CUADROS SINÓPTICOS Un cuadro sinóptico es un resumen esquematizado de una información: su distribución gráfica permite visualizar la estructura y la organización del contenido expuesto en un texto. Los cuadros sinópticos pueden elaborarse utilizando trazos llamados "llaves", en forma de diagramas, o como series de columnas o hileras. Discute con la clase cómo se hace un cuadro sinóptico. Analiza si se tuvieron en cuenta las siguientes etapas: 1. Determinación de los elementos de contenido. Identificar los elementos centrales. Relacionar los elementos centrales según su jerarquía 2. Representación esquemática de las relaciones existentes entre los elementos principales. - Elegir la forma del cuadro sinóptico - Anotar todos los elementos principales según el orden que les corresponde 18. Diagrama un cuadro sinóptico del texto anterior y del que viene a continuación. Utiliza la siguiente lista de verificación para controlar si lo has hecho bien. sí ¿Se determinaron todos los elementos centrales del contenido del asunto o del texto leído? ¿Se establecieron adecuadamente las relaciones entre los elementos centrales? ¿)Se siguió el mismo criterio para ordenar los elementos coordinados? ¿La forma elegida permite visualizar con claridad la estructura del contenido? ¿Están anotados todos los elementos centrales del asunto o contenido del texto correspondiente? no ? EDUCACIÓN EN LOS CONVENTOS 1 La educación que recibían las mujeres, según su origen, era tan deficiente como diverso su destino previsible: tanto las futuras monjas o señoras hasta las sirvientas (Dienstmädchen), obrajeras, vendedoras de los mercados o habitantes de las comunidades rurales. Lo único esencialmente igual eran los principios religiosos y morales, puesto que todas compartían la sumisión a la jerarquía y a la creencia en preceptos indiscutibles en la teoría, aunque frecuentemente transgredidos en la práctica (...) Todas las mujeres, españolas, indias, negras, etcétera, aprendían en sus hogares las tareas que habrían de desempeñar en su madurez, así como las actitudes que la sociedad esperaba de ellas en todos los momentos de su vida, disfrutase o no de una educación formalmente regulada, era indudable que consciente o inconscientemente habían asimilado una serie de prejuicios que les servían para actuar con aparente espontaneidad ante las alternativas que les ofrecía la vida cotidiana. Para decidir en asuntos triviales, como el modo de cocinar o de vestirse, y para resolver las cuestiones más trascendentales, como el matrimonio o la crianza de los hijos, las mujeres novohispanas no necesitaban recurrir a conocimientos especiales aprendidos en escuelas o colegios; su comportamiento respondía a patrones adquiridos por mimetismo o emulación, y se adaptaban a lo que sus circunstancias materiales les permitían y a lo que la sociedad les destinaba (...) El alejamiento de los quehaceres intelectuales era general e insuperable en las mujeres de humilde condición, pero comúnmente aceptado entre las que tenían acceso a una mejor formación intelectual, según las posibilidades económicas de sus familias. Sin embargo, el hecho de que las mujeres estuviesen poco instruidas, no significa que se prestase poca atención a su educación. Por el contrario, clérigos y laicos, autoridades y padres de familia, se preocuparon sistemáticamente por el comportamiento de las mujeres. Por ello, lograron elaborar un sistema que las condicionaba para desempeñar el papel que la sociedad les había asignado. En ese aspecto, la educación colonial cubría cabalmente (vollkommen) su función de adiestramiento práctico; las mujeres no aprendían más que aquellas labores que, con la aprobación común, realizarían durante el resto de su vida; tareas que no se interpretaban como simple repetición rutinaria de los modestos trabajos domésticos, sino como ejercicio cotidiano de la más alta misión femenina, que era el mantenimiento de las tradiciones familiares y del fervor (Hingabe) religioso (...) 1 Gonzalbo Aispuru, Pilar, Las mujeres en la Nueva España. Educación y vida cotidiana, México, El Colegio de México, 1987, págs. 52, 61, 128, 215, 251. En: El álbum de la mujer. Antología de las mexicanas, II, págs. 89-90. El relativo retraso de la incorporación de las religiosas a la vida novohispana, pronto se compensó con la rápida expansión y proliferación de los conventos, así como con la decisiva influencia en la educación de las jóvenes criollas. Su importancia se debió a varias causas: por una parte los colegios de niñas fueron siempre insuficientes para una población en rápido y constante aumento; las escuelas de "amiga" daban una instrucción muy elemental y sólo a niñas de corta edad (...) la educación en el hogar, a cargo de maestros particulares, era excesivamente costosa para la mayoría de la población, y la que podían proporcionar las madres resultaba decididamente escasa para las pretensiones de distinción de bastantes capitalinos.. En consecuencia, se convirtió en práctica común el que las niñas se educasen en los conventos, en convivencia con las monjas, junto con quienes hacían vida de clausura por varios años. La regla y modo de vida conventual sirvió de modelo para el funcionamiento de los colegios, y aunque las niñas educadas en conventos fueron siempre una minoría, su influencia se extendió ampliamente al difundir un estilo de educación, que servía de modelo ideal al que las jóvenes de "buenas familias" podían aspirar (...)