ELEMENTOS HISTÓRICOS DE LA LENGUA DE SEÑAS COLOMBIANA La lengua es uno de los principales pilares culturales y está íntimamente ligada a su historia. La antropología lingüística relaciona lengua, cognición, cultura y sociedad, afirmando que “la lengua es el subsistema cognitivo más importante de la cultura (...) es el código simbólico por excelencia de los significados culturales” (Buxó, 1983). Es decir, que la cultura se interioriza a través de la lengua y, a su vez, la lengua es una producción histórico-cultural. En este sentido, el relativismo lingüístico entiende que el pensamiento se manifiesta en la lengua al mismo tiempo que la lengua es el medio por el cual se produce y expresa el pensamiento. En este sentido, es necesario enfatizar que las lenguas de señas permiten el acceso directo a todas las funciones lingüísticas y del conocimiento, posee dialectos y variaciones individuales y comparte universales lingüísticos con otras lenguas orales, aunque posee su propio vocabulario y sistema de reglas morfosintácticas, semánticas y pragmáticas. Es de señalar aquí que, en nuestro país, influenciados por los modelos internacionales y por profesionales oyentes, se han usado otros sistemas de expresión gestual que no son lenguas de señas, como códigos caseros de señas. Estos son sistemas mezclados que combinan movimientos labiales, expresividad exagerada y señas manuales de invención propia. Entre ellos se encuentra el español signado, el cual hace referencia a la producción simultánea de señas y vocalización siguiendo la gramática de la lengua oral. Respecto a las hipótesis del origen de la lengua de señas en Colombia, aún no han sido estudiadas a fondo, si bien Oviedo (2001) realiza un recuento bastante exhaustivo sobre el origen de la Lengua de Señas Colombiana (LSC), dejando claro que el inicio de las lenguas de señas se da ante el encuentro mismo de personas sordas con una experiencia visual común, que tratan de comunicarse y relacionarse. Posteriormente, el proceso de construcción responde a incorporaciones dadas históricamente dentro de la Comunidad Sorda siguiendo, como todo idioma, un proceso de construcción, evolución y desarrollo permanente. En Colombia, este primer momento de la LSC, guardaba rasgos esencialmente visuales. Las señas identificaban características percibidas a través de la experiencia visual de las personas sordas. Fue después, en el proceso de construcción socio-histórica de la LSC, cuando ésta comenzó a adoptar características de la lengua oral y de otras lenguas de señas. Cabe destacar que, por ejemplo, la Lengua de Señas Americana (ASL) influenció enormemente en la LSC, ya que cuando llegaron evangelizadores de Estados Unidos se adaptaron algunas características y vocabulario de la ASL. Por otra parte, de acuerdo con los testimonios de algunas personas sordas adultas y de profesionales que han trabajado durante años en la educación de sordos, fue precisamente dentro de la comunidad educativa, en los espacios informales, donde los niños sordos comienzan a jugar un papel importante en el origen de la LSC. Así, los testimonios recogidos revelan que la interacción de los niños en esos espacios pudo haber formado con el tiempo un sistema más complejo de señas, que enriquecería el sistema que más adelante daría origen a la LSC. Un ejemplo icónico es el Internado Católico de Nuestra Señora de la Sabiduría, que inicia en 1924 la educación de niños sordos en Colombia y, si bien durante gran parte del siglo, lo hace desde un enfoque oralista que prohíbe el uso de señas en las aulas, la necesidad de comunicación entre los niños, origina que se comience a crear un código lingüístico de señas propio. Asimismo, de acuerdo a la opinión de Paulina Ramírez (1998), dado que las monjas que en ese momento trabajaban con los niños provenían de Francia, es probable que las señas que utilizaban con los niños hicieran parte de la Lengua de Señas Francesa. De este modo, los niños sordos que se conocieron en los colegios e internados de Bogotá y se desplazaban a sus ciudades de origen, pudiendo entrar en contacto con otras personas sordas de las diferentes regiones, por lo que pudo existir una retroalimentación y un aprendizaje recíproco de señas a nivel nacional, que ayudó en el desarrollo de la actual LSC. Desde mediados de siglo, la Comunidad Sorda se ha ido consolidando y en sus asociaciones comienza a promover el uso de la LSC. El fortalecimiento de la Comunidad Sorda y su identidad en diferentes espacios, marcó la historia y el desarrollo de la LSC, ya que los espacios de participación sirvieron también como oportunidad para que las personas sordas conocieran otros contextos y enriquecieran la LSC. En 1984, por primera vez y como consecuencia de los procesos mencionados, la Comunidad Sorda se reúne formalmente para reflexionar sobre su propia situación, esto sucede en la Primera Conferencia Nacional sobre la Situación Actual del Sordo en Colombia. Esta conferencia fue íntegramente en LSC. Ya en 1986, tras la creación de la Federación Nacional de Sordos de Colombia, inician los cursos de LSC para oyentes, futuros intérpretes que podrán apoyar el desarrollo de la Comunidad Sorda. A partir de ese momento y especialmente desde 1993, se han venido realizando diferentes estudios e investigaciones sobre diversos aspectos sociolingüísticos relacionados con la LSC, incluyendo donde se presentan algunos ensayos con generalidades acerca de la estructura e historia de la LSC y otros datos lingüísticos, llevadas a cabo desde el INSOR o la Universidad del Valle (Oviedo, 1998). En 1993, en la ciudad de Bogotá, se implementó la primera experiencia educativa (de carácter privado) bajo un modelo bilingüe-bicultural a través de la estructuración del Colegio Nuevo Horizonte. Fue aquí donde, por primera vez en la historia de la educación del país, se reconoció la participación de adultos sordos como modelos lingüísticos dentro de una propuesta educativa para la enseñanza formal de la LSC. En 1996, el escenario de la LSC en la historia de la Comunidad Sorda en nuestro país, presenta avances gracias a la promulgación de la Ley 324, la cual reconoce la Lengua de Señas Colombiana como la lengua natural de las personas sordas. Esto comienza a abrir paso al bilingüismo en los organismos oficiales. Gracias al reconocimiento de la LSC se comienza a cambiar el imaginario social que desde un enfoque clínico que se tenía de la Comunidad Sorda, para considerar a la persona sorda como miembro de una comunidad lingüística minoritaria usuarios de una lengua propia. En estas últimas décadas, los avances y los resultados positivos obtenidos en cuanto a su análisis como idioma desde el área de la lingüística, a su facultad comunicativa y a su capacidad como lengua vehicular de educación, le da el estatus de lengua que actualmente posee y permite que se siga investigando y se sigan presentando propuestas educativas para sordos, como la educación bilingüe-bicultural. Precisamente, esta incorporación de la lengua de señas en nuestro país ha creado un espacio de reflexión en cuanto a la manera como se concibe la educación para sordos y la forma en que se entiende la enseñanza y el aprendizaje pedagógico. En este sentido, la Secretaría de Educación Distrital de Bogotá ha realizado el mejor esfuerzo para llevar a cabo una experiencia de inclusión de las personas sordas en las aulas, que ha permitido el desarrollo de la educación en todo el distrito. Todos estos avances, permitieron la difusión de la LSC, así como la interacción de personas de distintas ciudades del país que poco a poco lograron consolidar la LSC, proceso que aún no ha concluido, ya que como lengua viva que es, está en continuo proceso dinámico de evolución acorde con las características y necesidades de cada medio. Como toda lengua en uso, la LSC es capaz de adoptar soluciones propias de su código lingüístico para apropiar conceptos nuevos que aparecen en el contexto. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS BUXÓ, María Jesús. Antropología lingüística. En Cuadernos de Antropología, nº 3. Ed. Anthropos, Barcelona, 1983. OVIEDO, Alejandro. Apuntes para una gramática de la LSC. INSOR-Universidad del Valle, 2001. RAMIREZ, Paulina. Un breve vistazo a la educación de los sordos en Colombia. En OVIEDO, Alejandro (ed.). Lengua de señas y educación de sordos en Colombia. MENINSOR, Bogotá, 1998.