El apasionado mundo de las mujeres litigantes

El apasionado mundo de las mujeres litigantes
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El apasionado mundo de las mujeres litigantes
Tienen en común la necesidad de tener el celular prendido las 24 horas, un perfil de
trabajo ejecutivo, la pasión por su casos y la clara reflexión de que su trabajo no es fácil.
Lunes, 16 de abril de 2012 a las 9:33 | Actualizado 9:33
Romina López Barrera
Ya sea por un tema netamente cultural, por tiempo, por perfil o por prejuicio, lo cierto es que la existencia de
mujeres abogadas dedicas al litigio es escaso.
Aunque la tendencia ha ido cambiando desde los últimos cinco años —sobre todo en el sector público—, lo
real es que en estudios jurídicos lo más habitual es encontrar equipos de litigio conformado en su mayoría por
hombres o en su totalidad.
El año 2011, el Programa Mujeres del Centro de Derechos Humanos de la U. de Chile, el Cyrus Vance Center,
el Committee of Women & the Profession del New York City Bar, Fundación Pro Bono, Comunidad Mujer y la
Asociación de Mujeres Abogadas, encargaron a Adimark la realización de un estudio que reflejara la realidad
de las mujeres abogadas en los estudios jurídicos chilenos. Los datos obtenidos podrían explicar de alguna
manera la baja presencia de mujeres, enfocadas al trabajo litigioso.
De las 48 oficinas consultadas, se obtuvo como resultados la escasa existencia de políticas de conciliación
“familia/ trabajo”, debido al énfasis que se le otorga a las horas facturables.
En esta misma línea, la mayoría de los consultados —que incluyó a socios (as) y asociados (as)— consideran
que los principales obstáculos para el ascenso de abogadas al interior de las oficinas es el horario de trabajo,
la maternidad y, como tercer punto, la autolimitación de las propias mujeres. No obstante, las conclusiones
del estudio consideraron, además, como variables que inciden, la cultura machista y el compromiso de la
plana mayor.
Un mundo de hombres
Para Joanna Heskia —abogada penalista del estudio Erbetta Costa Melo Guzmán— la razón de la baja
presencia de mujeres en asuntos litigiosos es totalmente cultural. “Más allá de los horarios de trabajo, es un
tema cultural de Chile. Los propios clientes piensan que un hombre quizás los puede representar mejor en el
litigio”, plantea.
María Inés Horvitz -Abogada Consejera del Consejo de Defensa del Estado y Directora del Centro de Estudios
de la Justicia de la U. de Chile, especializada en asuntos penales- piensa que el hecho de que predominen
hombres, se debe a que en el ámbito penal el litigio se plantea muchas veces de forma ruda, confrontacional
y no deja espacio para el manejo “flexible” del caso. “Las mujeres —creo— prefieren áreas del derecho más
“dóciles” y compatibles con las múltiples tareas que desempeñan en el mundo moderno”, explica.
No obstante, piensa que la incorporación de mujeres al litigio ha aumentado, a través de instituciones como
el Ministerio Público y la Defensoría Penal Pública. “Y porque hay un creciente reconocimiento de las
competencias profesionales de las mujeres”, agrega.
Marcela Rodríguez —abogada del estudio Urenda Rencoret Orrego y Dörr, donde se dedica a llevar litigios,
arbitrajes y solución de controversias— va más allá y plantea que, tradicionalmente, incluso se tiene la
concepción de que el Derecho es una carrera de hombres, idea que se acrecienta en el caso de los litigios.
“Tal vez porque se cree que esta área supone características que el prototipo de mujer no tiene”, explica.
¿Por qué litigio?
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“Yo soy litigante desde antes de titularme como abogada”, reconoce Daniela Horvitz, del estudio Horvitz &
Horvitz. Gracias a que desde muy pequeña vio a su padre preparando juicios —a los cuales incluso asistía—
esta área se convirtió en materia de interés, comenzando su ejercicio profesional con asuntos comerciales y
ahora, además, de familia.
“Fue cuando empecé a ejercer quiebras que se ratificó mi pasión absoluta por el litigio. Estos procesos tienen
una mixtura de litigio de negociación, de habilidades comerciales, de manejo de distintas normas de carácter
laboral, comercial, civil y penal que me gustaron mucho”, explica.
En el caso de Francisca Amigo —quien ve litigios y arbitrajes en el estudio Philippi Yrarrázaval Pulido &
Brunner— fue el dinamismo y la aplicación de diversas ramas del derecho lo que la hizo decidirse. “El trabajo
de un abogado litigante exige el desarrollo de diversas aptitudes, óptima redacción, habilidades oratorias,
planificación de estrategias de defensa, contacto con clientes, jueces y diversos tipos de funcionarios y
también labor de investigación”, detalla.
Pero no sólo el desarrollo de “habilidades duras” es lo que únicamente motiva a las abogadas.
Para Carla Bordoli —del estudio Ferrada Nehme donde se dedica a mercados regulados— fue la posibilidad de
“crear” lo que le gustó desde siempre. Y agrega: “El hecho de estudiar las fortalezas y debilidades de un
caso, idear la mejor estrategia para los intereses de un cliente, interpretar y debatir con argumentos, sentirse
comprometido con una causa, son aspectos que hacen del litigio algo muy enriquecedor para esta profesión”.
Así mismo, para Marcela Vega Moll, del estudio jurídico de mismo nombre, fue lo “desafiante” de este
ejercicio profesional lo que la convenció. “He podido litigar en casos complejos en materia de libre
competencia, asuntos penales, laborales, procedimientos ante la Superintendencia de Valores y Seguros,
asuntos ambientales, rotulación de alimentos, incendios, seguros, arbitrajes y juicios que implican vincularse
con abogados extranjeros y conocer criterios y procedimientos en otros países”, explica.
Perfil del litigante
Argumentar con claridad, tener capacidad de reacción y saber trabajar bajo presión, son —entre otras
cosas— las principales características que Mónica Van Der Schraft, socia de Cariola Diez Pérez-Cotapos,
considera como esenciales en el perfil de un litigante. “En esta práctica siempre se está contra el tiempo, y,
cada vez más, se debe tener aptitudes para trabajar en equipo, porque los litigios complejos lo requieren para
su debida atención”, asegura.
Agrega que, desarrollar este perfil, implica un gran desafío ya que son muchos los conocimientos que se
deben adquirir en poco tiempo para entender debidamente un problema.
En este sentido, la abogada María Inés Horvitz, agrega que además de una gran capacidad estratégica y
conocimiento del derecho, se debe actuar siempre de modo profesionalmente ético. Explica que el litigante
debe saber conciliar el objetivo de satisfacer los intereses de la parte que representa con el ejercicio legal y
ético de la profesión, “y esta ecuación no siempre es fácil de resolver”, comenta.
Carolina Alcalde, abogada de Carey y Cía. se desempeña en el Grupo Judicial del estudio donde ve litigios
civiles y comerciales ante tribunales ordinarios y arbitrales. Según su experiencia, las fortalezas con las que se
debe contar están vinculadas con ser persuasivo, meticuloso, detallista y competitivo. Comenta: “Dedicarse a
juicios es muy entretenido ya que requiere constantemente argumentar y contra-argumentar, siendo capaz
de prever la reacción de la otra parte frente a una idea, todo lo cual lo hace muy desafiante”.
Tensión y empatía
Por su parte, Daniela Horvitz, aclara que el trabajo de los litigantes no implica necesariamente estar lejos de
la familia, sino que más bien es un trabajo de 24 horas en el que se tiene que estar disponible.
“Efectivamente el ejercicio profesional del litigante es un trabajo súper intenso y de mucha tensión y
resistencia. Sólo hay que pensar en cuántas profesiones existen en las que todos los días se deba estar
dispuesto a ganar o perder”, plantea.
Por ello, recomienda como fundamental para un buen ejercicio de la profesión, ser audaz, apasionado y tener
un importante control de emociones. “Nosotros trabajamos con personas en problemas, por lo tanto, el nivel
de intensidad con el que te relacionas con el cliente es muy alto. Aquí entra el tema del autocuidado de los
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abogados. Nadie puede estar escuchando dramas y resolviendo temas sustanciales en la vida de otro sin
sentirse afectado”, dice. (Ver recuadro 2)
Joanna Heskia coincide con lo anterior y agrega: “Cuando comencé en esta área, llegaba a mi casa muy
afectada o angustiada porque no tenía la capacidad de separar los planos. Yo busqué asesoría con una
psicóloga, quien me facilitó técnicas que me enseñaron a entender que el problema es de tu representado, no
tuyo”.
Sin embargo, aunque piensa que esta realidad afecta a todos por igual, está convencida de que la empatía
es la gran fortaleza que tienen las mujeres en todos los ámbitos de la vida. “Sobre todo en éste que es un
ámbito delicado, la capacidad de ponerte en el lugar del otro es importantísimo. Y la empatía, derechamente,
está más desarrollada en las mujeres”, plantea.
Sobre esto, Francisca Amigo, tiene la clara impresión de que es necesario fomentar el ingreso de mujeres
para lograr un equilibrio. “Primero, porque como es lógico contamos con las mismas capacidades y
habilidades que los hombres y, segundo, porque siempre se va a obtener un mejor resultado o una
experiencia más enriquecedora si se cuenta con equipos de trabajo heterogéneos, donde coexistan diversos
puntos de vista y aptitudes complementarias”, concluye.
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Desafíos de mujeres litigantes
Dentro de los proyectos futuros que forman parte del desarrollo profesional de abogadas litigantes, está la
capacitación en sus respectivas especialidades, como es el caso de Marcela Rodríguez y Carolina Alcalde.
Mónica Van Der Schraft y Francisca Amigo, tienen pensado enfocar sus esfuerzos en prepararse ellas y sus
equipos de trabajo en lo que respecta a la Reforma Procesal Civil.
Por otra parte, el permanente aprendizaje y la formación de otros abogados interesados en litigios, es el
desafío que se plantea Carola Bordoli.
Pero existen también otras aspiraciones de más largo aliento como el caso de Marcela Vega Moll, quien se ha
propuesto desarrollar su estudio jurídico, especializándose en litigios complejos y programas de prevención de
responsabilidad penal para empresas. Así mismo, busca contribuir a mejorar la ética profesional a través de
su participación como miembro del Tribunal de Ética del Colegio de Abogados A. G.
En este mismo sentido, Daniela Horvitz, pretende llevar a cabo con éxito el proyecto que está desarrollando
junto al Poder Judicial y a la New York City Barr Association y que busca demostrar lo necesario de crear una
defensoría especializada en niños y un órgano de servicio social preventivo para evitar la judicialización de los
casos de los niños en situación de riesgo.
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La necesidad del autocuidado
La Asociación de Abogados de Familia (AAF) es una de las organizaciones que participará del “Taller de
Autocuidado para Abogados”, que impartirá el Centro de Mediación Integral, Mediale, entre los meses de
junio y octubre de 2012. La actividad tendrá por objetivo generar un espacio de autocuidado en que los
profesionales del derecho adquieran destrezas y habilidades que les permitan sortear las tensiones y
presiones propias de su labor, desarrollando las estrategias necesarias.
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