RESEÑA HISTÓRICA SOBRE LA TRADICIÓN DE LA LLEGADA DEL APÓSTOL SANTIAGO Existe una antigua y muy arraigada tradición que habla de la presencia del Apóstol Santiago en España. Según las versiones más aceptadas, la entrada se produjo por el puerto de Cartagena y el desembarco habría tenido lugar en Santa Lucía. El conjunto de noticias en que se basa esta tradición y los argumentos clásicos que la defienden pueden verse claramente expuestos en el siguiente texto elaborado por la Parroquia de Santa Lucía. Tres son, sin duda alguna, los lugares jacobeos de España que mantienen la gloriosa tradición de la venida del Santo Apóstol a nuestra patria: ZARAGOZA, perenne testimonio de la visita en carne mortal de María Santísima a Santiago, columna de la fe española, promesa y símbolo de la duración hasta el fin de los siglos de la Religión católica en España. SANTIAGO DE COMPOSTELA, relicario de las veneradas cenizas y restos mortales de Santiago, demostración evidente del amor que nos tuvo en vida, toda vez que, después de muerto, quiso también permanecer entre nosotros. SANTA LUCÍA DE CARTAGENA, comienzo de la Hispanidad, concha bendita que guarda las primeras pisadas del Hijo del Trueno en las tierras hispánicas y el eco de la voz inicial que enalteció, por vez primera, el nombre sacrosanto de Jesús en los aires de España. “Excepción hecha de Santiago de Compostela, a ninguna otra cede la Diócesis de Cartagena su gloria, ya que la tradición asegura que Santiago, al arribar a España, desembarcó en las playas de Cartagena.” Así se expresaba en elocuentísimo y erudito discurso ante el excelentísimo y reverendísimo señor Arzobispo, prestigioso Cabildo, y dignísimas autoridades de Zaragoza, Murcia y Cartagena, el Pastor de la Diócesis Cartaginense, excelentísimo y reverendísimo señor doctor don Miguel de Los Santos Díaz y Gómara, al hacer la ofrenda del Voto a la Santísima Virgen del Pilar en nombre de los Peregrinos y del resto de sus diocesanos el 16 de junio de 1946. No se intenta demostrar que Santiago vino a la Península, bástenos decir con Menéndez Pelayo “que sería una temeridad negar la predicación de Santiago en España”. El mismo en su inmortal obra de los Heterodoxos dice: “antigua y piadosa tradición supone que el Apóstol Santiago el Mayor esparció la Santa Palabra por los ámbitos hespéricos.” Supuesta, pues, su venida, aunque no aparezca a primera vista con evidencia histórica, y dándole a la tradición todo el valor que merece, por algún sitio habría de comenzar. Cartagena fue, sin duda alguna, el lugar donde dio principio a la evangelización de los pueblos hispánicos. Era por entonces Carthago Nova, Colonia Romana (Colonia Victrix Julia Nova Carthago), Convento Jurídico, es decir, Audiencia Civil y Criminal, residencia de Cónsules, Pretores, sacerdotes y altos dignatarios civiles y militares y además gozaba del privilegio de acuñar moneda. Sostenía relaciones comerciales con la metrópoli, colonias romanas y naciones de su época. El itinerario Joppe o Jaffa a Carthago Nova de fenicios, hebreos, griegos y romanos, señala con luz diáfana este punto nebuloso de la historia. La ensenada del puerto de Cartagena situada al Este, que hoy se llama puerto de Santiago, correspondiente al populoso barrio de Santa Lucía, es la playa donde desembarcaban los pasajeros y comerciantes procedentes de Oriente, cuando venían a llevarse la plata que se recogía de las muy ricas y antiquísimas minas cartageneras. Tal era la importancia de estas minas que Polibio recuerda al hablar de la guerra del año 209 a. de N. S. J., al personaje Aletes, a quien por atribuirle el descubrimiento de éstas los paganos llegaron a rendirle honores divinos. La Unión y Mazarrón eran riquísimos filones argentíferos que enriquecían la plaza comercial de Carthago Nova, por eso su caída en poder de Roma fue para los cartagineses de África un golpe mortal. Silvio Itálico dice que en ellas trabajaban unos 40.000 hombres. (Historia de España, Menéndez Pidal, tomo II. Madrid, 1935). En la cúspide del monte llamado actualmente Cabezo de los Moros, donde existe una fortaleza llamada “Castillo de los Moros”, estaba emplazado el templo de Mercurio, Dios del Comercio, según la costumbre pagana de colocar sus dioses en los sitios más próximos a los lugares hacia los cuales habrían de extender su protección. Era, además, Santa Lucía, en la época romana, barrio de recreo de los acaudalados romanos, donde tenían sus quintas veraniegas, plaza de comercio y paraje de gentes mercenarias que trasladaban sobre sus hombros a los viajeros para que pudieran entrar a pie enjuto en la Ciudad, ya que las embarcaciones, aun pequeñas, tenían que quedar a varios metros de la costa para no embarrancar en las arenas. Su importancia quedó evidentemente demostrada por los numerosos hallazgos de monumentos romanos encontrados en distintas excavaciones practicadas durante el siglo XVIII. Restos de magníficos edificios, casas de baños, conducciones de aguas, estatuas, lápidas, monedas, cerámica variada, columnas y basas, monumentos, algunos de los cuales se han perdido. En la fachada de la torre parroquial hay una lápida romana con la siguiente inscripción: “Clodia C. F. Macaria. Salve”. SANTIAGO La situación estratégica y topográfica de Mastia y su magnífico puerto en medio de la costa mediterránea, desde donde se podía vigilar fácilmente España y África hicieron a Asdrúbal ocuparla dándole el nombre de Cartaha latín, es decir, Ciudad Nueva, que romanizado después pasó a ser Carthago Nova y quedó constituida capital de la España Púnica. El mismo pensamiento animó a los romanos contra sus eternos rivales los cartagineses para apoderarse de Cartagena. Sabía Publio Cornelio Escipión que el secreto de la fuerza de los cartagineses africanos en Hispania estaba en Carthago Nova y enterado de sus riquezas, de su situación, como plaza fuerte, y de lo abrigado de su puerto, se lanzó contra ella con un ejército de 25.000 hombres, conquistándola en espacio de dos días (210 antes de Jesucristo). “Capta Carthago, capta Hispania” “conquistada Cartago Nova está conquistada España”, decía Escipión. Doscientos cuarenta y seis años después resonaba prácticamente en los oídos del Apóstol Santiago esta táctica del general romano y desde Joppe arribó a Cartagena pasando antes por Sicilia y Cerdeña. Nadie hubiese dudado de la veracidad histórica de esta antiquísima tradición, que se remonta al siglo VII con San Isidoro, hijo de Cartagena, si los falsos cronicones no hubiesen hecho, con sus audaces mentiras, poner en duda los fundamentos más ciertos de todas las tradiciones hispánicas que tocaron sus plumas. MADRE AGREDA La venerable Madre María de Jesús de Ágreda, seráfica escritora, nacida en 2 de abril de 1602 y contemporánea de Felipe IV, asegura que el desembarque de Santiago se hizo por Cartagena. En su Mística Ciudad de Dios, folio 312, dice que la Santísima Virgen le reveló que Santiago desembarcó en el puerto de Cartagena, donde dio principio a su apostólica predicación. “Santiago estaba más lejos porque fue el primero que salió de Jerusalén a predicar y habiendo predicado algunos días en Judea vino a España. Para esta jornada se embarcó en el puerto de Joppe. Fue esto en el año treinta y cinco del Señor, ocho meses después de martirio de San Esteban y cinco años antes de la conversión de San Pablo. De Joppe vino Jacobo a Cerdeña y, sin detenerse en aquella isla, llegó con brevedad a España y desembarcó en el puerto de Cartagena. Gobernado por el Espíritu Santo, tomó el camino de la ciudad de Accitana (Guadix) y de allí partió para Granada, donde conoció que la mies era copiosa para padecer trabajos por su Maestro…”. Hasta la revelación de la venerable, la fiesta de la Aparición de la Santísima Virgen del Pilar se celebraba el 15 de agosto y por citar en su Mística Ciudad de Dios el día 2 de enero, desde entonces se celebra en dicho día en la Ciudad de Zaragoza. El mismo valor tienen una y otra revelaciones. ¿Qué razón puede haber para no dar crédito a la que se refiere al desembarco del Apóstol por las playas de Cartagena?. OTROS AUTORES El docto traductor de la Historia General de España (edición Madrid, 1851), dice: “Pero si debe considerarse como fuera de duda este hecho tan glorioso para la Iglesia Hispana, no puede ser así por donde entró en nuestra península y curso de sus predicaciones. Todos los pueblos principales de las costas de Tarragona y Galicia se han disputado recíprocamente esta gloria, pero no se conserva dato ni fundamento alguno notable para decidir esta cuestión. Según la opinión más decisiva, habiéndose dado a la vela el Santo Apóstol en el puerto de Joppe, vino a desembarcar en Cartagena, una de las más importantes colonias de Roma tenida a la sazón en España y poco después pasó a Granada, donde convirtió gran número de infieles”. La “Gacetilla Curiosa” o semanario granadino, correspondiente al trece de mayo de 1765, en uno de sus artículos, sin firma, titulado “Siglo I”, encontramos el siguiente fragmento: “Santiago el Mayor, Jacobo, Jaime o Diego, que con todos esos nombres llaman los españoles a su Apóstol patrono… después de la admirable Ascensión de Cristo y martirio de San Esteban, vino a España a encender el fuego de la Luz Evangélica, trayendo consigo algunos discípulos que le ayudasen, que algunos dicen que fueron doce, los conocidos son siete. En cuanto al año de su venida no puedo dar cosa segura, por la variedad de cronologías. Lo cierto es que habiendo sido el primero de los apóstoles, que bebió el Cáliz amargo de la Pasión de su Divino Maestro y que cuando padeció el martirio no estaban dispersos sus santos compañeros, vendría a España, poco tiempo después del martirio de San Esteban… Vino a España, desembarcó en nuestra Cartagena y a breves días mostró su luz en esta Ciudad de Granada.” Fray Antonio Herráiz en su obra “Los cuatro Ríos Místicos del Paraíso de la Iglesia”, publicada en Valencia en 1764, se expresa así: “Entre las glorias de Cartagena se hace resaltar como la primera haber sido el dichoso puerto en que el Apóstol Santiago desembarcó el tesoro de la Fe Católica. Esta gloria está acreditada con la inmemorial tradición del sitio, que hoy se conserva y llama el muelle de Santiago, en donde se tiene por cierto que desembarcó el Apóstol. Sobre este fundamento se edificó una ermita dedicada al Santo, a la orilla, vista y cerca de dicho muelle y para perpetuar la memoria se puso en una pared foranea la siguiente letra traducida: “De este lugar salió para Espaaña la luz evangélica.” Fray Pablo de San Nicolás, en el tomo XVI de sus obras, dice: “Lo más recibido es que Santiago desembarcó con sus Santos discípulos en Cartagena, donde anunció el evangelio”. El deán don Gabriel Pascual Orbaneja, en su Vida de San Indalecio y Almería Ilustrada (1699), afirma rotundamente que el Apóstol Santiago desembarcó en Cartagena. En el Breviario Armenio, que fue hecho en el año 1054, se lee que Santiago embarcó en Jaffa de donde pasó a Cerdeña y de allí a Cartagena, empezando por este puerto la predicación del Evangelio en España. (Lecturas Históricas de Cartagena. Mediavilla, página 103. Cartagena, 1929). El Padre Fray Leandro Soler, en su obra “Cartagena Ilustrada”, publicada en 1777, dice en la pág. 95: “Que el Breviario Armenio es documento fidedigno para poder afirmar que es cierta la tradición que hasta nosotros ha llegado del desembarco en Cartagena del Apóstol Santiago”. Una afirmación de esta clase en Oriente tiene tanta importancia como los documentos más auténticos que pudiéramos hallar de la época romana. ¿HA VIVIDO CARTAGENA SU TRADICIÓN? En el libro de Cabildos Municipales tenidos el año 1562, el Caballero Capitular don Pedro Márquez de Rueda, cartagenero de rancio abolengo, en fecha 20 de junio de dicho año, suplica al señor Alcalde Mayor y a la Corporación: “Que siendo tradición antiquísima, transmitida de padres a hijos, durante muchos siglos que el glorioso apóstol Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo, vino a España y desembarcó en Cartagena, se hagan solemnes fiestas por el Concejo en el barrio extramuros de SANTA LUCÍA en memoria de haber sido su playa donde desembarcó el Apóstol y entró en Cartagena”. En esta sesión se acordó que los caballeros comisarios de fiestas hablaran con el señor Vicario y concertaran las fiestas que debían hacerse y diesen cuenta a la Corporación. (Apuntes históricos del cronista de Cartagena, don Federico Casal, correspondiente a la Real de la Historia). En 1585 este mismo Regidor, que, por su amor a Cartagena y su abolengo, mereció ser inscrito en la lista de Hijosdalgos de la Ciudad, mandada hacer en 1601, repite la misma petición. El 19 de diciembre de 1684, siendo Alcalde Mayor el Licenciado don Agustín Ordóñez de Villa, solicita la vuelta del Prelado de la Diócesis a su sede de Cartagena, que desde el siglo XIII había sido trasladada a Murcia huyendo de las irrupciones berberiscas, fundamentando su petición en “que habiendo sido esta ciudad de Cartagena puerto por donde entró la luz evangélica en España, por donde arribó el apóstol Santiago pocos años después de la muerte de nuestro Señor Jesucristo”, alejado, al parecer, este peligro, debía el Obispo volver a la Capital de su Diócesis y establecerse definitivamente en Cartagena. Petición que, el 27 de mayo de 1751, volvió a hacer documentado con el mismo argumento el señor Alcalde mayor de entonces don Antonio Iruste, Coronel de los Reales Ejércitos, Teniente del Rey y gobernador interino de la Ciudad. En el año 1816 se queja el Cabildo Municipal de la falta de pasto espiritual que se nota en Cartagena, desea más clérigos que puedan atender a los fieles y se ratifica en la piadosa creencia de todos los tiempos según la cual “El Apóstol Santiago desembarcó en el muelle llamado de su respetable nombre, estableciendo aquí la Sagrada Ley que iba imponiendo al linaje humano”. LA FIESTA DEL APOSTOL Desde muy antiguo venía celebrándose la fiesta del Apóstol como lo demuestran las distintas peticiones antes citadas de los componentes de la Corporación municipal. En un semanario que se archiva coleccionado en el Excelentísimo Ayuntamiento de Cartagena, en el número correspondiente al 20 de julio de 1787, leemos: “FIESTA. El miércoles próximo, 25 del corriente, se celebra la del Apóstol Santiago, Patrón de España, en su ermita del Barrio de Santa Lucía, extramuros de esta Ciudad. Habrá misa solemne después de las nueve y sermón que predicará el Padre Fray Antonio Port, predicador del convento de San Leandro, Orden del Gran Padre San Agustín, con asistencia de la música de Santa María de Gracia. En el año 1918, un ilustre cartagenero, el excelentísimo señor don Luis Angosto Lapizburú, instituyó en colaboración del Párroco don Bartolomé Sánchez, celosísimo sacerdote, la Procesión Marítima, que desde entonces todos los años se celebra el 25 de Julio. Desde el año 1562, tenemos noticias de la procesión del Santo por las calles del barrio. Si hubo o no costumbre anteriormente de verificarla por mar no tenemos noticias de ello. En esta magnífica procesión es colocada la venerada imagen del glorioso Apóstol en una embarcación ricamente engalanada con banderas en la que van, además, el clero, las autoridades, la archicofradía de Santiago y una banda de música. Siguen a la embarcación capitana otra multitud artísticamente adornadas con gallardetes y otras originalidades, formando una cola larguísima, atadas una tras otra en pos del Apóstol en uniforme movimiento, rezando y cantando himnos religiosos hasta dar lentamente la vuelta a toda la bahía, siendo aplaudido y vitoreado por millares de espectadores que aplauden, victorean, cantan y rezan con devoción y entusiasmo. PEREGRINACIONES Por vez primera el 12 de octubre de 1946 y como preparación para la grandiosa de Compostela, peregrinaron 6.000 jóvenes de Acción Católica de la Diócesis, capitaneados por el Prelado doctor Gómara, con el Consiliario y Consejo Diocesano, a quienes acompañaba el Presidente Nacional de A. C. La jornada fue grandiosa. Como recuerdo dejaron una lápida que fue colocada en la fachada de la Iglesia que mira al mar, y que hoy en día se encuentra en el interior del Templo, dice así: “En este lugar donde nació la luz del evangelio para España, peregrinó la Juventud de la Diócesis con especial espíritu de penitencia y apostolado bajo la guía de su Obispo el excelentísimo señor doctor don Miguel de los Santos Díaz y Gómara y del Consejo Diocesano de los Jóvenes de Acción Católica, 12 de octubre de 1946. Fiesta de la Hispanidad”. Son muchos los que hasta hoy, sobre todo a partir de primavera y hasta otoño, pasan por la Parroquia para solicitar información para realizar el camino a Santiago de Compostela. Momento en el que se les acoge, se les da información, especialmente pastoral, se les facilita la Credencial para el Camino, y se les invita a recibir la Bendición del Peregrino en una de las Eucaristía, donde firman en el libro de peregrinos y veneran la Imagen del Apóstol encomendándose a él con el pequeño gesto de besar el Pié de plata del Apóstol Peregrino.