Prevalencia de dislipidemias en pacientes mayores de 20 años de edad que acuden a la consulta en la unidad medico familiar No. 16 del instituto mexicano del seguro social del distrito federal del 1 de junio al 30 de diciembre de 2008. La enfermedad cardiovascular aterosclerótica representa la principal causa de morbimortalidad del mundo occidental, implicando altos costos en los servicios de salud. Aunque más de 200 factores de riesgo para esta enfermedad han sido identificados, estudios epidemiológicos recientes han demostrado que los niveles elevados de colesterol, particularmente los de LDL-colesterol continúan siendo el factor de riesgo mejor establecido para el desarrollo de la enfermedad cardiovascular. Son un factor de riesgo mayor reversible, y su prevención primaria es posible modificando los comportamientos de riesgo involucrados en su causalidad. Hasta el momento existen pocos estudios que evalúan las anormalidades de los lípidos; no obstante, algunos autores han demostrado que la población mexicana presenta predisposición genética para el desarrollo de diabetes tipo 2 e importantes tipos de dislipidemias primarias. El control de las dislipidemias es, junto a la erradicación del tabaquismo y el control de la HTA, la diabetes, la obesidad y el sedentarismo, una de las principales estrategias para el control de las enfermedades cardiovasculares. Estas estrategias pretenden evitar la implantación de hábitos y estilos de vida que favorecen la enfermedad (prevención primordial), evitar la aparición de nuevos casos de enfermedad entre personas libres de la misma (prevención primaria), y entre los que ya han sufrido un episodio cardiovascular previo (prevención secundaria). En virtud de la elevada incidencia, prevalencia y erogación económica generada por la ECV en todo el mundo, las medidas de prevención, detección y tratamiento oportuno de los factores de riesgo modificables para su desarrollo son de crucial importancia. En el caso de la dislipidemia, su tratamiento mediante acciones farmacológicas y no farmacológicas, a través de programas poblacionales o individuales, permitirá la disminución de su prevalencia. Sin embargo, resulta necesario ampliar las conductas de diagnóstico, aun en sujetos al parecer sanos, pero que tienen factores de riesgo para enfermedad cardiovascular (ECV).