44 CULTURAS Y SOCIEDAD Viernes 23.03.12 SUR Daniel Quintero: el retrato como diálogo El artista malagueño reúne 26 semblanzas de personalidades de la ciudad en el Rectorado de la UMA La exposición programada hasta el 12 de mayo también ofrece un conjunto de los característicos «paisajes inestables» del autor ajlopez@diariosur.es MÁLAGA. Existe una dolencia conocida como «hipertensión de bata blanca». El paciente, en rigor, no sufre enfermedad alguna, pero en cuanto el médico le coloca el tensiómetro, el ritmo cardíaco se le dis- para. Su enfermedad es el medio al doctor de bata blanca. A Daniel Quintero le sucede algo parecido, sólo que entre su instrumental no figura el estetoscopio sino los pinceles, el lienzo y la mirada. Sobre ANTONIO JAVIER LÓPEZ todo la mirada. «Para mí el retrato es algo muy parecido a un diálogo con la persona que tengo en frente. Noto en seguida si están a gusto o si, por el contrario, sienten incomodidad o desconfianza. Se trata de algo inefable, pero que acaba por filtrarse en la obra», reflexiona Quintero. El pintor malagueño habla desde la sala de exposiciones del Rectorado de la Universidad de Málaga (UMA), donde reúne alguno de los ‘diálogos’ que ha mantenido con María Victoria Atencia, Manuel Al- cántara, Ángel Asenjo, Antonio Díez de los Ríos, José María Davó o José Manuel Cabra de Luna, a la sazón, comisario este último de la muestra que podrá visitarse hasta el 12 de mayo. «En un retrato te la juegas. Si sale mal, es un desprestigio no sólo para la persona retratada, sino para ti como pintor. Por eso creo que cada vez menos artistas quieren trabajar en esta disciplina. Es lo más difícil, pero a mí me fascina», añade Quintero (Málaga, 1949), regresado a la escena cultural de la ciudad Escanea el código para ver el vídeo de la exposición desde que en el año 2008 el Palacio Episcopal organizada una ambiciosa retrospectiva sobre su obra, presente en las colecciones de entidades como la National Gallery of Modern Art de Edimburgo (Escocia), la mallorquina Colección March o el Círculo de Bellas Artes de Madrid. «Es una gran satisfacción verse reconocido por la ciudad que te vio nacer cuando ya has pasado los 60 años y te fuiste de aquí con apenas 10. Ha sido un maravilloso fruto de la casualidad. El Colegio de Abogados de Málaga me encargó el retrato de uno de sus decanos, José María Davó y a raíz de ese proyecto nos dimos cuenta de que tanto él, como Cabra de Luna, Asenjo y yo mismo habíamos sido compañeros de clase en los Agustinos», rememora Quintero, que junto a una selección de 26 retratos de personalidades malagueñas ofrece un conjunto de sus característicos «paisajes inestables». Vistas, en este caso, de Málaga que cierran un recorrido inaugurado por dos pequeños dibujos: en uno aparece el padre del artistas y, junto a él, un autorretrato de Quintero fechado en la década de los 70. «Han pasado casi 40 años desde esa pieza, que en esta exposición convive con la última pintura que he realizado, una obra inédita hasta ahora», aclara el pintor en alusión al retrato del arquitecto Ángel Asenjo del tramo final de la exhibición. Un colorido telón de fondo Daniel Quintero posa junto a un autorretrato expuesto en la sala del Rectorado de la UMA. :: ÁLVARO CABRERA Postales imaginarias de una ciudad que ya no existe :: A. J. L. MÁLAGA. Cuesta reprimir cierta añoranza en el reencuentro con el silo del Puerto, borrado del mapa pero no de la memoria de varias generaciones de malagueños y visitantes. Al tosco edificio le ha tomado el relevo el reluciente Palmeral de las Sorpresas, pero los nostálgicos lo verán de nuevo en una de las obras de la exposición que Daniel Quintero presenta en las salas del Rectorado de la Universidad de Málaga (UMA) hasta el 12 de mayo. Una fecha que no es baladí, ya que ese sábado esta prevista una nueva edición (la quinta) de la Noche en Blanco. «Será una oportunidad especial para ver la exposición en un horario poco frecuente como es la madrugada», comenta el pintor malagueño. Un autor regresado a la escena cultural de la ciudad que lo vio na- La muestra tendrá como cierre la quinta edición de la Noche en Blanco LA EXPOSICIÓN cer y que aprovecha cada visita a la capital para buscar nuevas perspectivas desde donde pintar la urbe. «Varios de los cuadros que se exponen ahora están realizados desde las ventanas de algunos de los hoteles en los que me suelo alojar cuando vengo a la ciudad», confiesa Quintero. Un regreso glosado por José Manuel Cabra de Luna, comisario de la muestra: «Empiezas a gustar de Málaga y solo, o acompañado de Jane, tu mujer, inglesa recriada en Torremolinos, recorres sus calles, haces una y otra vez el mismo recorrido que hacías para ir al colegio de los Agustinos y vuelves, lentamente, a hacer tuyos esos rincones urbanos, esas esquinas y esos edificios que habían constituido el objeto de tu mirada primera». Artista. Daniel Quintero (Málaga, 1949). Lugar. Sala de exposiciones del Rectorado de la UMA. Dirección. Avda. de Cervantes, 2. Málaga capital. Fecha. Hasta el 12 de mayo. Horario. De lunes a sábado, de 11.00 a 14.00 y de 18.00 a 21.00 horas. Entrada gratuita. Quintero también se detiene en uno de los rasgos paradigmáticos de sus retratos: el protagonismo del color que actúa como telón de fondo de la escena. «El color es la atmósfera del cuadro. Cada pieza necesita un tono cromático adecuado, que va surgiendo en las dos o tres primeras sesiones», argumenta el pintor. Una paleta que sorprende con el «rosa agrisado» de Antonio Díez de los Ríos y el naranja junto a José María Davó. «Quería huir de los tonos tradicionales. En ambos casos se trata de encargos institucionales, por eso aparecen con los ropajes negros de sus cargos, a los que quería contraponer colores vivos», ofrece Quintero, que se decantó por el azul para acompañar a María Victoria Atencia y del celeste para dar cobijo a Manuel Alcántara. «Tenía claro el color. Azul como el Mediterráneo del que tanto habla y escribe; alegre, distendido y luminoso, como el propio Alcántara, que aparece con un periódico, como no podría ser de otra manera en un hombre de prensa y poesía», apura Quintero, quien calcula que un retrato suele emerger al cabo de entre siete y quince sesiones. «Nunca más de un mes. Si en ese tiempo no ha salido, ya no saldrá», concluye Quintero, cocinero antes que fraile de la pintura.