SO C I A L E S Y ECONÓMICAS - UCA - FCSE - AÑO 8 - Nº 35 UN DE LECTURAS NA BOLETÍN ARGENTI ERSIDAD IV A TOLIC CA SM BA Javier Villanueva LA ECONOMÍA ARGENTINA EN LA “EDAD DORADA” A. Introducción La evolución económica de la Argentina, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, ha sido siempre una inacabable fuente de interrogantes para los estudiosos de los temas de desarrollo. Las preguntas siempre se han agrupado alrededor de dos temas cruciales. Por una parte, las investigaciones han tendido a examinar cuáles fueron los factores que contribuyeron a producir la importante expansión económica de aquellos años la que, a pesar de los conocidos vaivenes de la época, puso al país en una posición especialmente favorable en el contexto internacional de entonces. En muchos otros casos, lo que se ha buscado es establecer cuáles fueron las fuerzas que contribuyeron a hacer que el brillo de la Belle Epoque se fuera opacando hasta llegar a un aterrizaje que, aunque no siempre necesariamente negativo, poco tenía que ver con las expectativas que se fueron creando previamente. Desde el exterior, la Argentina en los años del “milagro económico" era observada frecuentemente con admiración. Por ejemplo, después de una visita que efectuara al país, decía James Bryce, en 1916: “Buenos Aires... es algo entre París y Nueva York... uno se siente (allí) más cerca de Europa que en ninguna parte de Sudamérica". 1. BOLETÍN DE LECTURAS SOCIALES Y ECONÓMICAS 15 ARGENTI ERSIDAD IV A TOLIC CA SM BA BOLETÍN DE LECTURAS SO C I A L E S Y ECONÓMICAS - UCA - FCSE - NA UN Anatole France, que visitó la Argentina en 1909, expresaba con palabras entusiastas su admiración por los avances del país. Decía, entonces: “¡Felices argentinos! Vuestra fortuna no está fundada en los productos inseguros que la moda que los sostiene puede muy luego abandonar, y basados en substancias que el progreso de la industria puede despreciar en un instante. No, vosotros producís para el inmortal consumidor... Exportáis con los cueros y las lanas de vuestros rebaños, las carnes, los cereales, los productos indispensables para la alimentación y el vestido de los hombres y vuestra producción irá creciendo a medida que vuestra población aumente, con la multiplicación de vuestros centros ganaderos y la roturación de nuevas zonas incultas de vuestro inmenso territorio..." (C. Urien y E. Colombo, 1910). E. Levasseur, en la Introducción a la Geographie de la Republique Argentine de Latzina (1890), decía: “Les Argentins ont le droit de s’ en enorgueillir: peu de contrées dans le monde pourraient fournir l’example de pareils progrès... Dans (le) concours de nations nouvelles, la République Argentine aura une place privilegiée, parce qu’elle a des avantages particuliers: la nature de son climat dans la zone tempérée, la vaste étendue de son territoire, les qualites de son sol, la facilité d’établissement des voies ferrées, l’importance de l’estuaire de La Plata, la situation de ses côtes sur l’Atlantique en face de l’Europe et à une distance relativement peu considerable de l’océan Indien, la puissance du courant d’inmigration qui s’y porte, le peuplement rapide et le progrès de la richesse qui en sont les consequences, le génie propre de sa population et l’esprit liberal de ses institutions politiques". Como el de Anatole France, muchos son los ejemplos que pudieran darse de las expresiones de admiración que despertara el país en aquellos años. También a medida que fue transcurriendo el tiempo, especialmente cuando los vaivenes económicos de la época y el posterior descenso fueron trayendo consigo nuevas corrientes de reflexión, se hicieron presentes las dudas, las críticas y los desacuerdos. Entre los analistas locales no faltaron las voces de admiración, ni tampoco las posiciones adversas que tendían a acentuarse con el correr del tiempo. El 6/11/1897, el diario “La Prensa" señalaba: “Vívese en este país demasiado a la ligera. La idea del estudio de cualquier cuestión de fondo, no prospera; es hasta un tema de broncas chacotonas. Cuando la complicación estalla y el mal se despliega en toda su magnitud, se da la nota de la exasperación, a manera de un furibundo instantáneo. Y un día después, todo ha concluido quedando consumado el hecho". En la misma vena crítica, y ya en los años en que se había ido deteriorando la “Edad Dorada", decía Bunge (1920) haciendo referencia a la capacidad de reacción del país frente a los desafíos de las 16 BOLETÍN DE LECTURAS SOCIALES Y ECONÓMICAS AÑO 8 - Nº 35 SO C I A L E S Y ECONÓMICAS - UCA - FCSE - AÑO 8 - Nº 35 UN DE LECTURAS NA BOLETÍN ARGENTI ERSIDAD IV A TOLIC CA SM BA nuevas condiciones internacionales: “La falta de hábito de investigación, la ausencia de disciplina universitaria en el examen directo de los hechos son, a mi juicio, las causas que más han contribuido a que conozcamos la verdad con diez, veinte y más años de atraso y en forma incompleta o desfigurada, orientando con ella nuestras conclusiones, cuando no preferimos fundarlas en la experiencia europea". Tal vez, quien mas cerca estaba de comprender las excelencias y trabas de la economía argentina en aquellos años era J. A. Terry. En un artículo que publicara en la Revista Argentina de Ciencias Políticas (octubre de 1910) decía este autor: “Se ha dicho y se ha repetido hasta el cansancio que la situación económica del país y financiera del gobierno, reposan sobre la balanza económica, o sea en sus saldos anuales... saldos favorables continuados, producen una situación próspera para el país y para el gobierno, salvo si éste último desconociendo ciertas reglas de prudencia y de previsión, descuenta el porvenir en una forma exagerada... Mucho tememos que en estos últimos años, los fuertes saldos favorables de nuestra balanza económica hayan provenido en parte, de los capitales nuevos incorporados..." Como quiera que fuera, lo cierto es que la experiencia de fines del siglo XIX y principios del XX ha sido realmente excepcional dentro del contexto económico internacional de la época. En las próximas secciones, procuraremos presentar, en forma sintética, los datos disponibles que permiten efectuar comparaciones de desarrollo argentino de aquellos tiempos, con otros países del mundo. En general, emplearemos, por un lado las recientes contribuciones empíricas de Maddison (1995) y; por otra parte, utilizaremos los datos empleados para el examen de la realidad argentina que se pueden encontrar en las publicaciones locales de comienzos del siglo XX. B. Examen de los datos existentes: el crecimiento del PBI Entre 1870 y 1913, el crecimiento del PBI per capita argentino fue de 2,5% (tasa de crecimiento compuesta, media anual). Al nivel alcanzado por la Argentina, le seguían Canadá (2,2%), Estados Unidos (1,8%), México (1,7%) y Australia (0,9%). Así, según los datos que elaborara Maddison, en 1995, la Argentina fue el país cuyo PBI real creció más rápido que en el resto del mundo incluyendo, naturalmente, a los demás países de América latina. Los datos de Maddison muestran también una Argentina que después de alcanzar un PBI per capita (en dólares internacionales de B O L E T Í N D E L E C T U R A S S O C I A L E S Y E C O N Ó M I C A S 17 ARGENTI ERSIDAD IV A TOLIC CA SM BA BOLETÍN DE LECTURAS SO C I A L E S Y ECONÓMICAS - UCA - FCSE - NA UN 1990) de 1.311, en 1870, había logrado ascender a un total de 3.797, en 1913. Nivel que superaba a los siete países más importantes de América latina (incluyendo a Brasil, Chile, Colombia, México, etc.) y a varios países de Europa Occidental (Francia, Italia, España, Austria, por ejemplo). Expansión de la población: La tasa de crecimiento de la población argentina, entre 1870 y 1913, también constituyó un record internacional en la época. La tasa media anual del crecimiento de la población, en el período indicado, fue de 3,4 por ciento. Es decir, un valor más elevado que el de cualquiera de los 57 países examinados por Maddison (1995). En escala decreciente le seguían: Nueva Zelandia con 3,2%, Australia con 2,6%, Brasil con 2,15% y Estados Unidos con 2,1 por ciento. El impacto de la inmigración tenía mucho que ver con los resultados exitosos mencionados más arriba. En 1889, ingresan al país 260.909 inmigrantes, en 1896 lo hacen 135.205 y en 1912 lo hacen 379.117. Así, en 1914, del total de la población 70%, eran argentinos y 30% extranjeros. De estos últimos, 12% eran italianos y cerca del 11% eran españoles. Entre 1881 y 1915, la Argentina recibió el 11,6% de la inmigración internacional sobrepasando así a países como Australia, Nueva Zelandia, Brasil y Canadá. (Kenwood and Lougheed, 1971). El ingreso de los inmigrantes era muy apreciado en el país. “La Prensa" (1/2/1898) sobre el particular: “Para la República Argentina el inmigrante es un mensajero de la civilización... es un asociado en la inmensa empresa acometida de poblar y cultivar nuestro suelo, procurando radicarlo para siempre por el vínculo de la familia y el bienestar al que aspira todo hombre". La actividad donde se concentraba el mayor número de extranjeros, en 1914, era el comercio (38% argentinos, 62% extranjeros; Tornquist, 1919). En las demás actividades predominaban los argentinos de origen, aún cuando en proporciones que giraban alrededor de 55% para los locales y alrededor de 45% para los inmigrantes. Variaciones en el volumen de las exportaciones: También en materia del crecimiento de las exportaciones, la Argentina presentaba un cuadro muy favorable. En el período 1870-1913, la tasa de crecimiento compuesto media anual del volumen exportado fue del 5,2 por ciento. Nivel superior a cualquiera de los países europeos, de los Estados Unidos y de Australia y Canadá en el período mencionado (Bélgica 4,2%; Alemania 4,1%; Australia 4,8%; Canadá 4,1%; Estados Unidos 4,9%). Con respecto de América latina, lo alcanzado fue cercano a la experiencia de México (5,4%) y de Perú (5,3) y superior al resto de los países de la región (Maddison, 1995). 18 BOLETÍN DE LECTURAS SOCIALES Y ECONÓMICAS AÑO 8 - Nº 35 SO C I A L E S Y ECONÓMICAS - UCA - FCSE - AÑO 8 - Nº 35 UN DE LECTURAS NA BOLETÍN ARGENTI ERSIDAD IV A TOLIC CA SM BA Las exportaciones, alrededor de 1910, consistían principalmente de productos de la ganadería (animales vivos y carne), de agricultura (materias primas y materiales vegetales elaborados) y de minerales (plata, plomo, cobre en barras, cal, etc.). “El comercio internacional de la República, en 1909, señala las más altas cifras que registra nuestra historia económica respecto de su importación y exportación, y arroja un excedente a favor de la segunda, de pesos oro 95.000.000 aproximadamente, que es, por sí solo, igual al total del comercio exterior que la República realizaba hace cuarenta años... Las cifras que anteceden, además de ser sin precedentes en la historia comercial de la nación, revelan una prosperidad que coloca a nuestro país en un rango prominente entre los Estados de la América del Sud... La vitalidad extraordinaria de la República queda demostrada en esos guarismos, que son los exponentes más brillantes de lo que el país ha trabajado en los últimos años del siglo que festejamos, y nos hablan de faenas rurales intensísimas, cuyos frutos palpamos, en la expansión de nuestros ferrocarriles, en las obras portuarias en construcción, en los progresos de la edificación, en la valorización de las tierras, en los adelantos de la locomoción marítima y terrestre, en el bienestar económico de sus habitantes y en los importantes saldos comerciales que afluyen a la Caja de Conversión y a las instituciones bancarias, como beneficio lógico de la proficua labor realizada". (C. Urien y E. Colombo: La República Argentina en 1910). Antes de cerrar este párrafo, convendría recordar que el destino principal de las exportaciones argentinas eran, en aquellos años (1914), los puertos de Gran Bretaña. Por ejemplo el maíz, la carne congelada, el lino, la avena, el “chilled beef". En cuanto al trigo, en general era Gran Bretaña el principal comprador de la Argentina (46% del total exportado en 1919; Tornquist, opus cit.) Extensión territorial del país: Aunque la superficie de la Argentina no había sido muy exactamente calculada, la versión más aceptada era la de que el país disponía de 2.952.551 kilómetros cuadrados. Sobre la base de esta estimación se llegaba a la conclusión de que la Argentina se encontraba entre aquellos países del mundo que más territorio tenían. Del total de la tierra disponible, en 1909, una parte importante era poseída por la Nación y manejada por el Poder Ejecutivo. El total de estas “tierras públicas" era de 80.444.032 hectáreas distribuidas en todo el territorio del país. Especialmente en el Sur, se encontraba este tipo de tierras: Santa Cruz, 19.401.632; Chubut, 18.761.695; Río Negro, 12.980.993. Según C. Solberg (1985) la propiedad de la tierra en manos privadas se distribuía de la siguiente manera, en 1912/1913: Los B O L E T Í N D E L E C T U R A S S O C I A L E S Y E C O N Ó M I C A S 19 ARGENTI ERSIDAD IV A TOLIC CA SM BA BOLETÍN DE LECTURAS SO C I A L E S Y ECONÓMICAS - UCA - FCSE - NA UN “rentistas" retenían el 55,1 por ciento. En cuanto a la explotación de las tierras, los datos disponibles señalan que en 1872, las hectáreas en cultivo llegaban a 580.008; en 1913 las mismas alcanzaban a 24.091.721. Es decir, se había logrado un ascenso de 23.511.718 en las hectáreas en explotación. En 1909-1910, según C. Urien y E. Colombo (1910), del total de la superficie en actividad, el 77,5% era dedicada a los siguientes cultivos: trigo 30,15%; lino 7,52%; maíz 15,53%; alfalfa 24,31 por ciento. Era consenso general el considerar, en 1910, que el territorio argentino podía ser dividido en tres grupos: a) tierra arable que podía ser directamente cultivada (35%); b) tierra que sólo podía utilizarse en el estado actual para la cría de ganado (33,8%) y c) bosques, montañas, lagos, ríos, salinas, regiones áridas, etc. (30,77%) Extensión de las líneas férreas: El “progreso ferroviario" era para la Argentina no sólo un motivo de orgullo, sino también una piedra fundamental en el desarrollo económico del país. Para lograrlo “no hemos omitido esfuerzo ni sacrificio alguno, y aún en medio de guerras interiores y exteriores, de crisis y dificultades financieras, toda clase de franquicias, privilegios y subvenciones se han acordado para lograr que el capital extranjero invirtiese sus ahorros en obras de utilidad general que, al mismo tiempo que le ofrecen provechosos rendimientos, beneficiaba directamente al país que los otorgaba" (C. Urien y E. Colombo, 1910). Según los datos de la época la Argentina pasó a disponer de una red ferroviaria de 732 kilómetros, en 1870, a una red de 25.508 en 1909. Según los datos de Maddison, la posición argentina, sobre el particular era muy exitosa en comparación con otros países de la región. Kilómetros de vías férreas 1870 732 745 732 349 669 13 1.529 Argentina Brasil Chile México Perú Venezuela Australia 1913 33.478 22.614 24.614 20.447 3.276 858 31.453 Fuente: A. Maddison, opus cit, 1995. 20 BOLETÍN DE LECTURAS SOCIALES Y ECONÓMICAS AÑO 8 - Nº 35 SO C I A L E S Y ECONÓMICAS - UCA - FCSE - AÑO 8 - Nº 35 UN DE LECTURAS NA BOLETÍN ARGENTI ERSIDAD IV A TOLIC CA SM BA Las líneas férreas a las que hemos hecho referencia tendían a converger hacia tres puntos de la ribera del Río de la Plata y del Paraná: Buenos Aires, Rosario y Santa Fe. Aunque todas, finalmente, tendían a converger en Buenos Aires. La distribución de la red ferroviaria, en 1908, en porcentaje sobre el kilometraje total era la siguiente: Buenos Aires, 33.97%; Santa Fe, 16,86%; Córdoba, 13,05; Santiago del Estero, 5.50%; Entre Ríos, 4.50% y la Pampa 4.40 por ciento. Los aportes del capital externo Los aportes del capital externo han sido considerados como una pieza clave para comprender los adelantos económicos concretados en el país en el período que estamos examinando. Según los datos utilizados por A. M. Taylor (1999), la Argentina figuraba en el primer puesto, en materia de recepción de inversiones extranjeras por unidad del PBI, en América latina y Asia, en 1900, con un valor de 4.15 por ciento, seguida por Uruguay (3,14%) y por Brasil (2.55%). En 1914, la Argentina se encontraba en una segunda posición (2,60%), detrás de Brasil (2.96%). Como puede verse en los datos de J. Rippy (1959), que seguidamente proporcionamos, la Argentina en 1890 (156.978.788 Libras) y después en 1913 (357.740.661) era el principal receptor de los ahorros británicos colocados en América latina. A fines de la década del noventa, la inversión británica tendía a concentrarse en los ferrocarriles (38.80%) en los préstamos a los gobiernos de la nación, de las provincias y de los municipios (30.3%). En 1910, se añadían a las previamente indicadas, las inversiones que se fueron realizando en tranvías y otros servicios públicos (R. Gravil, 1985). Inversiones británicas en América latina Valores nominales en Libras Argentina Brasil 1890 156.978.788 66.669.619 1913 357.740.661 223.895.435 Fuente: J. Rippy, 1959. En general, las principales contribuciones de capital extranjero provenían esencialmente de Gran Bretaña, aunque Francia y Alemania también efectuaban destacables aportes. Como lo señala T. McGann (1954): “Los inversores europeos se encontraban tan entusiasmados como los propietarios de la tierra en Argentina por las aparentemente ilimitadas potencialidades de las fértiles pampas. Los consorcios de Inglaterra, y de menor grado los de Francia, atraídos B O L E T Í N D E L E C T U R A S S O C I A L E S Y E C O N Ó M I C A S 21 ARGENTI ERSIDAD IV A TOLIC CA SM BA BOLETÍN DE LECTURAS SO C I A L E S Y ECONÓMICAS - UCA - FCSE - NA UN por los beneficios que ascendían rápidamente, apenas si daban abasto para satisfacer la demanda de las nuevas emisiones de bonos argentinos". En la Argentina, los capitales externos eran siempre bienvenidos, aunque algunas veces emergían voces de cautela como la de J. A. Terry, en 1910: “Según referencias que tenemos a la vista, los rentistas europeos, urgidos por la carestía de la vida y por el legítimo deseo de no privarse de los goces y comodidad acostumbrada, buscan colocación más lucrativas para sus capitales, cambiando el título de 2 y 3% de renta por los americanos de 4 y 5%... incorporándose a nuestro trabajo o empleados en cédulas, títulos de deuda interna o en préstamos hipotecarios, corriente ésta que depende exclusivamente del grado de confianza que inspire la República, y del estado económico de la Europa. Una paralización cualquiera en esta diaria inmigración de capitales, podrá ser para nosotros de fatales consecuencias, a no ser que sepamos neutralizarla con el aumento en la producción de exportables". Importaciones Las importaciones argentinas también crecieron en el período que estamos cubriendo. En pesos oro, alcanzaban un total de 45.535.880, en 1880, y de 302.756.095, en 1909. Las importaciones, señalaban Urien y Colombo en 1910, consistían principalmente de substancias alimenticias, conservas y frutas, vinos y licores, tabacos, productos químicos y farmacéuticos, papel, libros, hierro, maquinaria de todas clases, metales y maderas de construcción, piedras, cristalería, productos de cerámica y alfarería, hilados y tejidos, paños, sederías, ropa hecha, confección, carbón de piedra, útiles para el alumbrado de gas y para las instalaciones eléctricas. Principales importaciones % sobre total 1914 Carbón ........................................................ 8.81 Nafta (no refinada o petróleo).................. 3.90 Tejidos de algodón..................................... 2.78 Hierro........................................................... 2.16 Telas de lana................................................1.74 Caños de hierro...........................................1.69 Materiales para ferrocarriles .................... 1.51 Locomotoras................................................ 1.48 Aceite (comestible).................................... 1.39 Fuente: Tornquist, 1919. 22 BOLETÍN DE LECTURAS SOCIALES Y ECONÓMICAS AÑO 8 - Nº 35 SO C I A L E S Y ECONÓMICAS - UCA - FCSE - AÑO 8 - Nº 35 UN DE LECTURAS NA BOLETÍN ARGENTI ERSIDAD IV A TOLIC CA SM BA Las importaciones se encontraban sometidas a derechos arancelarios que representaban, como veremos más adelante, una parte importante de los ingresos del estado nacional. La ley aduanera de 1854 establecía un 10% de derecho general y el 20% para varios artículos de fabricación nacional (Martín y Herrera, 1912). En 1876 se eleva la protección a 40 por ciento. “En 1912 los aranceles generales eran de 25%, pero existían cuotas especiales mayores para determinados artículos y otras menores para artículos empleados en la industria nacional" (Martín y Herrera). Los ingresos del estado El gasto de la administración nacional fue también elevándose con el correr del tiempo. En 1880, el gasto público en pesos oro era de 26.919.295, lo que implicaba un total del 7.8 per capita. En 1913, estas cifras se habían elevado a 177.513.150 en pesos oro y a un 20.5 per capita. La deuda pública en oro había pasado en pesos oro de 34 per capita, en 1880, a 72,8 en 1913. (Ver Tornquist, 1919). Según este mismo autor, las fuentes del ingreso del estado nacional se habían apoyado fuertemente en los aranceles aduaneros (50% del total, en 1899, y 57.20% en 1913). Las cargas sobre la exportación, los impuestos sobre el alcohol y el tabaco (5.47% y 7.66% respectivamente, en 1913) era, otras fuentes importantes de los ingresos del estado nacional. Aranceles como % de los ingresos federales totales 1895 1900 1913 USA % 46.9 27.6 21.1 Argentina % 50.4 46.63 57.0 Fuente: Datos de USA: A Eckes (1995) Datos de Argentina: Tornquist (1919) El desarrollo de la industria Después de 1880, las actividades industriales comenzaron a experimentar ciertos avances. Especialmente aquellos que empleaban materias primas de extracción local para la elaboración de los productos. En 1895, según los datos disponibles, había en el país 24.831 establecimientos industriales; en 1913 el número llegaba a 48.779. Entre los sectores más importantes, en 1895, figuraban: indumenta- B O L E T Í N D E L E C T U R A S S O C I A L E S Y E C O N Ó M I C A S 23 ARGENTI ERSIDAD IV A TOLIC CA SM BA BOLETÍN DE LECTURAS SO C I A L E S Y ECONÓMICAS - UCA - FCSE - NA UN ria y tocados (25.43% del número total); alimentos (27.63%); construcción (16.95) y metalurgia (13.69%). En 1913, se pueden observar claros cambios en el orden de importancia de las distintas actividades industriales. Los alimentos pasan a ocupar el primer lugar (38.91%), seguidos de la construcción (17.59%) y de la producción de indumentarias (14.52%). Las llamadas actividades industriales y de artesanía representaban, sobre el total de los sectores productivos del país, en 1895 el 14.9% y en 1914 el 16.7 por ciento. C. Conclusiones El misterio de la declinación económica de la Argentina, después de los años que hemos cubierto en los párrafos previos, se fue constituyendo en uno de los “mayores y mal comprendidos interrogantes de las historias nacionales, en la literatura del desarrollo" (C. Díaz Alejandro, 1988). Muchos han tratado de establecer las causas básicas del éxito de los años de la Belle Epoque, para después examinar cuales de tales factores fueron haciéndose escasos con el transcurrir del tiempo. Lafond, en 1912, entendía que los tres factores determinantes de la positiva evolución de la Argentina eran, con el apoyo básico de la abundancia de los recursos naturales, la inmigración, los ingresos de capital y la organización y pacificación política. Cualquier falla en la disponibilidad de éstos podría traer consigo problemas económicos. En una corriente de pensamiento semejante a la de Lafond, Taylor (1994), y otros autores, entienden que el descenso de la economía argentina estaba relacionado con el conflicto bélico mundial de la primera década del siglo veinte: “La Gran Guerra fue el ‘turning point’, en la declinación que se iniciaría”. Con la Gran Guerra, se cortaron los flujos de capital, después del colapso de los mercados internacionales y el desplazamiento de Gran Bretaña hacia una posición de país deudor antes que acreedor. Por otro lado, las corrientes inmigratorias tendieron a declinar también. Además, la Argentina, comparada con países como Australia y Canadá, tenía una baja tasa de ahorro. 24 BOLETÍN DE LECTURAS SOCIALES Y ECONÓMICAS AÑO 8 - Nº 35 SO C I A L E S Y ECONÓMICAS - UCA - FCSE - AÑO 8 - Nº 35 UN DE LECTURAS NA BOLETÍN ARGENTI ERSIDAD IV A TOLIC CA SM BA Tasas de ahorro como % del ingreso nacional Argentina Australia Canadá 1900-1913 4.52 15.61 15.90 1914-1929 5.00 13.41 16.55 Fuente: A. Taylor: 1992. En tales condiciones, señala Taylor, los “motores del crecimiento" encontraban obstáculos para avanzar. Además, “la brecha del balance de pagos no podía ya ser superada, y el peso demográfico dificultaba la acumulación Argentina a través del período entre guerras" (A. Taylor, 1992). Otros estudiosos de la historia económica argentina entienden que, en realidad, el proceso de “aterrizaje" económico se dio, como resultado del impacto de la Gran Depresión (Díaz Alejandro) en los años treinta. Victorino de la Plaza en su Mensaje al Congreso, en 1914, puntualizaba que “la Guerra en los Estados Balcánicos, creó una situación delicada. La política europea parecía rodeada de incertidumbres y esto sembró la alarma que trajo la restricción mundial de los capitales y la perturbación en todo el orden de las operaciones bursátiles". Como quiera que fuera, la Gran Guerra le trajo a la Argentina situaciones difíciles de superar. Situaciones que, regresando al análisis de Lafond, no sólo incidían en el ingreso de capitales y la inmigración, sino que también venían acompañadas de dificultades políticas de difícil superación. Bibliografía - James Bryce: South American: Observations and Impressions; New York, 1916. - Alejandro Bunge: Los Problemas Económicos del Presente; Buenos Aires, 1920. - C. F. Díaz-Alejandro: “No Less Than One Hundred of Argentine Economic History Plus Some Comparisons"; en Trade, Development and the World Economy: Selected Essays of Carlos F. Díaz Alejandro; edit. By A. Velasco; Oxford, 1988. - Alfred E. Eckes: Opening America’s Market; Univ. of Carolina Press; USA, 1995. - Roger Gravil: The Anglo Argentine Connection; 1990-1939; Syracuse University, 1985. - A. G. Kenwood and A.L. Lougheed: The Growth of the International Economy; 1820-1960; London, 1971. - E. Levasseur: “Introduction" en F.Latzina: Geographie de la Republique Argentine; Buenos Aires, 1890. 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