EL PROTOCOLO EN LA BODA Muchos expertos encuadran la totalidad de los actos protocolarios familiares en lo que se ha venido en llamar “El Saber Estar”. De hecho, la mayoría de los libros que a aquello se dedican destinan buena parte de sus páginas a desarrollar y explicar las bodas, bautizos, funerales, aniversarios. Y aunque ciertamente se traten de actos sociales –la gran mayoría lo son, salvo los estrictamente empresariales u oficiales o de Estado- hay que convenir que en ellos el protocolo, el más puro protocolo está presente. Son actos donde las tradiciones más esenciales y la organización se entremezclan, y donde hay dosis altas de correcto y adecuado comportamiento. La mayor parte de los actos familiares son sencillos y apenas exigen grandes esfuerzos de organización. La dinámica familiar y el reducido número de invitados, hacen que sean mucho más sencillos, y que las tareas organizativas prácticamente se reduzcan a fijar un lugar para la ceremonia y una comida o merienda para el festejo. Y a partir de ahí, poco más. Bautizos, cumpleaños, aniversarios, confirmaciones, puesta de largo (hoy ya casi inexistente) son sencillos de organizar y requiere poca dedicación, aunque eso sí los anfitriones deberán tener buen gusto a la hora de fijar contenidos y a la hora de elegir el lugar del festejo (comida, merienda, cena, etc.). Si estos actos familiares estuvieran relacionados con las exigencias religiosas, la parte ceremoniosa suele ponerla la parte clerical, limitándose los protagonistas a asistir y hacer lo que se les manda. Bautizos y confirmaciones, son casos muy conocidos que demuestran la anterior aseveración. Sin embargo, hay otro tipo de ceremonias familiares que exigen una gran organización y mucho talento y dedicación para hacer las cosas bien. Una de ellas es la boda. Aparentemente fácil (¿quién no sabe de qué va?, ¿quién no ha asistido a un buen número de casamientos como para tener sobradas referencias? y ¿cuántos asesores nos salen cada vez que hablamos de la organización de este evento?. Sin embargo, las bodas, ya sean por lo civil o por lo religioso, tienen hoy en día muchas complicaciones y exige dedicación y tacto. Hasta no hace muchos años, las bodas eran eminentemente familiares y mucho más sencillas. Sin embargo, en la actualidad las bodas se han convertido en complejos actos protocolarios que exigen una preparación muy profesional. Los novios se juegan altas cantidades de dinero como para dejarlo todo a la improvisación. Muchos se juegan igualmente su prestigio. Y la mayoría se juega su propia satisfacción: Todos queremos que nuestra boda sea la mejor, que la organización sea buena y elegante, que los invitados lo pasen bien y que cuando todo el mundo se vaya lo haga hablando a las mil maravillas. En el fondo, en uno de esos días felices de la pareja se quiere que todo sea un éxito. Antes, boda en la iglesia y comida en la casa. Tema sencillo. Hoy en cambio, la cuestión se ha complicado más, y los novios quieren buenas organizaciones. El banquete ya no es en casa, sino en un buen restaurante, una masía o una finca. El aperitivo es delicado, la comida peligrosa y hasta el baile debe estudiarse. La ceremonia civil hay que llenarla de contenido, y hasta la religiosa que casi nos la dan hecha, cada vez gusta más de participar a los novios y establecer ceremoniales paralelos marca de la casa. Los invitados ya no son sólo los familiares, sino que se han añadido los amigos, conocidos y los compromisos. La complicación es alta y su desarrollo delicado, razón por la cual cada vez se constituyen más empresas profesionales dedicadas a la organización de estos eventos. Muchas de estas empresas nacieron a la sombra de los caterings, a cuyos responsables se pedían más cosas que la propia comida: ¿Dispone usted de carpa? ¿Tiene una orquesta? ¿Dónde puedo alquiler un traje? ¿Sabe usted hacer el protocolo del banquete?. Y así se han visto obligados a meterse en el terreno de la organización global. Hasta las invitaciones se hacen. No ponemos en duda su capacidad profesional para ocuparse de ello, pero ciertamente hay experiencias nefastas que pagan los novios y sus familias directas. Los profesionales han de estar muy bien preparados para afrontar el protocolo de esta ceremonia, y no olvidar nunca que esta fiesta es de los novios y su familia, no de ellos. El ceremonial o rito de las bodas se sustentan al mismo tiempo, en tradiciones seculares y religiosas. Seculares, aquellas que rodean a la ceremonia religiosa (banquete, vestido de los novios, salida de la casa, coche, comida, baile, viaje de novios). Religiosas, aquellas que se derivan del desarrollo de las ceremonias establecidas por los responsables religiosos. 1.- LA PEDIDA Aunque cada día se hace menos (aunque no se descarta una vuelta a atrás en este campo), la pedida constituía la primera ceremonia de las muchas que llega a aglutinar el enlace matrimonial. La pedida en su concepto actual es una evolución de aquella petición formal que tras negociación hacían los padres de los novios. Posteriormente y hasta la actualidad, la pedida o petición de mano se ha convertido en un acto social. Afortunadamente, al ser el matrimonio una decisión libre y personal de los novios, el hecho de pedir no tiene sentido. Sin embargo, constituye una buena excusa para que las familias se conozcan antes de compartir el evento y que aprovechen el encuentro para perfilar detalles generales de la celebración. Según Esmeralda Blanco1, hay dos modalidades para fijar la petición de mano con una cierta formalidad. • • La primera, la más ceremoniosa, exige que los “padres del novio se dirijan por escrito a los padres de la novia, manifestando su satisfacción por la elección y compromiso de su hijo, así como el deseo de reunirse antes de la ceremonia. La fórmula más conservadora indica que ha de ser la madre del novio quien, en nombre suyo y el de su marido, envíe el escrito”. La segunda fórmula, menos formal, pasa por el hecho de que los padres del novio concierten la cita a través de su hijo. La autora descarta la opción más práctica de fijar la cita por teléfono: “Este rompe totalmente ese aspecto ceremonioso y solemne que deseamos dar a esta fecha inolvidable”. Antiguamente, los padres de la novia invitaban a su casa a la otra parte para hacer la petición simbólica, a través de una cena, comida o cóctel. Hoy es también habitual hacerlo en un restaurante bueno. Según la etiqueta tradicional, los hombres debían ir de riguroso traje y ellas muy arregladas (pero no de gala). Antes, durante este encuentro la novia daba a conocer la fecha y solicitaba el consentimiento de las partes. Hoy en día, la fecha es lo primero que se sabe, por lo que no tiene mucho sentido. Hay algunas tradiciones en la petición de mano que aún se conservan. Por ejemplo, el ramo de flores que el novio a primera hora de la mañana ha de enviar a casa a la novia (flores blancas se dice) y otro más discreto a su futura suegra. Si le queda algo, no debería olvidarse de su propia madre. Era tradición también que en ese día el novio regalase a su novia un anillo con un diamante (anillo de pedida), que le impondría en la mano izquierda. Se ha añadido a la tradición, quizá por efecto mediático, que la novia le corresponda con un reloj bueno. La mesa de la cena o comida la presiden los padres de la novia, quienes a su derecha deberán colocar a los padres del novio. Normalmente, para este tipo de eventos se recomienda la mesa rectangular, de tal forma que las cabeceras son ocupadas por los dos anfitriones, que sitúan a sus correspondientes derechas a los padres del novio (intercambiando sexos). Los novios se sientan juntos y en el resto de la mesa los hermanos o parientes que residan habitualmente con estas familias. 2.- LAS INVITACIONES Los preparativos de la boda, hoy en día, comienzan por señalar una fecha tras haber confirmado la reserva de Iglesia o Ayuntamiento o Juzgado (para el enlace) y el restaurante o lugar donde celebrar el banquete nupcial. En muchas ciudades, estas reservas hay que efectuarlas con muchos meses de anticipación (a veces años), especialmente si la ceremonia es un sábado por la noche. Queda para el anecdotario, el año 2000. En muchas ciudades de España, dos años antes del mítico año era imposible acceder a un local de cierta dignidad. Todo lo bueno estaba reservado. Fijado lo difícil, el primer paso organizativo que hacen los novios es encargar las invitaciones y establecer la lista de invitados. Normalmente, la lista de invitados salen de estos conceptos: - Familia del novio y de la novia Amigos del novio y de la novia Amigos y compromisos de los padres del novio y de la novia Reunidos los nombres y las direcciones, se envían las invitaciones, dentro de un sobre. Mucho se ha especulado sobre el período de antelación en el envío de las invitaciones (mal llamadas hoy en día participaciones). Siguiendo las técnicas habituales de Organización de Actos, cualquier acto que implique un gasto importante al invitado hay que notificárselo con una cierta antelación. Por ello, parece digamos razonable que las invitaciones se remitan al menos con dos o tres meses de antelación. También se especula mucho sobre la forma de la entrega. Digamos que por el carácter más familiar y de amistad que tiene este acontecimiento, que los invitados se enteren del enlace por un sobre que contiene una invitación, no creemos que sea bueno. De ahí que nos inclinemos a pensar que la notificación del enlace debe ser comentado previamente a los invitados, ya sea por teléfono si hay imposibilidad de encuentro o de forma personal que es mucho mejor. En conclusión, como los tiempos corren deprisa, la fórmula ideal para el reparto de invitaciones, es mediante la entrega personalizada (los novios a sus familiares y amigos, los padres a sus amigos y compromisos). El correo será inevitable si hay imposibilidad de la entrega personal, pero siempre es recomendable que media una conversación telefónica. Sobre cómo tienen que ser las invitaciones hay muchas más disparidades entre los expertos. Quizá porque estos siguen aferrados a ciertas costumbres que clarísimamente están trasnochadas. Por ejemplo, la tradicional invitación de participación de los padres, no tiene sentido hoy. Tenía sentido en su momento, cuando el evento era más cosa de los padres que de los novios (que ni tan siquiera se quedaban al banquete, obligando a los padres a ser los anfitriones totalmente). Hoy, el mundo va por otros derroteros, y las participaciones están superadas. No obstante, los novios que quieran seguir aquella tradición (siempre elegante y bonita) deberán recurrir a modelos como éste: José Fernández Pérez Rodríguez Sánchez Manuela Gil Peta Río Pedro Carla Sánchez Participan el próximo enlace de sus hijos María y José Que se celebrará D.m. el próximo día 24 de junio de 2002 en la Catedral de Barcelona, a partir de las 18 horas. Esta clásica participación no representaba invitación, sino era una simple comunicación de la ceremonia (no incluía derecho a asistir a los festejos, aunque sí a la ceremonia religiosa). Por eso se participaba. Hoy en día la participación se ha convertido al mismo tiempo en invitación. Siguiendo el caso anterior, lo siguiente: José Fernández Pérez Rodríguez Sánchez Manuela Gil Peta Río Pedro Carla Sánchez Participan el próximo enlace de sus hijos María y José Y tienen el gusto de invitarle a la ceremonia religiosa que se celebrará el 24 de junio de 2002, a las 18,00 horas, en la Catedral de Barcelona y a la posterior cena de gala que se servirá en el Restaurante xxxxxxx. (se añade en las esquinas inferiores los domicilios correspondientes de los padres y la necesidad de confirmar). Sobre si qué padres hay que colocar en la esquina izquierda o derecha según se mira la participación, los expertos no se ponen muy de acuerdo. Pero siguiendo las técnicas tradicionales, la esquina izquierda (según se mira) era para la familia de más alta precedencia. Si la precedencia era similar (y posteriormente se tendió a ello, para evitar grandes desigualdades), los padres del novio iban a la izquierda. En consecuencia, a la hora de citar a los novios, él se escribía antes que ella. Esto se debe a la precedencia tradicional del novio en todo momento frente a la novia, que pierde en el momento de contraer nupcias. En cambio hoy, por eso de la gentileza y la cortesía, y porque quizá lo ceremonioso está más en la novia que su futuro, los padres de la novia se escriben en la esquina superior izquierda (según se mira). El ceremonial de las bodas ha evolucionado mucho y ello exige cambios también en las invitaciones. Las bodas hoy en día quienes la protagonizan son los novios, quienes no dejan la fiesta hasta que se van los invitados. Ellos invitan, por lo general pagan y actúan como anfitriones. Si eso es así, los novios deben ser quienes inviten. Y el formato de invitación deben personalizarlo mucho los propios novios. Las invitaciones exigen mucha imaginación y sobretodo, evitar lo rutinario. Muchas de las invitaciones que llegan las conocemos de sobra de los modelos que te ofrecen en las imprentas. Una bonita carta de los novios, adjuntando la tarjeta de invitación, puede resolver esa frialdad. La tarjeta de invitación no debe llevar ninguna nota adicional que lo expresado anteriormente. Si fueran necesarias notas de protocolo, habría que recurrir a otro tarjetón, más sencillo y pequeño donde se den las informaciones o instrucciones pertinentes: Dirección del restaurante o de la iglesia, forma de llegar, etiqueta, etc. ¿Y si los novios quieren que le regalen dinero, deben decirlo en esa nota?. Si es lo que quieren, sí, aunque parezca de mal gusto. En realidad no debería ponerse nada. Los que vayan a hacer el regalo deberían enterarse antes por los padres o por ellos mismo si prefieren un regalo (aquí siempre es recomendable ofrecer una lista de regalos, para que ninguno se repita o defraude a los receptores) o dinero. Si es dinero, lo mejor hoy en día es ofrecer un número de cuenta y hacer el ingreso o remitir un talón al portador; en cualquier caso, adjuntando siempre una tarjeta con unas líneas de felicitación. Debería evitarse la típica escena de entregar sobres con dinero el día de la boda (¡cuántos sobres se han perdido en el fragor de la fiesta!). Se ha puesto de moda también, enviar junto a la invitación una especie de ticket o tarjetita donde se nos pide confirmar y el número de personas que asistirán con esa invitación. No tiene sentido, si todo el mundo actúa correctamente. Los novios invitan al matrimonio, y éste debe comunicar si asistirá y si lo harán con sus hijos o con alguien más. Y si no lo hacen y los novios tienen dudas, lo mejor es llamar y preguntar. Nada de suposiciones. Dan malos resultados. 3.- LA INDUMENTARIA También hay mucha especulación al respecto de la etiqueta en el vestir que han de llevar no sólo los novios, sino padrinos, testigos, invitados... No hay etiqueta fija al respecto. La decisión la tienen los novios. Normalmente, la novia acude a la ceremonia con el tradicional traje largo blanco (o colores claros) y el novio de traje oscuro. Hoy se ha puesto de moda el chaqué para el novio, padrino y testigos. Como es una moda, nada tenemos que objetar, salvo estar pendiente de su duración. Los expertos más entendidos hablan de que el chaqué debe llevarse si la totalidad de la ceremonia y fiesta es durante el día. De ser en la noche, debería sustituirse por el frac, etiqueta de gran gala. Pese a estas recomendaciones, sea la hora que sea, la mayoría de los novios españoles acuden con el chaqué. Si el padrino acude con chaqué, al igual que los testigos, la madrina y los testigos femeninos deben cuidar su vestuario. La correspondencia del chaqué para la mujer es el traje largo, evitando el uso de colores claros similares al de la novia (por eso de no robar protagonismos a la novia). En el mismo camino de las especulaciones, hay algunos estudiosos que se empeñan una y otra vez en distinguir la etiqueta en el vestuario según sea religiosa o civil la ceremonia. Algo que desde aquí condenamos. La tradición de la etiqueta se ha extendido a todas las ceremonias. No hay bodas de segunda o de primera. Todas son iguales, y los novios han de ir vestidos como más les guste. Para la madrina se aconseja el traje largo, con una pamela o similar sombrero si es al mediodía o con un tocado o peineta con mantilla española de color negro (la blanca no). Pero, en fin, la madrina por encima de todo ha de ir a su propio gusto. Los invitados tienen libertad para ir vestidos como gusten si en la invitación no se ha especificado etiqueta alguna, si bien es costumbre en nuestro país que los hombres vayan de traje oscuro (la camisa blanca lisa ya no se estila, pero sí un camisa lisa, sin estampados o dibujos, y a ser posible de tonos claros) y las mujeres de traje de cóctel, con un vestido un poco más debajo de las rodillas. 4.- LAS COMITIVAS Se ha impuesto en el protocolo actual de las bodas (los enlaces de miembros de familias reales han influido mucho en la sociedad en general) que tanto el novio como la novia entren a la iglesia o Ayuntamiento antecedidos de sus testigos. Antiguamente, el novio del brazo de la madrina (novio a la izquierda), entraban minutos antes de la novia y esperaban en el altar. Hoy en día esto ha variado un poco. Normalmente, la comitiva del novio hace su entrada a la Iglesia una vez que llega el vehículo de la novia y antes de que ésta ponga los pies en el suelo. Los testigos, agrupados en parejas de distinto sexo y del brazo (si hubiera más de un sexo que de otro, podría cubrirse con acompañantes puntuales que equilibrasen la cuestión, aunque luego tomen asiento en otra parte), precederán al novio y la madrina. Los testigos tomarán su asiento y el novio y la madrina aguardarán de pie en el altar la llegada de su futura. La entrada del novio resulta más solemne y menos fría si se hace acompañar de alguna bonita melodía. Un minuto después, no más, entrará la comitiva de la novia, dispuesta de forma igual que la del novio. La novia tomará el brazo derecho del padrino. Es tradicional que la novia entre al son de la Marcha de Mendelssohn, aunque también resulta solemne otras piezas. En la comitiva de la novia se incluyen las damas de honor (cada día se lleva menos), una de las cuales porta las trece arras (de oro, plata o bronce), símbolo religioso del compromiso de la pareja de compartir los bienes y deseo de abundancia). La novia suele llevar un ramo, tipo buqué (que en algunas localidades paga el novio). El ramo se lo queda la novia, o lo ofrece a alguien (a una virgen, o ante la tumba de su abuela fallecida anteriormente) o lo rifa entre las solteras (cada día se ve menos). En las bodas civiles, no hay padrinos, sino únicamente dos testigos. La práctica diaria ha convertido a estos dos testigos en padrinos efectivos y como tales deben actuar. El hecho de que no haya más testigos no obliga a que el novio o novia tengan que prescindir de una entrada en comitiva, aunque ello dependerá de las facilidades que den en el Ayuntamiento o Juzgado. Normalmente, en los Ayuntamientos comienzan a dar cada día más facilidades o a permitir a los novios que introduzcan alguna variante personal en el desarrollo de la ceremonia (para romper la frialdad y escasa duración que tienen). En estos caso, comienza a introducirse piezas musicales y algunos discursos ya sean de los novios o de los padrinos. En las bodas civiles ( y también lo aconsejamos para antes de que se inicie el rito del matrimonio para la iglesia) resulta bonita una intervención del novio o novia (o de un familiar o amigo) que lean un discurso relativo a cómo se conocieron y qué aspiraciones tienen. Eso lo hace mucho más emotivo. La comitiva de salida varía. Finalizada la ceremonia y al son de la pieza musical que se haya elegido, saldrá la novia y el novio (éste ofreciendo su brazo derecho) juntos; detrás, el padrino y la madrina (ésta a la derecha) y detrás los testigos, primero los de la novia y luego los del novio. Posteriormente, todos los invitados, quienes en la salida podrán felicitar a los nuevos esposos. Luego todos deberán dirigirse al restaurante (y los novios también, evitando actividades que retrase la parte lúdica del evento). 5.- EL PROTOCOLO DE LOS ASIENTOS En la Iglesia o en el Ayuntamiento, normalmente los novios y padrinos se colocan en el altar (o zona preferente junto al juez o Alcalde, en el caso de la ceremonia civil). Hasta no hace muchos años, los novios daban la espalda a los feligreses y miraban hacia el altar. Si la novia iba cubierta con un velo para no despertar envidias de otras mujeres y como símbolo de entrega con total pureza, con más razón para que no mirase a los presentes. La lógica ha hecho variar la normativa eclesial, quien ya aconseja a los novios que lateralicen su situación para que pueden ser vistos por los feligreses. En las ceremonias civiles así se hace ya en la mayoría de los ayuntamientos. La posición correcta de los novios es la siguiente: • • • El novio a la derecha de la novia. El padrino, a la izquierda de la novia (esa es su posición pues viene dando el brazo derecho en la comitiva). La madrina a la derecha del novio (también viene del brazo derecho). Sin embargo, en algunas localidades es costumbre, que el padrino se sitúe a la derecha del novio y la madrina a la izquierda de la novia (así, se dice, podrá ayudar a la novia con su complicado traje). Los testigos se colocan en un lugar especial, normalmente en los primeros bancos de la iglesia o del Ayuntamiento. Los testigos del novio en los bancos de derecha según se mira al altar y los de la novia a la izquierda. La misma distribución se guarda para las familias, aunque esta cuestión tiene menor importancia hoy en día. Existe también un protocolo de asientos en los diferentes vehículos que trasladan a los novios. Cuando salen de casa hacia la Iglesia o Ayuntamiento, los novios viajan en vehículos diferentes, acompañados de los respectivos padrinos. El novio viajará en el asiento derecho trasero y a su lado lo hará la madrina. Igual en el caso de la novia en relación al padrino. Tras la ceremonia, los nuevos esposos viajarán en el coche de la novia (normalmente más engalanado con flores), dejando a la esposa el puesto principal. 6.- LOS ANILLOS Al igual que en el simbolismo de las arras antes comentado, es costumbre en España y en otros países, que los novios se coloquen sendos aros de oro, generalmente lisos, y en cuya parte interior figura grabada la fecha del enlace. Algunos añaden el nombre y en otros casos hasta una dedicatoria. En el momento que el oficiante lo determina, el novio impone a la novia el correspondiente anillo y viceversa. Normalmente, el novio suele llevar consigo el anillo que entregará a su correspondiente y el padrino el que la novia impondrá a su esposo. No está cerrado el criterio sobre en qué mano se coloca el anillo. Todos los expertos coinciden en señalar que se trata del dedo anular, pero unos hablan de la mano derecha y otros de la mano izquierda. Habrá que resolver según la tradición de la zona donde se celebre el evento, teniendo en cuenta que es en el norte pide más la mano izquierda y en el mediterráneo la mano derecha. 7.- LA CEREMONIA DEL ENLACE El contenido de la ceremonia del enlace es bastante sencillo y breve, tanto en la versión religiosa como en la civil (el desarrollo de la ceremonia civil se trata en profundidad en las unidades correspondientes al protocolo municipal). En la ceremonia religiosa, de no ser por la celebración de la Eucaristía (la misa), la ceremonia no duraría más de diez minutos. Así, una boda religiosa sin misa tendría estas partes: - Entrada y ritos iniciales Liturgia de la Palabra Interrogatorio Consentimiento Imposición de anillos y entrega de las arras Oración de los fieles Bendición de los esposos Padrenuestro Bendición final La parte del interrogatorio o escrutinio de los novios es aquella en la que el sacerdote se dirige a los esponsales y les efectúa las siguientes preguntas: - - Estimados....y.....: Habéis venido para que el Señor consagre vuestro amor, ante la comunidad aquí reunida, ante la Iglesia. Jesucristo bendice hoy con toda su fuerza vuestro amor. Él es el primer testigo del compromiso que deseáis contraer. Él, por el Bautismo os hizo miembros de la familia de Dios. Ahora, por el sacramento del matrimonio, os fortalecerá y os acompañará a lo largo de vuestra vida. Por eso, ante todo, contestad a estas preguntas. .... y ...., ¿venís a casaros con entera libertad?. Respuesta de los novios: Sí, venimos. ¿Os comprometéis a quereros y guardaros fidelidad durante toda la vida? Respuesta de los novios: Sí, nos comprometemos. ¿Estáis dispuestos a recibir con amor a los hijos que tengáis y a educarlos en la fe de Cristo? Respuesta de los novios: Sí, estamos dispuestos. La parte del consentimiento es aquella en la que los novios expresan su deseo de hacer realidad el compromiso. Hay varias fórmulas. Esta es la más habitual: - - - - Sacerdote: “Así pues ya que queréis contraer santo matrimonio, unid vuestras manos y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y ante la Iglesia” Novio: “Yo,...., te quiero a ti...., como esposa y me entrego a ti, prometo serte fiel en las alegrías y las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida” Novia: “Yo,...., te quiero a ti...., como esposo y me entrego a ti, prometo serte fiel en las alegrías y las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida”. Sacerdote: “El Señor que hizo nacer en vosotros el amor, confirme este consentimiento mutuo que habéis manifestado ante la Iglesia. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. La otra fórmula pasa por el hecho de que la frase la protagonice el sacerdote en forma de pregunta y que los novios respondan con un Sí, quiero. La imposición de los anillos es el paso siguiente: Sacerdote: “El Señor bendiga estos anillos que vais a entregaros el uno al otro en señal de amor y fidelidad”. Novio: “..., recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad”. Novia: “... recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad”. Normalmente es el novio quien impone la alianza antes. Posteriormente, viene la entrega de las arras: Sacerdote: “Bendice Señor estas arras que pone (nombre del novio) en manos de (nombre de la novia) y derrama sobre ellos la abundancia de tus bienes”. Novio: “... recibe estas arras como prenda de la bendición de Dios y signo de los bienes que vamos a compartir” (si la novia llevase velo, este el momento para quitárselo, ya sea ella misma o con la ayuda de su nuevo esposo). Al terminar la ceremonia, es costumbre en España que los novios reciban una lluvia de arroz por parte de los invitados, en el exterior de la Iglesia o Ayuntamiento. En algunas localidades como las de la Comunidad Valenciana, además del arroz, los novios podrán evadirse de toda una traca de petardos. El arroz también se sustituye en ocasiones por una lluvia de pétalos. Los novios son los que marcan la batuta. Si se ofrecen pétalos a todo el mundo, lo habitual es guardarse el arroz para otra ocasión. 8.- EL BANQUETE NUPCIAL Tras la ceremonia civil o religiosa, los novios o los padres de éstos, suelen ofrecer un banquete nupcial, ya sea a la hora del almuerzo o a la cena. Dicho banquete puede ser sentado (típica comida) o de pie (cóctel) o mixto (bufé). Cada pareja ha elegir en función del ambiente que quiera lograr. La mayoría opta por el banquete formal, asignando puestos a todos los invitados. Para este tipo de ceremonias el comedor más habitual es el clásico, con una mesa de presidencia en un costado de la sala o carpa (donde sea perfectamente vista por todos los invitados, sin dar la espalda a nadie) y el resto de invitados en mesas redondas de 6-8-10 invitados cada una. La mesa presidencia puede ser la clásica de siempre (rectangular ocupada por un sólo lado) o puede sustituirse por un ovalada (igualmente ocupada por un lado). Se suele preferir ésta porque integra un poco más a los presentes en la mesa y porque permite más opciones de decoración. Es tradicional que en esta mesa presidencial se sienten los novios, los padrinos y los padres de los novios y cuantas personas cercanas consideren los novios. Ya no es costumbre sentar en esta mesa al sacerdote en caso de invitar. Los novios (ella a la derecha) presiden la mesa, y a sus lados (en intercambio de sexos) se colocan los padrinos y sus correspondientes consortes si los tuvieran. Si los padrinos fueran distintos a los padres, éstos también tomarían asiento en la presidencia. Los padres divorciados entre ellos ocupan lugar en la presidencia, salvo que se aconseje otra solución en beneficio de un mejor ambiente y menor crispación. En cada caso, se verá la mejor solución que suele hacerse con el acuerdo de todos. El resto de los invitados se ordenan según los mejores criterios de los novios. Generalmente no se cruzan familias en las mismas mesas, sino que se reparten, aunque evitando hacer zonas cerradas. La mesa 1 (y la 4 y la 5 o cuantas sean necesarias) la ocupa la familia directa de la novia y la mesa 2 (y la 3 y la 6 o cuantas sean necesarias) la familia directo del novio. Puede aplicarse un protocolo mixto, aquél que en cada mesa mezcla las diferentes procedencias. Por ejemplo: Mesa 1: dos representantes de la familia directa de la novia, dos representantes de la familia directa del novio, dos amigos de la novia, dos amigos del novio). Pero esta opción que es buena para determinadas bodas con asistencia de autoridades, no es muy recomendable para el resto. Un esquema bueno de protocolo es el siguiente: Presidencia Famili Famili Famili Famili Famili Amigos Amigos Famili Compro Compañe Compañe Compro Amigos Compro Compro Amigos Claro está que son múltiples las opciones y las posibilidades. Debe pedirse a los novios que estudien muy bien el tipo de comedor y la colocación de los comensales y que equilibren perfectamente las dos partes: los invitados de la novia y su familia y los del novios y su familia. Que nadie salga mejor parado. La organización de esta comida responde a los mismos criterios que otro banquete, tanto en ordenación de mesas y comensales, minutas, elección del menú, tarjetas y sistemas de indicación del protocolo. Por ello en este capítulo no entramos en esos detalles, para remitirnos a las unidades correspondientes a la organización de banquetes (asignatura de Hostelería). Es importante recordar, que si se elige el panel indicador como método para informar a los invitados de su asiento, que las lista se elabore por orden alfabético, para favorecer la búsqueda. Puede acompañarse igualmente una relación por mesas, para que los invitados sepan con quiénes estarán. 9.- ENTRADA AL COMEDOR, BRINDIS Y BAILE Existe también un protocolo para la entrada al comedor. Tras el obligado aperitivo, que sirve para que los invitados se saluden entre sí y para que los novios departan unos instantes antes del inicio de la comida, y para que los invitados se informen de su asiento (si no se le ha entregado tarjetas personales y deben acudir al panel), todos los asistentes accederán al comedor (o comedores). Primero los invitados, después los miembros de la mesa presidencial y finalmente los novios. Empieza a ser costumbre en nuestro país, que los novios al entrar al comedor reciba de manos del maitre una copa de cava para que hagan un brindis simbólico. Entendemos que esto es una incorrección, pues el resto de invitados no les puede corresponder. Queda feo que en casa de uno, sólo beban los anfitriones. El brindis ha de celebrarse a los postres, una vez que se sirve el cava o champaña. El novio, la novia, el padrino o la madrina, pueden dirigir el brindis. Unas pocas palabras puesto de pie y tras ellas levantará su copa. Todos los invitados se pondrán de pie y brindarán. Lo lógico es que el brindis lo haga el padrino y desee felicidad a los novios, y que éstos (uno u otro) responda con otro brindis. Los novios tienen que tener mucho protagonismo en este evento y hablar en el brindis es obligado (mejor improvisado que preparado) Los novios no han de levantarse de la mesa hasta que la comida se acabe, a excepción del momento de la tarta que es costumbre sea partida por los nuevos esposos. Tras el postre, los novios podrán levantarse y recorrer las diferentes mesas para interesarse por sus invitados. El baile suele iniciarlo los novios, ya sea con un vals o con otra canción que sea de su agrado. Tras un minuto por lo menos, podrán incorporarse al baile los padrinos y el resto de invitados. Es costumbre también que en el primer baile novios y padrinos se intercambien la pareja a mitad de canción. Será la señal para que todos se sumen al baile. Y a partir de aquí que venga la diversión.