olemos / huelen En español se escribe siempre h (salvo contadas excepciones) delante de los diptongos /ua/, /ue/, /ui/, tanto en posición inicial de palabra como en posición interior a comienzo de sílaba, esté o no justificada esa h por la etimología: huelga, huella, huerto, hueso, huevo, huir, deshuesar, parihuela, vihuela, etc. Esta hache, que el uso constante se encargó de consolidar, es herencia de la costumbre antigua de indicar con ella que, en esas voces, la u era vocal, y no consonante. Esa práctica se inició en épocas en que los grafemas u y v no tenían aún diferenciados sus usos y ambos podían representar tanto el fonema vocálico /u/ como el consonántico /b/; así, para evitar que una grafía como ueso (del lat. ossum ‘hueso’), habitual en el español medieval, se leyera erróneamente /béso/ en lugar de /uéso/, se comenzó desde antiguo a escribir una h delante de la u para indicar su valor vocálico, diferenciándose de ese modo de los casos en que tenía valor consonántico, como en uelo (hoy velo, del lat. velum), que, al ir sin h, se leería necesariamente /bélo/. El origen puramente gráfico de la h ante los diptongos de /u/ + vocal explica que se escriban con ella palabras que no la tienen en su etimología, como hueco (derivado sustantivo del verbo latino occāre), huérfano (del lat. orphănus), hueso (del lat. ossum) o huevo (del lat. ovum) mientras que voces de su misma familia, como oquedad (de la familia de hueco), orfanato, orfandad (de la familia de huérfano), óseo, osario, osificar (de la familia de hueso) u ovario, óvulo, ovalado, desovar (de la familia de huevo) se escriben sin ella por no presentar esa secuencia fónica inicial. La misma explicación vale para las diferencias de igual tipo que se observan entre formas de un mismo verbo: oler, olía, oleremos, olió, pero huelo, huele, huelas, huelan; o entre ciertos topónimos y sus gentilicios: Huesca (del lat. Osca), pero oscense. El que, en una misma familia, unas palabras contengan el diptongo /ue/ y otras no se debe a que la /ŏ/ latina, si era tónica, diptongaba por lo general en /ue/ en su paso al español, salvo en cultismos incorporados en épocas en las que esa ley fonética ya no estaba vigente; de ahí que hueso tenga diptongo, por proceder del latín ŏssum, con /ŏ/ tónica, y que no lo tengan ni osario, del latín ossarĭum, donde es tónica la /a/, ni óseo, del latín ŏsseus, donde la /ŏ/ latina no diptonga, aun siendo tónica, por tratarse esta voz de un cultismo de más tardía incorporación. Fuente: Ortografía de la lengua española. (RAE y ASALE, Espasa, 2010).