En Vitoria-Gasteiz, a veintidós de mayo de dos mil.- Vistas ante este Organismo Jurídico Administrativo de Álava las reclamaciones económicoadministrativas núms. 495/96 y su acumulada la 19/97, interpuestas por Dña. Ana y D. Luis , con DNIs y domicilios respectivos en , y por D. Enrique , con domicilio en , en representación de su difunta madre Dña. Inés , con DNI , contra cuatro resoluciones de la Jefa de la Sección de los Impuestos de Transmisiones y Sucesiones, de 7 de noviembre y 21 de diciembre de 1996, que confirman las liquidaciones núms. 9976, 9974 y 9975-1-V-96 por el gravamen de Sucesiones y 9972-1-V-96 por el de Transmisiones Patrimoniales; cuotas respectivas de: 317.321, 45.988, 675.350 y 39.000 pts. ANTECEDENTES DE HECHO Primero.- Las cuatro liquidaciones reseñadas, notificadas el 7 de octubre de 1996, derivan de la sucesión de D. Pedro , hermano de los reclamantes, que falleció el 26 de abril de 1989. Las tres primeras, por la cuota testamentaria, y la cuarta, por el hecho imponible “reconocimiento de propiedad” y a cargo del sujeto pasivo fallecido, al haber aparecido en el cuaderno particional privado formalizado en 1995 dos bienes inmuebles (bordes), no inscritos, de los que se afirma fueron adquiridos por herencia en 1945. Segundo.- Contra las resoluciones que las confirman interponen las presentes reclamaciones solicitando se anulen y se declare prescrito el derecho de la Administración a liquidar, dado que no habían presentado declaración y las liquidaciones les fueron notificadas el 7 de octubre de 1996, esto es, después de transcurrido el plazo de cinco años. Fundan su pretensión en que la promoción del juicio voluntario de testamentaría, en julio de 1992, no interrumpe el plazo de prescripción, en contra de lo que entiende la Hacienda Foral en base al art. 238 del Reglamento foral del impuesto de 30 de septiembre de 1975, pues no es una de las causas exclusivas que al efecto regula el art. 66 de la Norma Foral General Tributaria. A mayor abundamiento se remiten a las sentencias del Tribunal Supremo de 29.9.1995 y 6.11.1993, a la de la Audiencia Nacional de 12.11.1996 y a la del Tribunal Superior de Justicia de Navarra de 9.2.1998. Y en cuanto a la liquidación por reconocimiento de propiedad argumentan que la adquisición de los dos bordes fue “mortis causa” y en 1945, no onerosa e intervivos, por lo que también ha prescrito el derecho a liquidar. Tercero.- En la sustanciación de las presentes actuaciones se han observado todos los trámites y prescripciones del Reglamento de procedimiento en las reclamaciones económico-administrativas. FUNDAMENTOS DE DERECHO Primero.- La cuestión a resolver se circunscribe a si el 7 de octubre de 1996, fecha en que se notifican las liquidaciones por el impuesto de sucesiones devengado el 26 de abril de 1989 y no declarado, había o no prescrito el derecho de la Administración a liquidar, lo que dependerá de si se entiende que la promoción del juicio voluntario de testamentaría, en julio de 1992, interrumpe o no la prescripción de tal derecho; y, como añadido a la anterior, si se ha producido el hecho imponible “reconocimiento de propiedad”, sujeto al gravamen de transmisiones patrimoniales onerosas, por la aparición de dos bienes inmuebles no registrados ni catastrados a nombre del causante. Segundo.- El artículo 238 del Reglamento Foral, que cuestionan los reclamantes porque entienden que es absolutamente extraño a la regulación general del instituto de la prescripción, dispone lo siguiente: “La promoción del juicio voluntario de testamentaría interrumpirá los plazos de presentación de documentos, que empezarán a contarse de nuevo desde el día siguiente a aquél en que quede firme el auto aprobando las operaciones divisorias o la sentencia que pusiere término al pleito en caso de oposición, o bien, desde que todos los interesados desistieran del juicio promovido.”. Este mandamiento foral tiene su correlativo histórico en la normativa aplicable en territorio de régimen tributario común, y más concretamente en los arts. 113.4) del Reglamento del Impuesto de Derechos Reales y Transmisión de Bienes de 15 de enero de 1959, en el 5.1 del Real Decreto 422/88, de 29 de abril, y en el 69.6 del último Reglamento, aprobado por el Real Decreto 1629/91, de 8 de noviembre. Antes de este artículo, el 230 y el 231 tienen establecido que el plazo para la presentación de documentos relativos a transmisiones por causa de muerte será de seis meses a contar desde el día siguiente al del fallecimiento, y que, transcurridos éstos, se entenderán prorrogados automáticamente por otros seis, sin necesidad de solicitud de los interesados, si bien con la obligación de abonar un recargo del 5% y los intereses de demora. Tercero.- Con estos preceptos, y sin perjuicio de lo que más adelante se dirá, el plazo de presentación que rige en este expediente comenzó el día 27 de abril de 1989, quedó prorrogado el 27 de octubre y finalizó el 26 de abril de 1990, es decir, que en julio de 1992, cuando se promovió el juicio de testamentaría, no podía interrumpirse lo que ya había fenecido, lo que implica que no resulte aplicable el precepto invocado por la Hacienda Foral. A mayor abundamiento, esta causa de interrupción está prevista en favor de los herederos a efectos de que solucionen los litigios a que puede dar lugar la herencia sin por ello incurrir en la multa del 25% que por presentación fuera de plazo tenía establecido el artículo 26.3 de la Norma Foral del impuesto, de 31 de mayo de 1981, vigente en el momento del fallecimiento, dado que la duración del procedimiento judicial es ajena a su voluntad. Por ello, esta causa no puede utilizarse para ampliar el plazo de la Administración, pues ésta, a efectos de prevenir la elusión del impuesto, cualquiera que sean las circunstancias concurrentes, con litigios o no, tiene a su disposición las prescripciones de los artículos 261 y siguientes que regulan los deberes de colaboración en la gestión y las obligaciones al respecto de los Registros Civiles, Notarios, Registradores, Entidades Financieras, etc. Cuarto.- De otro lado, y como acertadamente alegan los reclamantes, las actuaciones de los particulares que son susceptibles de interrumpir el plazo de ejercicio del derecho de la Administración están taxativamente recogidas en los apartados b) y c) del artículo 66.1 de la Norma Foral General Tributaria de 31 de mayo de 1981: “... b) Por la interposición de reclamaciones o recursos de cualquier clase; y c) Por cualquier actuación del sujeto conducente al pago o liquidación de la deuda.”. Así las cosas, y dado que entre el 27 de abril de 1989 y el 7 de octubre de 1996 no han realizado ninguna conducta del tipo de las indicadas, establecidas con la específica finalidad de “contribuir efectivamente a la liquidación, en el marco del impuesto controvertido”, según expresa la Audiencia Nacional en su sentencia de 12 de noviembre de 1996 (Ar. JT 1568) recogiendo una consolidada doctrina en tal sentido, y que tampoco la Administración ha realizado acto alguno al respecto, concurren los presupuestos de la prescripción en su modalidad extintiva de derechos, lo que determina que las liquidaciones por el Impuesto de Sucesiones deban ser anuladas por ser ése el efecto que establece el art. 1932 del Código Civil. A mayor abundamiento, la Disposición Transitoria Primera de la vigente Norma Foral del Impuesto de 24 de abril de 1989, que entró en vigor el 16 de mayo siguiente, dispone que los hechos imponibles producidos antes de esta última fecha prescribirán “en todo caso” y “como máximo” a los cinco años, lo que conlleva que también por este motivo las liquidaciones resulten anulables. Quinto.- Por último resta resolver sobre la liquidación por el reconocimiento de propiedad, que la Hacienda Foral giró después de solicitar al adjudicatario D. Luis “documento o documentos que acrediten el pago, no sujeción o exención del impuesto correspondiente en la adquisición realizada por D. Pedro ”, a lo que aquél respondió: “con independencia de que fuera en su día o no sometida a declaración la herencia que percibió D. Pedro circunstancia que ignora el compareciente, dado el tiempo transcurrido desde entonces, es evidente la no sujeción a impuesto alguno...”. La liquidación deriva de aplicar el art. 8.2 de la Norma Foral del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales de 31 de mayo de 1981, que dispone: “Se considerarán transmisiones patrimoniales a efectos de liquidación y pago del impuesto: ... C) Los expedientes de dominio, las actas de notoriedad, las actas complementarias de documentos públicos a que se refiere el título VI de la Ley Hipotecaria y las certificaciones expedidas a los efectos del artículo 206 de la misma Ley, a menos que se acredite haber satisfecho el impuesto o la exención o no sujeción por la transmisión, cuyo título se supla con ellos... salvo en cuanto a la prescripción cuyo plazo se computará desde la fecha del expediente, acta o certificación. D) Los reconocimientos de dominio a favor de persona determinada, con la misma salvedad hecha en el apartado anterior.”. Bajo estas premisas, con rigor oponen los reclamantes que su causante adquirió por herencia, no por actos intervivos, y que ni el cuaderno particional privado, ni el auto judicial que finaliza el juicio de testamentaría pueden equipararse a un acta de las indicadas o a un auto judicial resolutorio de un expediente de dominio, razonamientos que hay que compartir, pues estos procedimientos, que contempla la legislación hipotecaria como medios de titulación formal supletoria para acceder al Registro de la Propiedad y que el derecho tributario somete preventivamente a gravamen porque pueden ser el medio de legalizar antiguas ocultaciones, no son los que están documentados. Dicho esto, no se alcanza a corroborar su conclusión, pues el hecho imponible gravado es “reconocimiento de propiedad”, conforme expresa el apartado “concepto” de la liquidación, es decir, no el de la letra C), sino el de la D), para el que no hace falta tramitar procedimiento judicial de dominio, ni levantar acta notarial o certificación administrativa, pues, salvo prueba en contrario, ante una manifestación del tipo de “... le pertenecían por herencia de ...” o “... fueron adquiridos hace más de x años ...”, sin hacer mención al pago del impuesto correspondiente, la ley presume que los bienes se adquirieron de forma onerosa mediante contrato verbal y que no se satisfizo el tributo. Si, como afirma uno de los recurrentes, no puede acreditar que habían pertenecido al padre de su causante, fallecido en 1945, y que este último lo heredó de aquél, lo que hubiera bastado a estos efectos, pues, como bien dice, el derecho a liquidar el impuesto de sucesiones devengado en ese año estaría prescrito, el reconocimiento realizado en el documento de 16 de enero de 1995 constituye hecho imponible del impuesto de transmisiones patrimoniales, y no concurre la prescripción porque el devengo de este impuesto se produce en esta última fecha o, en su defecto y al tratarse de documento privado, desde que pueda darse por cierto el reconocimiento. Vistos los preceptos legales citados y los demás de general y pertinente aplicación. El Organismo Jurídico Administrativo de Álava, conociendo de la reclamación económico-administrativa núm. 495/96 y su acumulada la 19/97, interpuestas por Dña. Ana y D. Luis y D. Enrique por la representación de Dña. Inés , contra cuatro resoluciones de la Jefa de la Sección de los Impuestos de Transmisiones y Sucesiones, de 7 de noviembre y 21 de diciembre de 1996, que confirman las liquidaciones núms. 9976, 9974 y 9975-1-V-96 por el gravamen de Sucesiones y 9972-1-V-96 por el de Transmisiones Patrimoniales, RESUELVE ESTIMAR EN PARTE las mismas y, en su virtud: Primero.- Anular las liquidaciones 9976, 9974 y 9975-1-V-96 y las tres resoluciones de 7 de noviembre de 1996, y reconocer el derecho a la devolución de las cuotas ingresadas con los intereses de demora correspondientes, y Segundo.- Confirmar la liquidación 9972-1-V-96 y la resolución de 21 de diciembre de 1996, por ser conformes a derecho.