Sé que a todos vosotros os gustan los hoteles, pero el hotel Cerbero no es un hotel normal. Aquí no nos dedicamos a cambiar sábanas, ni a ahuecar almohadas, ni a atender las peticiones de comida de nuestros clientes. Aquí tenemos otros problemas, problemas que ladran. Si crees que llevar un hotel en Malibú es difícil, o crees que tratar con las personas puede atacar los nervios de cualquiera, es porque no has intentado enseñarle a un perro a dar la patita o a andar a tu vera en tan solo unos días. Y es que aquí no solo damos cobijo a tu mejor amigo, además le enseñamos a comportarse como es debido. Yo soy Tom Dale y esto es Hoteles Caninos de América. Tom Dale. The boss. Hoy hemos quedado con Rick y Liza Sullivan para hacernos cargo de su pequeño fox terrier, Dudo. Conozco a esos perros desde hace muchos años y no se puede decir que sean tranquilos, pero por otro lado, como siempre digo, uno no puede tener un diagnóstico de la enfermedad hasta que no ve al enfermo. Y estos deben de ser Rick y Liza. −Ey, ¿Rick, Liza? −Sí, eso es. −Hola, Tom. −Y éste debe ser el pequeño... ¿Dudo, no? −Exacto, este es. −Un fox terrier de pelo duro, blanco y marrón. Cómo debe ser, ¿eh? Qué buen arco tiene. Buena planta. ¡Hola, Dudo! ¡Ven, ven Dudo! −De pura raza, Tom. −Sí, tiene pinta de nervioso… −Sí que lo es, sí. −No lo sabes bien, Tom. Nos tiene desesperados. −Así que os marcháis al interior, ¿eh? Rick Sullivan. The customer. Lizzy y yo hemos conseguido unos días de vacaciones y hemos pensado que una visita a la vieja América nos vendría bien para despejarnos y recuperar nuestras raíces más salvajes. ¡Yeehaw! Dudo tiene apenas unos meses y se lo regalé a Lizzy, ya saben, por aquello de probar primero con un perro y no ir directamente a por el niño. Pero, ¡Dios mío!, que me maldigan si sabe comportarse. Se mea, se caga y se escapa todo el rato de nuestra finca. Como un niño, exactamente. Ya me entienden, donde manda capitán… Tom Dale. The boss. Bueno, Rick y Liza parecen una pareja estupenda, pero por lo poco que he visto a Dudo, desde luego no tienen ni idea de cómo educar a un perro. Me los imagino allá en el porche de su casa dándole todo lo que pide. Dudo, toma una galletita. Dudo esto. Dudo mimimimimi... En el poco tiempo que lo he llevado con Sean al jardín de entrenamiento, marcándole con la correa, ya se notaba que el perro no tiene ningún respeto por la figura del dueño. Además, ¿una correa elástica? ¡Por favor! No se puede enseñar nada a un perro con una correa elástica. El problema aquí, tal y como yo lo veo, es que Rick y Liza estarán fuera solo cuatro días. Cuatro. Y en ese tiempo tenemos que conseguir que esa fierecilla se comporte con cierta etiqueta. Ya lo ven, eso no es un perro normal. Es puro nervio, amigos. Sean Martín. The trainer. 82 horas para la entrega. Tom me trajo ayer un fox terrier de pelo duro y de nombre Dudo que estará con nosotros tres días en el hotel Cerbero. Es un perro precioso y agradable, pero es como si no te viera. Llevo toda la noche trabajando con él y ni siquiera le interesan las galletas. Por eso, si no consigo rápido un premio que sea del agrado de Dudo, me temo que tendremos un problema con los tiempos. Según las notas que nos han dejado, Liza y Rick no han estado alimentando al cánido con pienso, por lo que claro, tiene muchos vicios adquiridos. Y ya se sabe que a un perro no se le pueden dar las mismas chuletas que os comeríais vosotros. Además, y esto Tom no lo sabe, tenemos en el hotel a Mili, una pastora alemana en celo que tiene a todos los animales un tanto revolucionados. Me temo que será una semana larga. −Hola Cynthia. ¿Qué tal esta mañana? ¿Dónde está Sean? ¿Y Mick? −Ey, Tom. Sean está con el fox terrier de ayer en el jardín de los cachorros y Michael está…en el hotel…ya sabes. −¿Ya sé? ¿Por qué pones esa cara, Cynthia? Conozco esa cara…Es tu cara de «Tom, tenemos un problema». −Bueno…tenemos… tenemos una inquilina en celo. −¿Y no lo ponía en sus papeles? −No, Tom. −¡Joder! ¡Joder!... ¿Quién hizo la entrevista a los dueños? −Michael. Fue Michael, Tom. −¡Ey, Michael! ¡Mick! ¡Dita sea! −¡Tom! ¡Ve tranquilo! Hoteles caninos de América Guillermo Aguirre www.120pieseditores.com