Documento descargado de http://www.elsevier.es el 11/11/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 04 Revisión 630 (206-213) 10/10/05 16:02 Página 206 103.070 REVISIÓN Origen y destino de la teoría de la mente: su afectación en trastornos distintos del espectro autista J.M. López Santín y C. Rejón Altable Centro Asistencial Dr. Emili Mirá i López. Santa Coloma de Gramanet. Barcelona. España. La disfunción de la habilidad para adscribir estados mentales a otros, esto es, la posesión de una teoría de la mente, ha sido propuesta por Frith como condición necesaria, suficiente y específica de la esquizofrenia. Este artículo revisa los datos a favor y en contra de tal asunción, teniendo en cuenta su relación hipotética con otras variables cognitivas, si la falta de una teoría de la mente es un marcador de rasgo o de estado y si su rol causal implica el trastorno psicótico básico o sólo algunos síntomas psicóticos. Igualmente se considera si los recientes hallazgos de disfunción de la teoría de la mente en el trastorno bipolar y en la demencia frontotemporal podrían modificar las asunciones teóricas básicas sobre la teoría de la mente, la esquizofrenia y los trastornos relacionados. Palabras clave: Teoría de la mente. Esquizofrenia. Trastorno afectivo. Demencia. Evolution of the Theory of Mind: its involvement in distinct autistic spectrum disorders Malfunction of the ability to ascribe mental states to others, that is, possession of a Theory of Mind (ToM), was proposed by CD Frith as a necessary, sufficient and specific condition of schizophrenia. The present article reviews the evidence for and against this assumption, bearing in mind its putative relationship with other cognitive variables, whether the lack of a ToM is trait marker or rather a state marker and whether its causal role involves the underlying psychotic disorder or only some psychotic symptoms. Equally, whether the recent findings of ToM dysfunction in bipolar disorder and frontotemporal dementia could modify basic theoretical assumptions about ToM, schizophrenia and related conditions is also discussed. Key words: Theory of mind. Schizophrenia. Affective disorder. Dementia. INTRODUCCIÓN La teoría de la mente (ToM, del inglés Theory of Mind) es una herramienta conceptual que se vale de al­ gunos supuestos de la psicología cognitiva para explicar la capacidad de primates y humanos para atribuir a otros individuos estados mentales distintos de los propios. Su puesta de largo tuvo lugar en los trabajos de Woodruf y Premack1 con chimpancés, en 1978, y desde entonces se ha trabajado con ella en ámbitos diversos dentro de las ciencias humanas, con resultados disparejos. Por resu­ mir, y desde dentro de la misma psicología cognitiva Correspondencia: Dr. J.M. López Santín. Centro Asistencíal Dr. Emili Mirá i López. Prat de la Riba, 171. 08921 Santa Coloma de Gramanet. Barcelona. España. Correo electrónico: lopezsm@diba.es 206 Psiq Biol. 2005;12(5):206-13 (los mismos fenómenos pueden ser considerados desde otros puntos de vista) podemos definir la ToM como una metarrepresentación, es decir, la representación de una relación entre representaciones, en este caso de las percepciones, pensamientos o emociones de otros en cuanto son distintas de las mías. La capacidad de ad­ quirir representaciones sobre representaciones no sólo se ha considerado necesaria para poder vivir en un mundo de mentes, es decir, en un mundo habitado por otras singularidades que no repitan mi propia perspecti­ va, de este modo devenida la única perspectiva sobre las cosas o los hechos; el juego simbólico, la compren­ sión de la metáfora, de la ironía y, en general, de los contenidos implícitos en las situaciones comunicativas, por definición ausentes de los contenidos preposiciona­ les declarativos, se suponen mediadas también por esta capacidad de representarse las relaciones entre repre­ sentaciones. 42 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 11/11/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 04 Revisión 630 (206-213) 10/10/05 16:02 Página 207 López Santín JM, et al. Origen y destino de la teoría de la mente: su afectación en trastornos distintos del espectro autista Desde varios enfoques distintos (que comparten, con todo, sus presupuestos básicos) se trabaja a día de hoy para elaborar explicaciones coherentes de la capacidad del niño para hacerse con este saber acerca de la exis­ tencia de otros “yos” y emplearlo, así como de su desa­ rrollo evolutivo y de su patología. Son las llamadas “te­ orías simulacionistas”2, por ejemplo, o las “teorías de la teoría”, a su vez separadas entre aquellas que aplican de manera más o menos rígida la metáfora de la teoría científica para modelar la adquisición infantil de capaci­ dades cognitivas y las que se valen de supuestos choms­ kianos y utilizan su acepción laxa de teoría y su particu­ lar entendimiento del desarrollo de las competencias lingüísticas3. No corresponde a este texto repasar sus diferencias, pero sí cabe decir que el último grupo, que Leslie ha llamado “del mecanismo”3, han sido las que con más constancia se han utilizado para guiar estudios clí­ nicos concretos. Los más afortunados, sin duda, comen­ zaron en 1985 con los trabajos de Leslie4, Simon BaronCohen y Uta Frith5, que proponían un déficit específico en la ToM como la alteración fundamental patente en los 3 síntomas centrales del autismo infantil, la conocida tríada de Wing: disfunción en las relaciones sociales, en la comunicación y en el juego simbólico. En seguida, numerosísimos trabajos se apropiaron de sus presupues­ tos y herramientas, y tanto fue así que no se tardó mu­ cho en intentar trasladar método y teoría a la esquizofre­ nia. Se cerraba de este modo un círculo que reunía la es­ quizofrenia y los trastornos del espectro autista, después de décadas de vivir separados6. En los últimos años, han comenzado a menudear los estudios sobre la ToM en trastornos bipolares y en demencias. De repente, lo que parecía un hallazgo específico (por fin) de un grupo concreto y bien definido de trastornos clínica y genéti­ camente vinculados, se reitera en enfermedades que tie­ nen poco que ver entre sí. Por todo ello, se ha querido realizar una revisión sobre la ToM en torno a 3 ejes fun­ damentales trazados mediante la combinación de la de­ nominación theory of mind con: a) schizophrenia schi­ zoaffective disorder, schizophreniform disorder, brief reactive psicosis; b) bipolar disorder, affective disorder, mania, depression; c) delusional disorder, paranoia, y d) neurologic disorders, cognitive disorder, dementia. Esta revisión tiene como objetivo rastrear las contradic­ ciones y las posibles incoherencias que ha ido provocan­ do la progresiva laxitud con que se ha utilizado la hipó­ tesis inicial ceñida a los déficit de la ToM como núcleo de los trastornos del espectro autista. Adelantamos que no son pocas y que pueden deberse, según nuestro jui­ cio, a los siguientes grupos de causas, de lo particular a lo general: presencia de alteraciones en funciones cogni­ tivas distintas de la ToM y que, sin embargo, la menos­ caban, tanto en la esquizofrenia como en el trastorno bi­ polar o en los cuadros demenciales (factores dependien­ 43 tes del proceso); carencias de las propuestas de Leslie o de Frith acerca de la naturaleza de la ToM (factores de­ pendientes de la teoría); contradicciones internas en los presupuestos funcionalistas y computacionales de uso corriente en la psicología cognitiva (factores dependien­ tes del paradigma), y peculiaridades de la semiología psiquiátrica que suelen pasar inadvertidas y, sin embar­ go, reaparecen en cuanto los programas de investigación empírica comienzan a atascarse en algún paso que debe­ ría haberse franqueado sin mayor problema y se resiste, indiferente a esfuerzos intensos y constantes (factores dependientes de la psicopatología como proceso de cre­ ación de inteligibilidad). Por razones de brevedad, nos atendremos a los factores dependientes del proceso y expondremos en un texto posterior las razones más ge­ nerales. TEORÍA DE LA MENTE Y ESQUIZOFRENIA A partir de una similitud supuesta entre el autismo in­ fantil y la esquizofrenia en su modo de relacionarse con los otros (dudosa, por otra parte, como han señalado dis­ tintos autores6), Frith7 propuso un déficit en la capaci­ dad de atribuir estados mentales de los pacientes esqui­ zofrénicos como el mecanismo central que daba cuenta de la formación de varios y muy distintos síntomas de la esquizofrenia. Podían, de hecho, reunirse bajo 3 modos o 3 áreas de conciencia alterada: conciencia de las metas (que provocaría, al mermar, abulia, perseveración y comportamiento incoherente), conciencia de las inten­ ciones propias (que comportaría el padecimiento de de­ lirios de control, de cierto tipo de alucinaciones y de in­ serción del pensamiento) y conciencia de las intenciones ajenas (que conduciría a la aparición de delirios paranoi­ des y de referencia, alucinaciones en tercera persona y algunas clases de incoherencia). Posteriormente, Frith matizó su propuesta y consideró que la sintomatología paranoide se debía más bien a un exceso que a un defec­ to de atribución de estados mentales8. Siguiendo una pauta habitual en los estudios cognitivos, Frith postula­ ba entonces, y mantiene aún, el carácter modular y espe­ cífico de esta capacidad, así definible como una unidad cognitiva autónoma que modula a otras desde un nivel jerárquicamente superior y que debe poseer una locali­ zación cerebral concreta. Según esta hipótesis, las dife­ rencias entre el autismo infantil y la esquizofrenia po­ drían explicarse por el hecho de que los niños afectados de autismo nunca han alcanzado la capacidad de atribuir estados mentales, mientras que los jóvenes con esquizo­ frenia sí han desarrollado esta capacidad, para perderla o malograrla sólo con el inicio de la psicosis, lo que les Psiq Biol. 2005;12(5):206-13 207 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 11/11/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 04 Revisión 630 (206-213) 10/10/05 16:02 Página 208 López Santín JM, et al. Origen y destino de la teoría de la mente: su afectación en trastornos distintos del espectro autista permite poder aún atribuir estados mentales, aunque probablemente erróneos. Los pacientes esquizofrénicos tendrían afectada su ToM sólo en los estados agudos. Con el objeto de verificar las hipótesis propuestas por Frith se han llevado a cabo diversos estudios empíri­ cos9-21. En cuanto a las generalidades, cabe decir que, por lo común, todos emplean el modelo descrito y eva­ lúan la sintomatología clínica, clasificándola, y a los pa­ cientes con ella, según distintos clusters (desorganizado, signos comportamentales, paranoide, pobreza psicomo­ tora, distorsión de la realidad), no siempre los mismos en cada estudio. Por otra parte, las tareas usadas para evaluar la ToM varían entre los distintos trabajos, y las funciones neuropsicológicas hipotéticamente (no) cova­ riantes han sido controladas de manera desigual, lo que dificulta la comparación y la extracción de conclusiones claras. La mayoría de los artículos revisados asumen el déficit en la ToM como una alteración en la fase aguda (variable de estado); sin embargo, algunos autores inclu­ yen pacientes esquizofrénicos en remisión y plantean la posibilidad de que sea una variable de rasgo21-23 y se acercan, así, a un modelo continuista de la ToM23,24. Los resultados obtenidos podrían corroborar algunas de las hipótesis de Frith. Se reiteran los hallazgos de dé­ ficit de ToM en pacientes con pobreza psicomoto­ ra9,11,19 y en pacientes con desorganización del lenguaje y el pensamiento9,11,12,19. Pocos estudios avalan, sin embargo, la relación propuesta por Frith entre la ads­ cripción defectuosa de estados mentales y los delirios paranoides9,10 como ya señalaron Garety y Freeman25 en su revisión de 1999. La relación (ausencia, presencia y en su caso tipo) en­ tre la teoría de la mente y otras funciones cognitivas ha sido ampliamente debatida. Acerca de la relación con el cociente intelectual general (CI), los últimos estudios in­ dican que el CI influye en los resultados de las pruebas ToM; no obstante, las variaciones del CI no explican completamente los déficit hallados en los pacientes es­ quizofrénicos20,21. Es decir, la disfunción de la ToM en los paciente con esquizofrenia no depende de una alte­ ración intelectual global. En cuanto a otras variables cognitivas evaluadas, los resultados son menos claros. Frith y Corcoran10 plantearon que las dificultades de memoria de los pacientes evaluados dificultaban la com­ prensión de los resultados obtenidos. En un estudio más reciente, Pickup y Frith obtuvieron la misma relación entre disfunción en la ToM y pacientes esquizofrénicos con signos comportamentales (con pobreza psicomotora o desorganización del pensamiento y el lenguaje), pre­ vio control de la memoria y de la comprensión mediante 3 tareas de control de la representación no-mental y cuestiones de control de la memoria sobre cada tarea (2 tareas de primer orden y 1 de segundo orden) que evaluaban si los sujetos podían recordar las pistas clave 208 Psiq Biol. 2005;12(5):206-13 sobre la historia. Estos autores afirman que sus resulta­ dos son consistentes con la hipótesis de la independen­ cia y la especificidad de los déficit en la ToM. También Mazza et al19, que utilizaron diversos tests neuropsico­ lógicos (Verbal Memory Test, Verbal Fluency Test, To­ wer of London y Wisconsin Card Sorting Test) y no ha­ llaron diferencias significativas entre subgrupos de pacientes esquizofrénicos en cuanto a las variables cog­ nitivas excepto en la ToM, plantearon la posibilidad de que los déficit de la ToM se debieran a una disfunción en un módulo cognitivo concreto y no a un problema de rendimiento cognitivo general. Sin embargo, Langdon et al13 afirman que el déficit en la ToM no es un proceso unitario y debe ser distin­ guido de otros déficit cognitivos generales, como los errores de secuenciación y la automonitorización defec­ tuosa. Este autor no encontró relaciones entre ningún cluster sintomático de Liddle y las habilidades de ToM. Drury et al16 postularon que los déficit de la ToM en la psicosis aguda dependían de limitaciones en el procesa­ miento de la información, y Brune26, más recientemen­ te, no halló diferencias significativas cuando comparó los resultados de pacientes crónicos desorganizados y controles tras una corrección para el CI y proponía una sobrecarga de la memoria de trabajo en lugar de un défi­ cit en la ToM como causa probable de las anomalías en­ contradas. Greig et al21, en un estudio reciente, tras eva­ luar la función cognitiva, la atención, la memoria y la inteligencia general con distintos tests neuropsicológi­ cos (CPT, HVLT, Trail Making A y B, WAIS-R y Weschler Memory Scales-Revised y WCST) hallaron co­ rrelaciones positivas entre la ToM, y la memoria y la función ejecutiva, abundando en los problemas de inter­ pretación de los resultados obtenidos en las pruebas de la ToM. La afirmación de Frith sobre la recuperación de la ca­ pacidad de atribuir pensamientos o creencias que sigue al restablecimiento del paciente tras una psicosis aguda ha sido corroborada por varios estudios que han analiza­ do la cuestión10,16,17,20. Sin embargo, otros tantos21-23 han apuntado la posibilidad de un mantenimiento en la disfunción una vez superada la psicosis aguda. Entre ellos, Herold et al22, que evaluaron a pacientes esquizo­ frénicos en remisión frente a controles sanos con tareas de primer y segundo orden y pruebas de comprensión de metáforas e ironía, obtuvieron peores rendimientos en los pacientes que en los controles. Más recientemente, Greig et al21 realizaron otro estudio con una muestra amplia (n = 128) de pacientes con esquizofrenia o tras­ torno esquizoafectivo clínicamente estables. Los resulta­ dos mostraron una alteración en las capacidades de me­ tarrepresentación en estos pacientes, lo que apoya la po­ sibilidad de que esta función cognitiva sea una variable de rasgo más que de estado. Otros estudios señalan la 44 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 11/11/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 04 Revisión 630 (206-213) 10/10/05 16:02 Página 209 López Santín JM, et al. Origen y destino de la teoría de la mente: su afectación en trastornos distintos del espectro autista alteración de la ToM en familiares de pacientes esquizo­ frénico23 y en pacientes con rasgos de personalidad es­ quizotípica24 y apuntan a un posible continuum en las alteraciones de la ToM supuestamente compatible con un espectro esquizofrénico. En definitiva, parecen consistentes los hallazgos de alteraciones en las tareas que precisan de la inferencia de estados mentales ajenos en pacientes con desorgani­ zación del lenguaje y del pensamiento y en pacientes con pobreza psicomotora. Se mantienen, no obstante, dudas acerca del déficit en la ToM en los pacientes que padecen, sobre todo, sintomatología paranoide. No exis­ te acuerdo acerca de la independencia de la ToM respec­ to de otras funciones neuropsicológicas ni acerca de su recuperación tras la fase aguda. TEORÍA DE LA MENTE, OTROS TRASTORNOS PSICÓTICOS Y TRASTORNOS AFECTIVOS Frith ha señalado la alteración de la habilidad para re­ presentarse e interpretar las intenciones, los pensamien­ tos o las creencias de los otros como una alteración es­ pecífica de la esquizofrenia y ha fundamentado diversos signos y síntomas de ésta en la alteración de la concien­ cia de las intenciones ajenas. Sin embargo, en otros tras­ tornos psicóticos aparecen síntomas que, si bien diferen­ tes en su estructura o gramática profunda, guardan se­ mejanzas que pueden llevar a plantearse si se comparte, siquiera parcialmente, una alteración parecida27. La bibliografía científica existente que estudia la ToM en pacientes con otras psicosis distintas de la esquizo­ frenia es escasa por el momento. Varios estudios16,21,23 incluyen a pacientes con distintos diagnósticos de psico­ sis (trastorno esquizofreniforme, trastorno esquizoafec­ tivo) en un grupo común con los esquizofrénicos, deci­ sión que dificulta la extracción de conclusiones válidas. Entre la bibliografía revisada, 3 estudios hacen referen­ cia al tema que nos interesa. El estudio de Doody et al15 fue el primero en incluir a pacientes con síntomas psicóticos como grupo control para comparar la ToM con pacientes esquizofrénicos. Este estudio incluyó un grupo control compuesto por 12 pacientes deprimidos (10 diagnosticados de depre­ sión mayor y 2 con trastorno bipolar en fase depresiva), todos ellos con síntomas psicóticos. La evaluación de la ToM se llevó a cabo con tareas de primer y segundo or­ den, y se tuvo en cuenta la función intelectual mediante la medición del CI. En el estudio se halló una relación entre el déficit en la ToM y la sintomatología negativa en pacientes esquizofrénicos evaluada mediante la Posi­ tive and Negative Syndrome Scale (PANSS). Sin em­ 49 bargo, no se relacionaba la “sintomatología negativa” de los pacientes deprimidos, medida también con la PANSS, con un déficit en la ToM. A partir de esta dife­ rencia, los autores concluyen que las alteraciones en la capacidad para atribuir estados mentales son específicas de la esquizofrenia y que no hay pruebas de disfunción en la ToM en los pacientes con psicosis afectiva. No obstante, Doody et al evaluaron síntomas sólo superfi­ cialmente similares, pero de distinta estructura y con etiologías probablemente muy diferentes, como son la sintomatología negativa de la esquizofrenia y los sínto­ mas afectivos de una depresión, empleando, para colmo de males, escalas diseñadas para el trastorno esquizofré­ nico. Además, la sintomatología positiva evaluada con la PANSS mostraba una clara diferencia a favor de los pacientes esquizofrénicos. Parece, por tanto, que las conclusiones sobre el trastorno afectivo no son válidas. Drury et al16 incluyeron un grupo control compuesto por 10 pacientes con distintos trastornos psicóticos agu­ dos, lo que dificulta la extracción de alguna conclusión, ya que la muestra era pequeña, heterogénea y no se comparaba con un grupo control sano. El estudio que mejor ha tratado de sistematizar la re­ lación entre la ToM y otro trastorno psicótico –en este caso la psicosis afectiva–, lo encontramos en el reciente artículo de Kerr et al28. En este estudio se incluyó a pa­ cientes bipolares maníacos, depresivos y en remisión, junto con un grupo control sano y se evalúo la ToM me­ diante tareas de primer y segundo orden. Los resultados obtenidos indican un déficit en la ToM en los pacientes bipolares maníacos y depresivos, y no así en los pacien­ tes en remisión. Estos autores plantean, pues, 3 hipóte­ sis: la esquizofrenia y el trastorno bipolar son una mis­ ma enfermedad; los déficit en la ToM son consecuencia de disfunciones cognitivas más generales, comunes a la fase aguda de estos 2 trastornos, o los déficit en la ToM están asociados a síntomas comunes a ambos trastornos (delirios paranoides y trastornos del lenguaje y el pensa­ miento). Sugieren como conclusión centrar las investi­ gaciones futuras en la exploración de las relaciones hi­ potéticas entre las alteraciones de la ToM, los síntomas específicos y las carencias cognitivas más generales. TEORÍA DE LA MENTE Y TRASTORNOS NEUROLÓGICOS De un tiempo a esta parte, se ha relacionado el defec­ to en la habilidad para atribuir estados mentales con el funcionamiento social y se le ha otorgado gran impor­ tancia en su posible predicción29. Dentro de este marco de trabajo, y sobre la base de las importantes alteracio­ nes en el funcionamiento social de los pacientes que su­ Psiq Biol. 2005;12(5):206-13 209 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 11/11/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 04 Revisión 630 (206-213) 10/10/05 16:02 Página 210 López Santín JM, et al. Origen y destino de la teoría de la mente: su afectación en trastornos distintos del espectro autista fren trastornos neurológicos degenerativos con afección grave de la conducta, varios autores han evaluado la ToM en pacientes con demencia frontotemporal (DFT), con objeto de validar la hipótesis de una posible altera­ ción en la capacidad de imputar sentimientos y pensa­ mientos a otros como clave para la comprensión de estas conductas. Recordemos que la demencia frontotemporal es un trastorno predominantemente neocortical caracte­ rizado por alteraciones marcadas en la personalidad y en el funcionamiento social, que incluyen desinhibición, falta de empatía y egocentrismo. Estos cambios son más acusados en pacientes con degeneración del lóbulo fron­ tal. Está demostrada su relación con déficit predominan­ temente de las habilidades ejecutivas. Los estudios revisados plantean dificultades a la hora de la evaluación de la ToM, puesto que en estos pacien­ tes se encuentran otros déficit cognitivos importantes y son necesarias nuevas tareas de evaluación que los mini­ micen, como la Lectura de la Mente en los Ojos30 o el Juicio de Preferencia (basada en una tarea previamente descrita por Baron-Cohen31. Con todo, varios ensayos clínicos han demostrado la existencia de un defecto en la capacidad de atribuir estado mentales ajenos en pa­ cientes con DFT. El estudio de Gregory et al32 evalúa a un grupo de pacientes con DFT predominantemente frontal leve junto a un grupo control con enfermedad de Alzheimer (EA) y un grupo control sano. Para evaluar la ToM emplea tareas de primer y segundo orden, el faux pas test y la Lectura de la Mente en los Ojos. Los resul­ tados muestran un déficit significativo en la habilidad para realizar correctamente todas las tareas en los pa­ cientes con DFT frente a los controles, excepto en el componente basado en la memoria del faux pas test, donde no hay diferencias. Los resultados frente a los pa­ cientes con EA son similares excepto en el componente memorístico del citado test y en las tareas de segundo orden, donde los resultados son análogos. Los autores justifican la alteración de los resultados en las tareas de segundo orden en los pacientes con EA echando mano de los grandes requerimientos de memoria episódica y de trabajo que precisan estas tareas y a su alteración en estos pacientes, que a pesar de ello puntúan perfecta­ mente bien en las otras pruebas. En cuanto a la interfe­ rencia de otra variables neuropsicológicas cualesquiera, concluyen que los defectos en la ToM de los pacientes con DFT no son atribuibles a una disfunción en las habi­ lidades ejecutivas ni existen correlaciones con la fun­ ción intelectual general ni con la memoria semántica. Además, obtienen una correlación significativa entre la extensión de la atrofia (predominante en la región ven­ tromedial del córtex frontal) y el grado de déficit de la ToM, y entre la alteración en los tests y la sintomatolo­ gía clínica evaluada con el Neuropsychiatric Inventory (NPI). 210 Psiq Biol. 2005;12(5):206-13 En un artículo reciente, Snowden et al33 evalúan a 13 pacientes con DFT en estadios leve a moderado junto con un grupo control de pacientes con enfermedad de Hungtington (EH) y un grupo control sano. Los autores proponen una evaluación de la ToM con tareas más cer­ canas a situaciones cotidianas y para ello utilizan 3 ta­ reas de “respuesta abierta” propuestas por Happé et al34 y una tarea de elección forzada que minimiza las de­ mandas ejecutivas (Juicio de Preferencia). Al igual que el estudio citado antes, se observa un déficit en la ToM de los pacientes con DFT, aunque se reconoce la posible influencia de déficit ejecutivos en 3 de las 4 tareas de evaluación. Sin embargo, en la tarea del Juicio de Prefe­ rencia, los pacientes con DFT obtienen peores rendi­ mientos que los controles. Los autores afirman que los déficit en la ToM son específicos, pese a que las funcio­ nes ejecutivas influyen, conforme avanza el deterioro, en la evaluación mediante tests y pueden enmascarar los déficit específicos en la ToM. DISCUSIÓN Teoría de la mente y esquizofrenia Como hemos visto, Frith postuló la alteración de la metarrepresentación como necesaria, suficiente y espe­ cífica de la esquizofrenia. Sin embargo, aunque escasos, se han realizado estudios clínicos con pacientes bipola­ res o con DFT, y se han hallado déficit de la ToM en parte superponibles a los de la esquizofrenia. Además, la mayoría de estudios realizados en pacientes con es­ quizofrenia arrojan resultados parcialmente contradicto­ rios con la hipótesis de partida, puesto que los pacientes donde la ToM se altera sufren formas de esquizofrenia negativa y desorganizada, y no formas en las que predo­ minen los síntomas paranoides o los trastornos del Yo, si bien es cierto que la corrección de Frith, que incluye un posible exceso y no sólo la carencia de habilidades de la ToM, podría salvaguardar el núcleo de la propues­ ta. Para recomponer la forma fuerte de la hipótesis de Frith, se han propuesto otras hipótesis auxiliares, como la posible compensación del déficit por otras habilida­ des generales de solución de problemas y el enmascara­ miento por otros síntomas20. Al hilo de lo dicho, los es­ tudios sobre la ToM y la esquizofrenia deben responder a las siguientes preguntas: 1. ¿Patogenia o patoplastia? Según lo expuesto, pare­ ce que la alteración de la ToM puede resultar un factor necesario, pero no suficiente, para la formación de algu­ nos síntomas que comparten algunos elementos de su estructura, antes que un factor patogénico fundamental. Por otro lado, y considerando esta alteración como nece­ 50 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 11/11/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 04 Revisión 630 (206-213) 10/10/05 16:02 Página 211 López Santín JM, et al. Origen y destino de la teoría de la mente: su afectación en trastornos distintos del espectro autista saria para la formación de determinados síntomas, que­ da por aclarar por qué en los trastornos generalizados del desarrollo no se dan algunos de los síntomas atribui­ dos a esta disfunción, o por qué la relación ToM-sínto­ ma es inconstante en la propia esquizofrenia. 2. ¿Rasgo o estado? Una segunda dificultad de la hi­ pótesis de Frith se da al considerar esta disfunción como una alteración de estado, recuperable una vez superada la fase aguda. La mayoría de los estudios revisados co­ rroboran esta afirmación10,16,17,20, pero esto nos plantea entonces por qué son los pacientes con esquizofrenia ne­ gativa y desorganizada los que presentan alteraciones en la habilidad mentalizadora, pacientes que muchas veces presentan esta misma sintomatología una vez superada la fase aguda. Si, como plantean otros autores21-23, fuera una alteración de rasgo, podríamos explicarnos mejor estos hallazgos, pero sería imposible explicar totalmente la irrupción de una fase aguda sin tener en cuenta otros factores añadidos. Es decir, una ToM alterada sería una variable necesaria, pero no suficiente, para permitir la aparición de sintomatología florida. 3. ¿Modularidad estricta o flexible? Otro problema todavía no resuelto es la relación de esta disfunción con otras funciones cognitivas también alteradas y la dificul­ tad recurrente para su disociación. Se han intentado con­ trolar estas variables mediante cuestiones de memoria y comprensión sobre las tareas16,20, evaluación con tareas que minimicen los requerimientos de otras funcio­ nes32,33, etc., pero los resultados son poco concluyentes y todavía no estamos en condición de afirmar la inde­ pendencia de un módulo cognitivo al uso. En este senti­ do, la teoría modular fuerte plantea tantos problemas en la esquizofrenia como los que parece resolver y aun en los trastornos generalizados del desarrollo se ha critica­ do por extenso35. Teoría de la mente, otros trastornos psicóticos y trastornos afectivos Por lo que respecta a los estudios en otros trastornos psicóticos distintos de la esquizofrenia, el problema principal radica en su escasez y en la limitación del ta­ maño muestral de los primeros estudios en esta direc­ ción, que imposibilita la extracción de conclusiones cla­ ras. No obstante, el estudio de Kerr et al28 ya encara el problema situando a pacientes bipolares en el centro del estudio y comparándolos con sujetos sanos, y plantea los puntos fundamentales para la investigación futura en este campo. Este estudio plantea dudas sobre la afirma­ ción de la especificidad de la deficiencia de la ToM en la esquizofrenia, ya que es el primero en hallar una alte­ ración de la capacidad de atribuir estados mentales en las fases agudas del trastorno bipolar. Los resultados 51 conducen a los autores a diversas hipótesis que justifi­ quen la presencia de disfunción de la ToM en ambos trastornos (las hemos nombrado más arriba); sin embar­ go, no parecen capaces de resolverlas, al desmedrar el trabajo diversas limitaciones metodológicas: no se in­ cluye un grupo de esquizofrénicos (en fase aguda y/o en remisión) para comparar los resultados, no se controlan las otras variables cognitivas posiblemente involucradas y no se realizan correlaciones con los síntomas, concre­ tamente con aquéllos de ambos trastornos que compar­ tan semejanzas estructurales. Pese a esto, a lo que sí res­ ponde el artículo, pendiente aún de confirmarse por estudios posteriores, es a la pregunta sobre la permanen­ cia de la disfunción tras la recuperación de la fase agu­ da. En este sentido, y en línea con la hipótesis de Frith, encuentran que la variable es de estado, y que una vez remitida la fase maniaca o depresiva se recupera la ca­ pacidad de atribuir estados mentales. Podemos plantear­ nos, pues, si la ToM no será dependiente de las otras va­ riables cognitivas, que en el trastorno bipolar están afec­ tadas de manera más grave en las fases agudas y que posteriormente mejoran claramente o remiten, pese a di­ versas revisiones que afirman la persistencia de déficit en la atención sostenida, la memoria verbal y las funcio­ nes ejecutivas en los períodos interfásicos de un porcen­ taje variable de pacientes36,37. Por otro lado, puesto que el estudio afirma que la capacidad de la ToM se recupe­ ra tras la remisión de la fase aguda, se puede entrever su papel en la conformación superestructural de los sínto­ mas. Quedaría estudiar con qué síntomas se relaciona y de qué manera lo hace. En definitiva, este estudio esboza diversas hipótesis en desacuerdo con los puntos de partida de Frith, de ma­ nera que el déficit en la ToM ni sería trastorno-específi­ co ni tendría una relación síntoma-específica clara; apa­ recería en las fases agudas, se recuperaría en los perío­ dos de remisión y estaría relacionado posiblemente con otros déficit cognitivos. Permanecen, sin embargo, pen­ dientes de verificar en estudios ulteriores diseñados para su evaluación. Teoría de la mente y trastornos neurológicos En los estudios revisados sobre trastornos neurológi­ cos que plantean el déficit en la ToM como fundamento de una conducta social deteriorada e intentan disociar la relevancia de las funciones cognitivas habitualmente de­ terioradas en estos pacientes32,33, las tareas empleadas para evaluar la ToM son distintas y es precisa la unifica­ ción de criterios en torno a cuáles son las tareas que evalúan la ToM con los mínimos requerimientos cogni­ tivos generales. Por otro lado, sólo el estudio de Gre­ gory et al32 evalúa la relación de la ToM con los sínto­ Psiq Biol. 2005;12(5):206-13 211 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 11/11/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 04 Revisión 630 (206-213) 10/10/05 16:02 Página 212 López Santín JM, et al. Origen y destino de la teoría de la mente: su afectación en trastornos distintos del espectro autista mas neuropsiquiátricos, pero lo hace sin analizar especí­ ficamente los síntomas concretos, cosa que nos aportaría información elemental para el conocimiento de la for­ mación de los síntomas. Además, como ocurre con los trastornos afectivos y los trastornos psicóticos distintos de la esquizofrenia, las muestras son reducidas y limitan la generalización de los resultados. CONCLUSIONES Podemos concluir, pues, que, a la vista de los artícu­ los revisados, la hipótesis fuerte de Frith sobre una alte­ ración cognitiva necesaria, suficiente y específica como alteración fundamental de la esquizofrenia queda par­ cialmente refutada en espera siempre de nuevos traba­ jos. Aunque está alterada de manera constante en los es­ tudios que incluyen pacientes con esquizofrenia, esta afección es dispareja: ni la sufren todos los pacientes ni se ha podido vincular con firmeza a un subgrupo sinto­ mático específico38. Para mayor abundamiento en la confusión, cuando se han estudiado habilidades de la ToM explícitas y no implícitas, esto es, habilidades en una situación de comunicación interpersonal y no prue­ bas de viñetas, no se han podido replicar los hallazgos más conocidos39. Por otra parte, los primeros datos de los estudios revisados en el trastorno bipolar y en la DFT parecen sugerir un peso mayor en la aparición de síntomas superestrucurales que en la génesis del trastor­ no fundamental, peso que tendrá con todo que ser con­ firmado o rebatido en sucesivos estudios que aumenten las muestras, comparen distintos grupos de trastornos psicóticos, evalúen los síntomas para correlacionarlos con el déficit en la ToM y, en el caso de la DFT, inda­ guen sobre el mejor modo de evaluarla. A la vista de los estudios revisados, parece haber más indicios que indi­ can que se trata de una alteración responsable de sínto­ mas que comparten elementos de su estructura que de un trastorno concreto. Ahora bien, comparados los estu­ dios en pacientes con trastorno bipolar y con esquizofre­ nia, vemos que son precisamente los pacientes con sin­ tomatología alucinatoriodelirante los que presentan alte­ raciones de la ToM menos constantes, mientras que son precisamente estos síntomas, junto con la desorganiza­ ción del pensamiento, tal vez, los que con mayor facili­ dad se dejan trasladar de un trastorno a otro. Otro tanto puede decirse de la DFT, y todo ello reunido pone en aprietos a las hipótesis que vinculan de modo directo y biunívoco síntoma y alteraciones de la ToM. Claro que las carencias metodológicas pueden esgrimirse para ex­ plicar los datos contradictorios, pero resulta de mayor interés heurístico reexaminarlos, por ejemplo, desde una actualización de la teoría de los complejos sintomáticos preformados de Hoche. Los grupos y los circuitos neu­ 212 Psiq Biol. 2005;12(5):206-13 ronales implicados en la formación del síntoma están, al mismo tiempo, limitados en número y abiertos en sus interacciones. Una alteración concreta podría compro­ meter grupos y circuitos de un modo particular, pero no exclusivo, y se explicarían así, tanto las similitudes y las diferencias de la estructura sintomática como el solapamiento parcial de patrones sintomáticos, alteraciones cognitivas y déficit de la ToM. En otro orden de cosas, es dudoso empíricamente y costoso teóricamente mantener la tesis de la modulari­ dad estricta de la ToM, puesto que en varios estudios aparecen correlaciones con otras variables cognitivas, tales como la inteligencia general, las funciones ejecuti­ vas o la memoria, así como por la dificultad para eva­ luar la capacidad de atribuir estados mentales sin que se vean implicadas otras variables cognitivas en la evalua­ ción. La salvaguarda de esta modularidad estricta parece antes una necesidad del modelo funcional-computacio­ nal que una hipótesis deducida a partir de los conoci­ mientos actuales de la arquitectura y el funcionamiento del cerebro, y así parecen entenderlo autores como Les­ lie40, que hablan desde hace un tiempo –y escriben– acerca de una modularidad capaz de desarrollo, es decir, permeable a influencias externas y a modificaciones ejercidas por otros sistemas. BIBLIOGRAFÍA 1. Premack D, Woodruff G. Does the chimpanzee have a theory of mind? Behav Brain Sci. 1978;4:515-26. 2. Rivière A. Teoría de la mente y metarrepresentación. En: Chacón P, Rodríguez M, editores. Pensando la mente. Pers­ pectivas en filosofía y psicología. Madrid: Biblioteca Nueva; 2000. 3. Leslie A. How to acquire a ‘representacional theory of mind’. En: Esperber D, editor. Metarepresentation: a multidiscipli­ nary perspective. Oxford: Oxford University Press; 2000. p. 197-223. 4. Leslie A. 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