pediátrica. Pase por pediatría general, psiquiatría, endocrinología, neurología y cardiología. En todo momento estuve con residentes los cuales al final de la mañana se reunían con el especialista y discutían cada caso que habían visto. Cabe destacar que no había ordenador alguno y que todo se hacía en papel, por lo que hacer la historia clínica podía suponer como mínimo una hora, así que al final del día se veían como máximo 4 pacientes (desde las 9 de la mañana hasta aproximadamente las 4 de la tarde sin parar). La carrera de medicina ahí son 5 años, dentro de los cuales 2 son lectivos y los otros 3 son totalmente prácticos, rotando por todas las especialidades. Yo estaba con estudiantes de 3º y 4º y sabían muchísimo más que yo, a pesar de estar yo en 4º… claro que yo no tengo tantas prácticas como ellos. Aun así se veía una actitud diferente por parte de los estudiantes a la que se suele ver aquí, ponían más empeño, interés y sabían que eran afortunados por poder estudiar por lo que la actitud frente al estudio y al esfuerzo que realizaban cada día al llegar a casa era mucho mayor al que suele verse a en estudiantes españoles (y me incluyo en ellos). Me sorprendió ver que los médicos, a pesar de ser especialistas, tenían nociones más allá de su especialidad, es decir, un dermatólogo sabría asistir un parto y un psiquiatra coser una herida abierta. El médico conservaba esa versatilidad que solían tener los antiguos médicos europeos y además lo hacían con muchísimos menos recursos. Sacar sangre, tomar muestras de orina, vendar…estos trabajos que aquí caen a cargo de la enfermera, los hacía el médico. También me sorprendió la relación médico paciente, que parecía ser más cercana, más de tu a tu, no se distinguían tanto la diferencia de nivel entre médico y paciente. En cuanto a las enfermedades que solían verse, me sorprendió observar un gran número de diabéticos e hipertensos, ya que creía que esa sería una patología más de países desarrollados y que se vería con menos frecuencia en un país como Jamaica que no puede considerarse ya como tercermundista pero que aún no se incluye tampoco en los países desarrollados. Hablando con médicos del hospital, me hicieron ver la gran influencia estadounidense que tenían ahí. Como he comentado antes, había puestos con todos los tipos de bollería imaginables, también comían muchos entre horas y bebían sodas de millones de sabores diferentes. Es decir, hay una alimentación bastante desequilibrada, lo cual explicaba el gran número de personas obesas que se veían por la ciudad. Otro detalle que me gustaría destacar es mi paso por obstetricia. Estuve en el seguimiento de una mujer que dio a luz, estuvimos desde las 9 de la mañana hasta las 11 de la noche de ese mismo día. Era curioso que solo hubiera 2 partos en todo el día, mientras que en el hospital de Downtown Kingston hay alrededor de 20 o más al día. Esto diferencia las clases k podemos distinguir en la ciudad, donde los que pueden permitirse pagar las consultas iban al hospital concertado, pero donde la gran mayoría pertenecen a la clase baja que no pueden permitirse pagar las consultas y donde observamos el característico patrón del tercer mundo, con una gran natalidad y mortalidad. Durante el seguimiento del parto de esta mujer, al no haber medidor de tensión y frecuencia cardiaca del niño, se hacía con un utensilio que se asemejaba a un embudo con el cual escuchaban el latido del niño y a partir de esto se juzgaba si había sufrimiento embrionario, lo arriba o abajo que estaba y el transcurso del parto. Me sorprendió muchísimo ver una técnica tan antigua, ya que estoy acostumbrada a maquinas digitales y muchas más facilidades. En cuanto al “Social Programme”, estuvo bastante flojo ya que era el primer año que lo hacían y que los que lo organizaban se encontraban de exámenes. Espero haber servido de conejillo de indias y que el año que viene puedan organizarlo mejor. Nunca faltaron ganas por su parte, la que asignaron como mi compañera de “fiestas” me llevo a comer un par de veces comida típica jamaicana, y con la chica que me hospedaba recorrimos gran parte de la isla junto con otros estudiantes de intercambio. Son gente con muchas ganas de avanzar y ser reconocidos y que en mi opinión valen mucho y de los que podemos aprender mucho. Ojalá tenga la oportunidad de devolverles ese trato tan bueno que tuvo por su parte. En general creo que ha sido una experiencia increíble que todo el mundo debería de vivir al menos una vez, ya que te abre bastante los ojos en cuanto al estado de otros países con menos suerte que el nuestro. Te hace apreciar lo que tenemos, a pesar de no estar pasando por unos de los mejores momentos. Admiro a los médicos de Jamaica, que con tan pocos recursos consiguen hacer tanto, la aproximación de los médicos a los pacientes y el entusiasmo de los estudiantes por aprender.