Iv ESTRUCTURA DE LA EXPLOTACIÓN Las actividades que iban dirigidas hacia la optimización de los recursos agrícolas y que dependían de la fuerza de trabajo como factor básico de producción fueron adaptándose a los distintos sistemas de explotación basados en el aprovechamiento directo e indirecto de las tierras. Dentro de la segunda modalidad mencionada se dieron dos modelos generales, el arrendamiento y la aparcería. De ellos, la coparticipación de costes y beneficios fue el más extendido, aunque variaba según fuese la localización de la finca, la calidad de las tierras, la superficie y el tipo de cultivo. Los cambios residieron más en la forma que en el fondo: "medianerías", "a partido" y "a terrajes" '. Hasta el momento sólo he mencionado los sistemas de explotación indirecta más habituales en la comarca. El cultivo directo es un modelo paralelo que se presenta ligado a otras formas indirectas, donde propietario y aparcero realizaban similares funciones. Es decir, en la misma finca coexistieron parcelas llevadas directamente por el propietario y trabajadas por asalariados, y parcelas cedidas en aparcería o arrendamiento, totalmente independientes de las anteriores. Parecía lógico que en una economía agraria caracterizada en el siglo XIX por la concentración de la propiedad en pocas manos, el uso de la tierra estuviera basado en la explotación indirecta. Llegados a este punto, y sin entrar en la polémica sobre el comportamiento absentista o no de los propietarios, puede asegurarse que la explotación de la gran propiedad tradi' Aparcerías puede haber tantas como estimen las partes contratantes. La costumbre generalizada de realizar contratos verbales fue la más importante limitación a la hora de proceder al análisis y a la sistematización de los modelos contractuales. 307 cional se hizo en la mayoría de las ocasiones con un control riguroso de la administración de las iincas. Éste, si no era Ilevado directamente por los propietarios, sí lo fue a través de administradores y encargados 2. A pesar de todo, el cultivo y uso de la tierra por colonos -"terrajeros" en el habla comarcal- fue una constante durante todo el siglo XIX. Para demostrarlo voy a utilizar los datos del Amillaramiento de San Javier de 1861, y del Catastro Parcelario de Torre Pacheco de 1851. Ambos documentos son los únicos que arrojan datos sobre los regímenes de tenencia. S ^ s resultados se pueden hacer extensibles al resto de la comarca, ya que exceptuando el presumible predominio del cultivo directo en San Pedro del Pinatar -hipótesis por otra parte fácilmente deducible si analizamos el índice de concentración territorial así como por el predominio de los regadíos-, en el resto de las localidades predominaron los arrendamientos y las aparcerías. No solamente voy a analizar la estructura general de la explotación, sino también la distribución parcelaria de las tierras dadas en aparcería, su calidad y cultivos predominantes. De este modo sabremos cómo los propietarios fragmentaron sus propiedades y en base a qué criterios. También conoceremos cuál fue la superficie media de las unidades de explotación, su distribución entre los colonos, y sobre todo podremos aproximarnos a la rentabilidad de dichas explotaciones haciendo una valoración entre los costes iniciales de cultivo y los índices de productividad por unidad de superf'icie. Estos modelos de explotación y uso de la tierra comenzaron a transformase a partir del primer tercio del siglo XX. Este proceso, ya analizado en el capítulo III, supuso en última instancia la desintegración de la gran propiedad predominante en el siglo XIX y, por consiguiente, el acceso de colonos, labradores e inclusive jornaleros al dominio directo de la tierra. Como es sabido, estos cambios que se iniciaron a comienzo del siglo perfilaron la actual estructura de tenencia territorial, donde el cultivo directo sobresale respecto a los otros sistemas de explotación. Al igual que en la mayor parte del país, durante las z Prueba esta afirmación las contabilidades de algunas de las fincas del Conde del Valle de San Juan y otros grandes propietarios murcianos. Pérez Picazo, M' T (1991). 308 décadas 1950-1960 se consolidó dicho proceso como consecuencia del inicio de la crisis de la agricultura tradicional, donde los costes laborales hacían poco rentable la explotación indirecta basada en la contratación de fuerza de trabajo de carácter familiar'. Con la crisis de la agricultura tradicional y la consolidación del capitalismo se inició la mecanización del sector, motivado por una menor disponibilidad de fuerza de trabajo externa a la unidad campesina. Por ello, los progresos en la producción y productividad de las tierras tenían que venir a partir de inversiones en capital fijo (mecanización) y capital variable (abonos, semillas, energía, etc.), procesos que fluctuaron según el precio de los productos agrícolas y, en consecuencia, de la liquidez de la explotación familiar. Desde esta perspectiva, y teniendo en cuenta la eliminación de los costes salariales, la unidad de explotación agraria de tipo familiar fue la respuesta desde el punto de vista de la organización social y de la modernización del sector. De este modo, los factores de producción evolucionaron bajo el predominio de la explotación directa en un período donde la introducción de la mecanización de la agricultura iba a imponer a nivel internacional un incremento de la competitividad que iba a afectar a las estructuras agrarias en su conjunto. 4.1. La explotación indirecta: una constante en el desarrollo agrario ( 1850-1900). . En el Campo de Cartagena el sistema de explotación predominante a lo largo del siglo XIX fue, en la mayoría de los muni' Los efectos que tuvo la crisis de la agricultura tradicional en los distintos sistemas de explotación fueron prácticamente los mismos. En Cataluña, a partir de los años cincuenta, la tendencia general se orientó hacia la definitiva consolidación del propietario cultivador, al tiempo que se acentuaba el proceso de industrialización y los ingresos agrarios no permitían la existencia diferenciada de propietarios y cultivadores. Colomé, J; Garrabou, R; Pujol, J y Saguer, T(1992), pp. 63-74. EI mismo proceso se dio en la Toscana italiana, afectando al sistema de explotación de la mezzadría, a través del abandono masivo de la tierra y la emigración a núcleos urbanos industriales Biagioli, G (1989). 309