Boletín • N° 6 de otra provincia del Ecuador. ¡Bendito Dios, que nos hizo nacer normandos, decía un poeta local de ese jirón de Francia13. Bendito Dios, que nos hizo nacer morlacos!, repetimos siempre nosotros, los meridionales, los australes, los ecuatorianos del Sur. “¿A qué hablar de nuestras virtudes? Es preferible hablar de lo que se señala como nuestros defectos. De este modo permanecerá en su plano la modestia y el escritor azuayo habrá cumplido con la noble, con la hidalga, con la prócera, con la maravillosa ciudad en que tuvo la buena suerte de nacer. “Dicen que somos demasiado sensibles para los encantos de la belleza. Pero no lo fueron en el mismo grado eminente los helenos?... Cuando a Cuenca le llamaron Atenas, estuvo bien que así le llamaran, por esta razón: por nuestro amor a lo bello. Si los demás pueblos con quienes convivimos no gustan de pintores, músicos, poetas, literatos, ningún mal reciben de nosotros porque los produzcamos... Que nos dejen en nuestro paraíso y con nuestro sueño, tan inofensivo a la Patria grande y sus destinos”. “Dicen también que somos advenedizos en todos los demás centros del País; que inundamos con nuestra gente las ciudades y comarcas. Pero qué? No es el Ecuador de todos? Trabajamos y trabajamos bien. Somos buenos. Tenemos derecho a la vida. Y, lo que vale más, pagamos con gratitud el pan del lar ajeno que comemos; recibimos hospitalariamente a cuantos nos piden acogida en el hogar cuencano; somos hermanos de la humanidad”. Por fin, se dice que nuestro amor a la región natal se sistematiza en política. Olvidados vivimos de los Poderes Públicos; y es necesario repetirlo siempre que no somos de los últimos en el concierto fraternal de la República. Eso es todo... “Por lo demás, nuestra psicología no es compleja: sencillos y hospitalarios, hidalgos y sinceros, modestos y leales... Amamos 13. Tengo la evidencia de que este mismo pensamiento lo leí expresado en parecida. forma en un artículo literario de hace a-ños, con la particularidad de que su autor era el poeta normando Vavasseur, según la afirmación que solía repetir don Honorato Vázquez, que también bendecía a Dios por haberlo hecho naoetr Morlaco. • 2013 153