EL SAHARA ESPAÑOL cadura, el cauce se divide en varios brazos que cambian y se desplazan de lugar constantemente, fenómenos que se acentúan en cada avenida y que está favorecido al quedar el terreno situado casi al mismo nivel que la playa. E n toda esta zona costera no aparece el conjunto inferior areniscosomargoso del Cretáceo, que con un tono gris destaca de los materiales rojizo-amanllentos del conjunto superior. ; Rebasada la zona de desembocadura, el litoral se hace cada vez más abrupto, debido a que el conjunto litológico inferior comienza a aparecer. T a l es lo que sucede hacia el paraje denominado Médano Santiago, cerca del pozo de Anuti. A l mismo tiempo, y más allá de Los Arbolitos, la costa se orienta al W S W . , siendo en general escarpada, dando lugar a un acantilado de unos 20 m. de altura, formado por los materiales inferiores arenáceos margosos del Cretáceo, que sólo aparecen cubiertos por una lumaquela muy fosilífera de 0,50 a 1 m. de potencia, y que forma hacia el interior un rellano sensiblemente horizontal. M á s hacia tierra adentro, un relieve de escarpes sucesivos marca los distintos niveles de lumaquelas del Cuaternario, que se ofrecen aquí sumamente típicos (lámina E , 1 2 ) . Hasta el Cabo Cabiño, la costa siempre tiene las mismas características morfológicas. Sólo hay que indicar que en esta zona los materiales inferiores grises del Cretáceo nos han parecido, observados desde el aire, que están plegados, lo que no hemos podido comprobar hasta ahora por observación directa sobre el terreno. Desde el saliente de Cabo Cabiño hasta el de Bojador, la línea de costa se articula irregularmente, siendo, en comparación con la generalidad de los del Sahara, bastante quebrada. El acantilado, de escasa altitud y con playas a su pie, alterna con zonas de extensos arenales, donde las tierras interiores bajas y llanas terminan. Hacia el Falso Cabo Bojador y en las inmediaciones del pozo de Haimermá, la costa recuerda a las de Cabo Juby, pues los materiales areniscosos y las lumaquelas del Cuaternario son los mismos, ofreciendo posición y características idénticas. En marea alta, las olas rompen contra el escarpe rocoso, que escasamente sobresale uno o dos metros de las tumultuosas aguas. La roca, corroída por el oleaje, es de aspecto escoriáceo, semejando sus peñones colosales esponjas. E n sus infinitas infractuosidades viven y se desarrollan, en cantidades prodigiosas, variadísima fauna litoral.