Hay demasiadas empresas micro y pocas medianas” 29 Marzo, 2010 - 00:17 La economista del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Carmen Pagés Serra, propone un cambio radical en la forma en que funciona el apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas: hay que preocuparse menos de la generación de empleo y enfocarse más en el impulso a la productividad. “Lo que hemos tenido son buenas intenciones, que no han traído buenos resultados: si se ha generado mucho empleo, pero de baja calidad”. Si las Pymes que están en el nivel más bajo de la productividad se pusieran al nivel de las que están en el nivel medio o alto en este rubro… se duplicaría el PIB per cápita de la región, afirma Pagés Serra. “En América Latina casi no hay programas de apoyo a las buenas ideas que no tienen capital ni patrimonio”. Ella es la autora de La era de la productividad, un libro presentado la semana pasada en México. Ahí postula que el gran problema de América Latina es el mediocre desempeño continental en materia de productividad. De los 20 países con los peores índices en términos de productividad del mundo en los últimos 45 años, la mitad pertenece a América Latina y el Caribe. “Más que inversiones adicionales, los países de la región deben hacer un mejor uso del capital físico y humano existente”, dijo. En este contexto resulta fundamental la revisión de la política industrial y, en particular, los apoyos a las Pymes. “Hay buenas intenciones que no han podido concretarse, entre otras cosas tenemos el problema que no se hacen buenas evaluaciones de los programas. Un factor que afecta es que la recolección de datos es dificilísima. En este país, por ejemplo, hay 3 millones de establecimientos”. ¿Cómo hacer los cambios, cómo empezar? “Lo que decimos en el libro es que de la misma manera que hubo un pacto social al final de los 90, que buscaba la estabilidad macroeconómica, tenemos que alcanzar un nuevo pacto por la estabilidad y el crecimiento, no basta con ser estables, hay que ser estables y crecer. “Nosotros planteamos que debe haber dos tipos de políticas: una que apoye a empresas que tienen buenas ideas y buenos proyectos, pero que están restringidas en su capacidad de llevarlas a cabo. El segundo caso es para empresas que no son muy productivas, pero que tienen un buen plan para mejorar su productividad… Para el resto la política debe ser más bien política social”. ¿Cómo han evolucionado en las políticas públicas para Mipes, estamos avanzando o retrocediendo? “Creo que vamos avanzando en la línea, y que vamos aprendiendo en el camino. Por eso manejamos mucho la importancia de hacer relaciones de impacto, que no nos enamoremos de nuestras propias ideas en política públicas, sino que sometamos a escrutinio y veamos no solamente si las hipótesis bajo las cuales están fundadas resultaron ser ciertas”. En su libro usted observa que hay pocas empresas medianas y demasiadas micro, ¿cuál es el problema… hay solución? “Esto es muy claro en el caso de México, aquí el número de empresas medianas es muy bajo, como proporción del total. La productividad y las posibilidades de supervivencia son mucho mayores en las medianas que en las micro, en promedio. En toda la región nos encontramos con obstáculos importantes para que este sector de Pymes se convierta en uno más grande. “Para que las empresas que hoy son pequeñas se conviertan en medianas, el crédito es muy importante y no podemos minimizar el impacto de los costos de transporte. Mejorar el costo de transporte es como bajarle los aranceles a las empresas, las sujetas a la competencia internacional. La región se ha abierto al resto del mundo con los TLC, pero no le ha sacado tanto jugo porque los costos de transporte siguen siendo altos todavía”. Llama la atención que usted defiende la necesidad de una política industrial. Su posición parece más pragmática que ideológica…afortunadamente “Exacto, Estado inteligente y Estado eficiente. Nos atrevimos a poner un capítulo sobre “Política industrial”, decimos que el papel del Estado debe ser proactivo y comedido. Proactivo en el sentido de que creemos que sí hay oportunidades que el Estado puede ayudar a detonar. Hay muchas fallas de coordinación, como desde pensar ‘yo haría un hotel pero como no tengo un aeropuerto no lo voy a construir, o bien, para qué hago un aeropuerto si no tengo un hotel’. De ese tipo es la falta de coordinación y el Estado debe buscar dónde existe su capacidad de detonar actividades. “En el libro también proponemos una serie de instituciones, es necesario que existan los mecanismos de apoyo público y privado, y que haya una buena conexión con el sector privado porque es muy difícil saber qué bien público le falta a un sector sin el apoyo del sector privado”. CREDITO: L. M. González y A. M. Rosas / El Economista