1/2 LEY Nº 24.193 DONACIÓN DE ÓRGANOS Y TEJIDOS PARA DESPUÉS DE LA MUERTE TIPO DE ACTO - Artículo 19: Toda persona capaz, mayor de 18 años, puede disponer para después de su muerte la ablación de órganos y tejidos de su cuerpo, con fines de implante o para estudio o investigación. Se trata de un acto personalísimo, y por lo tanto no admite sustitución ni representación; no resultando posible que los representantes legales de los incapaces o menores de edad otorguen válidamente el consentimiento en nombre de sus representados. Es un acto esencialmente revocable; quien lo otorga puede modificar su decisión cuantas veces desee hasta el momento de su muerte. Es un acto de disposición de última voluntad, pues sólo produce efectos después de la muerte. La autorización podrá especificar los órganos cuya ablación se autoriza o prohíbe, pero para la hipótesis de que no se haya manifestado expresamente cuáles podrían ser extirpados, se entenderá que la voluntad del fallecido comprende todos los órganos y materiales anatómicos aprovechables de su cadáver. Asimismo, podrá especificar con que finalidad (implante, estudio e investigación) se autoriza la ablación. De no existir tal especificación, se entenderán abarcados exclusivamente los fines de implantación en seres humanos y excluidos los de estudio e investigación científica. TIPO DE CONSENTIMIENTO: PRESUNTO - Artículos 20 y 62 La Ley Nº 24.193 en su artículo 62 instaura, por primera vez en la Legislación Argentina, el principio del consentimiento presunto, según el cual toda persona capaz, mayor de dieciocho años que no hubiera manifestado su voluntad en forma negativa se presume que ha conferido en forma tácita la autorización para la ablación de sus órganos para después de su muerte. Cabe señalar que este principio del consentimiento presunto no es absoluto; se lo considera un sistema atenuado o mitigado en la medida que, en estos casos, aún cuando el individuo no se ha pronunciado respecto de la donación de sus órganos, es necesario recabar el consentimiento de sus familiares. SUJETO DE CONSENTIMIENTO - Artículos 21 y 22 La Ley 24.193 establece el procedimiento a seguir durante el desarrollo de un operativo de procuración de órganos, diferenciando dos supuestos. 2/2 El primero, previsto en el artículo 21, tiene lugar en el caso de muerte natural (v. gr. senectud, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, etc.) del potencial donante de órganos y tejidos. En estos casos prevalece el sistema del consentimiento expreso suplible. Corresponde en primer lugar al propio sujeto determinar el destino final de sus restos y su voluntad debe ser respetada. Ahora bien, en ausencia de manifestación expresa del potencial donante, la conformidad para la ablación de sus órganos debe ser otorgada por los familiares presentes en el lugar del deceso, de acuerdo con un orden prioritario y excluyente que la norma en comentario establece. En ausencia de las personas facultadas por la Ley para otorgar el consentimiento de que se trata, deberá solicitarse autorización al Juez Ordinario en lo Civil con competencia territorial en el lugar de la ablación. La cuestión no es igual en relación a los casos de muerte violenta (v. gr. accidente, homicidio, suicidio) del potencial donante, contemplados en el artículo 22. Desde la sanción de la primera ley de trasplantes siempre y en todos los casos de muerte violenta se solicita al juez de la causa la autorización para proceder a la ablación de los órganos y tejidos, más allá de que el fallecido hubiera o no manifestado en vida su decisión afirmativa en cuanto a la donación, o que sus familiares prestaran consentimiento para efectuarla. CONCEPTO DE MUERTE - Artículo 23 En nuestro derecho no existió una definición legal de "muerte" hasta la sanción de la ley 21.541 de 1977, la cual, en su artículo 21 determinaba que ella consistía en el "cese total e irreversible de las funciones cerebrales". Posteriormente, la ley 23.464 de 1987 modificó ese criterio, estableciendo que la muerte se manifestaba por la "cesación total e irreversible de las funciones encefálicas cuando hubiese asistencia mecánica". Más tarde, en 1993, la ley 24.193 estableció en su artículo 23 la obligación de verificación de un modo acumulativo de varios signos para detectar la muerte de una persona, a saber: a) ausencia irreversible de repuesta cerebral, con pérdida absoluta de conciencia; b) ausencia de respiración espontánea; c) ausencia de reflejos cefálicos y constatación de pupilas fijas no reactivas; y d) inactividad encefálica corroborada por medios técnicos o instrumentales adecuados a las diversas situaciones clínicas, siendo innecesario este último signo en caso de paro cardiorrespiratorio total e irreversible. La constatación de tales signos, debe repetirse a las seis horas de verificados por primera vez. La definición de "muerte" dada por la ley 21.541 tenía como fin a los trasplantes, lo que es inapropiado, pues el concepto de "muerte" debe ser único para todo el derecho, como lo es el de "concepción" de la persona humana. La "muerte", como hecho jurídico, tiene un valor de suma importancia para el derecho, pues con ella se producen efectos jurídicos de diversa índole, como la apertura del derecho sucesorio, la extinción del matrimonio, de la patria potestad, de la tutela, de la curatela, de los atributos de la persona, de sus derechos esenciales, etc. La ley de trasplante, por más que tenga fines determinados como lo son el trasplante propiamente dicho, el estudio y la investigación científica, establece un criterio único de muerte y es el que rige para todo el ordenamiento jurídico argentino.