ANDREA MANTEGNA, "El Tránsito de la Virgen" (1461) Mantegna es uno de los grandes personajes de la pintura italiana en el siglo XV. Sus logros permiten hablar de un renacimiento pleno, ajeno a las dudas y a los experimentos que observábamos en las pinturas anteriores. En Mantegna (1430/31-1506) las composiciones son sencillas y equilibradas, pero claras y majestuosas. Netamente visuales, en ellas, interiores con perfectas perspectivas arquitectónicas se unen sin dificultad a paisajes exteriores con un buen estudio del espacio en la naturaleza. En sus cuadros todo está proporcionado; personajes, objetos, muebles y arquitecturas; quedando atrás aquellos personajes "demasiado grandes" para el espacio que los contenía o que tomaban tamaño de la importancia que tenían en la escena representada. La luz obedece a criterios estrictamente visuales y sirve para dar volumen a las figuras y unirlas en la misma escena. Por lo demás, nuestro autor destaca por sus estudios de la perspectiva aplicada al cuerpo humano. En sus pinturas, los personajes adoptan las más variadas posiciones (tumbados, de espaldas, etc.), en un afán por encontrar el nexo entre las proporciones perfectas del cuerpo humano (la belleza ideal del Renacimiento) y su ubicación en el espacio, tal y como lo vemos.