El caso Volkswagen pone en entredicho una vez

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El caso Volkswagen pone en entredicho una vez más a la RSC, más no debemos olvidar que la
RSC es sólo una herramienta de gobernanza que pretende que las empresas se preocupen por
el medio social y ambiental donde están instalados, y colaborar con este en su mejora.
Nuevamente la herramienta ha sido mal utilizada debido a la codicia y la falta de ética, y
también de falta de amor al prójimo y al medioambiente; y puesto en funcionamiento en post
del exitismo del sistema capitalista actual donde los directivos toman las decisiones en su
propio beneficio, y a veces de los accionistas, olvidándose por completo del medio donde
están insertos.
Y esta vez lo han demostrado con su programa de RSC “Think Blue” donde su compromiso
recogido en sus tres pilares: “Reduce lo que puedas…”, “Compensa lo que no puedas…” y
“Contribuye, siendo la tecnología clave” llevándolo al lado oscuro, “Reduciendo” a la
competencia de forma desleal, “Compensando” con mentiras lo que no son capaces de realizar
y “Contribuyendo” con un software muy tecnológico y clave para hacer posible la gran farsa de
su Responsabilidad Social y Medioambiental.
Parece que la Responsabilidad Social Empresarial solo funciona donde hay realmente un
interés social desde la raíz y las empresas están compuestas por personas que piensan en el
colectivo social y ambiental; que piensan en contribuir en mejorar el presente y dejar un buen
futuro para las próximas generaciones; que saben que el cambio empieza por uno mismo y
huyen de ese exitismo anti ético poniendo valores de dignidad y solidaridad por encima de los
bienes meramente económicos.
Esto es lo que promueve el movimiento de la EBC, es por lo que pienso que las decisiones de
RSC no serían tomadas en un departamento exclusivo, sino en todo el colectivo empresarial,
desde la cabeza directiva y gerencial hasta los trabajadores.
Y considero que aparte de educar y sensibilizar a las nuevas generaciones, también debemos
re-educar y sensibilizar a las actuales; además de condenar a los implicados en estas malas
prácticas. Y en este caso el Estado debería obligar a la empresa a devolver todas las
subvenciones y premios que recibió pues se consiguieron de forma fraudulenta, a compensar a
los compradores, a contribuir con multas a iniciativas y proyectos de compromiso social
propios del Estado y bajo su supervisión, y por supuesto no olvidarse de los implicados directos
en la toma de decisiones con penas de cárcel, multas y embargos.
Consultor de Empresas del Bien Común
José A. Rodríguez L.
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