Relatoría del libro A pie por la ruta de Cortés: del Popocatépetl al Templo Mayor del Dr. en Ing. Horacio Ramírez de Alba Cronista de la Facultad de Ingeniería M. en Dis. Ma. del Carmen García Maza Cronista de la Facultad de Artes Buenos días, es para mí un honor poder comentar una obra muestra de gran conocimiento y disciplina, A pie por la ruta de Cortés: del Popocatépetl al Templo Mayor del Dr. en Ing. Horacio Ramírez de Alba. Libro que forma parte de la Biblioteca Mexiquense el Bicentenario, programa editorial que nace con el objetivo de conmemorar los doscientos años de la Independencia de México. Estimados compañeros del Colegio de Cronistas, Maestros y alumnos que nos acompañan Horacio Ramírez de Alba es una persona a la que admiro y respeto mucho. Adiviné su gran afición por caminar, al encontrarlo frecuentemente por diversos rumbos de la ciudad, a veces solo y otras, acompañado por su familia. Conocí su gusto por la historia, al leer sus participaciones en las reuniones y Congresos Nacionales de Cronistas. Su amor por su profesión al descubrir las grandes aportaciones que ha hecho a la ingeniería de nuestro estado y de nuestro país. Y su talento literario al leer sus obras. Hoy me referiré a la última publicada. El autor, a través de una prosa fluida y amena, nos regresa en el tiempo y nos relata la Ruta que recorrió Hernán Cortés, del Popocatépetl al Templo Mayor en el año de 1519, aunque en realidad va un poco más allá, hasta su salida por Tacuba el 30 de junio de 1520. En el relato nos da muestra de un profundo conocimiento de la historia de México, en particular del periodo de la Conquista. Nos comparte a su vez de sus diferentes aficiones como lo son el alpinismo, el caminar, el viajar y la arquitectura. Su manejo del tema, así como sus continuas referencias a partir de lo que observa a lo largo de su andar, nos dan una gran perspectiva de la historia de la que fueron testigos los parajes que encuentra en su camino, a lo largo de 140 kilómetros. Se agradece que no limite sus acotaciones a una única fuente, sino que utilice a diversos autores de la época, como lo son el mismo Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo y Fray Bernardino de Sahagún, a Franciasco Javier Clavijero (siglo XVII) y también a autores actuales como el Arquitecto Vicente Mendiola, el Premio Nobel de Literatura Octavio Paz o el embajador Alejandro Sobarzo, entre muchos otros. Para narrarnos su aventura, primero describe las razones que tuvo para caminar por la ruta de Cortés, advirtiéndonos que no podrá evitar mencionar algunas interpretaciones personales a la vista del año 2010 que marca el bicentenario del inicio de la independencia del país inventado por Cortés. Así, con todo ello, nos invita a abrocharnos los cinturones y a aprovechar la ocasión para exorcizar demonios y ahuyentar fantasmas de 448 años o por lo menos a conocerlos más. Poco a poco, conforme avanza en su recorrido, nos presenta referencias de lo que Hernán Cortés debió haber encontrado en su camino a la gran ciudad de Temixtitlan, así como un detallado recuento de lo que él va encontrando en la actualidad. Es de suma importancia notar el gran dominio de las diferentes fuentes utilizadas, lo que nos demuestra, por ejemplo, al plantear las disyuntivas narrativas presentes entre las descripciones de Cortés y Díaz del Castillo y con elementos sugerirnos cuál es la más apegada a la realidad. Un ejemplo claro de esto último lo vemos en los pasajes que describen la calzada que ha de llevar a Cortés a su encuentro con Motecuhzoma, donde se debate si la calzada corresponde al trayecto de Iztapalapa a Mexicalcingo y a la actual iglesia de San Antonio Abad o si debió ser de Iztapalapa a Churubusco y al mismo punto final. Se agradecen las imágenes que nos regala el autor para dar mayor claridad a todos sus apuntes sobre la arquitectura de los distintos templos que va encontrando a su paso y de cómo los utiliza de referencia por ser los más visibles testigos de la época inmediata posterior al recorrido, que perduran hasta nuestros tiempos, así como el mapa que se encuentra al inicio del libro, el cual nos muestra la sucesión de islas, canales, calzadas, lagos y cerros, a través de los cuales llegó el conquistador a su encuentro con el rey mexica. Otra característica interesante de su relato es el paralelismo que hace, en ciertas etapas del recorrido de Cortés con el de los invasores norteamericanos durante la guerra de 1847, nos señala cómo utilizan rutas similares y contrasta los cambios que ha venido sufriendo la ciudad a lo largo del tiempo. Aquí deseo leer con ustedes un poquito de lo que el autor nos comparte y que considero ejemplo de lo que les vengo comentando (pg. 118 y 119) Para concluir ocupo las mismas palabras que el autor, al citar a Octavio Paz: "a Cortés es difícil quererlo, pero es imposible dejar de admirarlo". Como es obligado reconocer el brillante trabajo del "caminante" Horacio Ramírez de Alba, quien con su gran habilidad y sapiencia, nos muestra cómo, una profunda y detallada investigación, puede unirse con nuestra mayor afición y narrarse de forma tal, que nos lleve de la mano y nos haga partícipes de un trozo de nuestra historia y además, sirva para transparentar un poco el legado de Cortés, que como él mismo menciona, ha sido manoseado desde nuestros libros de texto de la primaria. A los presentes, una invitación para leer esta magnífica obra; al autor, mi más sentida felicitación.