SABADO 18 de agosto de 2001 Creador inolvidable En el nombre del Cuchi El Centro Cultural Borges, sala para el recuerdo del salteño La propuesta de Lilian Saba intenta unir cantantes y pianistas Foto: Archivo • Música, danza y poesía se alternan en el escenario • Mañana será el turno de Silvia Iriondo, Manolo Juárez, Oscar Alem y Chany Suárez Hace algunos días, durante una charla con LA NACION, la cantante Liliana Herrero deslizó esta frase: "Un puñado de anécdotas hacen al Cuchi". Sin duda, la obra de este músico es lo más importante que dejó desde su muerte, en septiembre de 2000, pero el personaje también ganó protagonismo. Quizá por esto el pensamiento en voz alta de Herrero completa con lo humano el universo musical de Gustavo Leguizamón. Es el hombre y su música. Y lo que podría ser, en grandes rasgos, el perfil que se busca en el ciclo que todos los sábados y domingos del mes en curso se presenta en el Centro Cultural Borges. "El sentir del Cuchi", los sábados, a las 21, no es un recital sino un espectáculo con guión que contempla textos, danza y música. En su debut sobre este escenario hubo algunos desajustes, pero nada que no se pueda mejorar en los siete días que separan una función de la otra. Allí estuvieron el flautista Rubén Izarrualde y el Chango Nieto (invitados especiales de esa noche) con dos números intercalados en un esquema fijo. La estructura básica gira en torno de algunos comentarios del poeta Tati Lazo, matizados por la Compañía de Danza Argentina Ricardo Cabrera y una formación musical que luce varias piezas del compositor salteño, en especial con arreglos para percusión y cuerdas. Y uno de los mejores detalles del show es la selección de grabaciones en las que Leguizamón habla con mucha pasión sobre temas tan variados como la música estructural y la cultura argentina, entre otros. En cambio,en el espectáculo de los domingos, a las 20, predomina la música. Durante el estreno, el pianista Manolo Juárez (ahora convertido en conductor del encuentro), con la verborragia y el humor que lo caracterizan, le quitó toda solemnidad a la idea de tributo y propició el clima ideal para que la pianista Lilian Saba (responsable artística) convocara a los invitados. Raúl Carnota, Sara Mamani, Marcelo Serena, Negra Chagra, Lorena Astudillo y Carlos Aguirre entregaron, por separado, en dúos, o acompañados por Saba, un concierto excelente y sin altibajos, que estuvo a la altura de las piezas del repertorio. Pero mañana el staff se renueva. Será el turno de las cantantes Silvia Iriondo, Chany Suárez, Manolo Juárez y Oscar Alem. Estilo definido El espectáculo dominguero programado por Saba intenta unir a cantantes y pianistas. "Porque la poética no puede estar ausente y porque Cuchi era pianista -asegura Lilian-. Me pareció bueno destacar eso último, ya que en el folklore no abundan los compositores que tocan piano." Oscar Alem no quiere adelantar los temas que interpretará este fin de semana, pero a cambio entrega algunas características de Leguizamón: "Creo que Cuchi tiene muchos giros pianísticos, pequeños condimentos que uno descubre cuando toca -admite-. El los deja traslucir en una forma muy sutil. Y en lo más general de su trabajo, diría que en pocas notas descubrís que la obra viene del Cuchi. Porque tiene un estilo muy definido sin perder amplitud. Personalmente, me influyeron más los intérpretes que los compositores, pero Leguizamón es un músico al que he disfrutado, sobre todo en buenos intérpretes". Su colega Saba también reconoce esas facilidades que el salteño ofrece a los pianistas y ciertas virtudes de su estilo. "Su gran virtud era la exquisitez para elegir las armonías -señala-. Abrió armonías más alteradas que las que se escuchaban en la época en que comenzó. Además, tocaba como hablaba, cambiaba la entonación, les daba fuerza a determinadas palabras y en su música usaba los adornos como un recurso de expresión." Según Saba, las melodías transcurren en registros muy amplios, disonancias y saltos, no siempre fáciles para un cantante. "Y en cuanto al trabajo con poetas, creo que mostró una hermandad muy grande. A tal punto que muchas veces es difícil saber si se hizo primero la música o la letra, si se escribieron al mismo tiempo, o hasta se puede llegar a pensar que ciertas canciones pertenecen a una sola persona." El ejemplo que da es la "Zamba de la viuda", donde, según Lilian, Leguizamón manifiesta un entendimiento profundo del texto. "Eso hace a las grandes obras. Tal vez por eso hay muchos músicos jóvenes que rescatan su trabajo. Tiene toda la tradición y la imaginación. Como él mismo decía: "No hay folklore sin imaginación"." Mauro Apicella http://www.lanacion.com.ar/01/08/18/ds_328362.asp LA NACION | 18/08/2001 | Página 5 | Espectáculos