EDITORIAL DE LA AGENDA DE SINTONIA FINA A LA DE

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EDITORIAL
DE LA AGENDA DE SINTONIA FINA A LA DE SUSTENTABILIDAD
LA LUCHA POR EL MODELO
“Es evidente que los grupos hegemónicos no resignarán sus privilegios
voluntariamente como lo prueban los intentos en curso para
desestabilizar gobiernos de base popular: con operaciones políticas y
mediáticas generan inestabilidad económica y turbulencia social.
Montados sobre errores o desaciertos gubernamentales, accionan para
instalar una sensación de inseguridad, caos, corrupción y descontrol
que atemorice a sectores medios y los lleve a alinearse con sus
intereses. Esto puede conducir a un cambio de régimen que se
materializa a través de manipulación electoral o, de ser necesario, de
golpes institucionales de naturaleza legislativa, judicial o militar”.
Sansón Misrahi (Opinión Sur-2014)
La agenda pública es el conjunto de políticas de un gobierno en una coyuntura determinada.
Permite fijar sus objetivos, determinar prioridades, dentro de un proyecto político y modelo de
desarrollo. En este último año, y particularmente hacia fines del 2013, en un verano
tormentoso hemos asistido al vertiginoso cambio de la agenda: de la de “Sintonía Fina” enunciada por la Presidente CFK al comienzo de su segundo mandato en el 2011- a la de
“Sustentabilidad”.
En las elecciones legislativas del 2013, y los posteriores meses de fin de año comenzó a
cambiar la coyuntura, tanto en lo económico, político como social. En lo económico, porque
empezaron a manifestarse nuevamente restricciones históricas de la economía argentina -la
restricción externa, la fuga de divisas y la inflación- sumado a pagos significativos de energía,
insumos industriales importados y deuda externa. Asimismo, hubo una sumatoria de errores y
de rigideces en el manejo macroeconómico del Gobierno, como la gestión del tipo de cambio
atrasado, en la estrategia férrea de desendeudamiento con reservas del Banco Central, y
asimismo, las poco creíbles estadísticas del INDEC que llevaron a un conjunto de medidas que
terminaron en el denominado ‘cepo cambiario’. Ese no dejaba opción para el ahorro de los
ciudadanos, y también afectó el mercado inmobiliario el de la construcción y el humor social.
En lo político, la escasa negociación de la Agenda de Sintonía Fina dio espacio, junto al
malestar que algunas políticas económicas habían generados en sectores medios de la
población, al surgimiento de una nueva fuerza opositora -el Frente Renovador- que comenzó a
cuestionar muchas de las consecuencias de la misma. Y por último, en lo social, el surgimiento
de movimientos de protesta que empezaron a mostrar niveles de insatisfacción de nuevo tipo
sobre los bienes y servicios públicos (ej. Ferrocarriles, energía, etc.).
La coyuntura intensa que se inicia en el diciembre vandálico de fin del 2013 con las rebeliones
policiales en diversas Provincias, los cortes de luz masivos y el malhumor social generalizado,
fueron el preludio del ataque especulativo financiero contra el Banco Central en enero. La alta
incertidumbre sobre la disparada del dólar y la posibilidad del Gobierno de controlar el tipo de
cambio, y el aumento de la inflación fueron aprovechados por la estrategia de los mercados
de “volar al gobiernos por los aires y hacerlo caer antes de tiempo” –como lúcidamente
denunciara el economista J. Bein- con la idea de que iban a vaciar las reservas del Banco
Central. Ha inicios de febrero del presente año, comenzaron aparecer las políticas
gubernamentales que indicaban la emergencia de una nueva agenda para que la situación
pudiese volver a estar bajo control: la Agenda de Sustentabilidad.
Esta nueva agenda logró, a partir de medidas del Banco Central, condicionar a los bancos a
vender reservas de dólares excedidas en sus encajes, la suba de la tasa de interés y una
paridad cambiaria a 8 pesos que permite una nueva estabilidad macroeconómica si bien con
problemas de reducción de la actividad y los ingresos. Con esto se buscó reducir la
incertidumbre, estabilizar las variables macroeconómicos, asegurar el tipo de cambio, del
dólar, que afecta los precios y recuperar la credibilidad en todas las dimensiones, mientras se
ganaba tiempo para que los ingresos de divisas vinculados a una nueva cosecha generase una
estabilización -el shock de divisas en marzo-abril-, y que la devaluación del tipo de cambio
posibilitara que la cadenas de valor pudiesen volverse a potenciar en la producción. Estas
acciones del Banco Central fueron complementadas por el Ministerio de Económica con el Plan
“Precios Cuidados”, una política de negociación con los actores económicos y una convocatoria
a la población para evitar las remarcaciones, abusos de posición monopólica y una mayor
apertura a los mercados (acuerdo con Repsol, y aproximación con el club de París). En el plano
social, la la agenda tiene continuidad con las políticas sociales neouniversales como la creación
del Plan Progresar y actualización de las asignaciones laborales, por escolaridad, etc.
Se evidenció una labor más negociadora desde la Jefatura de Gabinete con las principales
cerealeras para que liquidaran la producción del año 2013, en función de la férrea defensa que
el Gobierno va a realizar la nueva paridad cambiara. La agenda de sustentabilidad se
transformó así en clave para una discusión más situada y posible de aspectos decisivos de este
año: el debate sobre las paritarias, el inicio del año legislativo, y el comienzo de la transición
del liderazgo de CFK para el 2015.
Por último, el otro componente de la Agenda de Sustentabilidad es político: un estilo más
negociador en la Jefatura de Gabinete con los diversos actores -junto a un recambio de algunas
figuras del Gabinete- y una apertura a elecciones libres internas para elegir el candidato que
suceda a CFK.; la reforma de la Justicia, en términos de Códigos Civiles, Comercial, Procesal
Penal, Contencioso Administrativo y mayor dinamismo del Consejo de la Magistratura.
La Agenda de Sustentabilidad, ha frenado la ofensiva desestabilizadora y especulativa, y le ha
permitido al Gobierno recuperar parte de la iniciativa que había perdido para generar políticas
con el sector industrial y gremial. Este es un logro significativo, porque permite generar
escenarios previsibles hasta al 2015. Al tiempo que también busca, sobre las medidas
ortodoxas, equilibrar y bajar la inflación, evitar un impacto recesivo de la devaluación y la suba
de las tasas de interés, sancionar los abusos en las cadenas de intermediación, sobreprecios y
en las posiciones monopólicas empresarias, con otras de índole heterodoxo, para enfrentar la
coyuntura devaluatoria sin perder empleo ni salario y mantener el empuje productivo
exportador del país.
No obstante, es un año difícil, a lo largo del cual año, se va a requerir capacidad de diálogo,
creatividad en las políticas públicas, así como responsabilidad de los actores de la sociedad civil
y los partidos del sistema político, sea tanto por el control de precios y la defensa de los bienes
y servicios públicos que están en curso, como por establecer lógicas de bien común que
predominen sobre intereses particulares y minoritarios. De este modo, la Agenda de
Sustentabilidad asume un carácter más pragmático que la de Sintonía Fina en sus
orientaciones hacia el sector externo, , incorpora instrumentos ortodoxos, apela más a la
negociación y al diálogo, y si bien es coherente con un rumbo, -la de mantener el de
transformación y de hacer sustentable un modelo desarrollo industrializador con inclusiónincorpora la flexibilidad. No es poco. Es de esta manera diametralmente opuesta a la agenda
del “cambio de ciclo” que impulsa el establishment, los multimedia concentrados y algunos
sectores de la oposición que suponen como deseable la salida anticipada o conflictiva de la
Presidenta y de este gobierno, la percepción de caos, sino también de las orientaciones o
rumbo que lo caracterizan en esta década, e impulsar el ajuste por la vía de la reducción fiscal
como centro de su argumentación.
El pasaje de ‘la década ganada’ (2003-2012) a otra más incierta, que muestra mayores
dificultades a nivel nacional y regional para seguir un rumbo, coincide con un contexto
internacional más difícil para los países emergentes. La ralentización del crecimiento de China;
la baja de los precios de algunas materias primas que afecta la balanza comercial de los países
de la región; la retracción económica y aun política de Brasil; la influencia de EEUU en atraer
flujos de inversión vía política monetaria más restrictiva y alzas de tasas de interés que se
dirigen ahora a los países centrales y generan devaluación de las monedas en el resto del
mundo, así como formas de intervención indirecta de otra naturaleza que procuran
desestabilizar algunos países de la región, de cualquier forma posible, como es el caso de
Venezuela en la actualidad.
En estas disputadas y contrapuestas agendas, sea la de “Sustentablidad”, como la “del cambio
de ciclo” subyace no solo ideas, políticas sino una lucha por dos tipos de país y sociedades. En
una, tracciona el modelo de desarrollo inclusivo que apunta a una mejor distribución del
ingreso o mantenerlo por medio de las negociaciones paritarias, a disminuir la desigualdad y
promover la industrialización a través de la incorporación de ciencia y tecnología a las cadenas
de valor. En la otra, promover un modelo de especialización productivo que apunta a reducir
salarios, paritarias o subsidios, reducir desarrollos territoriales de índole federal, y conquistar
el poder político para legitimar su hegemonía y “volver a la Argentina normal”, es decir, a la
Argentina de los últimos 40 años, la del ciclo “stop and go”: una regresión conservadora.
En la nueva coyuntura está en juego, tanto el modelo de desarrollo, como la geopolítica
implementada por el Estado. La surgida desde hace una década de apoyo al proceso de
integración a América del Sur, al corredor Sur-Sur, a propuestas sobre una nueva arquitectura
financiera internacional por parte de los emergentes, (la agenda global del Sur), y a la
descolonización del Atlántico sur, para hacer una zona de paz y progreso. Ello acompañado por
una institucionalidad que apunta a esos logros como el Mercosur, la UNASUR, la CELAC, el
Grupo Alba, el Grupo de 77, etc. La otra opción geopolítica es la de mantener vínculos
heterónomos tradicionales con los países industrializados, particularmente con EEUU, que
tiene ahora como referencia la Alianza del Pacífico, la caída de Venezuela, un regreso al
protagonismo de la OEA, el debilitamiento del Mercosur, y la importancia de dejar de contar
con sus recursos naturales hidrocaburíferos de Venezuela para una estratégica autónoma; el
colocar la lucha contra la inseguridad y el narcotráfico como el principal asunto de la agenda
pública para militarizar su lucha, y hacer responsable a la región del mismo. En síntesis,
mantener América del Sur como una zona de bajo nivel de desarrollo, de control de los
recursos naturales por parte de las potencias y corporaciones del norte y el control del
Atlántico Sur y la Antártida.
Esto es lo que está en juego en las políticas públicas que se están implementando en la nueva
agenda y que, si bien su batalla principal parece librarse en el campo económico y social -en la
paritaria docente por ej., donde no solo está en juego conceptos sobre ‘presencia pedagógica’,
aumentos salariales, responsabilidad de los actores, los salarios, la inflación, es profundamente
política y estratégica. Porque, la lucha por consolidar el modelo no es un problema solo
macroeconómico, se juega la capacidad regulatoria del Estado sobre los mercados. En la otra
se alimentan las expectativas de inestabilidad cambiaria, de precios, incertidumbre y temor
que benefician la desesperanza, la incertidumbre, la confusión y a aquellos cuya finalidad es
especular. Por lo tanto, la lucha política presente revela el desafío sobre si éste, el 2014, va a
ser un año de estabilidad del rumbo, de reforma de la Justicia, de avances en cuestiones
vinculadas con la convivencia ciudadana, el autoabastecimiento energético, en mantener el
empleo -el verdadero centro de la disminución de la pobreza-, o, si por el contrario, va a ser un
período de recesión con inflación, ingobernabilidad económica y tensiones sociales que
tiendan a volver “al país normal” a la predominancia de lo caótico. En definitiva, si seguimos
hacia delante, a mantener lo logrado e ir por más, como desean la mayoría de la población y si
logramos construir la esperanza en medio de la confusión.
Daniel García Delgado (Área de Estado y Políticas Públicas)
6 de marzo de 2014
FLACSO (Sede Argentina)
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