SIETE PASOS PARA ALCANZAR LA META Ralph M. Lewis Pasado Imperator de AMORC Resumen Si convenimos que el hombre posee libre albedrío y puede tomar decisiones, ¿Qué debería elegir voluntariamente el hombre? Una elección básica no podría incluir la muerte porque esta es inevitable, ni la vida porque ya estamos viviendo, carecería de valor. Por lo tanto, solo tenemos libertad para elegir como emplear nuestra existencia. Para algunos su elección es luchar por conservar salud. Esto supone asegurar una vida larga, pero sería como preocuparse solo por querer evitar el dolor y el sufrimiento. Otros desean principalmente acumular riquezas; imaginan que es una decisión tomada por ellos mismos, sin embargo, la avaricia o el amor por los bienes materiales no es más que un deseo y los deseos son cualidades inherentes a la vida misma. Desear no es elegir; es un impulso tan inseparable de la vida, como lo es la humedad del agua. Entonces, ¿Cual debe ser nuestra elección fundamental? La respuesta general debería ser: alcanzar la felicidad completa y perfecta. La única felicidad perfecta y completa que puede existir es aquella que abarque los aspectos fundamentales de la naturaleza del hombre, que son: cuerpo, mente y alma. Son siete (7) los pasos, que desde tiempos inmemoriales se han mencionado, que debe dar el hombre para alcanzar la meta de la perfecta felicidad. 1. Comprender la esencia: nuestra esencia y la esencia de todas las cosas. En un último análisis, estamos conscientes de nuestro yo y de nuestro cuerpo donde reside. La fuente primaria de todo lo que existe no es puramente consciencia ni las fuerzas y energías que asociamos con las cosas materiales. Por cada estado de existencia o por todo lo que tiene movimiento, debe de haber un estado de conocimiento, un estado de consciencia. Aquello que posee vida y que conoce es la mente. Por lo tanto, la esencia primaria de la cual surgen todas las cosas es la mente absoluta. Puesto que Dios es mente, una esencia primaria existe en todas las cosas que percibimos. Dios está presente en las cosas más simples y materiales, al igual que lo está en lo que solemos llamar conciencia espiritual. 2. Liberación: Si todas las cosas proceden de Dios, entonces, todas las cosas tienen que seguir por necesidad, el orden de Dios, no pueden desviarse de ese orden y por lo tanto, no son libres. El hombre se ve influido continuamente por sus emociones, por sus instintos, por sus impulsos psíquicos y por las fuerzas del mundo físico: no puede eludir esos impulsos; no puede apartarlos de él y por lo tanto, cuando reacciona ante ellos se ve obligado a tener preferencias. Estas preferencias son una especie de respuesta a las influencias de su ser. Entonces, él toma decisiones en base a esas preferencias; la decisión es una parte integral de nuestra naturaleza: no podemos evitar proceder de este modo; por lo tanto, el albedrío no es libre. Puesto que nos vemos obligados a elegir por la necesidad de nuestra propia naturaleza, podemos y debemos hacer elecciones ventajosas. Siempre debemos elegir de acuerdo con las óptimas cualidades de nuestra naturaleza, de conformidad con la parte superior de nuestro ser. Semejante elección se acerca a la naturaleza de Dios. Cuanto más cerca estemos de la naturaleza integral de nuestro ser, más cerca estaremos de lo absoluto, de Dios. 3. Autodisciplina: Gautama Buda dijo que todo en la vida causa cierto sufrimiento y que todo el sufrimiento que experimentamos es producto de deseos insaciables, deseos que nunca pueden ser completamente satisfechos ni aplacados. Dejaremos de sufrir únicamente cuando aprendamos a reprimir los deseos insaciables; en otros términos cuando permitamos que los elementos de nuestra naturaleza trina: alma, mente y cuerpo, obedezcan el orden proporcional de: uno el alma, dos la mente y tres el cuerpo. 4. Moralidad: Es una elección fundamental que debemos hacer en la vida. Este paso concierne a la verdad que encierra el asunto del bien y el mal. La experiencia humana confirma que el hombre lucha por bienes divergentes. Si en el fondo de su corazón los hombres desean el bien, ¿por qué confunden su contenido?, ¿Por qué marchan en direcciones diferentes? Si Dios es el creador de todas las cosas, es el creador de un bien positivo y de todo lo demás, es obvio que el mal no puede contener nada positivo; no puede ser real; el mal ha de ser únicamente una condición negativa, la ausencia del bien. Cuando los hombres buscan el bien es porque éste satisface algún elemento de su naturaleza, de su ser, pues de lo contrario no lo buscarían. Como todos los hombres no son iguales, en cada uno predomina alguna parte de su naturaleza; en algunos predomina lo físico, en otros lo intelectual y en algunos otros impera más la espiritualidad. Cada quién tiene sus propios bienes, desea sus propias recompensas, y primero es necesario saber cuáles son aquellos y después las otras. Es así como nos remontamos a las alturas del ser. Las recompensas más grandes para el cuerpo son la salud y el vigor. Estos bienes se obtienen cuando obedecemos a nuestra parte física. Existen bienes o recompensas de índole intelectual, emplear la razón, desarrollar las diversas facultades de nuestra mente, produce también su bien; por ejemplo, ofrece respeto personal, confianza personal y aplomo. Mientras no experimentemos el ser espiritual, mientras no permitamos que el alma, la parte más elevada de nuestra naturaleza, ejerza dominio, no podremos saber cuáles son sus mejores bienes y nada nos impulsara a buscarlos. Así pues, debemos remontarnos de un bien a otro. 5. Conocimiento y Entendimiento: Podemos decir que el conocimiento es aquello de lo cual estamos conscientes. El entendimiento es la naturaleza y el propósito de lo que conocemos. Sin entendimiento el hombre no es más que un ser que vaga en la oscuridad. Sabiduría significa adquirir experiencia para aplicar el entendimiento, es saber cómo y cuándo debemos usar lo que entendemos. Cada minuto de nuestra existencia consciente nos brinda conocimiento, nos permite comprender algo. Sin embargo, el entendimiento solo se obtiene cuando meditamos y reflexionamos en lo que conocemos. Emplear y aplicar el entendimiento también nos da sabiduría. A menudo se dice que el entendimiento da poder. Esto es porque en la mente que entiende, las ideas están debidamente ordenadas, han sido rotuladas y clasificadas apropiadamente; pueden ser usadas como piezas de repuesto para reparar, reconstruir o hacer frente a cualquier emergencia. 6. Aplicación: El objeto y propósito de la vida residen en utilizarla. No tiene otro valor que no sea el de ofrecer el medio a través del cual puede alcanzarse algo. El hombre debe usar sus facultades naturales de que ha sido dotado para producir algún bien. La mente nunca perturbará a la persona que ha usado sus poderes plena e inteligentemente; la belleza y la madurez de la ancianidad se encuentran cuando los poderes de la mente y los atributos del alma se han desarrollado y aplicado al máximo. 7. Aspiración (Acción de la Mente): Cuando el hombre aspira, cuando concibe un ideal hacia el cual desea elevarse, cuando intenta trascender su propio ambiente y el mundo que conoce, el hombre es compatible con la Ley Cósmica del Universo. Quien no puede o no quiere, aunque sea en grado mínimo, visualizar el progreso de la humanidad, un progreso que produzca comprensión, felicidad o mayores poderes para su familia o la sociedad que lo rodea, es en realidad un ser inerte. Esta persona estará siempre inactiva y con ello se opondrá a la Ley Cósmica del movimiento. La aspiración ejercitará funciones especiales de la mente humana. Nos incita a usar nuestras facultades intuitivas, estimula nuestra imaginación. Es la aspiración la que eleva la mente del hombre y le ayuda a trascender de lo ordinario. Ella permite que la mente sea el amo legítimo del cuerpo. En conclusión, puede decirse que siendo la felicidad no una cosa sino un estado, se alcanza cuando se dan todos los pasos antes mencionados; en otras palabras, la felicidad es un aura que emana de la comprensión combinada de la esencia, la liberación, la autodisciplina; la moralidad, el entendimiento, la aplicación y la aspiración.