La primitiva España era una uniforme y extensa zona ar

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ANALES DE HISTORIA NATURAL.
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La primitiva España era una uniforme y extensa zona arcaica, de igual ó mayor superficie que la actual, alzada en el
conflicto de las dos fuerzas que han producido los trastornos
monoclinales europeo y africano, las cuales desde los m á s
remotos tiempos empezaron á ejercer su influjo sobre la corteza de esta parte del mundo al iniciarse su contracción. Este
fenómeno, cuya causa nada tiene de común con los agentes
eruptivos, —que no ha producido en rigor un levantamiento,
sino al contrario, un hundimiento de segmentos cortados por
líneas de fractura,—por más enorme que aparezca á nuestra
vista, es un pormenor de la dilatada zona que constituye una
de las líneas de máxima depresión oceánica, y en la que se
verificó la emersión del gran macizo tabular español con sus
dos inclinaciones occidental y meridional.
El núcleo ha permanecido casi inalterable y luego con él
las capas paleozoicas, y sólo experimentó un ligero descenso'
que ocasionó la entrada del mar cretáceo en las partes más
bajas para emergirse después de un modo definitivo. Las
grandes dislocaciones del eoceno, que tanto afectaron á los
Pirineos, no movieron tampoco á la región central de la Península, que ha realizado sus trabajos orogénicos con independencia completa de ellos, pues, los mismos pliegues del cretáceo y del terciario inferior de la Meseta, son obra exclusiva de
empujes laterales y superficiales, y no de oscilaciones del
cimiento relacionadas con las del resto de Europa.
Los bordes de la Meseta se fueron recortando y dejando aisladas zonas vastas al Este y Mediodía: éstas se cubrían de
sedimentos, que sufriendo presiones, se iban comprimiendo y
doblando hasta romperse, pues es natural que la causa capaz
de producir pliegues en los lechos flexibles, ocasione fracturas
en los rígidos. Desgajadas las sierras andaluzas y las zonas
concéntricas de Valencia y Murcia, pudieron subir y bajar
alternativamente hasta en las épocas del plioceno y post-plioceno, al paso que la Meseta permanecía enclavada y estadiza
desde la retirada del mar cretáceo.
Las capas secundarias y terciarias sedimentadas en torno de
la Meseta, eran empujadas por una fuerza cuyo foco se hallaba
al Sur, la cual solo obraba naturalmente sobre la porción
situada al Oriente y Mediodía, al paso que las restantes se
sustraían á ella por la interposición del macizo rígido; así
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