Cochayuyo, el alga desconocida

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Cochayuyo, el alga desconocida
por
Antolín de la Torre.
(Artículo publicado en la revista Novaone, enero 2.003)
Cuantas veces habremos oído que el mar es la despensa del futuro.
En efecto mientras que un animal terrestre puede tener un número
limitado de hijos en su vida, los animales marinos y los peces en especial, pueden tener prácticamente millones de alevines, que la
madre naturaleza se encarga de disminuir. El pez grande se come al
chico, un viejo refrán español, nos confirma lo expuesto.
Las granjas marinas y las piscifactorías cada vez más frecuentes en
nuestro país se encargan de suministrar los peces de especies mas
deseadas para la
alimentación humana, y es que teóricamente
cualquier animal marino, como cualquier animal terrestre, se puede
desarrollar
en
relativa
cautividad
si
reproducimos
su
hábitat,
eliminando sus posibles depredadores y alimentándolos de forma
conveniente, sirviendo así de sustento a los humanos.
Pero cuando nos referimos a que el mar puede ser la despensa del
futuro, inconscientemente pensamos en que estos alimentos son los
peces que de forma natural, se capturan con
nuestros barcos pes-
queros o se cultivan en granjas marinas. Pero vayamos un poco más
allá.
La alimentación humana no solo obtiene alimentos de la carne y del
pescado sino también de vegetales, que como en el caso descrito de
granjas de animales terrestres o de granjas marinas, se pueden obtener de la misma forma y así un huerto o un invernadero de los que
tanto abundan por el sur de España, no son sino una granja de especies vegetales, que en su forma salvaje son escasos, han desaparecido o se han querido mejorar, eliminando los posibles animales herbívoros que les puedan perjudicar, los parásitos, alimentándolos con
abonos nitrogenados etc. En otras palabras siguiendo las mismas
técnicas que con las granjas de animales terrestres o marinos.
Pues bien, el mar nos ofrece también alimentación de tipo vegetal en
la cual no pensamos, porque nuestra cultura hasta ahora no lo ha requerido. Nos referimos principalmente a las algas, que si en la cultura
europea no han sido hasta ahora apreciadas como una base de alimentación directa,
ha sido sin embargo en otro tipo de culturas el
sustento de muchas generaciones
Los lectores que sigan mis artículos saben que he sido y soy un viajero impenitente y que en mi ya larga vida he viajado por los países
más diversos. Puede ser que por afinidad del idioma, de gentes y de
culturas, siempre que he podido he viajado a Latino América y fue
en Chile, país por el que siento verdadero cariño y donde por cierto
los extranjeros no se sienten extraños, especialmente los españoles,
(hay una vieja canción chilena que dice “...y veras como quieren en
Chile al amigo cuando es forastero”...), donde en una de las comidas
que hice con unos amigos en la ciudad portuaria de Portó Montt, me
preguntaron si quería probar Cochayuyo. La sola palabra despertó mi
curiosidad, y como siempre sigo la norma de donde fueres haz lo que
vieres, al ver que mis amigos lo pedían para ellos asentí. Siguieron
preguntando que como quería comerlo si con patatas (papas dicen
allí) al estilo
marinero e inmediatamente asocie el guiso con el fa-
moso marmitako, que los marineros españoles hacen a bordo de los
barcos y que a mí particularmente me parece una delicia. Así que
pensando que era algo parecido a nuestro marmitako, es decir un
guiso de patatas con pescado, aprobé la elección y espere con curiosidad lo que me iban a traer. Al poco rato de pedirlo, el camarero nos
trajo una gran marmita, en la que efectivamente había patatas, guisantes, cebolla, tomate, especies, aceite de oliva mezclados con unos
trozos de “algo” carnoso, de sabor muy especial (diría que sabia a
“mar”) y que yo identifiqué con algún tipo de pescado, aunque no sabia exactamente cual. La verdad es que aquel marmitako “made in
Chile”, estaba delicioso. Pero cual no seria, mi sorpresa cuando después de dar buena cuenta de aquel guiso, pregunté que pescado estaba comiendo. Mis amigos chilenos se miraron los unos a los otros y
estallaron en carcajadas. “Estas comiendo Cochayuyo, el alga más
popular en toda la costa del Pacífico americana y especialmente en
Chile”, me dijeron. Examine nuevamente aquellos trozos carnosos de
sabor excelente, a puro mar, y tuve que rendirme a la evidencia. Con
aquel guiso, que nada tenia que envidiar a una marmitako español,
estaba comiendo un alga que le comunicaba un sabor exquisito.
Inmediatamente mi imaginación empezó a correr y por mi profesión
dedicada enteramente a la medicina natural, pensé en los innumerables amigos y clientes vegetarianos, y que aun siéndoles, estaba
seguro no desdeñarían un plato como aquel que yo había comido, en
el que a pesar repito, de su excelente sabor estaba cocinado únicamente con vegetales. Las posibilidades eran inmensas desde el
punto de vista culinario. Allí donde hubiese un plato donde entrase
como ingrediente principal un pescado, este podía ser sustituido por
el Cochayuyo. Ensaladas, sopas, guisos y hasta la típica paella española podrían ser confeccionadas con un sabor increíble, con la particularidad de que solamente se emplearían vegetales en la elaboración
Termine el almuerzo con mis buenos amigos chilenos y
empujado
por mi curiosidad y por mi profesión, empecé a investigar sobre el
famoso Cochayuyo
Por la mañana fui a un mercado donde pude ver a los indios autóctonos (puede que fuesen, onas, mapuches o araucanos) vendían en
pequeños haces unas fibras secas, anudadas con una cuerda, que
me recordaban la forma de venta de los espárragos trigueros en España. Era la forma tradicional de vender el Cochayuyo localmente
Mas tarde entré en una biblioteca pública, donde pedí un libro que
me explicase el origen, las propiedades, las formas de presentación
etc. de esta alga y así pude saber que el Cochayuyo se llama real-
mente Durvillea Antarctica, que pertenecía a la familia de algas
phaeophitas o algas pardas y que era una de las algas comestibles de
mayor tamaño, ya que en algunos casos llega a medir hasta 20 metros de longitud.
Mi curiosidad siguió hasta el punto que me interesó como los aborígenes recolectaban esta alga y…aquella recolección me recordó al
percebe, marisco por excelencia de las costas gallegas, porque el cochayuyo crece sobre las rocas batidas por el mar, especialmente
donde el oleaje es muy intenso y donde hay cierta profundidad. Hasta
esas peligrosas rocas bajan aquellas buenas gentes, muchas veces
con grave peligro de su integridad física, y las cortan entre ola y ola,
dejando que el mismo mar las arrastre a la playa, donde las dejan
secando al sol para su posterior consumo.
El cochayuyo, ha sido tradicionalmente el alimento de los mapuches y
su consumo se pierde en la antigüedad
sin precisar cuando real-
mente esta raza empezó su consumo.
Hasta aquí todo era una historia culinaria, en cierto modo algo anecdótica, pero al seguir estudiando las características de esta alga, empecé a darme cuenta de que además de sus extraordinarias posibilidades debidas a su textura, a su volumen, a su consistencia totalmente carnosa y especialmente a su sabor intensamente marino, su
composición nutricional era extraordinaria, incluso comparándola con otras algas que ya conocía y cuyo consumo ya habían llegado a Europa, aunque de forma tímida y esporádica, y no con el
éxito estaba seguro, que podía tener el Cochayuyo si este llegase a
comercializar en el viejo continente.
A mi regreso a Santiago, el paso siguiente fue visitar a unos amigos,
fabricantes de productos dietéticos chilenos tradicionales (en otros
artículo les podré comentar sobre algunos remedios autóctonos de
increíbles resultados desconocidos en España, como el aceite de lobo
marino, por ejemplo que baja las cifras de colesterol LDL drásticamente), que comercializaban el Cochayuyo de forma industrial y con
todas las garantías sanitarias, liofilizando el producto, cortándolo en
trozos y exportando la mayor parte de su producción a Japón, donde
el mercado para este producto es espectacular.
Mi amigo, dueño de los Laboratorios y de origen español, me facilitó
unos datos valiosísimos y comparativos con el resto de las algas de
consumo mas conocido, resultando que el Cochayuyo tiene la cantidad de yodo mas equilibrada respecto al consumo diario de este elemento
(140g-160 mg por cada 100 gramos), y no solamente esto
sino que figura entre los alimentos con mayor contenido en fibra (48
mg por 100 g), calcio (1.160 mg por 100 g),
hierro (30 mg por
1.000 g), además de otros elementos como magnesio o manganeso.
Cualquier persona que tenga unos conocimientos de dietética, pensará que he cometido un error al dar estas cifras, por la sencilla razón
de que si comparamos el contenido en calcio o hierro del Cochayuyo
con otros alimentos como la leche o las lentejas respectivamente,
considerados como los de mayor contenido en estos elementos (contenido en calcio de la leche 125 mg por cada 100 g. y contenido en
hierro de las lentejas 7 mg por cada 100 g) las diferencias son espectaculares a favor del Cochayuyo, pero reales. Comprueben que
comparado con la leche, el contenido en calcio es casi
diez
veces mayor y del hierro comparado con las lentejas aproximadamente cinco veces mayor.
Pero si espectaculares son las diferencias con los elementos descritos
anteriormente, no lo es menor
su aporte proteínico, conteniendo
aminoácidos esenciales hasta un 49 % del total de sus proteínas,
siendo éstas superiores si las comparamos con cereales tradicionales
como el maíz, el trigo o el arroz integrales. Observen Vds. en el siguiente cuadro algunas comparaciones mas
Pasamos pues de que un alga con propiedades culinarias excepcionales, podía ser utilizada en dietética por su composición como eficaz
aliado para muchos tratamientos naturopáticos. Como me explicó mi
amigo propietario del laboratorio de Santiago, el Cochayuyo es ideal
para incluirlo en dietas de control de peso, en pacientes con cifras
altas de colesterol, en dietas depurativas, en caso de gastritis o
acidez de estomago, en la prevención de bocio, en personas
hipotensas, en casos de estreñimiento y un sin fin de tratamientos
mas que no es cuestión de detallar en este articulo, pero es que a la
vista de su bajo contenido en grasas, por su importante contenido en
vitaminas, proteínas y fibras y por su extraordinario contenido
porcentual en calcio, hierro y iodo es un elemento a tomar muy en
cuenta en las modernas técnicas dietéticas y que si hasta ahora en
España
no
ha
sido
prácticamente
utilizado,
ha
sido
por
el
desconocimiento de sus existencia.
Afortunadamente, se comercializa ya en España en varios tipos de
envases de 50 g. 100 g. y 500 g. de producto liofilizado (este último
envase industrial destinado especialmente a restaurantes principalmente vegetarianos). El producto que llegará a nuestro país hay que
cocerlo aproximadamente 10 minutos para alcanzar su textura y volumen original (el volumen una vez adquirida el agua de constitución
es aproximadamente diez veces el volumen del producto liofilizado) y
tendrá un precio muy aceptable para el mercado español.
Para mas información teléfono 914455154
Antolín de la Torre es Licenciado en Ciencias Químicas, Doctor en
Naturopatia, Diplomado en Ciencias Biológicas de la Salud y Master
en medicina quántica.
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