En el camino real “En el camino real” (1883) es uno de los primeros intentos teatrales de Chéjov. A pesar de su inexperiencia y de la constante búsqueda de temáticas y estilos propios, podemos ver en este estudio dramático, un acto, un esbozo general de lo que vendrá a ser el genio creador ruso, en sus años con Stanislavski y el Teatro Arte de Moscú. La obra, más que un relato, es una imagen fija de la Rusia rural de finales del siglo XIX. Chéjov no pretende hacernos estremecer con una historia dramática, sino que nos quiere mostrar la realidad cotidiana, banal, simple, austera y tediosa en una taberna (que hace las veces de hostal de paso) en la mitad de la estepa rusa. En una noche invernal se reúnen en el figón los olvidados del pueblo, los sin hogar, que buscan un lugar para resguardarse del frío y de la lluvia. Algunos cuentan sus historias, otros pretenden no escuchar e intentar dormir; dejar pasar la noche y esperar a que el día traiga nuevas fuerzas para continuar sus vidas sin sentido. En el proceso de creación de la obra, el grupo ha buscado desde todos los ámbitos posibles sacar de lo profundo de las almas de los personajes sus emociones y sus sentidos de vida, para plasmarlos en la realidad del teatro. La intención del montaje es que el público pueda ver manifiesto en los cuerpos de las actrices y actores lo que ocurre en el cerebro, tratándose entonces de una apuesta contraria a la idea de naturalismo y realidad que buscaba el autor en sus escritos, y que Stanislavski puso de manera excepcional en escena. La obra está originalmente escrita para que sus protagonistas sean hombres, con las discusiones y pensamientos propios de su género. La propuesta del grupo ha sido encarnar estos hombres con mujeres, lo que provoca un giro en los significados de los textos. Chéjov resulta así dándole a las mujeres una voz de denuncia, ante una problemática que probablemente el autor no consideró debido al tiempo y lugar en que escribió la obra, pero que para nosotros es real y vigente.