El Trabajo social en el contexto neoliberal y su incidencia en las alternativas de acción política desde una nueva institucionalidad 1 Giovani Flórez Andrade 2 giovaniandrade@gmail.com Santiago Salazar Fonnegra3 ssfonnegra@hotmail.com Modalidad de trabajo: Eje temático: Palabras claves: Resultados de investigaciones. Políticas Sociales y desarrollo en el contexto neoliberal y los desafíos para el Trabajo Social. Globalización, Neoliberalismo, Política Social, Institucionalidad, Movimientos sociales, Acción Política. Introducción La siguiente ponencia tiene como objetivo reflexionar sobre la influencia que la globalización y el modelo neoliberal han venido ejerciendo en la institucionalidad; y a su vez sobre las nuevas alternativas de acción política, que desde allí se avizoran para el Trabajo Social. La nueva institucionalidad y los niveles de organización de los servicios sociales. Más allá de toda aparente fijeza, la historia del capitalismo es una historia de inestabilidad constante frente al tema de las mercancías y su sobreproducción; pero también frente a la relación entre el ciudadano, la institucionalidad y el Estado. De hecho, los altibajos en la tasa de ganancia han sido constantes, y debido a ello son advertibles en la historia ciertos ciclos asociados a la crisis económica del capitalismo (1929, 1945, 1973 hasta la fecha actual) que han promovido cambios en la esfera económica, social y política. Frente a ello, durante las últimas crisis, la vanguardia del pensamiento burgués ha intentado recuperar la tasa de ganancia recurriendo a tres estrategias: 1 Ponencia presentada en el XIX Seminario Latinoamericano de Escuelas de Trabajo Social. El Trabajo Social en la coyuntura latinoamericana: desafíos para su formación, articulación y acción profesional. Universidad Católica Santiago de Guayaquil. Guayaquil, Ecuador. 4-8 de octubre 2009. 2 Estudiante de pos-grado: “Maestría en Investigación Social Interdisciplinaria” de la Universidad Distrital (Bogotá D.C.).Profesional en Trabajo Social de la Universidad Nacional de Colombia, Profesional de planeación de la Secretaria Distrital de Planeación (Bogotá D.C. - Colombia). 3 Profesional en Trabajo Social de la Universidad Nacional de Colombia, Trabajador Social de la Unidad de Apoyo del departamento del Meta (Colombia) para la atención psicosocial de los niños, niñas y adolescentes víctimas de la violencia en Colombia bajo el marco de la modalidad “Hogar gestor para Menores desvinculados de grupos armados ilegales y menores víctimas de minas antipersona o artefactos explosivos” en convenio con el Fondo de las Naciones Unidad para la Infancia (UNICEF) y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). 1 • La financiarización, donde toman fuerza los sistemas de créditos, y con ello los intermediarios del dinero como Bancos, prestamistas y la misma especulación. • La globalización, que permite nuevamente la expansión del capitalismo, esta vez, filtrándose en países supuestamente socialistas que entran jugar y responder en las lógicas del mercado. • El neoliberalismo, que como estrategia propone entre otras, la desregulación del mercado que conduce a la transnacionalización de la producción, la privatización de la acción estatal y la reducción de las garantías sociales, todo en el marco de un proyecto aparentemente democrático. Para el caso del neoliberalismo, fue precisamente una de estas crisis (la de 19734), la que demandó por parte de los centros de poder hegemónico una serie de medidas que alterarían las políticas de los Estados de acuerdo con los llamados “Programas de Ajuste Estructural”. Es así, que para la década de los años 80, las recomendaciones por parte de la banca multilateral (FMI y BM) de políticas de ajuste inspiradas en la teoría económica neoclásica se hacen imperativas en la negociación de créditos externos con los países pobres. Por esta vía, el endeudamiento fácil; por un lado, brinda respaldo a la necesidad de capital de estos países; y por otro, presiona a corto y mediano plazo un nuevo modelo de desarrollo que desmonta gradualmente el Estado interventor y redefine el Estado y la misma institucionalidad. Impulsar el ajuste estructural significó comprometer los países de América del Sur con un proyecto de inserción global, gradual, progresiva y dirigida políticamente. Respecto a este punto, el avasallamiento de la institucionalidad y la política social era innegable. En este sentido, la emergente política social estaría condicionada con un modelo neoliberal cuyo propósito primario estaría en facilitar los procesos de acumulación de capital. Situación que explicaría por qué la política social viene acompañada de procesos de tecnocratización para operativizarla; a su vez que promueve en su interior las prácticas y 4 Sucede que en el año 1973, la disminución de las tasas de ganancias de las grandes empresas y de las corporaciones, hicieron que se ponga en duda las ideas “keynesianas” de intervencionismo por parte del Estado. Este último había sido, según los críticos “liberales”, el culpable del mal gasto y de las recurrentes crisis, por lo que proponían reducirlo a una mínima expresión en cuanto a participación económica. Estas ideas aseguraban que ante una crisis había que seguir aumentando el poder adquisitivo de las personas para aumentar de esta forma el consumo y la producción. De esta forma se aseguraría el pleno empleo a pesar de la inflación que pudiera provocar. Para sus promotores el único motor de la economía era el aumento de las ganancias para los particulares, por lo tanto se debía reducir al máximo los costos de la producción, los salarios y los impuestos además de disminuir la participación del Estado. 2 valores del mercado; además de por qué estaría respaldada por informes técnicos sobre la base de garantizar las condiciones para el crecimiento económico y sobre prácticas de gerencia social sobre la base de hacer más eficientes y eficaces los recursos públicos. Así pues, de este proceso de ajuste, una nueva institucionalidad5 para abordar el tema del bienestar social toma vigencia en el escenario global. Como una de sus características, está la importancia que se da a varios niveles de organización de los servicios sociales, cuya existencia ya estaba dada en el Estado interventor pero el grado de importancia de cada uno de ellos difería en buena medida. Estos niveles son: • El nivel de las instituciones estratégicas, que es de la jurisdicción de los gobiernos. • El nivel de las asociaciones intermedias (entidades sin ánimo de lucro). • El nivel de la red privada de servicios sociales. • El nivel de las economías solidarias6. Aunque la existencia de estos niveles preceda el proceso de cambio que evidenció la institucionalidad, estos presentan nuevas funciones asignadas por el Estado y desarrollan en este proceso nuevas variables de reflexión sobre la acción del trabajador social. De hecho, el debate histórico de Trabajo Social, sobre sí la institucionalidad potencializa o inhibe la práctica política del profesional, se plantea ahora sobre la base de estos cuatro niveles desde donde se aborda el bienestar social. En este sentido, ya no son las instituciones estratégicas del Estado 7, desde donde se desarrollan en primera instancia las discusiones políticas sobre la acción transformadora o funcional del trabajador social; ya que se configura ahora, un espacio de discusión, en el que cada uno de estos niveles participa en el debate y permite desarrollar otro tipo de alternativas y prácticas de acción política. 5 Este proceso ha tenido además su expresión política en una redefinición de las funciones del Estado-nación. La emergencia de organismos como las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), el poder que han adquirido instituciones como el Banco Mundial (B.M.) y el Fondo Monetario Internacional (F.M.I.) y los procesos de descentralización del Estado a partir de los cuales se le descarga de algunas de sus funciones, han provocado una disminución de sus competencias. Véase, Heinz R. Sonntag y Nelly Arenas, Lo Global, Lo Local, Lo Híbrido, Aproximaciones a una discusión que comienza, Gestión de las Transformaciones Sociales - MOST, Venezuela, 1995. 6 Tomamos como diferente el nivel de las asociaciones intermedias y el nivel de las economías solidarias ya que aunque en Colombia se inscriban en el mismo campo su desarrollo estructural es diferente. 7 Las instituciones estratégicas son aquellas que requieren grandes inversiones de capital y son de gran escala. Guardan sostenibilidad en el respaldo que les brinda el Estado. Por lo cual dependen del gobierno en curso, de su amarre financiero con el Producto Interno Bruto (PIB) y de los acuerdos con los organismos multilaterales para el condicionamiento de préstamos. 3 Al respecto, si bien cada uno de estos niveles crea las condiciones para reproducir la fuerza de trabajo y la manutención del orden social8 en la medida en que introducen muchos de los valores y practicas del mercado (además de fomentar el conformismo); también han tenido la facultad de gestar o reproducir ideologías que pueden llegar a sustentar acciones transformadoras que promuevan el bienestar social desde un perspectiva crítica. De hecho, estas acciones transformadoras han tendido a incrementarse en la medida en que se reconoce que en la actualidad la pobreza y otros problemas sociales han superado el estrecho margen que tiene el Estado e incluso el propio modelo neoliberal para manejarlos y controlarlos. Por tal motivo, los problemas sociales que aborda el trabajador social pareciese que se agudizan en el propio Estado desde la funcionalidad de las instituciones 9 ya que desde allí resulta imposible alterar los agentes profundos que le dan origen. Hasta tal punto es así, que estudios recientes demuestran que las altas tasas de crecimiento económico beneficiaron a los grandes empresarios latinoamericanos; pero los pobres, estratos 1 y 2, siguen siendo tan o más pobres que antes10. Poco se alivia la situación de pobreza con inversión social en programas y proyectos; si al mismo tiempo el Estado promueve bajas remuneraciones en los salarios, alzas progresivas en los impuestos, trabas en los sistemas pensionales, restricciones en el tema de la educación y la salud, entre otras. A los pobres de América Latina el anhelado crecimiento económico no les es captable, en caso de hacerlo, solo asoma su nariz en tanto política social asistencialista. De continuar con una institucionalidad acrítica, el cambio social esperado mediante el ajuste estructural se seguirá retardando, por no decir que no llegará. 8 Esto se explica por que los organismos supranacionales toman conciencia de que la propia sostenibilidad de las reformas económicas están condicionadas y en gran medida dependen de las reformas institucionales, ya que apuntan a mejorar la gobernabilidad, es decir, no se habla de menos Estado sino de un “mejor” Estado capaz de garantizar condiciones de orden social. La nueva institucionalidad esta sustentada en urgencias fiscales y presupuestarias, más que en una legítima convicción de la necesidad de conservar para el Estado nacional un papel relevante en la orientación de la economía o en mitigar las desigualdades sociales, objetivos irrenunciables de una autentica transformación estatal. Tomado de: Maria Fernanda Ramírez Brouchoud, Reforma al Estado en América Latina, En: Estudios Políticos No. 17, Medellín, 2000, Pág.216. 9 Terminando la década del noventa, se encuentran en América Latina, según Consuelo Uribe, los siguientes problemas: desempleo estructural; concentración del ingreso (aún en países con crecimiento sostenido); Ineficiencia y corrupción del Estado (aún con la reducción del Estado); crisis financiera en México, Brasil y Argentina (aparentemente los Estados fuertes de América Latina); privatización de empresas del Estado (sin embargo, su administración no se tradujo en mejores precios o mejores servicios); sistema educativo que aunque con logros en cobertura y calidad, no representa un esfuerzo proporcional al tamaño de las economías de la región; mano de obra barata con desventajas competitivas de capital humano (China mas barato y Asia con mejor nivel educativo); deuda externa e interna (impagable); elusión y evasión de impuestos; no disminución de la informalidad en el mercado de trabajo (aún con apoyo a la pequeña y mediana industria); y empleos no caracterizados por buena calidad además de inestables. Véase, Consuelo Uribe, Políticas y Servicios Sociales para el Siglo XXI, Pontificia Universidad Javeriana, CESA Departamento de Gestión Publica y Centro Editorial Javeriano, Dic., 1999. 10 El reciente período de bonanza económica que parece haber empezado su etapa de desaceleración ha demolido de manera contundente las premisas bajo las cuales se manejaron la pobreza y la desigualdad en esta Región. Véase, Cecilia López Montaño, Nuevos Rumbos Para La Política Social, Bogotá, Enero 18 de 2008. 4 Se trata entonces, de un capitalismo al que se le desconoce y encubre su responsabilidad frente a la crisis social, y al mismo tiempo se le argumenta desde un proyecto neoliberal (y postmoderno) que le brinda respaldo teórico y favorece su status quo. Por tal motivo, la institucionalidad, debido a su alto costo social, requiere develar sus contradicciones internas. Para el trabajador social una de ellas es: la institucionalidad a la vez que está diseñada para legitimar las estructuras vigentes, es decir, para defender el status quo; también da cuenta, tras analizar el proceso de globalización, que desde allí se están constituyendo actores políticos que transforman y no reproducen dichas estructuras, asumiendo posturas críticas frente a las demandas de los sectores hegemónicos. El gran reto es reconocer que la práctica social institucional no es una construcción inmutable aferrada a la funcionalidad, es más bien, una construcción determinada en la relación del sujeto con su historia. De hecho, es el momento justo para construir las bases teóricas de aquello que permitirá conducir nuevamente al pensamiento utópico. Al mismo tiempo que la crisis advierte una inestabilidad estructural del sistema capitalista que incide de forma globalizada en todos los ámbitos de la vida social; también demanda la construcción de una teoría alternativa que permita superar la incertidumbre social. Pensar que la institucionalidad está al margen de este momento histórico de crisis, sería asumir la neutralidad de la misma, y consigo desligarla de cualquier responsabilidad frente a lo social. Para concluir este aparte, tres aspectos quedan al descubierto para el trabajador social: 1. Asistimos a una crisis del capitalismo sin precedentes donde el neoliberalismo presenta una fuerte deuda social y se demanda un fuerte componente de pensamiento crítico en el ejercicio profesional; 2. Apuntarle al Trabajo Social funcional no es suficiente para aliviar la situación social de los países latinoamericanos con el modelo de desarrollo vigente; el papel del Trabajo Social no es promover la funcionalidad, así históricamente la profesión se haya visto cumpliendo ese papel, de hecho, el verdadero objetivo debe ser: promover el bienestar social generalizado; y 3. La práctica del Trabajo Social se constituye en sí misma a partir de las necesidades sociales que el momento histórico requiera y no las construyen los intereses de las élites nacionales y transnacionales. Es la historia misma la que da argumentos para obrar, y si la historia demuestra que estas élites se han equivocado con el manejo que le han dado a la política social, entonces es necesario 5 replantear la posición frente a los problemas sociales, la propia política social y los organismos multilaterales que agencian sus iniciativas sociales en los “países pobres”. Alternativas de acción política para el Trabajo Social Hoy el modelo neoliberal está en discusión y parece agotarse en el marco de la realidad social y la inestabilidad misma del sistema capitalista. Debido a que no se trata de una simple crisis de coyuntura, el actual momento histórico debe entonces posibilitar que se interrogue estructuralmente el papel del trabajador social. Como lo planteó Jesús Ibáñez en su momento: hoy las señales de la inminencia, de la necesidad del cambio, del fin, son claras; ha llegado la sociedad posmoderna, posindustrial, el momento del nuevo paso ha llegado. Para ello habrá que entender los sistemas en su capacidad de resistir pero también de construir. No hacerlo es sepultar gradualmente la posibilidad de construir pensamiento emancipatorio. Espacios y alternativas desde la nueva institucionalidad. Con la configuración de otro tipo de institucionalidad, nuevas posibilidades de acción se abren para el trabajador social. Se puede decir con certeza, que tres de estos niveles intitucionales, mantienen vivo el debate sobre la necesidad de una política social justa, autónoma, digna y con una concepción en algunas ocasiones diferente a la del mercado para promover el bienestar social. Estas son: las instituciones estratégicas del Estado, las asociaciones intermedias (ONG’s, Corporaciones, Fundaciones, entre otras) y los proyectos de economía solidaria (Cooperativas). Se excluye aquí, el nivel de la red privada de servicios sociales, ya que al estar fortalecida por el proceso de privatización y subsidio a la demanda, presenta un rígido y preestablecido margen de acción que le define al trabajador social tareas especificas con un reducido tiempo de relación con los usuarios y con elevados criterios de gerencia social11. Adicionalmente, cada uno de estos tres niveles presenta una doble condición: por un lado, han tomado la responsabilidad cedida estratégicamente por el Estado de ofrecer servicios 11 De hecho, casi por definición, el sector privado tiene una visión micro de las cosas; a lo que más llega es a la visión sectorial. Cada empresario está trabajando por su empresa y a lo más se agremia sectorialmente para defender los interés del gremio, pero difícilmente la empresa privada llega a pensar en lo macro, es decir, en el país. Véase, Ernesto Parra, Límites y Alcances del Sector Privado, Mitos y Desafíos de la Política Social, Pág. 145. 6 sociales; y por otro, son socialmente aceptadas sus reivindicaciones sociales frente al Estado, en la medida que no están directamente atadas a él (a excepción de las instituciones estratégicas). Esto debido en parte al inconformismo por la crisis social y el aumento de las demandas sociales en los países pobres. Dicho de otra forma, se plantea una propuesta de trabajo ajustada a las demandas del modelo neoliberal, pero a su vez, buena parte de la autonomía que han adquirido en su interior las instituciones, les permite interrogarse sobre su proceso interno, su compromiso social y el desarrollo de estrategias de bienestar social aplicadas a la practica profesional12. En este sentido, no es de extrañarse que en ocasiones la institución en la que se inscribe el trabajador social sea compatible y funcional en cada uno de estos niveles con el modelo neoliberal, y por el contrario, pero de manera simultanea, la postura política del trabajador social, sea crítica y reivindique otro modelo de política social. Para desarrollar aun más este punto, hay que reconocer que por un lado hay una estrecha correlación entre el nivel de desarrollo capitalista de las fuerzas productivas y la realidad institucional de cada uno de sus niveles. Este escenario es atravesado por una serie de presiones en varias vías, que en el proceso institucional que aborda el bienestar social, es sensible a los cambios políticos y tiene efectos directos en la expansión o restricción del espacio profesional y de las posibles acciones y practicas a realizar. Por esa razón, incide en una adecuación más funcional a los intereses de acumulación capitalista y/o al mismo tiempo o no, el trabajo institucionalizado (en este caso del Trabajo Social) se configura como una fuerza de presión política y no como terreno sumiso de influencia del poder político del Estado sobre la practica e ideología de la profesión. En consecuencia, las instituciones estratégicas del Estado, las asociaciones intermedias y los proyectos de economía solidaria, asumen el papel antes concentrado en el gobierno central de garantizar buena parte del bienestar social, asumiendo facultades provistas de los niveles inferiores de gobierno; pero también asumiendo los retos que le plantea el contexto social de construir nuevas formas de promover el bienestar social. Desde esta perspectiva es importante reivindicar el Trabajo Social crítico para asumir estos retos desde procesos sociales de transformación. 12 Sin embargo, esto no quiere decir que se nieguen la posibilidad de gestionar recursos del Estado e incluso de organizaciones internacionales o multilaterales. Para muchos esto no es más que superar la mirada lineal de la procedencia de los recursos y creer que con estos mismos es posible construir procesos reivindicativos y alternativos de manera autónoma. 7 Garantizar el bienestar social de la mayoría nos presenta una contradicción política que debe asumirse por sus consecuencias políticas tomando posición. Hay que recordar que la practica social, no es una construcción inmutable. Erigirse en actor político que transforma y no que reproduce, debe distanciarse de responder acríticamente a las demandas de los sectores hegemónicos. Sin embargo, distanciarse implica tener un proyecto político claro y bien argumentado frente a las acciones a desarrollar. Lo que se intenta decir, es que es posible ejercer presión frente al Estado, el mercado, las políticas globalizadas y las prácticas conformistas de la profesión misma, desde una institución estratégica, asociación intermedia o de economía solidaria. Ser consciente de las limitaciones y oportunidades institucionales en cada nivel y del deterioro social que vive la población, es un primer paso para organizarse y desarrollar alternativas de acción política desde el nivel donde preste sus servicios. Todo esto, en el marco de la búsqueda por alcanzar su fin último: promover el bienestar social universal. Los Movimientos Sociales y las redes de acción: espacios de convergencia de la nueva institucionalidad “La sensación de seguridad que brinda un proyecto conjunto será más intensa cuanto mayor sea la inseguridad de permanecer sin el mismo. La cual se hará mas fuerte cuanta más conciencia haya de las frustraciones y cuanto mayor o menor sean eficaces los instrumentos contra las estructuras”13. Actualmente, es posible encontrar espacios donde, por ejemplo, las economías solidarias y las asociaciones intermedias (incluso algunas instituciones estratégicas) puedan entrar a debatir problemas propios de la crisis social del Estado neoliberal, reivindicar derechos y reclamar soluciones. Estos espacios son: las redes de acción y los Movimientos Sociales. Para este caso, haremos especial énfasis en los Movimientos Sociales, ya que son en estos donde se incorporan por lo general las redes de acción. 13 Camilo Torres, Restrepo, La Violencia y los cambios Socio-Culturales en las Áreas Rurales de Colombia, Memoria del Primer Congreso nacional de Sociología, Editorial Iqueima, Bogotá, 1963. 8 Ciertamente, los partidos políticos no son la única forma de organización de los intereses. Los movimientos sociales a lo largo de la historia han venido desempeñando un papel de reivindicación de luchas sociales14. En este contexto, se trata de construir colectivamente “un nuevo movimiento político social articulado desde abajo sin subordinaciones jerárquicas entre los distintos actores, sin vanguardias iluminadas ni sujetos de primera, de segunda o de tercera clases. La apuesta sería construir redes, nodos de articulación social basándose en la profundización de la democracia y la participación y en el despliegue de relaciones horizontales de articulación” 15. Esta es una tarea a la cual están llamados todos los profesionales, empleados, desempleados, campesinos, jóvenes, mujeres, en fin, toda la población que ha sentido el peso de las desigualdades. Por ende, el trabajador social no esta llamado a direccionar los movimientos sociales, es solo alguien que puede aportar debido a su preparación para el abordaje de lo político y lo social. 16 Sin embargo, el trabajador social que opte por respaldar el proceso de los movimientos sociales desde cualquiera de los niveles mencionados anteriormente, debe realizar una labor de integración (haciendo uso de su liderazgo y saber social), que facilite la construcción de redes sociales globalizadas cuya identidad este dada a partir de la indignación frente a las desigualdades sociales y la injusticia social. Dicha necesidad, requiere ubicar estrategias que faciliten su fin último, esto es: establecer nexos de convergencia y resistencia con los movimientos sociales en sí mismos y con los grupos base que le nutren, para generar acciones que promuevan el bienestar social con y para la sociedad en general. La idea es que la reunión de varios movimientos sociales no se vea únicamente como un momento de encuentro y de expresión, si no que también sea un espacio de construcción de un otro polo cultural y moral, pero que más allá de eso trascienda con acciones concretas, direccionadas siempre por objetivos completos, de esta manera combinar lo cotidiano y la acción antisistémica a más largo plazo es fundamental a la hora de lograr transformaciones y por esto la vinculación con lo político es inevitable y necesaria. Así, 14 “No digáis que el movimiento social excluye el movimiento político. No hay jamás movimiento político que, al mismo tiempo, no sea social.” Carlos Marx, Miseria de la filosofía. 15 Isabel Rauber, América Latina, Movimientos Sociales y Representación Política, Ediciones Desde Abajo, Primera Edición, Colombia, Octubre de 2003. Pág.: 12. 16 “En Latinoamérica no existe hoy ningún actor social, sociopolítico o político que pueda por si solo erigirse como sujeto de la transformación, este resulta necesariamente un plural–articulado que se configura y expresa como tal sujeto en tanto se articula como sujeto popular”. Isabel Rauber, América Latina, Movimientos Sociales y Representación Política, Ediciones Desde Abajo, Primera Edición, Colombia, Octubre de 2003. Pág. 57. 9 poco a poco estas convergencias de personas, instituciones, redes de acción y Movimientos Sociales, se organizan de manera más estratégica y se van creando de esta manera los “bloques sociales alternativos”. De forma inevitable, se hace necesario el encuentro entre distintos tipos de visiones, que a veces pueden parecer contradictorias. Una de estas visiones asegura que es posible humanizar al capitalismo17 y sus instituciones (visión neo keynesiana), existe también la visión post capitalista, que busca transformar la lógica del sistema y no solamente su carácter nocivo y destructor. Sin embargo, todas estas convergencias giran alrededor de varios objetivos. El objetivo fundamental que se construye poco a poco es un objetivo antisistémico, es decir, contra el sistema de la economía capitalista del mercado, lo que de hecho no es el caso ni el objetivo principal que persiguen todos los movimientos. Este un proceso que se construye sin perder los objetivos específicos de cada movimiento, pero tomando poco a poco conciencia del lugar que cada uno de estos movimientos ocupa en una lucha que día a día se globaliza, para crear así convergencias fuertemente estructuradas.18 Así mismo, el trabajador social, está llamado a pensarse y actuar entorno al papel que debe cumplir junto con otros actores estratégicos como educador popular, papel que se le asigna por su cercanía a los conocimientos más generales y globales (históricos, políticos, económicos, entre otros) y por sus indisolubles nexos con los actores sociales, todo esto debido a que la verdadera globalización debe estar dirigida hacia las bases, de no ser así, este puede llegar a convertirse algún día en un movimiento poco democrático. El desafió en este sentido esta orientado a como llegar y como movilizar a las personas y nuevas instituciones en torno a objetivos y proyectos comunes19, ya que aunque en este momento la utilización de los medios de comunicación electrónicos es intensiva, esta no 17 La tendencia parece ser entonces, que el diseño de las políticas sociales quede también subordinado al objetivo económico de la competitividad. En esta medida, el desarrollo humano no puede ser visto como resultado posible de la competitividad, sino como condición de ésta. Y, si la competitividad no propende por alcanzar el desarrollo humano sino mayores niveles de acumulación, entonces no tiene sentido, por que de esta manera se estaría degradando cada vez mas la calidad de vida del ser humano. Véase, José Luis Coraggio, R.M., Las propuestas del Banco Mundial para la Educación: ¿Sentido Oculto o Problemas de Concepción?, En: La Educación Según el Banco Mundial, Miño y Dávila-CEM, Buenos Aires, 1997. 18 Francois, Houtart, Mundialización de las Resistencias, Ediciones Desde Abajo, Segunda edición, Colombia, Marzo de 2003. Sección III, Capítulo 2, Págs. 272 - 274. 19 El proyecto hace al sujeto en tanto es el sujeto el que -en su articulación y constitución- va definiendo su proyecto; sujeto y proyecto están íntimamente imbricados, son inseparables; no se lo puede concebir desde la lógica que supone un emisor que sabe y decide, y un receptor que -no sabe- recibe y ejecuta. Isabel Rauber, América Latina, Movimientos Sociales y Representación Política, Ediciones Desde Abajo, Primera edición, Colombia, Octubre de 2003. Pág. 19. 10 ha logrado acabar con el aislamiento de muchos actores y Movimientos Sociales en el mundo. Un aspecto más particular, tiene que ver con la definición del papel que juega una parte de la nueva institucionalidad y los intelectuales (entre ellos el trabajador social); para que no sean las instituciones las que tengan más poder, dinero y posibilidades; y para que no sean los intelectuales los que manejen la convergencia mundial de los movimientos sociales, sino que sean estos movimientos a través de sus dinámicas y redes de acción los que lo hagan por sí mismos. Es importante entender también, que la lucha pacifica no quiere decir legal, en el contexto de un Estado neoliberal. La represión ha venido acompañando los procesos de movilización de la sociedad, y en este sentido ser parte de un movimiento social significa también la necesidad de superar el miedo y llevar con dignidad las reivindicaciones que se asumen para con nuestro pueblo. No olvidemos que la movilización es uno de los caminos para participar en la construcción de las agendas sociales que den cuenta de la problemática social que ha traído el neoliberalismo. 11 Bibliografía P AMIN, Samir; Houtart, Francois, Mundialización de las Resistencias, Ediciones Desde Abajo, Segunda edición, Colombia, Marzo de 2003. P ANDER - EGG, Ezequiel, América Latina y los Desafíos de la Política Social, Humanitas, 1990. P CHOMSKI, Noam, “Ni siquiera saben que no saben”, El Banco Mundial, el GATT y el Libre Comercio, 1994. P CORAGGIO, José Luis R.M., Las propuestas del Banco Mundial para la Educación: ¿Sentido Oculto o Problemas de Concepción?, En: La Educación Según el Banco Mundial, Miño y Dávila-CEM, Buenos Aires, 1997. P CORTÉS Rodas, Francisco, “Neoliberalismo, Globalización y Pobreza”, En: Estudios Políticos No. 22, Medellín, enero - junio de 2003. P FRANCO, Rolando, “Los Paradigmas de la Política Social en América Latina”, En: Revista de la CEPAL Nº 58, abril de 1996. P LÓPEZ, Cecilia, “Nuevos Rumbos Para La Política Social”, Bogotá, Enero 18 de 2008. P OCAMPO, José Antonio, “La Equidad y la Política Social en el Desarrollo”, En: Memorias del II Foro Internacional de Política Social, Pontificia Universidad Javeriana, CESA Departamento de Gestión Publica y Centro Editorial Javeriano, Bogotá, 1999. P OLAYA, Carlos Alberto, “Crisis Económica y Social: Sin Soluciones a la Vista”, En: TRAZA Revista de Cultura Política, Bogotá, año 3. P PARRA, Ernesto, “Límites y Alcances del Sector Privado”, Mitos y Desafíos de la Política Social, s.a. P RAMÍREZ Brouchoud, Maria Fernanda, “Reforma al Estado en América Latina”, En: Estudios Políticos No. 17, Medellín, julio – diciembre de 2000, Págs. 209 - 225. P RAUBER, Isabel, Actores sociales, Luchas Reivindicativas y Política Popular, UMA, Buenos Aires, Segunda edición, 1997. P RAUBER, Isabel, América Latina, Movimientos Sociales y Representación Política, En: Ediciones Desde Abajo, Primera Edición, Colombia, Octubre de 2003. P URIBE, Consuelo, Políticas y Servicios Sociales para el Siglo XXI, Pontificia Universidad Javeriana, CESA Departamento de Gestión Publica y Centro Editorial Javeriano, Dic., 1999. 12