Acuerdo N° 548 - Sala 2° 14/10/2005 "PEROZZI Clide c/RODENAS Nora E. y/u otros s/ACCIÓN REIVINDICACIÓN" PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA. REQUISITOS. POSESIÓN. CARACTERES. A C U E R D O N° 548 En la ciudad de Rosario, a los 14 días del mes de octubre de dos mil cinco, se reunieron en Acuerdo los vocales de la Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Rosario doctores José Humberto Donati, Alicia García y José María Serralunga, con el fin de dictar sentencia en los autos caratulados “PEROZZI Clide R. c/Nora E. RODENAS y/u otros s/ACCIÓN REIVINDICACIÓN” Expte. N° 20/2005 (Distrito 8° Nom.), venidos en apelación del fallo de fs. 166/173. Efectuado el estudio de la causa, se resolvió plantear las siguientes cuestiones: 1ª. ¿ES JUSTA LA SENTENCIA IMPUGNADA? 2ª. ¿QUÉ PRONUNCIAMIENTO CORRESPONDE DICTAR EN DEFINITIVA? A la primera cuestión el vocal doctor Serralunga dijo: I) La sentencia de fs. 166/173, dispuso rechazar la excepción de prescripción adquisitiva interpuesta por la demandada, con costas a ésta, y hacer lugar a la demanda de reivindicación promovida por Clide Rosa Perozzi, respecto de la parte proporcional pro indivisa, las cosas comunes y el departamento señalado con el número 03-04-A del edificio de calle Sgto. Cabral entre las de Gral. Urquiza y San Lorenzo de Rosario, Nros. 147, 151, 153, 157 y 159, -Dominio inscripto en el Registro General T. 48, Fo. 195, N° 110585, Plano 85666/57, Legajo 584, Dpto. Rosario-, ordenándole a la accionada Nora Elisa Rodenas entregar el inmueble libre de cosas y/o personas en 30 días, contados desde que quede firme el fallo, bajo apercibimiento de proceder al desalojo por la fuerza pública. Impuso las costas a la vencida y difirió la regulación de los honorarios profesionales para su oportunidad. La demandada apeló el fallo, y ya en la alzada expresó agravios a fs. 190/201, los que fueron contestados por la contraria, a fs. 205/212. II) La sentencia, en orden a la acción de reivindicación, estableció que estaba acreditado en el expediente sucesorio “DORES Juana s/DECLARATORIA DE HEREDEROS” (Expte. N° 428/96) -que tuviera a la vista-, la cesión de derechos hereditarios efectuada por Ricardo Zozaya y Alberto Ricardo Zozaya, -únicos herederos-, a favor de la aquí actora, colocada así en el mismo lugar, grado y prelación que correspondía a aquéllos, y respecto al inmueble objeto del juicio, que su dominio estaba inscripto en el Registro General a nombre de la accionante. Mencionó en el tema que el Registro General informó, con los datos respectivos transcriptos, que la cesión de herencia aludida estaba inscripta y subsistente; al igual que la declaratoria de herederos y su ampliación, de Juana Dores, respecto del inmueble, que fuera transferido a nombre de la cesionaria Clide Rosa Perozzi. Tuvo por demostrado, por el reconocimiento expreso de la accionada en su responde de demanda, el reclamo que se le efectuara a ésta de devolución del inmueble, por carta certificada. Dado lo expuesto, y a fin de determinar si como cesionaria la actora estaba legitimada para el reclamo, -y ello ante la negativa de la contraria con el argumento de carecer del dominio, que no pudo consolidarse, y menos aún la posesión-, la aquo señaló que la acción de reivindicación nace del dominio que se tiene sobre las costas particulares, ante la pérdida de la posesión, y se ejerce contra quien se encuentra en la posesión (art. 2758 C. Civil). Tras mencionar la crítica a tal definición por la doctrina que postula un ámbito amplio de aplicación, y ello ante la cuestionable pérdida de la posesión por el reivindicante, cesionario, o comprador, consideró que en los casos especiales del heredero, del cesionario o el comprador, es altamente probable que no haya tenido nunca la posesión, por lo que mal podrían haberla perdido, situación que haría que jueguen otros principios, como la ficción de la continuación de la persona del causante, o la colocación en el lugar del cedente, o la cesión implícita de la acción. Así, y al respecto entendió que la cesión contemplada en el art. 1444 C. Civil, alcanzaba a las acciones reales, como lo evidenciaría la nota al art. 1445, que expresa que la reivindicación fundada en el derecho de propiedad es cesible, como también lo es la acción negatoria, aunque es imposible ceder la parte principal y esencial, esto es, la comprobación de la propiedad libre. Que la doctrina en general admite la legitimación del cesionario para reivindicar, no siendo óbice, la exigencia de la tradición, por lo que si bien el cedente pudo no haber hecho tradición, lo que conducía a transmitirle la acción, era la pérdida de la posesión sufrida por él, y el cesionario accionaría en base a la posesión que tuvo y perdió aquél. Si bien la acción de reivindicación nace de un derecho real que se ejerce por la posesión adquirida por la tradición unida al título suficiente, en tanto el cesionario estaría colocado en el lugar del cedente , y ejercería los derechos y acciones correspondientes a éste, no le era exigible la tradición. Ante todo ello, y en el caso, dijo que la demandada sostuvo encontrarse en la posesión legítima y de buena fe del inmueble, poseyendo “animus domini”, por cuanto quienes en vida fueran sus suegros -Juana Dores y Ricardo Zozaya- le habrían manifestado más de 24 años atrás, que la propiedad era de ella, reconociendo en el matrimonio Zozaya el dominio del inmueble que habitaba, -motivo de la reivindicación-, pero no produciendo prueba alguna en lo que hacía a la dación que mencionara, lo que autorizaba a juzgar infundada la pretensión al respecto, máxime cuando Ricardo Zozaya era uno de los cedentes del inmueble a favor de la actora. Sobre la excepción de prescripción adquisitiva o usucapión, la reputó improcedente. Al efecto estableció que siendo los elementos exigibles a los fines de la prescripción adquisitiva, el “corpus posesorio” y “animus domini”, en cuanto a este último, la circunstancia de reconocer la demandada que el dominio estaba en cabeza de sus suegros, obstaba a su invocación por ella, conforme al art. 2352 C. Civil, del que resultaría ser simple tenedora de la cosa, no pudiéndose cambiar la posesión tenida por otro en los términos del art. 2353 C. Civil. Por el contrario, resaltó la existencia de la cesión por parte de Ricardo Zozaya, y su hijo, situación fáctica no desvirtuada con fundamento en algún vicio de la voluntad. Siendo así que la ocupación del inmueble por la demandada era precaria y no “animus domini”, lo que obstaba a la prescripción invocada, a ello se sumaba otra valla, que era la interrupción, dado que la actora, a través de la cesión pasó a ocupar el lugar que tenían los cedentes, resultando reconocido el derecho de propiedad en cabeza de ella. En cuanto a la tacha de la testigo Alicia Fior, dijo no ser procedente por estar referida a sus dichos, más allá de su oportuna valoración conforme a las reglas de la sana crítica, no obstante lo cual estimó que las testimoniales rendidas y la absolución de posiciones de la actora, carecían de importancia al no estar en discusión la tenencia por la demandada del inmueble en cuestión. Lo mismo ocurría con la documental traída (pago de impuestos, tasas y servicios), máxime cuando la continuidad del pago de ellos se veía interrumpido con los que la actora invocó y probó, relativos a diversos períodos entre los años 1985 y 2002. III) La recurrente, tras admitir que la acción de reivindicación nace del dominio sobre las cosas particulares (art. 2758 C. Civil), dice agraviarle que se considerase procedente la acción que en tal sentido dedujera la actora como cesionaria de derechos hereditarios, en lo que constituiría un cuestionamiento de su legitimación activa. Por otro lado le agravia el que no se atendiera a que, al momento de la cesión de derechos hereditarios a favor de la actora ya habría transcurrido el tiempo legal para la prescripción adquisitiva del inmueble a su favor. Sobre el primero, y en las hipótesis a que aludiera el aquo, considera que la colocación del cesionario en el lugar del cedente tiene lugar en el acto de otorgamiento de la escritura de cesión de derechos y acciones hereditarias, pero que sus efectos patrimoniales se podrán ejercer por el cesionario sobre los bienes particulares integrantes del acervo hereditario desde su registración, no en la sección cesión de herencias, sino por la inscripción en el Registro General de la declaratoria de herederos, con la sentencia ampliada a favor del cesionario. Al efecto manifiesta que, en tanto no mediase dicha inscripción, la escritura de cesión no confería derechos sobre los bienes determinados, no procediendo la reivindicación sobre una universalidad jurídica indeterminada. En el supuesto de tratarse de la cesión de la acción reivindicatoria propiamente dicha, interpreta que si dentro de la universalidad jurídica que se cede, se encuentran también las acciones, ello será en la medida en que el cedente las tuviese, porque no se puede ceder lo que no se tiene o posee, contrariamente a lo que habría establecido la sentencia con apoyo en el art. 1144 C. Civil. Que de ser posible la acción de reivindicación en cabeza del cesionario, lo que no es posible es ceder la posesión. A continuación expresa que de entenderse corresponder colocar al cesionario en el lugar del cedente, cabría ver si éste poseía aún la acción reivindicatoria al momento de la cesión, lo que no habría ocurrido en el caso, por haber transcurrido el plazo de ley para la prescripción adquisitiva de su parte, por la posesión quieta, pacífica, ininterrumpida y a título de dueña. Que la aquí actora nunca le notificó la cesión, no le hizo saber ser dueña del inmueble, no le exigió el pago de renta, ni de impuestos, tasas o contribuciones, promoviendo este juicio después de mucho tiempo de la cesión. En lo atinente a la prescripción adquisitiva, dice que los fundamentos utilizados para su rechazo son arbitrarios y no ajustados a derecho. En el tema invoca que la propia actora al demandar manifestó desconocer si la accionada poseía el inmueble con “animus domini” o como simple tenedora, cuando a través de la correspondencia epistolar previa al juicio, se le habría hecho saber que poseía con ánimo de dueña. Que la aquo expresa que la presunción de la ley es que “...la detentación corporal de la cosa se ejerce a título de dueño...”, por lo que la recurrente cuestiona que luego considerase que en el caso la demandada no lo hacía como dueña, cuando la detentación corporal por ella surgía de las testimoniales y confesión de la actora, y que lo hiciera a título de dueña por más de 20 años, acreditado por cinco testigos, y el pago de impuestos, tasas, expensas comunes, mejoras, etc. En un posterior agravio invoca que incumbe al reivindicante la prueba de la titularidad de su derecho, y no al poseedor producir título en apoyo de su posesión, y en el caso sería aplicable el art. 2789 C. Civil por el que siendo el título del reivindicante posterior a la posesión que tiene el demandado, aunque éste no presente título alguno, aquél es insuficiente para fundar la demanda. IV) Para la decisión de los presentes corresponde establecer que, conforme al art. 3410 C. Civil, cuando la sucesión tuviese lugar entre ascendientes, descendientes y cónyuge, el heredero entra en posesión de la herencia desde el día de la muerte del autor de la sucesión, sin ninguna formalidad o intervención de los jueces; que por el art. 3417 C. Civil, el heredero que entró así en la posesión de la herencia, continúa la persona del difunto, y es propietario, acreedor o deudor de todo lo que el difunto lo era; y por el art. 3418 C. Civil sucede no sólo en la propiedad, sino también en la posesión del difunto, y así la que éste tenía se le transfiere con todas sus ventajas y sus vicios, pudiendo el heredero ejercer las acciones posesorias del difunto, aun antes de haber tomado de hecho posesión de los objetos hereditarios. Por ello, y el art. 3414 C. Civil -que refiere a los otros herederos que deben pedir la posesión judicial de la herencia- a “contrario sensu” pueden sin más demandar a los detentadores de los bienes hereditarios por reivindicación. Es atendiendo a ello, y a la circunstancia que refiere la aquo de la cesión de los derechos hereditarios hecha por los únicos herederos de Juana Dores -su cónyuge e hijo Ricardo Zozaya y Alberto Ricardo Zozaya- a favor de la aquí actora, por escritura de fs. 8/9, en virtud de la cual se colocara a ésta en el mismo lugar, grado y prelación que correspondía a aquéllos (declaratoria de fs. 3 y resolución de fs. 4, ambas inscriptas en el Registro General, según informe de fs. 145), así como la inscripción del dominio del inmueble objeto del juicio a favor de la aquí actora, que ésa se ha encontrado legitimada para accionar por reivindicación, como lo hiciera, en tanto esta acción nace del dominio que se tiene sobre las cosas particulares (art. 2758 C. Civil). No obsta a ello la circunstancia argüida por la demandada, de que siendo que la acción se confiere al propietario que hubiese perdido la posesión, y contra quien se encontrase en ella, la aquí actora no habría tenido nunca la posesión por no habérsele hecho la tradición, por lo que no pudo haberla perdido. Es que, acorde a lo antes dicho, el heredero, como continuador de la persona del difunto le sucede en la propiedad de los bienes y en la posesión de los mismos que éste tenía. Por ello, jurisprudencialmente se ha dicho que los sucesores universales, por estar colocados en la misma situación de su causante, pueden accionar por reivindicación en razón de la posesión de su antecesor, sin que sea necesario que la haya ejercido personalmente (CJ Catamarca, L. L. Rep. LXI, 2001, J-Z, p. 1932, N° 6), y en tal condición se encuentra igualmente quien, como en el caso, adquiriera el dominio por la cesión de los derechos hereditarios, quedando colocado en el mismo lugar, grado y prelación que correspondía a los herederos. También la jurisprudencia ha establecido que debe ser reconocida la legitimación activa de los adquirentes de un inmueble con título suficiente fundado en que el comprador reviste la calidad de cesionario que actúa como procurador “in rem suam” o en que el adquirente de un inmueble por escritura pública y sin tradición puede reivindicar a título propio en su carácter de cesionario implícito de la acción que tenía su vendedor o cedente (Juzg. Civ., Com. y Minas N° 7, Mendoza, L. L. Rep. LIX, 1999, J-Z, p. 2312, N° 9); que el comprador de un inmueble a quien se le ha otorgado escritura traslativa de dominio, puede aun antes de obtener la tradición del mismo, ejercer la acción de reivindicación contra un tercero poseedor (ST Misiones, L. L. Litoral, 1999, 222); que la presunción en favor del reivindicante que acompaña títulos de sus antecesores, abarca incluso al comprador que no se le ha efectivizado la tradición del bien, ya que la transferencia integral de derechos y acciones realizada por el vendedor le permite hacer mérito de la posesión que tuvo éste (CCCom Lomas de Zamora, Sala II, L. L. Rep. LIX, 1999, J-Z, p. 2313, N° 14); y a su vez que el título del reivindicante cumple con la condición de anterioridad exigida por el art. 2789 C. Civil, interpretado a contrario sensu, si siguiendo la cadena de los títulos de sus antecesores se llega a uno anterior a la posesión del reivindicado (Juzg. Civ., Com. y Minas N° 7, Mendoza, en el fallo precitado), y CCC Azul, Sala II, L. L. Rep. LX, 2000, J-Z, p. 2237, N° 22). Ahora bien, en cuanto a la prescripción adquisitiva opuesta por la accionada como excepción obstativa a la reivindicación, -basada en la posesión del inmueble por el plazo de veinte años, que dijera haber tenido en forma quieta, pacífica e ininterrumpida, a título de dueña-, lucen incontrovertidos los argumentos del fallo para la desestimación de tal defensa. Así, siendo que la prescripción adquisitiva es el medio por el cual se puede adquirir la propiedad de un inmueble por su posesión continua durante el tiempo fijado por la ley al efecto (art. 3048 C. Civil), no puede perderse de vista que hay posesión de las cosas cuando una persona, por sí o por otra, las tienen en su poder con la intención de someterlas al ejercicio de un derecho de propiedad (art. 2351 C. Civil). De ello se infiere que en la prescripción adquisitiva o usucapión, la posesión debe entenderse en el sentido correcto que emana del art. 2351, esto es, de que deben darse los dos clásicos elementos que la caracterizan: el “corpus” -el estar en poder de la cosa-, y el “animus”, que es la intención de someterla al ejercicio del derecho de propiedad. Queda de tal manera excluido quien, teniendo efectivamente una cosa, reconociese en otro la propiedad, lo que hace que sea simple tenedor y representante de la posesión del propietario, aunque la ocupación de la cosa reposa sobre un derecho (art. 2352 C. Civil). En relación a esto último cabe agregar que nadie puede cambiar por sí mismo la causa de su posesión, lo que tampoco puede ocurrir por el transcurso del tiempo. Por ello quien comenzó a poseer por sí y como propietario de la cosa, continúa poseyendo como tal, mientras no se probase que ha comenzado a poseer por otro, y a su vez, quien comenzó poseyendo por otro, se presume que continúa poseyendo por el mismo título, mientras no se probase lo contrario (art. 2353 C. Civil). Precisamente, aunque se pudiese considerar -como asevera el fallo lo haría la doctrina- que la presunción de ley es que tenencia corporal de la cosa se ejerce a título de dueño, existiendo una verdadera posesión, en el caso obstaría a tal conclusión la circunstancia de que la demandada reconocía la titularidad del dominio de sus suegros -Juana Dores y Ricardo Zozaya- al momento en que ocupara el inmueble, no estando acreditado el supuesto hecho afirmado por ella de que los mismos le habrían manifestado que el inmueble era suyo (lo que constituiría una donación, según el art. 1789 C. Civil) produciéndose de tal manera la intervención del título, pasando a ser de mera tenedora a poseedora. Al hecho de que como donación, tratándose de un inmueble, debióse ser hecha por escritura pública, bajo pena de nulidad (art. 1810 inc. 1 C. Civil), se suma el que ha sido el propio Ricardo Zozaya, -supuesto donante- quien con su hijo, como heredero de Juana Dores, dispusieron del inmueble a través de la cesión de sus derechos a favor de la aquí actora. Frente a lo expuesto carecen de trascendencia las pruebas, tendientes a acreditar la pretendida improcedente prescripción adquisitiva, como impeditiva de la reivindicación. Por todo lo cual, en relación a la cuestión propuesta, voto por la afirmativa. A la misma cuestión el vocal doctor Donati dijo: por las mismas razones que invoca el colega preopinante, adhiero a sus conclusiones y voto en idéntico sentido a la primera cuestión. A la misma cuestión la vocal doctora García dijo: advirtiendo la existencia de dos votos totalmente concordantes que hacen sentencia válida, me abstengo de emitir opinión (art. 26, ley 10160). A la segunda cuestión el vocal doctor Serralunga dijo: acorde al resultado de la votación precedente, corresponde rechazar el recurso deducido, con costas a la recurrente vencida (art. 251 CPCC). Los honorarios profesionales en la alzada deben regularse en el 50% de los de primera instancia (art, 19, ley 6767). A la misma cuestión el vocal doctor Donati dijo: el pronunciamiento que corresponde dictar es el que propone el doctor Serralunga, y así voto. A la misma cuestión la vocal doctora García dijo: me remito a lo expresado al tratar la primera cuestión. Por lo que esta Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Rosario, RESUELVE: rechazar la apelación interpuesta, con costas a la recurrente. Regular los honorarios profesionales en la alzada en el 50% de los correspondientes a la inferior. Insértese, agréguese copia a los autos y hágase saber. (Autos “PEROZZI Clide R. c/Nora E. RODENAS y/u otros s/ACCIÓN REIVINDICACIÓN” - Expte. N° 20/2005) JOSÉ MARÍA SERRALUNGA JOSÉ HUMBERTO DONATI ALICIA GARCÍA (art. 26, ley 10160) Patricia B. Niedfeld S-PEROZZI 20