Introducción Al momento de leer El Mundo De Sofía vamos envolviéndonos en una interesante trama. La niña es instruida sobre la Historia de la Filosofía. A través de su recorrido, el autor va mostrándole un mundo que siempre ha estado a su alcance pero que ella desconocía totalmente. Alberto Knox durante todo el libro le habla de la vida y obra de los filósofos más importantes que ha tenido la historia de la humanidad. Con esto hay una secuencia cronológica en el pensamiento de la filosofía. Lo más importante del libro no es solo dejarnos envolver por lo más superficial que es el misterio de Hilde y su padre, sino ver la evolución de la filosofía. Uno de los filósofos que más me han impactado en lo que he leído del libro ha sido Soren Kierkegaard. Sus ideas me gustan más que por ejemplo las de Descartes que opina que todo lo que pasa está previamente establecido. Me parece más real que nosotros somos los autores de nuestra vida y que lo más importante es la verdad de nosotros mismos que es lo que propone Kierkegaard.Kierkegaard Kierkegaard representa frente al mundo tranquilo aislado por la filosofía de Hegel, una revolución de lo cristiano. Kierkegaard en efecto no quiere ya en absoluto el equilibrio y la síntesis, sino que agudiza intencionalmente el contraste y lo singular, lo único y lo paradójico. Su sistema se utilizaba como una especie de explicación total a toda clase de cuestiones. Señaló que las verdades objetivas por las que se interesaba la filosofía Hegeliana no tenían ninguna importancia en la existencia del individuo. Más importante que la verdad era la verdad para mí. De esa manera colocó al individuo contra el sistema. Opinaba que Hegel se había olvidado de que él mismo era un ser humano. Soren Kierkegaard nace en 1813 en Copenhague donde curso filosofía y teología protestante. Después de 1941 desplegó su labor como escritor particular. Se vio envuelto en diferentes controversias, en especial con la iglesia local, cuya situación acabó por distanciarle de ella hasta la total ruptura. Muere en Copenhague a los 42 años, en 1855. Kierkegaard afirma durante toda su existencia la fórmula siguiente: no−teoría y puro saber, sino acción y vida; no−objetividad neutral e imparcial, sino empeño y decisión total de la persona. Ningún sentido tiene para Kierkegaard la verdad colocada ante él, fría y desnuda, en su pura objetividad. La cosa está en reconocerla y aceptarla vitalmente. Lo que me hacía falta era llevar una vida perfectamente humana, no una vida de puro conocimiento, hasta llegar a cimentar mis reflexiones mentales sobre algo... tan hondo como las más profundas raíces de mi existencia, por las que estoy, por decirlo así, inserto en lo divino, y aferrarme a ello aunque se hunda el mundo. Esta postura básica se explícita en una serie de conceptos particulares, que constituyen la característica más saliente del pensamiento de Kierkegaard. Repetición en vez de recuerdo Según la dialéctica de Hegel, la vida avanza a medida que los contrarios van quedando en el recuerdo en recuerdo, eliminados y absorbidos en el concepto que sirve de puente a la síntesis superior. Se mueven, por decirlo así, por los raíles del concepto que señala todos los caminos t, con ello, elimina toda decisión, toda acción y toda responsabilidad, reduciendo el yo a un simple momento del proceso total. Frente a ello, Kierkegaard quiere salvar al yo del resbaladizo universal; cada yo debe decidir por sí. Tiene ciencia y recuerdo de lo que es, pero el uso de ese saber es personal y exclusivo de cada yo independiente en su existir. Es la existencia de cada uno que es esencial. Y es cuando actúa y especialmente cuando toma importantes decisiones cuando se relaciona con su propia existencia. Dice también que la verdad es subjetiva. Pero no quería decir con ello que da lo mismo lo que creamos u 1 opinemos. Quería decir que las verdades realmente importantes son personales. Solamente esas verdades son una verdad para mí. Las cosas que podemos saber mediante la razón son, completamente inesenciales. La Paradoja y el Salto. El mundo es la paradoja y el hombre se encuentra en su vida siempre entre el riesgo y el salto. El proceso histórico no está determinado lógicamente, ni puede ser deducido del recuerdo de lo precedente. La angustia anclada en la libertad y en la nada, es justamente un existencial en la filosofía de Kierkegaard y constituye el rasgo más característico de la vida predicada por él, y personalmente y en todo momento, vivida por él. Esto es revelador y decisivo para comprender su postura ante el mundo y ante Dios. La Fe y el Individuo Al salto está, efectivamente vinculada la fe. Sin esta fe no tendría sentido el riesgo. A más de la angustia, flota la fe sobre toda transición de situación a situación. La fe tiene su expresión eminentemente en la religión. No puedes saber si una persona te ha perdonado cuando has hecho algo malo. Precisamente por eso es importante para ti existencialmente. Es una cuestión con la que tenemos una relación viva. Tampoco podemos saber si otra persona nos quiere o no. Solo es algo que podemos creer o esperar. Pero eso es más importante para ti que el que la suma de los ángulos de un triángulo sea 180 grados. Y nadie piensa precisamente en la ley causal, ni en las formas conceptuales al momento de recibir su primer beso. Ante todo es importante la fe cuando se trata de cuestiones religiosas. Kierkegaard escribió: SI puedo entender a Dios objetivamente, entonces no creo; pero precisamente porque no puedo, por eso tengo que creer. Y si quiero conservarme en la fe, tendré que cuidarme siempre de conservar la incertidumbre objetiva, de estar a 70,000 fanegas de profundidad en esta incertidumbre objetiva, y sin embargo creer. Caminos de la Interioridad Tres caminos llevan, según su teoría a la interioridad del yo. En algunos libros son señaladas como fases, y en otros como caminos. Utiliza la palabra fase para marcar que se puede vivir en las fases inferiores y de pronto dar un salto hasta una fase superior. Pero mucha gente vive en la misma fase toda la vida. El Camino Estético, pura e inactiva contemplación de lo que es. Quien vive en esta fase vive el momento y busca en todo momento conseguir el placer. Lo que es bueno es lo que es hermoso, bello o grato. En ese aspecto se vive totalmente en el mundo de los sentidos. El estético se convierte en un juguete de sus propios placeres y estados de ánimo. Lo negativo es lo aburrido lo pesado. El típico romántico es por tanto el típico estético. Porque no se trata solamente de placeres sensuales. También quien tiene una relación de juego con la realidad o, por ejemplo, con el arte o la filosofía con lo que él o ella trabajan, vive en la fase estética. Se puede tener una relación estética o de observador incluso con el dolor y el sufrimiento. Es la vanidad la que domina. En la fase estética puede uno llegar a sentir angustia y vacío. La angustia es algo casi positivo. Es una expresión de que uno se encuentra en una situación existencial. Ahora el estético puede optar por dar un gran salto hasta una fase superior. No sirve de nada estar a punto de saltar si no se hace del todo. Pero nadie puede dar el salto por ti. Tú mismo tienes que elegir. También la elección que conduce a que un ser humano salte de una actitud vital estética a una actitud vital ética o religiosa tiene que surgir desde dentro EL Camino Etico, que conduce a la acción decisiva, a la elección libre, en especial a la elección de sí mismo y de las propias posibilidades. Aquí se ve el hombre enteramente solo cara a la angustia porque nuestros deberes son deberes eminentemente personales y como tales hemos de soportarlos y decidirlos. Esta fase se caracteriza por la serenidad y elecciones consecuentes según criterios morales. Lo esencial no es lo que uno opina que es lo correcto y lo que uno opina que es lo malo. Lo esencial es que uno elija tener una actitud ante lo que es correcto o equivocado. Según Kierkegaard la fase ética tampoco es la más satisfactoria. También puede 2 llegar uno a aburrirse de ser tan cumplidor y minucioso. Algunos pueden caer de nuevo en la vida de juego de la fase estética. Pero otros dan en salto hacia la fase religiosa. El Camino Religioso, en el que el hombre, situándose plenariamente en sí mismo, conquista la más radical interioridad. La fe religiosa se esfuerza por captar a Dios, el absolutamente eterno, en el devenir de la existencia. Esto es posible sólo por la fe, no por el concepto, como Hegel; pues el Dios eterno, enfrentado con este mundo temporal, es lo totalmente otro y trascendente, y por ello lo absolutamente paradójico. Peor cuanto más paradójico es el contenido de la fe, tanto más la fe es fe. La fase religiosa es la religión cristiana. La fe en Dios es un acto de obediencia que exige una postergación de todos nuestros conceptos y consideraciones humanas, tan total que el hombre no puede recibir entonces apoyo alguno de nada humano, le deja absolutamente solo consigo mismo, y sólo tiene que echar sobre sí la carga de su decisión. Paradójico no es simplemente lo difícil de concebir, sino aquello que, absolutamente hablando, en línea humana, no puede pensarse ni entenderse. Por eso se ve allí el hombre arrojado a cierto estado de desesperación. Pero precisamente cuando a pesar de todo cree, entonces es esto su mayor seguridad. En el naufragio se encuentra el individuo a sí mismo, se libera del mundo y se encuentra en Dios. La fe de Kierkegaard viene a coincidir con al fe del credo quia absurdum; presupone la doctrina radical protestante del pecado original y se mueve en las vías de la teología dialéctica, para la cual no se da mediación alguna entre Dios y el mundo, ninguna analogía entis. Dios es lo enteramente otro, lo paradójico. La actitud fundamental de Kierkegaard frente al mundo y una serie de conceptos particulares suyos, como riesgo, angustia, desesperación, fracaso en el límite, individuo e interioridad, paradoja, libertad basada en la nada, los volvemos a encontrar en la filosofía existencial. Conclusiones Sören Kierkegaard nació en 1813 y fue educado muy severamente por su padre, de quien también heredó su melancolía religiosa. Su teoría básicamente consistía en la relatividad de la verdad. Opinó que la más importante verdad era la verdad para uno mismo. Destacó como inigualable el valor de la individualidad y dice que las cosas importantes son esas verdades que son una verdad para mí. También dice que las cosas que podemos saber mediante la razón son completamente inesenciales. Solo las cosas que obtenemos mediante la fe son las que realmente alimentan la vida del ser humano. Un ejemplo es que realmente no puedes saber si una persona te ha perdonado, solo puedes esperarlo o creerlo. Pero es algo mucho más importante para ti que saber que la luna no es de queso. También destaca las tres fases sobre las cuales un individuo puede habitar. Este señala que se puede vivir toda la vida en una misma o se puede ir rotando entre ellas o volver de nuevo a caer en la misma. Las tres fases son la estética, en la cual solo se preocupa uno por satisfacer sus placeres; la ética, en la que el fin es hacerlo todo según las normas morales y lo esencial es elegir una actitud entre lo correcto y lo equivocado. Y por último la fase religiosa, donde se eligen la fe ante el placer estético y los deberes de la razón. Bibliografía −Gaarder, Jostein. El Mundo de Sofía. Novela sobre la Historia de la Filosofía. Madrid: Ediciones Siruela S. A. 1996 pág.426−469 −Hirschberger, Johannes. Historia de La filosofía. Tomo II Edad Moderna, Edad Contemporánea. Barcelona: Editorial Herder. 1967 Pág. 322−326 − Kierkegaard, Sören. Enciclopedia Multimedia Encarta 98. 3