LA PAZ Y LA FRATERNIDAD Hemos comenzado un nuevo año. Y lo hemos comenzado con alegría y buenos deseos para el año recién estrenado. Nos ha acompañado la Virgen María en la fiesta de su maternidad, que celebrábamos el pasado día 1. Buena compañía. Ella va a estar, como buena madre, cerca de nosotros. El papa Francisco nos ha acompañado también en este comienzo del año con un mensaje titulado: La fraternidad, fundamento y camino para la paz. No tiene desperdicio, como suele decirse. En el punto de partida se sitúa en el corazón del hombre, que siempre alberga el deseo de una vida más plena, de la que forma parte el anhelo de una verdadera fraternidad: los otros no son enemigos ni contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer. Luego actualiza la pregunta que Dios hizo a Caín: ¿Dónde esta tu hermano? La respuesta de Caín es desoladora: ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano? Se desentiende de su hermano y así está rechazando el proyecto de Dios. Matando a su hermano ha frustrado su vocación originaria a ser hijo de Dios y a vivir en fraternidad. Lamentablemente, se sigue repitiendo esta escena en tantas guerras e injusticias como existen. ¡Cuántos hombres y mujeres mueren a manos de hermanos! Sin embargo, estamos llamados a vivir como hermanos porque tenemos un Padre común. Nos lo dijo expresamente Jesús al enseñarnos a rezar con el Padrenuestro. A mí me ayuda, en mi oración, el repetir muchas veces estas dos primeras palabras de la oración que nos enseñó Jesús: “Padre nuestro”. Cuando las digo, sobre todo si es delante de la gente, siento la agradable sensación de ver y sentir a todos como hermanos, al mismo tiempo que experimento la llamada a entregar mi vida para colaborar en la construcción de una fraternidad universal, tal como recuerda el Papa. En la familia de los hijos de Dios no hay nadie “descartable”; la fraternidad está por encima de todo. A nadie se le considera como extraño, contrincante o enemigo. Es un gozo permanente ser hermanos, sentir a todos como hermanos y entregar la vida para crear un mundo más fraterno. Cuando trabajamos para hacer posible un mundo de hermanos, colaboramos para que el mundo sea más solidario. Así es como puede nacer esa caridad universal que impulsa la promoción de todos, sin que el progreso de unos sea obstáculo para el desarrollo de los otros. En la medida en que vayamos creciendo en fraternidad desaparecerán las guerras y la vergüenza del hambre en el mundo, los odios y las rivalidades, la corrupción, el crimen organizado, la droga…, porque la fraternidad genera la paz y establece un equilibrio entre el bien de los individuos y el bien común. Que María, la madre de Jesús, nos ayude a comprender y a vivir cada día la fraternidad que brota del corazón de su Hijo, para llevar paz a todos los hombres en esta querida tierra nuestra. ¡Feliz año nuevo! + Alfonso Milián Sorribas Obispo de Barbastro-Monzón