No todos somos huérfanos

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Cuentos con Valores - Historias con valores
No todos somos huérfanos
CategorÃ-a : CUENTOS 12
Publicado por Admin el 1/5/2014
Estoy seguro de que muchos de nosotros nos sentimos un tanto huérfanos. Un poco parecido a
cuando muere alguno de nuestros padres. Nos consuela pensar que él se ha ido al cielo y está
con el Señor.
Pero nosotros nos quedamos sin él. Sólo nos quedan su recuerdos. ¿No nos sucederá algo
parecido como cristianos? Desde que Jesús se nos fue de nuevo al Padre, sentimos que hemos
quedado huérfanos de él. ¿No fue esa la primera experiencia de los discÃ-pulos? Los
discÃ-pulos de Emaús dan la impresión de sentirse unos huérfanos que ahora van a refugiarse a
la casa de los abuelos.
Estoy seguro de que muchos de nosotros nos sentimos un tanto huérfanos. Un poco parecido a
cuando muere alguno de nuestros padres. Nos consuela pensar que él se ha ido al cielo y está
con el Señor. Pero nosotros nos quedamos sin él. Sólo nos quedan su recuerdos. ¿No nos
sucederá algo parecido como cristianos? Desde que Jesús se nos fue de nuevo al Padre,
sentimos que hemos quedado huérfanos de él. ¿No fue esa la primera experiencia de los
discÃ-pulos? Los discÃ-pulos de Emaús dan la impresión de sentirse unos huérfanos que ahora
van a refugiarse a la casa de los abuelos.
Y sin embargo Jesús nos dice claramente: “No os dejaré huérfanos, volveré―.
No os dejaré huérfanos porque estaré con el Padre, pero también seguiré con vosotros.
Estaré con vosotros, no como hasta ahora, sino mucho más presente, porque estaré en medio
de vosotros y estaré con vosotros.
No os dejaré huérfanos porque “pediré al Padre os dé otro defensor que esté siempre
con vosotros―.
No estamos huérfanos, porque no solo él seguirá con nosotros sino que nos regalará al
EspÃ-ritu Santo que vive en nosotros, está en nosotros y nos guiará hasta la verdad plena.
No solo no seremos unos huérfanos de Dios sino que seremos “hombres y mujeres nuevos,
reanimados y habitados por el EspÃ-ritu de Dios―. Y como hombres y mujeres nuevos, nuestra
vida será distinta como es distinta la de Jesús junto al Padre.
Ya no seremos los hombres y mujeres que viven siempre bajo el miedo y la cobardÃ-a, sino que una
nueva savia correrá por dentro de nosotros que nos hará florecer en una primavera de coraje, de
valentÃ-a, de ánimo y de esperanza.
Ya no seremos hombres y mujeres esclavizados por la ley, sino animados por el EspÃ-ritu.
Ya no seremos hombres y mujeres que tengamos que vivir siempre pendientes de la autoridad de
los hombres. Ni serán ellos quienes nos marquen cada dÃ-a el camino. Ni serán ellos quienes nos
tengan que decir cada dÃ-a lo que tenemos que hacer.
Será el EspÃ-ritu el que nos haga sentir la experiencia de Dios, la experiencia del Resucitado en
nuestros corazones como los verdaderos animadores de nuestro espÃ-ritu.
Será el EspÃ-ritu el que nos haga madurar de nuestra condición de niños y nos haga adultos en
la fe y maduros en la verdad.
“No seremos huérfanos― sino que sentiremos más hondamente la paternidad de Dios y
nuestra condición de hijos. Experimentaremos mucho más profundamente que Dios no es alguien
lejano al que es preciso tenerle miedo, sino que es Padre. Y experimentaremos nuestra libertad de
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hijos. Y sentiremos que nuestras vidas no están:
Dirigidas desde fuera por otros.
Dirigidas desde fuera por los mandatos de los hombres.
Dirigidas desde fuera por la obediencia a la ley.
Sino que están dirigidas por el EspÃ-ritu de la verdad. “Que nuestras vidas no están
programadas por las prohibiciones― sino por las mociones del EspÃ-ritu dentro de nosotros.
“Cuando el creyente vive esta experiencia del EspÃ-ritu, el creyente descubre que ser cristiano
no es un peso que oprime y atormenta la conciencia, sino que es dejarse guiar por el amor creador
del EspÃ-ritu que vive en nosotros y nos hace vivir con una espontaneidad que nace no de nuestro
egoÃ-smo sino del amor―. (Pagola)
“No quedaremos huérfanos― porque recibiremos el “EspÃ-ritu de la verdad― que nos
hará libres frente a la mentira del mundo.
Que nos hará fuertes para resistir a la mentira.
Que nos hará valientes para confesar la verdad.
Que nos hará testigos de la verdad en un mundo de engaño y mentira.
Que nos hará sentir que no solo los que mandan tienen la verdad sino que también Dios habla a
través de nosotros y de nuestra verdad. Porque el mismo EspÃ-ritu que ilumina a los de arriba
también ilumina a los de abajo. Es el EspÃ-ritu que habita en toda la Iglesia, en todo el Pueblo de
Dios.
Que nos haré fuertes para saber discernir la verdad y la mentira venga de arriba o venga de abajo.
Que nos hará capaces de decir la verdad aunque luego tengamos que pagar las consecuencias.
Porque es entonces que más nos asemejaremos a Jesús que murió precisamente por decir la
verdad.
Que nos hará capaces y nos dará derecho a ser también nosotros escuchados.
Es este “EspÃ-ritu de la verdad― el que todos seremos “oÃ-dos―, pero también todos
seremos “lengua―. Donde todos escuchemos a todos, porque nadie tiene la “exclusiva del
EspÃ-ritu―.
Cito aquÃ- unas frases del Cardenal Newman, hace poco beatificado por Benedicto XVI: “Ha
vuelto, pero en su EspÃ-ritu, es decir, el EspÃ-ritu ha venido en su lugar….. Pero ¿para qué ha
venido? ¿Para suplir la ausencia de Cristo, o para perfeccionar su presencia. Incontestable para
hacerlo presente―.
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