* Vacíos de poder y de gobierno * Por eso narco escala violencia

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Jueves 16 de Agosto, 2012
Carlos Ramírez
* Vacíos de poder y de gobierno
* Por eso narco escala violencia
Carlos Ramírez
unque los cárteles del narcotráfico carecen de estrategas políticos, de todos modos se mueven por intuiciones de corto
plazo. De ahí que la contraofensiva del
crimen organizado en una docena de entidades de la
república de la zona centro-sureste sea correlativa al
vacío de poder y vacío de gobierno posterior a las elecciones presidenciales.
México vive uno de sus más inquietantes interregnos presidenciales: el partido del presidente Calderón
perdió las elecciones, el PRI opositor llega sin un aparato de inteligencia y seguridad nacional suficientemente
cohesionado y las oficinas oficiales para esos menesteres han sido atadas de manos, les pusieron una vendas
en los ojos y no tienen prótesis auditivas luego de que
los derechos humanos afectaron sus oídos internos y
disminuyeron su capacidad.
A ello se agrega la incomprensión de algunas organizaciones e instituciones respecto a la decisión gubernamental de lanzar una ofensiva contra las bandas
del crimen organizado que se habían sentado en zonas
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territoriales de soberanía del Estado. Las decisiones oficiales, de derechos humanos y en la Corte Suprema han
hecho inefectiva la lucha contra los cárteles de la droga. Ello ha sido aprovechado por las bandas criminales
para aumentar su criminalidad y arrinconar al Estado
en espacios estrechos de los derechos humanos.
El acotamiento a las fuerzas de seguridad, la alternancia partidista en la presidencia de la república, la tardanza en la declaración de presidente electo han dejado
prácticamente a la sociedad en un vacío de poder, de
autoridad y de decisión de seguridad por, hasta ahora,
dos meses. Y mientras más debilite López Obrador al
próximo presidente de la república con acusaciones sin
fundamento, la capacidad de gestión del poder presidencial será menor y a favor de las bandas criminales. El
activismo del narco en los últimos días en Nuevo León,
San Luis Potosí, Guanajuato, Zacatecas, Michoacán,
Guerrero, Veracruz, Estado de México y Distrito Federal corresponde a ese vacío institucional de poder: el
presidente saliente ya no tiene fuerza, los derechos humanos han paralizado la acción de seguridad y el próxi-
Carlos Ramírez
mo presidente tardará en ser reconocido y tendrá que
lidiar primero con la campaña de descrédito del PRD.
A ello se agrega el avance del poder corruptor del
narcotráfico: entidades de la república donde los funcionarios están al servicio de las bandas criminales,
incapacidad de gobiernos estatales para crear policías
resistentes a la corrupción del narco, políticos en activo
al servicio del narco, corrupción del narco en sectores
militares, políticos, empresariales, bancarios y ahora
hasta altos niveles de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación.
Y en medio de la parálisis del sector público lo
mismo por corrupción que por decisiones de la Corte
Suprema se desarrolla una campaña de desprestigio del
poeta y anarquista católico Javier Sicilia en los Estados
Unidos con la única intención de que el gobierno de
Calderón detenga la ofensiva contra el narco y regrese de inmediato a los militares a sus cuarteles, lo que
significa de modo automático la entrega de las plazas a
los cárteles del narcotráfico. Sicilia fue a los EU a pedir más intervencionismo de la Casa Blanca en asuntos
mexicanos.
La atención en el tema de inteligencia y seguridad
nacional ha pasado, de modo natural, al candidato ganador de las elecciones, Enrique Peña Nieto. Y si en su
entorno existe sensibilidad, entonces desde ahora debería de entender que el problema número uno de México
no es el empleo, ni la reforma política, ni las reformas
estructurales, ni López Obrador, ni la toma de posesión,
sino la necesidad urgente de tomar desde ahora mismo
los controles de las decisiones de seguridad nacional,
sobre todo por la contraofensiva de los cárteles del narcotráfico en una docena de entidades.
Para colmo de la incomprensión hacia el uso de las
fuerzas armadas, las acciones de violencia del crimen
organizado en esas entidades no han podido detenerse
con la policía sino que se hace necesaria e inevitable la
intervención directa del ejército; pero sería comprensible que los militares sean más reacios en operar mecanismos de contención contra el crimen organizado si en
estos días la Corte Suprema sigue acotando su accionar
con los derechos humanos.
Lo grave del asunto es que los casos de violación
de derechos humanos por parte de militares han sido
daños colaterales o formaron parte de abuso de poder
de militares que ya fueron juzgados por tribunales militares y, paradójicamente para la Corte Suprema, esos
expedientes fueron enviados a tribunales civiles por los
propios tribunales militares; en realidad, la Corte sólo
ha decidido cuestiones de competencia de tribunales,
no de negativa militar a castigar abusos. Pero los militares tendrían a su favor todas las razones para negarse
a combatir delincuentes si la sociedad civil, la sociedad
política y la sociedad judicial sólo están pensando en
castigar abusos ajenos a comportamientos militares. Si
la sociedad castiga a los militares, lo mejor es que los
militares regresen ya a sus cuarteles y que la sociedad
de defienda sola.
En este tiempo político de coyuntura delicada necesita Peña Nieto desde ahora mismo tomar las riendas del
control de la política de inteligencia y seguridad nacional, así como en el pasado el presidente electo controlaba la Secretaría de Hacienda y la embajada de México
en los EU. Las decisiones urgentes del gobierno de Calderón para encarar la contraofensiva del narco deben de
estar avaladas por Peña Nieto como próximo presidente
de la república.
Si Calderón y Peña Nieto van a esperar tres y medio
meses para la entrega de los instrumentos de poder y en
medio de una contraofensiva del narco, al país le esperan días más aciagos y violentos. Y peores si hasta ahora
casi nadie se atreve a condenar al crimen organizado a
pesar de que el 95% de los muertos en el sexenio fueron
producto de una guerra entre cárteles.
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