170 ANALES DE HISTORIA NATURAL. (40} La primitiva España era una uniforme y extensa zona arcaica, de igual ó mayor superficie que la actual, alzada en el conflicto de las dos fuerzas que han producido los trastornos monoclinales europeo y africano, las cuales desde los m á s remotos tiempos empezaron á ejercer su influjo sobre la corteza de esta parte del mundo al iniciarse su contracción. Este fenómeno, cuya causa nada tiene de común con los agentes eruptivos, —que no ha producido en rigor un levantamiento, sino al contrario, un hundimiento de segmentos cortados por líneas de fractura,—por más enorme que aparezca á nuestra vista, es un pormenor de la dilatada zona que constituye una de las líneas de máxima depresión oceánica, y en la que se verificó la emersión del gran macizo tabular español con sus dos inclinaciones occidental y meridional. El núcleo ha permanecido casi inalterable y luego con él las capas paleozoicas, y sólo experimentó un ligero descenso' que ocasionó la entrada del mar cretáceo en las partes más bajas para emergirse después de un modo definitivo. Las grandes dislocaciones del eoceno, que tanto afectaron á los Pirineos, no movieron tampoco á la región central de la Península, que ha realizado sus trabajos orogénicos con independencia completa de ellos, pues, los mismos pliegues del cretáceo y del terciario inferior de la Meseta, son obra exclusiva de empujes laterales y superficiales, y no de oscilaciones del cimiento relacionadas con las del resto de Europa. Los bordes de la Meseta se fueron recortando y dejando aisladas zonas vastas al Este y Mediodía: éstas se cubrían de sedimentos, que sufriendo presiones, se iban comprimiendo y doblando hasta romperse, pues es natural que la causa capaz de producir pliegues en los lechos flexibles, ocasione fracturas en los rígidos. Desgajadas las sierras andaluzas y las zonas concéntricas de Valencia y Murcia, pudieron subir y bajar alternativamente hasta en las épocas del plioceno y post-plioceno, al paso que la Meseta permanecía enclavada y estadiza desde la retirada del mar cretáceo. Las capas secundarias y terciarias sedimentadas en torno de la Meseta, eran empujadas por una fuerza cuyo foco se hallaba al Sur, la cual solo obraba naturalmente sobre la porción situada al Oriente y Mediodía, al paso que las restantes se sustraían á ella por la interposición del macizo rígido; así