El conocimiento de los recursos hídricos en Canarias cuatro décadas después del proyecto SPA-15 Homenaje póstumo al Dr. Ingeniero D. José Sáenz de Oiza ISBN: 978-84-938046-0-2 A LA MEMORIA DE MI PADRE, JOSE SÁENZ OIZA Margarita SÁENZ HERRERO Cuando cada uno de nosotros crece y la vida se alarga se acaba uno convirtiendo en un cazador de sombras, de lo perdido, de lo ausente. Cuando esto ocurre uno acude al lugar imaginario de su infancia. Ese lugar es para mis hermanos nacidos en esta ciudad, y para mí, que llegué con apenas unos meses e iba en el regazo de mi madre: Las Palmas de Gran Canaria, donde vivimos nuestra infancia, y Santa Cruz de Tenerife donde vivimos nuestra adolescencia. Nuestros primeros recuerdos y nuestras emociones más vívidas van unidos a esta tierra. Tenemos el corazón canario y llevamos el sabor del salitre en la boca, el viento canario en nuestros oídos, el cielo y el Teide en nuestros ojos y el calor del sol en nuestra piel. Tardé mucho tiempo en acostumbrarme al agua sin gas y todavía recuerdo el sabor del agua Firgas que era la única que nos calmaba la sed, la leche Millac en polvo comida a cucharadas y que se quedaba pegada al paladar, el sabor de la leche con gofio y azúcar, las excursiones a Valsequillo donde el padre de Pepe Jiménez nos mostraba por vez primera animales de granja y tantos recuerdos de nuestra casa, en la calle Quintana 11, donde pasaban tantos amigos, siempre a cualquier hora y en cualquier momento. Todavía hoy queda la huella imperceptible en unas de las ramas del árbol del jardín del columpio que colocó nuestro padre para nosotros. Abandonar Canarias fue una experiencia dolorosa y dejó una profunda huella en todos nosotros, una especie de herida luminosa y un poco melancólica que no es más que el olvido que recuerda en palabras de Unamuno. El pueblo canario es noble de corazón y para nosotros es un honor que después de tantos años sean sus amigos y compañeros de este período de su vida profesional los artífices de este homenaje a nuestro padre. Hoy vuelvo al lugar de mi infancia gracias a la generosidad de los amigos y compañeros de mi padre que lo quisieron y así se cierra el círculo en esta tierra que tanto amó nuestro padre y que nosotros llevamos en nuestro corazón. En nuestra casa siempre estuvo colgada, majestuosa, la foto del satélite de las Islas Canarias que coronaba el proyecto SPA-15 y que aparece en el programa de estas jornadas celebradas hoy. La foto fue de casa en casa y de sitio en sitio y todavía hoy está ahí colgada, superviviente al naufragio que lleva consigo el final de una vida. Nuestro padre era sobre todo, un hombre bueno, un humanista, un poeta sin obra, creía en las personas, era un dando, un quijote, que murió con la misma dignidad con la que vivió. Creía en la igualdad de todas las personas, era un hombre idealista y de una generosidad extrema, lo daba todo sin pedir nada a cambio. Nos enseñó que el sitio de la poesía es el 167 Sáenz Herrero, M. - A la memoria de mi padre, Jose Sáenz Oiza hombre, no el libro. Nuestro padre tenía una parte de niño huérfano sin serlo, desguarnecido, a la intemperie, una inocencia que obligaba a quienes estaban cerca de él a protegerlo incluso y sobre todo, de él mismo. Lo recuerdo ahora sentado en su desvencijada mecedora, con un cigarrillo en sus manos y sus gafas, mirando la televisión en una noche insomne, con su curiosidad infinita, su soberbia intelectual y su espíritu volteriano, motivos por lo que fue expulsado del seminario de curas donde lo había enviado mi abuela interno cuando tenía 8 años. Mi padre era un lector impenitente, siempre rodeado de libros, amante de la poesía que supo transmitirnos a sus tres hijos. Trabajador infatigable, su despacho sigue intacto con papeles, notas y libros que no hemos podido retirar, en una espera de algo que no puede ocurrir ya más y es que vuelva a estar ahí sentado. Nuestro padre era un rebelde, entendiendo la rebelión como no conformidad, como descontento ante la injusticia, como individualidad, a tener pensamiento propio, incluso cuando los pensamientos de uno mismo se oponen a seguir a los otros. Con esa ética personal que supo transmitirnos y constituye la mejor herencia: “Haz lo que debas, pase lo que pase”. En realidad nos enseñó tantas cosas, que no se pueden explicar con palabras. Gracias a él descubrí que la vida no son las cosas, sino lo que uno hace con las cosas, como diría Ortega. A vivir bien sin llevar más que lo puesto, a no guardar nada, a cambiar a menudo, de casa, de ciudad y casi de país. A no sentirse en casa en ninguna parte, pero sentirse bien en casi todos los sitios, ser extranjero siempre. Ha llegado el momento de los recuerdos, de la ausencia de la persona, del especio de la memoria. Puede que el duelo vaya borrando lentamente el dolor, pero el resto permanecerá inmóvil, la fragilidad y el desamparo en los que nos ha dejado porque lo que se ha perdido es lo irremplazable, es Pepe, es nuestro padre. Mi padre y yo nos intercambiábamos libros de poesía. Hay un libro del poeta Hugo Mújica, Noche Abierta, que le regalé hace varios años y después de la muerte de mi padre también regalé a mis hermanos. Con este poema me despido dando las gracias a todos y cada uno de vosotros por vuestra presencia. HACE APENAS DIAS hace apenas días murió mi padre hace apenas tanto cayó sin piso, como los párpados al llegar la noche o una hoja cuando el viento no arranca, acuna hoy no es como otras lluvias hoy llueve por vez primera El conocimiento de los recursos hídricos en Canarias cuatro décadas después del proyecto SPA-15 Homenaje póstumo al Dr. Ingeniero D. José Sáenz de Oiza ISBN: 978-84-938046-0-2 sobre el mármol de su tumba bajo cada lluvia podría ser yo quien yace, ahora lo sé, ahora que he muerto en otro Hugo Mújica (Noche Abierta) Las Palmas de Gran Canaria, 14 de Diciembre de 2010 Parroquia de Santa Catalina, Iglesia de Los Salesianos 169