RESUMEN: Experiencia personal del tratamiento del dolor en pacientes con demencia. La demencia y el tratamiento del dolor físico: Una historia personal > La demencia y el tratamiento del dolor físico: Una historia personal Tomado de: http://www.caregiver.org/caregiver/jsp/content_ Mi padre estaba gritando en la casa de convalecencia. Los que trabajaban allí habían probado muchos tipos de medicamentos, pero nada sirvió para disminuir su nivel de agitación hasta que el médico recetó un analgésico fuerte. Yo llamé al médico y le pedí que evaluara el dolor de mi padre y que buscara su causa. El médico dijo que lo más probable es que fuese causado por la artritis. De forma tranquila yo le sugerí que podría ser algo más serio y que me parecía necesario realizar una evaluación. El médico me dijo que sería difícil llevar a cabo una evaluación porque mi padre no podía expresar dónde le dolía. Yo respondí que aunque su capacidad del habla está limitada, él puede responder a preguntas sencillas y además que sería posible buscar el origen del dolor por sus expresiones faciales. Después de asistir a una reunión de la Asociación Americana para el Dolor Crónico, yo estaba informada sobre el problema del insuficiente tratamiento para el dolor que ocurre entre ciertas poblaciones, como las personas con demencia. Como consecuencia, empecé a investigar los recursos disponibles para evaluar y tratar el dolor de las personas con demencia. Desgraciadamente, descubrí que no hay mucha información sobre el tratamiento y la evaluación del dolor para personas con problemas cognoscitivos. Solemos pensar en el dolor en situaciones más graves—un hueso roto, los efectos de un procedimiento médico, etc. Estos tipos de dolor desaparecen con el tiempo. Además existe un tipo de dolor que asociamos con enfermedades graves, como el cáncer. Finalmente, hay un dolor crónico que puede resultar de varias cosas como problemas de espalda o los efectos de la diabetes. Las personas que sufren demencia pueden padecer todos estos tipos de dolor o ninguno. El problema es que muchas veces no son capaces de contarnos que sienten dolor. Sin embargo, con un tratamiento adecuado del dolor, nuestro papel como cuidadores sería más fácil. ¿Cómo podemos averiguar que una persona con demencia siente dolor? A veces podemos tocar con cuidado diversas áreas del cuerpo y preguntar si duele. Otra manera para evaluar cambios en el estado físico es estar atento a las expresiones faciales de la persona. Cambios en la conducta como inquietud, agitación, gritos, o incluso un pulso cardíaco elevado pueden indicar dolor. Llevar a cabo una buena evaluación del dolor requiere tiempo y los médicos muchas veces no se toman el tiempo necesario para ello. Es común que los médicos no hagan pruebas de laboratorio que podrían servir para eliminar la posibilidad de causas graves del dolor como la neumonía, una infección de la uretra, o el estreñimiento. Además todo el mundo tiene una capacidad distinta para soportar el dolor, lo que hace que un médico que no conoce bien al paciente sea incapaz de entender las señales que éste utiliza si no puede comunicarse con palabras. En este caso los familiares de la persona pueden servir como los mejores representantes del paciente. También es posible que los pacientes mayores que crecieron en una época cuando no era apropiado quejarse, no reconozcan el dolor. Las normas sociales y familiares sobre el dolor pueden complicar la situación. ¡En algunas familias media aspirina es considerada un medicamento fuerte! Ha sido demostrado que el dolor no tratado puede afectar los resultados de otros trastornos, y por eso es importante para el paciente en varios niveles. Hay muchos métodos para tratar el dolor cuando éste es diagnosticado. El tratamiento del dolor normalmente comienza con un antiinflamatorio o un analgésico moderado como la aspirina, pero es posible que sean necesarios medicamentos más fuertes. Muchas veces el uso de medicamentos fuertes es evitado por miedo a crear una dependencia física, aunque en realidad esto no ocurre con frecuencia. Los antidepresivos son también comunes, especialmente entre los que padecen un dolor crónico como la neuropatía. A veces la terapia física, la cortisona, or sistemas de estimulación muscular pueden ayudar a tratar el dolor muscular. Si está preocupado de que su ser querido pueda estar sufriendo un dolor no tratado, puede evaluarlo usted mismo. Para empezar, toque distintas partes de su cuerpo y pregunte a su ser querido si siente dolor. Cuando haya identificado algunas posibilidades, el próximo paso será informar al médico explicando lo que sabe sobre el dolor, como cuándo empezó. Lo importante es que el médico luego explore las causas posibles. Algunas pruebas de laboratorio pueden ser útiles para determinar si el dolor es parte de una infección sistémica. Un examen físico puede servir para determinar si algún órgano o glándula está inflamado. Una vez que el médico haya determinado la causa del dolor, será posible considerar tratamientos. Si no es posible identificar el origen, puede que sea necesario trabajar en colaboración con el médico para tratar el dolor de algún modo. Usted debería intentar animar a su médico a probar varios tipos de tratamientos y distintos medicamentos hasta que haya encontrado alguno que funcione. Simplemente porque alguien no puede comunicarse a través del habla, no significa que todo esté bien. Es importante que los miembros de la familia trabajen en colaboración con los médicos para asegurarse de que están evaluando y tratando de forma adecuada los dolores que sufren las personas con demencia. No podemos curar la demencia, pero sí podemos aliviar algo del sufrimiento.