La equivocada concepción de la Desviación de Poder en el derecho colombiano. El principio de legalidad es el imperativo teórico al cual debe acomodar siempre sus actuaciones la Administración pública. De no hacerlo, y abandonar, en cambio, los cauces del ordenamiento jurídico, tales actuaciones serán ilegales y por tanto susceptibles de ser declaradas ilegales Así lo precisan los artículos 137 y 138 de la Ley 1437 de 2.011 (CPACA), al manifestar que la nulidad, tanto de los actos administrativos generales como particulares, “ procederá cuando hayan sido expedidos con infracción de las normas en que deberían fundarse”1. Esta causal general fue progresivamente desarrollada tanto por la doctrina y la jurisprudencia como por el derecho positivo estableciendo varias formas a través de las cuales un acto de la Administración puede llegar a violar una norma jurídica de superior jerarquía. Estas forman se conocen como causales de ilegalidad o de anulación2. Al lado de la Incompetencia, los Vicios de forma y procedimiento, la Ilegalidad en cuanto al objeto y la Falsa Motivación, está entre ellas el Desvío o desviación de poder. De acuerdo con lo dispuesto en el Código Contencioso Administrativo de 1.984, un acto administrativo es nulo cuando la autoridad administrativa toma una decisión con desviación de las atribuciones propias del funcionario o corporación que lo profirió, fórmula que, como veremos en seguida, se repite en los artículos 137 y 138 del nuevo código, aún más recortada. Causal general que estaba consagrada en el artículo 84 del anterior CCA, que al referirse a la acción de nulidad, determinaba que ella procedía “cuando los actos administrativos infrinjan las normas en que deberían fundarse”. 2 RODRÍGUEZ R. Libardo. Derecho Administrativo General y Colombiano, 17 ed. TEMIS, Bogotá, 2.011, p. 310 1 1 Calle 127B No. 14A - 61 – 1004 –Teléfonos: 626 1641 cfsaavedra@sbabogados.co rasbe@sbabogados.co Bogotá, D.C-Colombia Un repaso, tanto de la doctrina como de la jurisprudencia permite deducir cómo este vicio de los actos de la Administración tiende a interpretarse reiteradamente, no sólo desde la perspectiva de los funcionarios como tales, es decir, no como comportamientos institucionales, o como faltas de la Administración, sino como faltas propias de los individuos a través de los cuales ella actúa. La aplicación de la técnica de la desviación de poder supone, en primer lugar, un juicio sobre las intenciones de la Administración ( y no de sus servidores o funcionarios), para establecer si existió o no una voluntad que se aparta de las obligaciones de aquella. En una etapa ya remota del contencioso administrativo, la doctrina llegó a plantear que el aludido vicio tenía una naturaleza especial y que el control que a través de él se realiza no es solo de estricta legalidad, sino también de moralidad o ética administrativa. Se trata de una polémica superada ya desde hace mucho tiempo, y cuyo interés, completamente histórico en otros ámbitos, guarda infortunadamente una inexplicable vigencia en nuestro derecho Administrativo. Fue el célebre decano HAURIOU quien sostuvo a comienzos del siglo pasado que la desviación de poder sometía a la Administración a un control de moralidad3. De este modo, el acto administrativo viciado por desviación de poder no sería, pues, ilegal sino contrario a la moralidad administrativa. Esa tesis resultó seductora para algunos seguidores y discípulos del maestro francés, incluso en el derecho español, como ÁLVAREZ GENDÍN, autor de amplia influencia en nuestros propios doctrinantes, aún hasta épocas muy recientes. Éste énfasis en elementos éticos y morales de la actuación administrativa llevó probablemente al legislador colombiano a confundir el plano institucional de los actos administrativos y su motivación, con las actuaciones individuales de los funcionarios. No de otra manera se explica, por ejemplo, que, como ya se advirtió, el Código Contencioso Administrativo, 3 HAURIOU, M. Précis de Droit Administratif et de Droit Public, 1.927, p. 419. 2 Calle 127B No. 14A - 61 – 1004 –Teléfonos: 626 1641 cfsaavedra@sbabogados.co rasbe@sbabogados.co Bogotá, D.C-Colombia (Decreto-Ley 01 de 1.984) proclamara que la Acción de Nulidad procederá, entre otras causales, cuando los actos administrativos hayan sido expedidos “. . . con desviación de las atribuciones propias del funcionario o corporación que los profirió.” La cuestión empeora en el texto del artículo 137 de la Ley 1437 de 2.011 cuyo texto autoriza la ahora llamada pretensión de nulidad, cuando el acto administrativo se expida, entre otras razones, “con desviación de las atribuciones propias de quien lo profirió”, con lo que se elimina incluso la referencia institucional. Como lo señala críticamente la doctrina española actual, tal fue la concepción que de la desviación de poder mantuvo durante mucho tiempo el Tribunal Supremo de ese país, que desde sus primeras sentencias venía repitiendo expresiones tales como “el cauce ético del que se aparta la Administración”, “La esfera de la ética”, el medio de moralizar la acción administrativa”, o “el plano superior al de la legalidad” al que la desviación de poder pertenece4. Por ese mismo camino, adoptado sin duda por nuestro derecho contencioso administrativo, fue fácil deslizarse hacia la consideración, no ya de la actuación de los entes administrativos, y ni siquiera de los funcionarios, sino de las personas de estos últimos, para llegar hasta la exótica presunción de dolo en su comportamiento subjetivo como lo hace la Ley 678 de 2.0015. CHINCHILLA MARÍAN, Carmen, La Desviación de Poder, Thompson Civitas, Madrid, 2.004, 182. Una disposición verdaderamente infortunada donde sin ninguna explicación lógica se distribuyeron las causales de nulidad de los actos administrativos entre la culpa grave y el dolo consagrando presunciones en contra de los funcionarios, en los arts. 5 y 6, para efectos de la acción de repetición. Concretamente el artículo 5 establece la presunción de dolo contra el funcionario, cuando el acto administrativo haya sido anulado por la jurisdicción, en los siguientes términos: 4 5 “La conducta es dolosa cuando el agente del Estado quiere la realización de un hecho ajeno a las finalidades del servicio del Estado. Se presume que existe dolo del agente público por las siguientes causas: 1. Obrar con desviación de poder. 2. Haber expedido el acto administrativo con vicios en su motivación por inexistencia del supuesto de hecho de la 3 Calle 127B No. 14A - 61 – 1004 –Teléfonos: 626 1641 cfsaavedra@sbabogados.co rasbe@sbabogados.co Bogotá, D.C-Colombia Por el contrario, en otros ámbitos como el francés o el español, hoy puede decirse que apenas se encuentran referencias a la moral o a la ética “administrativa” en las sentencias de los Tribunales, y antes, al contrario, predominan las resoluciones en las que resueltamente se afirma que “ la desviación de poder es una figura, o mejor un vicio- de legalidad estricta y no de moralidad administrativa, por lo que cabe perfectamente . . . que se persiga una fiscalidad de interés público, no inconfesable, y que, a pesar de ello, se produzca el mencionado vicio …” ( STS de 4 de marzo de 1.996, ponente, Barrio Iglesias, R. 1856)6. Mientras que en Francia DUGUIT y BONNAR concibieron la desviación de poder como una técnica de control de la finalidad de los actos administrativos y WALINE rebatió uno por uno los argumentos moralistas de HAURIOU, en España fue Santiago MARTÍN RETORTILLO quien reaccionó por primera vez contra la concepción ética de la desviación de poder sosteniendo que su plano auténtico era el de la estricta legalidad: “…no puede establecerse como principio esencial de la desviación de poder el que siempre y directamente haya que analizar los motivos subjetivos y personales del agente para llegar a la intimidad del acto, tal como lo establece la doctrina de la moralidad: tal análisis, cuando se realiza, no es sino con el carácter instrumental de poder determinar en razón del mismo la tipicidad del acto”7. decisión adoptada o de la norma que le sirve de fundamento. 3. Haber expedido el acto administrativo con falsa motivación por desviación de la realidad u ocultamiento de los hechos que sirven de sustento a la decisión de la administración. 4. Haber sido penal o disciplinariamente responsable a título de dolo por los mismos daños que sirvieron de fundamento para la responsabilidad patrimonial del Estado. 5. Haber expedido la resolución, el auto o sentencia manifiestamente contrario a derecho en un proceso judicial. Op. Cit, p. 183. MARTÍN-RETORTILLO, Santiago, “La desviación de poder en el Derecho español”, R.A.P., 22 1957, p. 148150. 6 7 4 Calle 127B No. 14A - 61 – 1004 –Teléfonos: 626 1641 cfsaavedra@sbabogados.co rasbe@sbabogados.co Bogotá, D.C-Colombia Esta misma tesis es sostenida por GARCÍA de ENTERRÍA Y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ en su Curso de Derecho Administrativo: “… el vicio de desviación de poder es un vicio de estricta legalidad. Lo que se controla a través de esta técnica es el cumplimiento del fin concreto que señala la norma habilitante y ese control se realiza mediante criterios jurídicos estrictos y no mediante reglas morales … Lo que está en juego, por tanto, es la legalidad administrativa y no la moralidad del funcionario o de la propia Administración”8. En términos aún más contundentes, J. SANTAMARÍA, comentando el restringido uso de la institución en la jurisprudencia de su país, ha dicho: “. . . si se piensa que anular un acto administrativo por desviación de poder equivale poco menos que a llamar inmoral o sinvergüenza a la autoridad que lo dictó, - lo cual no es en absoluto cierto- no es extraño que los Tribunales contenciosos que así razonan se hayan mostrado reticentes a acoger este vicio en sus pronunciamientos”9. En suma, siendo la desviación de poder un vicio del acto administrativo de naturaleza estrictamente jurídica que se configura por el uso de una potestad legal con un fin distinto al que la ley le determina, bien puede ese fin ser incluso bien intencionado: de todos modos se viciará el acto y ello acarreará su anulación. Por eso presumir siempre detrás del desvío de poder la intención dolosa es totalmente equivocado, y por ello semejante presunción carece completamente de asidero fáctico y jurídico. Un célebre fallo del Consejo de Estado francés, que permitió precisamente concretar el concepto del desvío de poder como medio de anulación de los actos administrativos ilustra de manera muy clara estas afirmaciones: la ley de 2 de agosto de 1.872 había decidido la nacionalización de las fábricas de cerillas para convertirlas en un monopolio estatal con el fin de financiar los gastos militares, previo el pago de indemnización a los industriales. GARCÍA de ENTERRÍA, Eduardo, FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Tomás-Ramón, Curso de Derecho Administrativo 9 J. SANTAMARÍA, “Renovación dogmática en torno a la desviación de poder como instrumento de control” R.E.D.A., 2 1974, p. 8 5 Calle 127B No. 14A - 61 – 1004 –Teléfonos: 626 1641 cfsaavedra@sbabogados.co rasbe@sbabogados.co Bogotá, D.C-Colombia Preocupado por reducir el monto de las indemnizaciones, el Ministro de finanzas hizo que las autoridades departamentales dispusieran el cierre de algunas fábricas con el argumento cierto de que su funcionamiento no satisfacía las normas legales sobre establecimientos peligrosos, incómodos o insalubres. El Consejo de Estado anulará los decretos de las autoridades departamentales (prefectos) porque habían utilizado los poderes de policía “ con un objeto distinto en razón del cual, éstos les habían sido conferidos” (CE, 26 de noviembre de 1.875, Fallos Pariset y LaumonnierCarriol, ) Es claro que la motivación del Ministro, en tanto que representante del Estado era el beneficio financiero del mismo, y en ese sentido, aunque no hay duda de que el fin podía ser de interés general, los actos administrativos debían declararse nulos por desviación de poder. Pero nunca interpretó la doctrina que la actuación personal del Ministro, además de administrativamente desacertada, pudiera considerarse también dolosa. No fue esta la manera de razonar de la Corte Constitucional al examinar la conformidad de la Ley 678 de2.001 con la Carta Fundamental. Dijo en ese entonces la Corte: “ … con estas presunciones legales de dolo y culpa grave el legislador busca hacer efectivo el ejercicio de la acción de repetición en la medida en que el Estado, al formular la correspondiente demanda, deberá probar solamente el supuesto fáctico en el que se basa la presunción que alega para que ésta opere, correspondiéndole al demandado la carga de desvirtuar el hecho deducido a fin de eximirse de responsabilidad, con lo cual no sólo se garantiza su derecho de defensa sino que se logra un equilibrio en el debate probatorio que debe surtirse en esta clase de actuaciones, sin que pueda pensarse que por esta circunstancia se vulnera el debido proceso. 6 Calle 127B No. 14A - 61 – 1004 –Teléfonos: 626 1641 cfsaavedra@sbabogados.co rasbe@sbabogados.co Bogotá, D.C-Colombia Estos propósitos quedaron consignados en la exposición de motivos al proyecto de ley que luego se convirtió en la Ley 678 de 2001, donde se justificó el régimen de presunciones contemplado en las normas impugnadas al reconocer que "el legislador debe facilitar el debate probatorio para no hacer de la acción de repetición una misión imposible. Señalar causales de presunción de dolo y la culpa grave resulta conveniente y necesario, puesto que en el proceso de repetición sólo deberá probarse el supuesto de hecho en que se funda la presunción, con el objeto de invertir la carga de la prueba para hacer de la acción una herramienta efectiva y eficaz. En otras palabras, resultará suficiente para la parte demandante demostrar una de las causales que se señalan para presumir que el funcionario actuó con dolo o culpa y, por consiguiente, a la parte demandada demostrar que el supuesto de hecho que se alega no se configuró. Por lo anterior, cree la Corte que de no haber apelado el legislador a la figura de las presunciones de dolo y culpa grave que consagran las normas acusadas, realmente muy difícil sería la tarea de adelantar con éxito un proceso de repetición contra el agente estatal que con su conducta dolosa o gravemente culposa ha dado lugar a una condena de reparación patrimonial en contra del Estado, y también se harían nugatorios los propósitos trazados por el legislador con la expedición de la Ley 678 de 2001, de promover la efectividad de los principios constitucionales de la moralidad, eficiencia y economía en el ejercicio de la función pública.”10 Parece entonces que lo que realmente se buscó al integrar las presunciones legales de culpa grave y dolo en la Ley 678 de 2001, fue facilitar la labor de las entidades estatales en el ejercicio probatorio en al momento de interponer la referida Acción. Detrás de esta manera de razonar hay una confusión que se aposentó en el derecho administrativo colombiano y que ha venido siendo repetida por el legislador. Ella viene de una 10 Corte Constitucional, Sentencia C-374 del 14 de mayo de 2002. M.P. Clara Inés Vargas Hernández. 7 Calle 127B No. 14A - 61 – 1004 –Teléfonos: 626 1641 cfsaavedra@sbabogados.co rasbe@sbabogados.co Bogotá, D.C-Colombia etapa primitiva de esta disciplina jurídica y ha sido abandonada hace tiempo por la doctrina contemporánea. Infortunadamente, con su tratamiento del tema, el nuevo CPACA (ley 1437 de 2.011), no contribuyó a actualizar la concepción de la Desviación de Poder. 8 Calle 127B No. 14A - 61 – 1004 –Teléfonos: 626 1641 cfsaavedra@sbabogados.co rasbe@sbabogados.co Bogotá, D.C-Colombia