Texto de “L´improvviso” de Andrea Chénier Un día miré el profundo espacio azul, y sobre los prados llenos de violetas llovía el oro del sol y brillaba de oro el mundo; la Tierra parecía un inmenso tesoro, y el firmamento le servía de cofre. De la tierra a mi frente llegó una caricia, un beso. ¡Grité, ganado por el amor: Te amo, a ti que me besas, patria mía divinamente hermosa! ¡Y, lleno de amor, quise rezar! Crucé el umbral de una iglesia; un cura, en las hornacinas de los santos y de la Virgen, acumulaba dones y a su sordo oído, un viejo tembloroso pedía pan en vano, y en vano tendía la mano! (El abate y con él otros abates se levantan escandalizados) ¡Crucé d umbral de las viviendas. Un hombre, blasfemando, maldecía la tierra que apenas le daba para el erario, y contra Dios y los hombres arrojaba las lágrimas de sus hijos! (Todos gesticulan vivamente rojos de ira contra Chénier. Sólo Gérard lo escucha desde el fondo del invernadero, muy agitado. Los demás fingen no escucharlo) Entre tanta miseria, ¿qué hace la gente distinguida? (a Maddalena) Sólo vuestros ojos expresan humanamente una mirada de piedad, en la que os he visto como a un ángel. Y dije: "¡Ésta es la belleza de la vida!" Pero luego, con vuestras palabras, un nuevo dolor me ha golpeado en pleno pecho. ¡Oh jovencita hermosa, no despreciéis lo que os dice un poeta. ¡Oíd! ¡No conocéis el amor?, el amor, don divino, no lo escarnezcáis, alma y vida del mundo es el amor!