Es la hora de irse a la cama. Una vez superado el comienzo de guardería tanto a los niños como los padres se nos presentan diferentes problemas, como el sueño, el no querer comer, las relaciones con los demás, los celos, los miedos y la angustia ante la separación del padre e hijo a la entrada de la guardería, el buen desarrollo psicomotor de los niños, las dudas que nos entrar por saber si lo estamos haciendo bien o no, etc. Todos estos problemas, nuevos para muchos, no sabemos cómo afrontarlos. Uno de los problemas muy recurrentes cuando los niños comienzan a ir a la guardería es el sueño y afrontar la hora de irse a la cama. Se trata de algo normal, tratable y prevenible. Hay veces que los niños dejan de dormir sus horas habituales, se interrumpe el ritmo que tenían e incluso disminuyen sus horas de sueño. Médicos, pediatras y psicólogos infantiles están de acuerdo en que la salud y el crecimiento de los niños se hallan estrechamente ligados a sus ritmos biológicos. La falta de sueño o los cambios de horas de vigilia provocan en el niño actitudes como la agresividad, el aislamiento, la pasividad o incluso la angustia. Al dormir, el organismo incrementa, entre otras cosas la producción de sustancias que regulan y aumentan la respuesta inmunitaria, la regeneración orgánica, la síntesis de la hormona del crecimiento, la maduración neuronal, la regeneración de procesos mentales y de aprendizaje, así como el almacenamiento de la memoria a largo plazo. Por todas estas razones es importante cuidar y preservar el sueño y el descanso de nuestros hijos desde los primeros meses de vida, siendo por lo tanto parte de nuestra función como padres, además de otras tan importantes como la alimentación o preservar la salud. Pero nuestro día a día es difícil, cansado y por culpa de los horarios que nos impone esta sociedad, como el trabajo, el trasporte o incluso nosotros mismos que nos relajamos a la hora de marcar límites, nos encontramos con este problema. En los niños, la cantidad total de sueño y específicamente de fase REM (fase donde hay recuperación psíquica, donde se fijan las cosas aprendidas y donde tenemos los sueños) es mayor que en los adultos y es en las siestas donde esa proporción de sueño REM es mayor. De ahí la importancia de mantenerlas hasta los 4 años puesto que su eliminación obligatoria provoca que la capacidad de recuperación cerebral y de fijación de las cosas aprendidas se resienta mucho disminuyendo su capacidad de aprendizaje. En la fase NO REM del sueño la recuperación es física y no hay sueños. Es normal que los lactantes se despierten varias veces durante la noche, pensad que cada vez que se completa un ciclo el niño se mueve y puede llorar y volverse a dormir solo o bien llorar y esperar a que lo acunemos de nuevo. El sueño del bebé está influenciado por las rutinas del sueño que los padres establecen desde el 2º mes de vida. Los padres necesitan dormir lo suficiente, por lo tanto vamos a sincronizar los tiempos de sueño con los del bebé, sobre todo los primeros meses de vida. A partir de los 8-10 meses se sucede el hito del desarrollo llamado “angustia de separación” (se despiertan llorando). Durante los 2-3 primeros años el sueño diurno continua con siestas cortas y entre los 4-5 años de edad se consolida en un único periodo nocturno. Necesitan un total de 1012 horas al día de sueño. A los 5 años, por norma, consiguen un patrón de sueño adulto. Para saber si el niño duerme lo necesario y descansa correctamente, los padres debemos prestar atención a los siguientes comportamientos: - El niño se levanta con dolor de cabeza. - Le cuesta mucho despertar y quiere seguir durmiendo. - Le cuesta demasiado despejarse. - Presenta somnolencia diurna. - Se queda dormido en clases o durante trayectos cortos en el coche, etc. - Presenta problemas de atención y de conducta en la escuela. Si los niños presentan estos síntomas y además se muestran más nerviosos e irritados de lo normal, quiere decir que su sueño es insuficiente o que padecen de algún trastorno del sueño. En este último caso, se debe buscar a un especialista para que ayude al niño a regular su sueño. Estas son algunas recomendaciones básicas a seguir: -Déjalo jugar un poco, así descargará energía acumulada en su sistema antes de acostarse siempre y cuando a este juego le siga algo más calmado. -Dale un bañito, esa experiencia relajante facilitará irse a la cama además de ser un momento especial madre/padre con tu hijo. - El ambiente debe ser tranquilo, oscuro y con una temperatura agradable y disminuyendo en lo posible el ruido ambiental. -Cuéntale cosas, habla con tu hijo, repasando el día o alguna cosa nueva que hicisteis juntos. -Enseñar al niño a dormirse sólo respetando siempre las necesidades de cada niño. -Dale las buenas noches a tu hijo e incluso despídete de sus juguetes y le puedes dejar alguno de ellos para que duerma con él. -Marcar límites en los horarios de acostarse y levantarse -Cuidar la alimentación de la cenas evitando chocolates, refrescos con gas o con cafeína, o cosas muy saladas. También evitar acostarlo con hambre o con exceso de líquidos. - Evitar las siestas muy prolongadas o muy tardías. -Crear buenas rutinas como lavarse los dientes, a partir de los dos años, y antes se puede empezar por lavar la carita, las manos, así desde muy pequeños se acostumbrarán. -Leerles un cuento también ayuda e incluso inventarse cada día uno, de esta manera podemos aprovechar en añadir una moraleja al cuento sobre alguna actitud a corregir. -No potenciar la angustia buscando fantasmas o hablarles de cosas parecidas. Por último añado algunos métodos de ayuda para dormir a los niños. DUÉRMETE NIÑO. MÉTODO ESTIVILL LIBRO DORMIR SIN LÁGRIMAS (Rosa Jové) DORMIR SIN LLORAR (GUIA) www.dormirsinllorar.com