INFORME NÚM. 349 VIRTUALIDAD DE LA EXTENSIÓN DE CONVENIOS COLECTIVOS COMO MECANISMO PARA MEJORAR LA COBERTURA DE LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA Elaborado a instancia de parte por los profesores María Emilia Casas Baamonde y Juan Carlos García Quiñones en el marco del convenio de asesoramiento UGT y UCM. Diciembre 2014 1 VIRTUALIDAD DE LA EXTENSIÓN DE CONVENIOS COLECTIVOS COMO MECANISMO PARA MEJORAR LA COBERTURA DE LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA Sumario: 1. Antecedentes y contexto normativo 2. Listado de extensiones recientes y futuras solicitudes de extensión 3. Objeto de la consulta 4. Régimen jurídico aplicable a la mera renovación de la extensión prevista en el Real Decreto 718/2005 respecto de un sector que proviene de una extensión previa finalizada la vigencia del convenio extendido 5. Especialidades para el caso de tratarse de sectores provenientes del Acuerdo sobre Cobertura de Vacíos (ACV) 6. Posibilidad para una asociación empresarial de impedir la extensión por no haberse agotado los presupuestos de negociación colectiva que pudiera existir en el ámbito citado 7. Solicitud de extensión en un sector en el que se haya disuelto la asociación empresarial con la que se viniera negociando el convenio y por efecto de la reforma operada en materia de la ultraactividad se haya producido el efecto de la extinción de la unidad de negociación 8. Determinación de la viabilidad o utilidad de la institución de extensión de convenios tras la reforma operada en materia de legitimación (artículo 87 del ET), atendiendo a lo previsto en el Real Decreto 718/2005 y en el Real Decreto 1362/2012, considerando además la particularidad de la posible perdida de cobertura negocial derivada de la ulterior reforma practicada en materia de ultraactividad (artículo 86.3 del ET) que conduce al debate sobre el convenio colectivo de aplicación en defecto del que perdió su vigencia 9. Conclusiones 2 1. ANTECEDENTES Y CONTEXTO NORMATIVO Como se señala en el escrito de solicitud del presente Informe, en el sistema normativo actual confluyen distintas normas que pueden dar lugar a una serie de interrogantes. Por un lado, el artículo 92.2 del Estatuto de los Trabajadores (ET) regula la posibilidad de iniciar una solicitud de extensión. La única causa que recoge para ello es la imposibilidad de suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo estatutario. Por su parte, el Real Decreto 718/2005, de 20 de junio, aprueba el procedimiento de extensión de convenios colectivos. En el mismo escrito de solicitud se subraya también cómo la nueva redacción que el Real Decreto-ley 7/2011, de 10 de junio, de medidas urgentes para la reforma de la negociación colectiva, ha dado al artículo 87 del ET sobre la legitimación empresarial, no modificó el marco normativo de la extensión de los convenios colectivos. Del mismo modo que tampoco lo hizo la reforma laboral de 2012, constatado que la Ley 3/2012, de 6 de julio, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, únicamente traslada a un actor nato en la historia de las extensiones de convenios colectivos en nuestro país, como es la Comisión Consultiva Nacional de Convenios Colectivos (CCNCC), las competencias consultivas en la materia y, a partir de entonces, otras decisorias en los procedimientos de solución de discrepancias en los casos de desacuerdo en el periodo de consultas para la inaplicación de las condiciones de trabajo establecidas en los convenios colectivos de acuerdo con el artículo 82.3 del ET (disposición adicional quinta de la Ley 3/2012, que reformó la disposición final segunda del ET). Así quedaron recogidas en el RD 1362/2012, de 27 de septiembre, por el que se regula la Comisión Consultiva Nacional de Convenios Colectivos, actualizando el anterior Real Decreto regulador de este Organismo pero sin desvincularlo de su cometido tradicional sobre la emisión del informe preceptivo en los procedimientos de extensión. 3 De manera que la actual legitimación empresarial excepcional, ampliada, del artículo 87.3, último párrafo, del ET (respecto de la que ya se ha elaborado un informe por la Cátedra, el nº 324), permanece con las normas que amparan la extensión. 2. LISTADO DE EXTENSIONES RECIENTES Y FUTURAS SOLICITUDES DE EXTENSIÓN A partir de los antecedentes y el contexto normativo expuestos en el epígrafe anterior, el escrito de solicitud del informe incorpora asimismo sendas menciones a las extensiones que han tenido lugar en épocas recientes (desde el año 2012 hasta marzo de 2014, junto con alguna referencia puntual respecto de futuras solicitudes de extensión, actualmente en proceso de tramitación. En este sentido, en relación con las extensiones recientes, según el Registro electrónico de convenios colectivos (REGCON), hasta diciembre de 2014 se puede acceder a un total de nueve extensiones. Dato que sirve para ofrecer una idea aproximada sobre el grado de promoción de estos expedientes: Renovación de extensión reciente: -Convenio colectivo del sector de fincas urbanas de la provincia de Valencia. - Convenio colectivo para los empleados del sector de clínicas y consultas de odontología y estomatología de la provincia de Valladolid. - Renovación de la extensión del convenio colectivo del sector de hospitalización y asistencia privada a Ávila, Segovia y Soria. - Industrias de tintorerías y limpieza de ropa, lavanderías y planchado de ropa. 4 - Extensión convenio colectivo del sector de servicios auxiliares de la Comunidad Foral de Navarra al mismo sector Comunidad Autónoma de la Rioja. - Extensión del convenio colectivo del sector de Fincas Urbanas de Zaragoza a la Comunidad Autónoma de La Rioja. - Estudios técnicos y oficinas de arquitectura y oficinas y despachos en general. - Convenio colectivo de oficinas y despachos de la provincia de Granada a Ciudad Real. - Extensión del Convenio colectivo de oficinas y despachos de Valladolid años 2011 a 2014 a la provincia de la Rioja. FUENTE: publicación de los acuerdos correspondientes Boletines y REGCON de extensión en los 3. OBJETO DE LA CONSULTA A la vista de todos los factores enumerados en los epígrafes precedentes, y con la finalidad de considerar un nuevo impulso de las extensiones de convenios en los diferentes ámbitos, se plantean las siguientes cuestiones: El supuesto de un sector que provenga de una extensión previa, pero que ha visto finalizar la vigencia del convenio extendido, y para el que se solicita la mera renovación de la extensión prevista en el RD 718/2005, ¿puede ser objeto de extensión sin cortapisa alguna? ¿Y de tratarse de sectores provenientes del Acuerdo sobre Cobertura de Vacíos (ACV)? ¿Hay alguna diferencia por proceder de este acuerdo? 5 O, en cualquier caso, ¿puede una asociación empresarial impedir la extensión por no haberse agotado los presupuestos de negociación colectiva que pudiera existir en el citado ámbito? ¿Cabría la solicitud de extensión en un sector en el que se haya disuelto la asociación empresarial con la que se viniera negociando el convenio y por efecto de la reforma operada en materia de la ultraactividad, se haya producido el efecto de la extinción de la unidad de negociación? Materias todas que desarrollamos de manera individualizada en los epígrafes que siguen a continuación. 4. RÉGIMEN JURÍDICO APLICABLE A LA MERA RENOVACIÓN DE LA EXTENSIÓN PREVISTA EN EL REAL DECRETO 718/2005 RESPECTO DE UN SECTOR CUYO CONVENIO COLECTIVO PROVIENE DE UNA EXTENSIÓN PREVIA FINALIZADA LA VIGENCIA DEL CONVENIO EXTENDIDO La primera de las cuestiones que plantea el escrito de petición del Informe hace referencia al supuesto de un sector con convenio colectivo que proviene de una extensión previa, pero que ha visto finalizar la vigencia del convenio extendido, para el que se solicita la mera renovación de la extensión prevista en el Real Decreto 718/2005, interrogándose específicamente acerca de la existencia o no de algún género de cortapisas para validar semejante extensión. En relación con el interrogante suscitado, la lectura del artículo 92.2 del ET evidencia que para poder extender el convenio colectivo debe estar “en vigor”. Afirmación que tiene, cuando menos dos consecuencias concretas. En primer lugar, la autoridad laboral debe comprobar que el convenio esté firmado y publicado, pues de no ser así deberá rechazar la extensión, aun cuando constate que hay una situación de vacío convencional. Y en segundo lugar, la autoridad 6 laboral debe rechazar asimismo la extensión cuando el convenio colectivo está denunciado. No obstante, con el nuevo reglamento que aprobó el Real Decreto 718/2005 se ha producido un cambio importante en este punto. Anteriormente la autoridad laboral exigía que el convenio colectivo a extender estuviera en situación de vigencia inicial en el momento de la solicitud y rechazaba, por tanto, la extensión de aquellos convenios colectivos que se encontraban prorrogados. El razonamiento era simple: conforme al artículo 9 del Real Decreto 572/1982 la duración temporal de la extensión finalizaba en la fecha prevista en el convenio extendido y los efectos de la prórroga anual y denuncia con eficacia ultraactiva no afectaban a la unidad de negociación a que se aplicase por extensión. Sin embargo, con la versión renovada del Real Decreto 718/2005 se ha defendido que la tesis debe ser justamente la contraria, esto es, que la autoridad laboral puede extender también aquellos convenios que se hallen en situación de prórroga automática por falta de denuncia o por denuncia intempestiva o irregular, una vez que el artículo 9.2 del Real Decreto 718/2005 dispone que “la aplicación del convenio colectivo extendido surtirá efectos desde la fecha de presentación de la solicitud hasta la finalización de la vigencia inicial o prorrogada del convenio colectivo extendido”. Por su parte, continuando con el repaso de las hipótesis directa o indirectamente relacionadas con la cuestión que plantea el escrito de solicitud del Informe, el artículo 10 del Real Decreto 718/2005 señala que “Sustituido un convenio extendido por un nuevo convenio colectivo, las partes legitimadas podrán solicitar del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales o del órgano correspondiente de las Comunidades Autónomas, en el plazo de un mes contado desde la publicación en el Boletín Oficial del Estado o en el diario oficial de la Comunidad Autónoma correspondiente del nuevo convenio colectivo, que se dicte una nueva resolución sobre la necesidad de extender el nuevo convenio publicado, por no haberse modificado las circunstancias que dieron 7 lugar a la extensión inicial, y se acompañarán las consideraciones que se estimen oportunas sobre su necesidad” (artículo 10.1 del Real Decreto 718/2005). Para afirmar, a continuación, que “la resolución administrativa que se dicte decidirá motivadamente, en función de la modificación o no de las circunstancias previstas en el artículo 92.2 del texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores y en el artículo 1.2 de este real decreto que dieron lugar a la extensión inicial” (artículo 10.2). La conclusión que se deriva de lo dispuesto en los preceptos reglamentarios transcritos es que, si bien no se previenen normativamente especiales precauciones o cortapisas para validar la extensión en la hipótesis concreta que regula el artículo 10 del Real Decreto 718/2005, no es menos cierto también que la renovación de la solicitud en el supuesto que se contempla no puede calificarse, en cualquier caso, como una renovación automática o puramente mecánica, disponiéndose, por el contrario, la incorporación sucesiva de una serie de cautelas. En primer lugar, la previsión de una iniciativa a instancia de parte, pues corresponde a la actuación potestativa de las partes legitimadas instar del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales –hoy Ministerio de Empleo y Seguridad Social-, o del órgano correspondiente de las Comunidades Autónomas, el dictado de una nueva resolución sobre la necesidad de extender el nuevo convenio colectivo publicado. En segundo lugar, la fundamentación de dicha solicitud en la ausencia de modificación de las circunstancias que dieron lugar a la extensión convencional inicial. En tercer lugar, el acompañamiento de las consideraciones que se estimen oportunas a efectos de acreditar la necesidad de extender el nuevo convenio colectivo publicado. En cuarto lugar, el carácter motivado de la resolución administrativa, aceptando o rechazando la renovación de la solicitud condicionada a la verificación previa sobre la modificación o no de las circunstancias previstas en el artículo 92.2 del ET y en el artículo 1.2 del Real Decreto 718/2005. 8 Previsiones que reproduce en términos similares, como se verá a continuación, el artículo 11.2 del Real Decreto 718/2005 para aquellas situaciones de finalización de la vigencia inicial de un convenio colectivo que hubiera sido objeto de extensión, cuando las partes legitimadas para solicitar la extensión de convenios colectivos tuvieran conocimiento de la existencia de un convenio colectivo más acorde con la realidad socio-laboral de su ámbito. De este modo, las especialidades que incorpora el artículo 10 del Real Decreto 718/2005 en relación con la renovación de la solicitud se circunscriben a cuestiones de orden básicamente procedimental, como corrobora esa previsión de un procedimiento simplificado y breve de solicitud inmediata de renovación y de nueva concesión de la extensión inicial, si nos atenemos a lo dispuesto en el número 3 del precepto citado, cuando señala que “el plazo para dictar y notificar la resolución administrativa será de un mes computado desde la fecha en que la solicitud hubiera tenido entrada en el correspondiente registro y los plazos establecidos para los informes a que se refieren los artículos 6 y 7 se reducirán a la mitad”. Todo ello, con la peculiaridad adicional de que los efectos de la nueva resolución de extensión de convenio colectivo habrán de retrotraerse a la fecha de inicio de efectos del convenio extendido (artículo 10.4 del Real Decreto 718/2005). En definitiva, el Real Decreto 718/2005 traza un escenario del régimen jurídico de la renovación de la solicitud de extensión que compatibiliza la preservación de la naturaleza causal de la misma con determinadas concesiones en términos de asegurar una mayor agilidad respecto del procedimiento previsto a esos efectos. Como indica la rúbrica o título del artículo 10, se trata de una “renovación de la solicitud” de extensión. Por su parte, como se anticipaba en líneas anteriores, el artículo 11 del Real Decreto 718/2005, sobre “Situaciones posteriores a la extensión”, prevé que si durante la vigencia de la extensión de un convenio colectivo se modificaran o desaparecieran las circunstancias 9 que dieron lugar a la resolución de la extensión por parte del órgano competente, cualquiera de las partes afectadas podrá promover la negociación de un convenio colectivo propio. Ello significa que durante la vigencia de la extensión de un convenio colectivo permanece abierta la facultad de promover la negociación de un convenio propio por quienes están afectados por la extensión. De igual modo que, según señala el mismo precepto reglamentario, promovida la negociación de un convenio colectivo, a tenor de lo dispuesto en el artículo 89.1 del ET, la parte receptora de la comunicación de iniciación de las negociaciones no podrá negarse a ella por razón de la vigencia de la extensión. Bien que si las partes alcanzaran un acuerdo que concluya en la suscripción de un convenio colectivo, habrán de comunicarlo al órgano competente para que dicte una resolución que deje sin efecto la extensión. 5. ESPECIALIDADES PARA EL CASO DE TRATARSE DE SECTORES PROVENIENTES DEL ACUERDO SOBRE COBERTURA DE VACÍOS (ACV) La suscripción del ACV el 28 de abril de 1997, bajo el amparo legal del artículo 83.3 del ET, concretó la facultad que el citado precepto legal otorgaba expresamente a las organizaciones sindicales y a las asociaciones empresariales más representativas de carácter estatal o de Comunidad Autónoma para elaborar acuerdos sobre materias concretas, con el propósito definido de hacer bueno el mandato de la disposición transitoria sexta del ET en relación con la derogación de las Ordenanzas de Trabajo. Con independencia de su fundamento legal, la elaboración del ACV fue el resultado de una paradoja histórica que le llevó a reunir en sí mismo una doble naturaleza o condición. Por un lado, tuvo una dimensión instrumental y utilitarista de futuro, y al mismo tiempo, fue manifestación de una solución paliativa consecuente con una carencia estructural de negociación colectiva en el pasado. Integrando ambos 10 fenómenos en una misma consideración, es de sobra sabido que el ACV constituyó un instrumento de utilidad para los cinco años previstos de su vigencia –entró en vigor el 1 de enero de 1998- partiendo de una deficiencia estructural pasada: las Ordenanzas de trabajo del régimen franquista sustitutivas de la negociación colectiva. También es sabido que el ACV no desempeñó un cometido sustitutivo o de desplazamiento de los convenios colectivos típicos ni obstaculizador de futuros procesos de negociación en los sectores con déficit negocial. Muy al contrario, su finalidad, desde el ejercicio de la autonomía con reconocimiento constitucional, se enmarcó en el propósito “preventivo” de evitar la aparición de vacíos de regulación en sectores concretos de actividad por la pérdida de vigencia de las Ordenanzas Laborales, fomentando simultáneamente el surgimiento de instrumentos convencionales ordinarios en esos mismos sectores, frenando con ello eventuales tentaciones expansivas de la autonomía individual en las relaciones de trabajo, contrarias al espíritu de la reforma de 1994. Finalidad tan obvia llevó a descartar la inclusión en el ACV de un preámbulo o una exposición de motivos, por contraposición a lo que sucedió, por ejemplo, con el contemporáneo Acuerdo Interconfederal sobre la Negociación Colectiva (AINC), también de 28 de abril de 1997, y tuvo su traducción en la existencia de disposiciones en el ACV que trascendieron su función reguladora de las relaciones individuales afectadas para ejercer una función ordenadora de la propia negociación colectiva. De este modo, el ACV concentró su valor en la función sustitutiva del déficit negocial, a tiempo tasado, pactado por la duración dicha de cinco años (artículo 4.1 del ACV), con una previsión de entrada en vigor, también ya señalada, el 1 de enero de 1998 (artículo 4.2 del ACV), y con un ámbito de aplicación para todo el territorio nacional (artículo 3 del ACV). Ámbito territorial que vino condicionado, en primer lugar, por el 11 que tenían a su vez las Reglamentaciones de Trabajo y las Ordenanzas Laborales, con aplicación en todo el territorio nacional. Además, el ACV se asentó sobre un régimen de subsidiariedad instrumentado con una regla de concurrencia para resolver las distintas situaciones que pudieran acaecer como consecuencia de las regulaciones convencionales diferenciadas entre el ACV y otros acuerdos y convenios colectivos, en cuyo caso se resolvió atribuir una prioridad incondicionada para estos últimos en detrimento de lo regulado en el ACV (artículo 1.2 del ACV). En suma, y como es bien conocido, el ACV fue un instrumento negocial de carácter excepcional, lo que llevó a las partes firmantes a afirmar su carácter circunstancial, previsto para ser sustituido por instrumentos “normalizados” de regulación de las relaciones laborales en el sector, como son la negociación colectiva y los mecanismos a acordar para la extensión de convenios preexistentes. No obstante, se recordará que el repliegue aplicativo del ACV se efectuaba en favor de determinados instrumentos contractuales, como los acuerdos o convenios de carácter estatutario, incluidos los pactos de adhesión, de conformidad con las remisiones que realizaban su artículos 1.2 y 4.2 en relación con los artículos 87 y 88 del ET, y con el mandato de su Disposición Adicional que se refería a los convenios colectivos de “eficacia general”. La exclusión de vigencia prorrogada del ACV respondió al mismo planteamiento de tratar de incentivar ex post de su vigencia, siquiera por vía de la presión, en los sectores con déficit negocial, la negociación de convenios colectivos típicos, combinando la técnica de la subsidiariedad con la fijación de un ámbito temporal cierto de cinco años de duración (artículo 4.1 del ACV). En efecto, el ACV quiso aunar esos mecanismos de promoción mediante el método de la presión, con una previsión “generosa” de su ámbito temporal de aplicación, de forma que la suma de ambos factores “garantizara” el cumplimiento de la dualidad de fines perseguidos: regular con suficiencia una serie de 12 materias predeterminadas a través del impulso de los mecanismos convencionales típicos. Por lo demás, el ACV limitó su ámbito material restringiéndolo para materias informadas por una triple circunstancia: a) aquéllas que precisaban de un régimen básico mínimamente homogéneo para el conjunto del sector; b) materias donde la ley no había profundizado y difícilmente podría hacerlo por su propia idiosincrasia, con una dependencia muy estrecha entre su regulación y las características del sector; y c) materias proclives al surgimiento de dificultades relacionadas con su negociación. La asunción de los criterios listados llevó al ACV a distanciarse en su regulación material del tratamiento que recibían las mismas en las Ordenanzas Laborales, a pesar de ser su referencia inicial. Dos clases de vacíos de regulación convencional cubrió el ACV. En primer lugar, vacíos estructurales o cualitativos, a partir de la inexistencia de negociación colectiva en los distintos sectores de actividad incluidos en su ámbito funcional. Y, en segundo término, vacíos coyunturales o cuantitativos, destinados a suplir la falta de tratamiento por parte de los convenios colectivos vigentes en esos sectores de alguna de las materias que conformaban el contenido normativo del ACV. El problema instrumento, ha concebido radicado, para como es sabido, una situación en que específica ese y pretendidamente transitoria, por la fuerza de los hechos, ha terminado derivando, al término de vigencia temporal del ACV, en un resultado desacompasado entre la realidad y la norma, o mas precisamente, entre la realidad y el propósito inspirador del Acuerdo de garantizar la cobertura de vacíos durante los cinco años de su vigencia mediante la promoción de la negociación colectiva ordinaria, de modo que al término de ese período no resultara necesaria su renovación. 13 El propio ACV previó esa situación donde un determinado sector de actividad, sometido a una situación de déficit negocial aparentemente coyuntural, vinculada al momento preciso de derogación de las Ordenanzas Laborales, pudiera sin embargo prolongarse en esa situación para el caso de que la negociación colectiva no terminara de ganar esos espacios. Concretamente, en el último inciso del párrafo segundo de su artículo 4.3: “En el caso que persistan vacíos de cobertura, las organizaciones firmantes de este Acuerdo se comprometen a cubrirlos definitivamente en las instancias oportunas mediante la extensión de Convenios Colectivos”. Tal afirmación cerró la entrada a una situación de imprevisión que permitiera efectuar un ejercicio de integración a partir de la interpretación jurídica del texto del ACV, fundamentalmente de su tan citado artículo 4, y en su caso, las previsiones que contiene el ET en relación con la extensión de la vigencia temporal de los convenios colectivos (artículo 86 del ET). De la disposición contenida en el reproducido artículo 4.3 del ACV se infería claramente que la alternativa por la que habían optado las partes firmantes ante la persistencia de situaciones de falta de negociación colectiva, por la originaria fragilidad de las estructuras asociativas empresariales en determinados sectores de actividad, era la extensión de convenios colectivos que regula el artículo 92.2 del ET, y no la extensión del ámbito temporal del ACV. Prórroga que quedó descartada en el propio artículo 4. Esta opción del ACV por el compromiso de las partes de recurrir a los actos de extensión de convenios colectivos, que regula el artículo 92.2 del ET, para cubrir definitivamente los vacíos de cobertura negocial persistentes no ha escapado a un cierto cuestionamiento por parte de la doctrina por la condición de mecanismo heterónomo del procedimiento de extensión y por la insuficiencia de garantías que ofrecen los instrumentos dispuestos por el ordenamiento para enfrentar eventuales situaciones de cobertura de vacíos, puesto que, respecto de 14 la extensión de un convenio colectivo en vigor, es preciso advertir que no tiene porqué existir siempre un convenio útil y susceptible de extensión. Con todo, ha de reconocerse que el ACV impuso a las partes firmantes el compromiso de instar el procedimiento de extensión, finalizada su vigencia ante el mantenimiento de indeseadas situaciones de falta de negociación colectiva. En definitiva, poniendo en relación la posibilidad de extensión de convenios que regula el artículo 92.2 del ET con todo lo dicho respecto de los sectores provenientes del ACV ante el déficit de interlocución empresarial, se concluye que no existen especialidades en términos de modificación del régimen jurídico aplicable al procedimiento de extensión de convenios colectivos, salvo la dicha: que la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME), la Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CC.OO.), y la Unión General de Trabajadores (UGT), quedaron comprometidas en aquel Acuerdo a recurrir al procedimiento de extensión ante las instancias administrativas oportunas, para lo cual están legitimadas. El párrafo tercero del apartado 2 del artículo 92 atribuye “capacidad para iniciar el procedimiento de extensión quienes se hallen legitimados para promover la negociación colectiva en el ámbito correspondiente conforme a lo dispuesto en los artículos 87.2 y 3 de esta Ley”. Del lado sindical, los sindicatos mas representativos y representativos en un ámbito funcional y territorial concreto. Pero no hay que olvidar que, tras la reforma del Real Decreto-ley 7/2011, “En aquellos sectores en los que no existan asociaciones empresariales que cuenten con la suficiente representatividad, según lo previsto en el párrafo anterior, estarán legitimadas para negociar los correspondientes convenios colectivos de sector las asociaciones empresariales de ámbito estatal que cuenten con el 10 por ciento o más de las empresas o trabajadores en el ámbito estatal, así como las asociaciones empresariales de Comunidad Autónoma que cuenten en ésta con un mínimo del 15 por ciento de las 15 empresas o trabajadores” (artículo 87.3, último párrafo ET). La nueva problemática que plantea la relación del reformado precepto estatutario con el procedimiento de extensión de convenios colectivos será abordada mas adelante en el punto 8 de éste informe. Los sectores provenientes del ACV constituyen un supuesto habitual para la aplicación de la extensión de convenios, según se regula en el precepto citado. En efecto, los datos empíricos evidencian cómo buena parte de los sectores en los que han tenido lugar extensiones se corresponden con algunos de los que se incluyeron en el ACV de 28 de abril de 1997, como Empleados de Fincas Urbanas, Deportes, Establecimientos Sanitarios de Hospitalización, Oficinas y Despachos, Empresas de Ingeniería y Estudios Técnicos, Prensa, Prótesis Dental o Industria de Tintorería y Limpieza. En definitiva, el ACV finalizó su vigencia instituyendo el compromiso de las organizaciones firmantes de instar la extensión de convenios colectivos en caso de que persistieran los déficits negociales. Y, a partir de ese compromiso, a la regulación del procedimiento de extensión en el artículo 92.2 del ET, desarrollado por el Real Decreto 718/2005, de 20 de junio, ha de estarse en consecuencia. 6. POSIBILIDAD PARA UNA ASOCIACIÓN EMPRESARIAL DE IMPEDIR LA EXTENSIÓN POR NO HABERSE AGOTADO LOS PRESUPUESTOS DE NEGOCIACIÓN COLECTIVA QUE PUDIERA EXISTIR EN EL ÁMBITO CITADO La siguiente cuestión que se plantea es si puede una asociación empresarial impedir la extensión de un convenio colectivo por no haberse agotado los presupuestos de negociación colectiva que pudieran existir en el citado ámbito. Y ello, alegando la asociación empresarial que cuenta con la legitimación plena y suficiente para suscribir un convenio colectivo 16 estatutario en el ámbito sectorial para el que se solicite la extensión, de forma similar a la legitimación que ostentan las representaciones del banco sindical que ha planteado la extensión. La respuesta que nos merece el interrogante planteado es que, efectivamente, la asociación empresarial podría impedir la extensión para el caso de no haberse agotado los presupuestos de negociación colectiva que pudieran existir en el citado ámbito de negociación para el que se pretende la extensión. Es de señalar que la extensión actúa únicamente para evitar “los perjuicios derivados […] de la imposibilidad de suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los previstos en este Título III, debida a la ausencia de partes legitimadas para ello” (artículo 92.2 ET, párrafo primero). En efecto, cuando se hace repaso de los sectores productivos afectados por las extensiones de convenios colectivos, por ejemplo desde 1994 en adelante, se constata cómo los procedimientos de extensión tramitados hasta la actualidad evidencian la variedad de sectores que, en un momento u otro, presentan un déficit de negociación colectiva que lleva a solicitar la extensión de un convenio colectivo. Si bien, inmediatamente después, el análisis de esos mismos expedientes de extensión evidencia cómo aproximadamente la mitad de las solicitudes son denegadas, bien porque en realidad existen partes legitimadas para negociar un convenio colectivo, bien porque no se cumplen otras condiciones legales. En este sentido, no puede olvidarse que el reproducido artículo 92.2 del ET, incluso desde su redacción originaria de 1980, más amplia, pues vinculaba la facultad de extensión a la existencia de dificultad para la negociación” o “especial de “circunstancias sociales y económicas de notoria importancia en el ámbito afectado” (Ley 8/1980, que aprobó el primer Estatuto de los Trabajadores), había sido objeto de una interpretación restrictiva de los motivos justificantes de la extensión, considerándose ésta como un mecanismo absolutamente excepcional que solo debía operar en los supuestos de imposibilidad estructural para negociar un convenio colectivo y no cuando existían 17 partes legitimadas para hacerlo. Valoración concorde con lo afirmado por la autoridad laboral, ya durante aquel primer período, en orden a que las eventuales dificultades que pudieran surgir en las negociaciones eran consecuencia del tradicional y lógico antagonismo de los agentes sociales en la defensa de sus respectivos intereses, que debían resolverse a través de las consiguientes deliberaciones y transacciones y, llegado el caso, por las vías de conflicto colectivo y jurisdiccional previstas por el ordenamiento jurídico, pero no mediante la extensión de convenios colectivos (Resolución de 12 de noviembre de 1996, que desestimó la solicitud de extensión del Convenio Colectivo del sector de Clínicas Privadas y Centros de Hospitalización Privada de Las Palmas a la provincia de Santa Cruz de Tenerife –Expediente CCNCC 433-). Esa lectura restrictiva del precepto legal originario fue refrendada después por la Ley 24/1999, de 6 de julio, por la que se modifica el artículo 92.2 del texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo, referido a la extensión de convenios colectivos. La citada reforma legal contó con el acuerdo previo de los interlocutores sociales en el marco del diálogo social. En la declaración que las organizaciones empresariales CEOE y CEPYME y las organizaciones sindicales UGT y CC.OO. dirigieron al Gobierno con motivo de la firma, el 28 abril 1997, entre otros, del tan citado Acuerdo Interprofesional sobre Cobertura de Vacíos (ACV), señalaron la oportunidad de que se realizaran “las modificaciones legales y reglamentarias precisas de adaptación del régimen de extensión de convenios colectivos del artículo 92 del Estatuto de los Trabajadores a fin de agilizar y racionalizar su funcionamiento y procedimiento, así como al de conseguir una mayor eficacia de manera que se eviten situaciones de indefensión o vacíos normativos” (punto 9). A tal fin, se modificó el artículo 92.2 ET de 1980 por la citada Ley 24/1999, de 6 de julio. Concluida la vigencia del ACV, el ANC-2003, prorrogado para 2004, reiteró la decisión de las citadas organizaciones empresariales y sindicales de dirigirse al [entonces] MTS solicitando la aprobación del Reglamento de desarrollo del reformado 18 artículo 92.2 ET (capítulo IX), consensuado por dichas organizaciones con el Gobierno en el marco del proceso de diálogo social abierto tras la Declaración para el Diálogo Social 2004 (ANC-2005, prorrogado para 2006, capítulo IX) y aprobado por RD 718/2005, de 20 junio. La reforma legal de 1999 certificó en el plano legal lo que era ya una realidad en la práctica, unificando las dos causas anteriores de la extensión en una sola, para eliminar así –como reza la Exposición de Motivos- anteriores supuestos que podrían dar lugar a injerencias o iniciativas no deseadas en un ámbito negocial determinado, de modo que únicamente cabe la extensión de un convenio colectivo “por los perjuicios derivados (para los trabajadores y empresarios) de la imposibilidad de suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los previstos en el Título III, debido a la ausencia de partes legitimadas para ello”. De esta forma, las resoluciones de la autoridad laboral y los informes de la Comisión Consultiva reiteran parecido criterio que en la etapa pretérita, pero ahora ya con apoyo legal expreso, considerando que no basta con la mera presencia de dificultades para la negociación, sino que es imprescindible que exista una imposibilidad real de negociación y a la vez no basta la ausencia de las partes legitimadas para la misma, sino que deberá existir algún “perjuicio” para empresarios y trabajadores derivado de esa falta. De este modo, la extensión, antes y ahora, se configura como un mecanismo de cobertura de vacíos normativos, producto de la ausencia o insuficiencia de legitimación de las partes legitimadas para negociar, condicionado a que la pluralidad de empresas y trabajadores o sector o subsector de actividad que pretendan la extensión no estén vinculados ya por otro convenio, cualquiera que sea su ámbito, y que ello, además, sea debido a la causa excepcional justificante: la ausencia de partes legitimadas para suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los previstos en el Título III del ET causante de perjuicios. El artículo 1, apartado 2, del RD 718/2005 explayó esta regulación: “Con los efectos 19 previstos en el artículo 82.3 del texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, se podrán extender las disposiciones de un convenio colectivo en vigor de ámbito superior al de empresa a una pluralidad de empresas y trabajadores o a un sector o subsector de actividad pertenecientes al mismo o a similar ámbito funcional o con características económico-laborales equiparables, teniendo en cuenta la actividad donde vaya a ser aplicado y que no estén vinculados por convenio colectivo, cualquiera que fuese su ámbito, por los perjuicios derivados para aquéllos de la imposibilidad de suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los previstos en el título III del texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, debida a la ausencia de partes legitimadas para ello. En el caso de inexistencia de convenio colectivo que se pueda extender con ámbito de aplicación superior al de empresa, se podrá extender subsidiariamente, con carácter excepcional, un convenio de empresa a una pluralidad de empresas y de trabajadores o a un sector o subsector de actividad de análogas condiciones económicas y sociales”. Coherente con lo anterior, por más que no lo diga expresamente el artículo 92.2 del ET, constituye un presupuesto lógico de la extensión que no rija en el ámbito proyectado de la misma un convenio colectivo en vigor, ya sea en su período inicial de vigencia, ya sea en su fase de prórroga. De igual forma, tampoco es legalmente factible la extensión, aunque no haya un convenio colectivo, si hay posibilidad de constituir válidamente la comisión negociadora para celebrarlo, posibilidad claramente ampliada por la reforma del artículo 88.2 del ET por el Real Decreto-ley 7/2011. Razón por la cual, casi la mitad de los expedientes de extensión de convenio colectivo concluyen con una resolución desestimatoria, una vez que a lo largo de su tramitación se comprueba que en realidad sí hay partes legitimadas para negociar. Por ejemplo, cuando es el órgano consultivo o las organizaciones empresariales consultadas las que ponen de manifiesto que existe asociación 20 empresarial legitimada, que no ha recibido solicitud de negociación y que tiene disposición para llevar a cabo la negociación. No en vano, en otras ocasiones se constata cómo las solicitudes de extensión actúan, en algún caso, como elemento incentivador para la creación de asociaciones empresariales en el ámbito para el que se plantea la extensión, de manera que, si bien en la fecha en que los promotores presentan la solicitud no hay asociación empresarial con la que sentarse a negociar un convenio colectivo, posteriormente, con ocasión de la tramitación del expediente –pero antes de la resolución-, se constituye una asociación que agrupa y representa a las empresas del sector y que, además, manifiesta su voluntad de iniciar las negociaciones de un convenio colectivo. Circunstancia que, unas veces, lleva a la autoridad laboral a rechazar la extensión, mientras que en otras ocasiones se acepta la extensión, bien que con efectos temporales limitados, únicamente hasta la fecha en que tiene lugar la constitución de la asociación empresarial. Esta función de estímulo o medida de presión de la solicitud de extensión se aprecia asimismo en aquellos supuestos en que, a raíz de la presentación de la solicitud de extensión por los sindicatos, la asociación empresarial que ya existía procede a modificar sus estatutos para poder negociar un convenio colectivo en representación de sus asociados, de manera que si bien al inicio del procedimiento de extensión no existía tampoco parte empresarial legitimada para negociar colectivamente sobre condiciones de trabajo, a su conclusión sí la hay. 7. SOLICITUD DE EXTENSIÓN EN UN SECTOR EN EL QUE SE HAYA DISUELTO LA ASOCIACIÓN EMPRESARIAL CON LA QUE SE VINIERA NEGOCIANDO EL CONVENIO Y POR EFECTO DE LA REFORMA OPERADA EN MATERIA DE LA ULTRAACTIVIDAD SE 21 HAYA PRODUCIDO EL EFECTO DE LA EXTINCIÓN DE LA UNIDAD DE NEGOCIACIÓN En el escrito propuesta del presente Informe, se plantea también si cabría la solicitud de extensión en un sector en el que se haya disuelto la asociación empresarial con la que se viniera negociando el convenio y, por efecto de la reforma operada en materia de la ultraactividad, se haya producido el efecto de la extinción de la unidad de negociación. Para resolver semejante interrogante, conviene afirmar de partida que, según el entendimiento de la Cátedra, el agotamiento de la eficacia ultraactiva del convenio colectivo no extingue la unidad de negociación. Desde luego, si no existe convenio colectivo de ámbito superior aplicable para salvar el vacío convencional colectivo que produce el agotamiento de la eficacia ultraactiva del convenio colectivo denunciado y en revisión, la unidad de negociación no se extingue, manteniéndose la obligación de negociar de las partes negociadoras, pues precisamente, en tal supuesto, se trataría de “revisar un convenio ya vencido” (artículo 89.1, párrafo segundo, del ET). Pero incluso existiendo convenio colectivo de ámbito superior aplicable, la obligación de negociar el convenio colectivo propio que ha perdido vigencia definitivamente no se extingue, y con esa obligación no se extingue la unidad de negociación, si las condiciones de trabajo del convenio de ámbito superior no fueran coextensas con las del convenio colectivo desaparecido. Sólo si las partes aceptan la aplicación del convenio colectivo de ámbito superior como mecanismo de solución definitiva del vacío convencional producido por la pérdida de vigencia del convenio propio la unidad de negociación anterior habrá desaparecido subsumida en la de ámbito superior, sin que eso signifique, siempre en opinión de la Cátedra, impedir a los negociadores volver a un convenio colectivo de su ámbito propio porque el de ámbito superior que se aplique esté reforzado con la prohibición de concurrencia del artículo 84 de ET, máxime si se tratase de un convenio colectivo de empresa que cuenta, tras la reforma de 22 2012, con el favor legal de romper la prohibición de concurrencia de convenios colectivos y la protección del primero en el tiempo, pudiendo “negociarse en cualquier momento de la vigencia de convenios colectivos de ámbito superior” (artículo 84.2, párrafo primero, del ET). En cualquier caso, la insuficiente regla de cierre de los efectos de la pérdida de la ultraactividad del convenio colectivo del artículo 86.3, in fine, del ET –“se aplicará, si lo hubiere, el convenio colectivo de ámbito superior que fuera de aplicación”- es, en opinión de la Cátedra a la espera de la interpretación del Tribunal Supremo, una norma dispositiva, que permite a las partes continuar la negociación colectiva para su propia unidad de negociación, que no desaparece. El artículo 86.3 del ET no contiene reglas sobre estructura de la negociación colectiva, sin perjuicio de que estimule –así debería entenderse- a los interlocutores sociales a negociar instrumentos convencionales del más alto nivel para regular los efectos de la perdida de la ultraaactividad de los convenios colectivos. Cuestión distinta es la disolución de la asociación empresarial legitimada para negociar en una determinada unidad de negociación y sus efectos sobre ésta, habiendo perdido eficacia ultraactiva el convenio colectivo anterior que la regía. Tampoco en este supuesto se habrá extinguido la unidad de negociación, sino que ésta habrá quedado sin convenio colectivo y sin parte empresarial (asociación de tal naturaleza constituida conforme a la Ley 19/1977, de 1 de abril) legitimada para negociar, entrando de lleno en la hipótesis normativa de la extensión de convenios colectivos regulada en el artículo 92.2 del ET. Recuérdese lo ya dicho sobre la extensión de convenios colectivos como mecanismo de cobertura de vacíos de negociación colectiva de carácter excepcional que debe operar únicamente en los supuestos de imposibilidad estructural para negociar un convenio colectivo, y no cuando existan partes legitimadas para hacerlo. Solución que supera 23 con mucho, por tanto, cualesquiera eventuales dificultades que puedan surgir en las negociaciones como consecuencia del tradicional y lógico antagonismo entre los agentes negociadores en la defensa de sus respectivos intereses, que deben resolverse a través de las consiguientes deliberaciones y transacciones y llegado el caso por las vías de los procedimientos de conflicto colectivo, autónomos o extrajudiciales y jurisdiccionales, previstos por el ordenamiento jurídico, pero no mediante el procedimiento administrativo de extensión de convenios colectivos. De modo que, como se refería en el epígrafe anterior, en línea con esa lógica de exigencia no basta con la mera presencia de dificultades para la negociación, sino que resulta imprescindible el concurso de una imposibilidad real de negociación y a la vez no basta la ausencia de las partes legitimadas para la misma sino que deberá existir algún “perjuicio” para empresarios y trabajadores. Condicionantes todos que configuran la extensión como un mecanismo de cobertura de vacíos normativos, producto de la insuficiencia de partes para negociar, condicionada a que la pluralidad de empresas y trabajadores o sector o subsector de actividad no estén vinculados ya por otro convenio, cualquiera que sea su ámbito, y que ello, además, sea debido a la ausencia de partes legitimadas para suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los previstos en el Título III del ET. Los presupuestos enunciados pueden concurrir, por tanto, en una hipótesis como la descrita, por referencia a un sector donde se ha disuelto la asociación empresarial con la que se viniera negociando el convenio, y cuando por efecto de la reforma acaecida en materia de ultraactividad, haya tenido lugar la desaparición del anterior convenio colectivo, bien que sus condiciones de trabajo se hayan incorporado a los contratos individuales de trabajo, permitiendo su modificación empresarial con arreglo al procedimiento del artículo 41 del ET (Sentencia de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo en Pleno de 17 de diciembre de 2014). En efecto, como se afirmaba en el epígrafe 24 anterior, la extensión, antes y ahora, se configura como un mecanismo de cobertura de vacíos normativos, producto de la insuficiencia de partes para negociar, condicionada a que la pluralidad de empresas y trabajadores o sector o subsector de actividad no estén vinculados ya por otro convenio, cualquiera que sea su ámbito, y que ello, además, sea debido a la ausencia de partes legitimadas para suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los previstos en el Título III del ET. Consecuentemente, aunque no lo dice de manera expresa el artículo 92.2 del ET, constituye un presupuesto lógico de la extensión que no rija en el ámbito proyectado de la misma un convenio colectivo en vigor, ya sea en su período inicial de vigencia, ya sea en su fase de prórroga automática o ultraactiva. En definitiva, la misma lógica restrictiva inherente al mecanismo de la extensión de convenios colectivos del artículo 92.2 del ET, que utilizábamos en el apartado anterior afirmando positivamente la posibilidad de que una asociación empresarial esté en condiciones de impedir la extensión por no haberse agotado los presupuestos de negociación colectiva que pudiera existir en el ámbito citado, debe aplicarse ahora para afirmar la capacidad para iniciar el procedimiento de extensión de quienes se hallen legitimados para promover la negociación colectiva en el ámbito correspondiente conforme a lo dispuesto en los artículos 87.2 del ET, en este caso, los sindicatos representativos y mas representativos en el sector en que se ha producido la disolución de la asociación empresarial con la que se venía negociando el convenio y por efecto de la reforma operada en materia de ultraactividad haya tenido lugar la pérdida de vigencia definitiva de dicho convenio colectivo. El agotamiento de la ultraactividad del convenio colectivo en estos supuestos excepcionales de desaparición de la parte empresarial legitimada para negociar abre nuevos espacios potenciales de actuación para mecanismos como la extensión de convenios, sin que semejante tratamiento suponga desvirtuar su configuración tradicional bajo una lógica claramente restrictiva, como se ha tenido ocasión de subrayar. No obstante, estos supuestos serán, 25 se insiste en ello, excepcionales, pues para que comience a correr el plazo de la vigencia legal ultraactiva del convenio colectivo se precisa su denuncia por parte legitimada: “Transcurrido un año desde la denuncia del convenio colectivo […]”, dice el artículo 86.3, párrafo cuarto, del ET. El artículo 92.2 del ET faculta, indiscutiblemente, a quienes se hallen legitimados para promover la negociación colectiva en el ámbito correspondiente conforme al artículo 87.2 del propio ET, a iniciar el procedimiento de extensión con el fin de que por el Ministerio de Empleo y Asuntos Sociales, o por el órgano autonómico correspondiente, se proceda a extender, con los efectos del artículo 82.3 del ET, “las disposiciones de un convenio colectivo en vigor a una pluralidad de empresas y trabajadores o a un sector o subsector de actividad, por los perjuicios derivados para los mismos de la imposibilidad de suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los previstos en este Título III, debida a la ausencia de partes legitimadas para ello”. Es obvio que la pérdida de la eficacia ultraaactiva del convenio colectivo acarrea su desaparición, la desaparición del convenio colectivo en cuanto tal; y es obvio también que a los trabajadores y empresas sin convenio colectivo se les causa perjuicio por la imposibilidad de suscribir un convenio colectivo estatutario debido a la disolución de la asociación empresarial que estaba legitimada para suscribirlo. 8. VIRTUALIDAD DE LA EXTENSIÓN DE CONVENIOS COLECTIVOS TRAS LA REFORMA OPERADA EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN (ARTÍCULO 87 DEL ET), ATENDIENDO A LO PREVISTO EN EL REAL DECRETO 718/2005 Y EN EL REAL DECRETO 1362/2012, CONSIDERANDO ADEMÁS LA PARTICULARIDAD DE LA POSIBLE PÉRDIDA DE COBERTURA NEGOCIAL DERIVADA DE LA ULTERIOR REFORMA PRACTICADA EN MATERIA DE ULTRAACTIVIDAD (ARTÍCULO 86.3 DEL ET) QUE CONDUCE AL DEBATE SOBRE EL 26 CONVENIO COLECTIVO DE APLICACIÓN EN DEFECTO DEL QUE PERDIÓ SU VIGENCIA En último término, la cuestión es determinar la viabilidad y utilidad del procedimiento de extensión de los convenios colectivos tras la reforma operada en materia de legitimación para negociar convenios colectivos de eficacia general (artículo 87 ET) por el Real Decreto-ley 7/2011, atendiendo a lo previsto respectivamente en el Real Decreto 718/2005, regulador del procedimiento de extensión de convenios colectivos, y en el Real Decreto 1362/2012, sobre la Comisión Consultiva Nacional de Convenios Colectivos (cuyo artículo 3.1.a) refiere, entre las funciones de la CCNCC, el desarrollo de funciones consultivas en orden al planteamiento y determinación del ámbito funcional de los convenios colectivos, junto con la emisión del precepto informe en los procedimientos de extensión de un convenio colectivo establecidos en el artículo 92.2 del ET), sumado a la particularidad añadida inherente a la posible pérdida de cobertura negocial derivada de la reforma practicada por la Ley 3/2012 en materia de ultraactividad de los convenios colectivos (artículo 86.3 ET), que conduce a la aplicación del convenio colectivo de ámbito superior en defecto del que perdió su vigencia, si lo hubiera (artículo 86.3, párrafo cuarto, ET). En relación con la viabilidad y utilidad de la institución de la extensión, a la vista de las distintas referencias normativas citadas, con la atención puesta específicamente en la redacción actualizada del artículo 92.2 del ET y el posterior Real Decreto 718/2005, es preciso subrayar que la práctica totalidad de las solicitudes de extensión se han producido a instancia de las organizaciones sindicales y prácticamente ninguna de una asociación empresarial. De igual modo que la gran mayoría de los procedimientos de extensión se han iniciado a instancia de uno o de los dos sindicatos más representativos a nivel nacional, UGT y CC. OO. 27 De la misma forma, los datos empíricos evidencian también cómo, en alguna ocasión, el órgano administrativo ha rechazado la extensión a la vista de que quien suscribe la solicitud no disponía de la legitimación requerida. De la misma forma, han existido también expedientes en que los promotores han desistido de su solicitud, lo que ha llevado a la Administración a declarar concluso el procedimiento, conforme dispone el artículo 90 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común. Desistimiento que ha respondido, unas veces, a la recomendación de los informes del órgano consultivo, la Comisión Consultiva Nacional de Convenios Colectivos u órgano autonómico correspondiente, de solicitar la extensión de otro convenio colectivo provisto de una estructura salarial más acorde, o cuando a lo largo de la instrucción se ha constatado la existencia de asociaciones de empresarios con legitimación para negociar un convenio colectivo, o porque ha tenido lugar el inicio de un proceso de negociación en el sector de referencia. Esta heterogeneidad de supuestos se traslada también al análisis de las consecuencias de la extensión en el sistema de relaciones laborales, donde tampoco resulta posible establecer un patrón común, advertido que los efectos de la extensión varían de unos supuestos a otros. En efecto, de igual forma que no todas las solicitudes desembocan en la extensión requerida, a la extensión aprobada no le sucede siempre un posterior convenio colectivo. En ocasiones, la extensión se perpetúa hasta el punto de convertirse en normal lo que debería ser excepcional, del mismo modo que otras veces a la extensión le sucede un nuevo vacío de regulación. Siguiendo con el repaso de las situaciones posteriores a la aprobación de una extensión, lógicamente, otra posibilidad es la negociación de un convenio colectivo para el mismo ámbito territorial y funcional, posibilidad que en la práctica acontece en pocos casos. Lo que sucede, en otras ocasiones, es que un ámbito ocupado por una 28 extensión pasa a estar regulado por un convenio colectivo de ámbito territorial más amplio, por ejemplo, cuando a la extensión de ámbito provincial o incluso de comunidad autónoma le sigue un convenio colectivo de ámbito estatal. En algún caso sucede que el convenio colectivo que se ha negociado no abarca la totalidad del ámbito al que se refería la extensión anterior, de manera que se procede a una nueva extensión pero solo respecto de aquellas actividades que han quedado fuera del nuevo convenio colectivo. Constituye también una práctica bastante común que a una extensión le siga otra, contradiciendo por tanto el carácter excepcional y temporal de la medida, que se prorroga, renueva o mantiene en el tiempo, considerándose la persistencia de las condiciones que justificaron la intervención inicial. Finalmente, entre el repaso de situaciones posibles, se asiste en ocasiones a un nuevo vacío de regulación, cuando después de la pérdida de vigencia de la extensión no tiene lugar la negociación de un convenio colectivo, ni se renueva tampoco la extensión. A veces porque después de extender un convenio colectivo se constituye una asociación empresarial que inicia incluso la negociación de un convenio que, sin embargo, finalmente no concluye en acuerdo, con la consiguiente generación de un nuevo vacío de regulación, pero ahora ya sin posibilidad legal de plantear una nueva extensión. En otras hipótesis, en cambio, la extensión no ha tenido ese efecto de promoción del asociacionismo empresarial, con lo cual resulta todavía más llamativa esa falta de cobertura, una vez que todavía es posible la extensión. Tal ha sido, por ejemplo, el caso de los Empleados de Fincas Urbanas en La Coruña, en tanto que, desde que la Consejería de Justicia, Interior y Relaciones Laborales de la Junta de Galicia dicta resolución para que se extendiera el convenio colectivo de Empleados de Fincas Urbanas de Cataluña, no se ha negociado convenio colectivo alguno para los trabajadores de esa provincia ni consta la existencia de asociación 29 empresarial con legitimación ni tampoco una nueva extensión, dando cuenta de un nuevo vacío de regulación. Teniendo presentes las distintas cuestiones enumeradas hasta aquí se puede afirmar que el fenómeno de la extensión de convenios colectivos viene desempeñando un papel –cada vez mas - marginal en el sistema de relaciones laborales, tanto si se tiene en cuenta el número de extensiones, como desde el punto de vista de su función y de su alcance territorial y funcional. Sin embargo, como se ha subrayado con acierto, la disminución que se advierte en el número de extensiones no significa que hayan desaparecido los vacíos de regulación. Al contrario, existen todavía numerosos sectores y subsectores donde no hay convenio colectivo. Fenómeno que puede explicarse, según la hipótesis de que se trate, porque semejantes vacíos no obedecen en verdad a la ausencia de sujetos negociadores, sino a problemas de interlocución que impiden la consecución de un acuerdo de negociación colectiva. Respecto del procedimiento de extensión de los convenios colectivos, resulta fácil comprobar que la aprobación del Real Decreto 718/2005 no ha tenido en la práctica los efectos que se esperaban, toda vez que la supresión de algún trámite y la fijación de plazos concretos para el resto de trámites que permanecen no obsta para que la duración media de los procedimientos de extensión siga resultando excesiva (400 días de media antes del Real Decreto 718/2005 y casi 300 días después del mismo). Circunstancias todas que han llevado a que un sector de la doctrina sugiera, cuando menos, considerar la oportunidad de prescindir del mecanismo de la extensión administrativa de los convenios colectivos y establecer fórmulas alternativas, por ejemplo, su sustitución por un Acuerdo de Cobertura de Vacíos de ámbito intersectorial o por varios Acuerdos de Cobertura de Vacíos de ámbito sectorial o, alternativamente, mantenimiento y sustitución como fórmula paulatina por más una prudente, de estas su dos modalidades de Acuerdo de Cobertura de Vacíos (Sala Franco). 30 En este estado de situación, ocupados en la tarea de valorar la viabilidad o utilidad de la institución de extensión de convenios colectivos debe hacerse una mención asimismo a la reforma operada en materia de legitimación, según la nueva redacción que contiene el artículo 87 del ET, de manera que la actual legitimación empresarial excepcional, ampliada, del precepto citado (materia que ha sido objeto de un informe específico por la Cátedra, el número 324) coexiste en efecto con las normas que amparan la extensión. A este respecto, debe subrayarse cómo si bien la modificación legal operada en los artículos 87 y 88 del ET por el Real Decreto 7/2011, de 10 de junio, de medidas urgentes para la reforma de la negociación colectiva, no ha supuesto en efecto modificación alguna en el marco normativo de aplicación sobre la extensión, no es menos cierto, sin embargo –y así se ha subrayado por algún representante de la doctrina-, que la nueva redacción de la norma, que ya hemos reproducido, cuando refiere que “en aquellos sectores en los que no existan asociaciones empresariales que cuenten con la suficiente representatividad… correspondientes estarán convenios legitimadas colectivos de para sector negociar las los asociaciones empresariales de ámbito estatal que cuenten con el 10 por 100 o más de las empresas o trabajadores en el ámbito estatal, así como las asociaciones empresariales de Comunidad Autónoma que reúnan los requisitos señalados en la Disposición Adicional Sexta del ET”, si bien no suprime la extensión administrativa de los convenios, sí ha reducido no obstante su significación, una vez que brinda una solución legal a la causa principal de las extensiones administrativas de convenios, como es la ausencia de asociaciones empresariales legitimadas en un determinado ámbito funcional y territorial (Sala Franco). Semejantes argumentos deben, no obstante, cohonestarse con otros que resultan más positivos en defensa de la virtualidad y utilidad inherente al mecanismo de extensión de convenios colectivos (Rodríguez- Piñero). Así, con carácter general, se ha señalado también 31 que en la extensión no se produce tanto un fenómeno de heteronomía, como de expansión de la autonomía colectiva, de aceptar la fuerza expansiva implícita en el convenio colectivo, respetando la unidad de contratación diseñada por las partes del convenio, bien que ampliando el efecto extensivo y su ámbito subjetivo. En línea con esta argumentación favorable a enraizar la extensión en la autonomía y en la negociación colectiva, se afirma asimismo que, sin desconocer el riesgo que puede representar la extensión a efectos de control o de limitación de la autonomía colectiva, constituye asimismo un instrumento para el fortalecimiento y profundización de la misma, si se atiende a factores como el permitir la mayor difusión de los efectos de la negociación colectiva, junto con el refuerzo de los objetivos reguladores de la defensa colectiva de intereses propios del convenio colectivo, así como la asunción de una vocación expansiva de la regulación colectiva y de la función representativa de las partes sociales. Tales consideraciones a favor de la extensión de los convenios colectivos no ocultan la existencia de una cierta imprecisión y falta de cautelas en la regulación legal que contiene el artículo 92.2 del ET, corregida solo en parte con ocasión de su desarrollo reglamentario, como ha tenido ocasión de señalar la doctrina, obligando a una relectura de la institución a la luz de la Constitución, y asegurar así una delimitación más exacta y rigurosa del papel de la extensión como mecanismo supletorio para llenar vacíos normativos (Rodríguez Piñero). Sin olvidar, en este sentido, la rica polémica doctrinal suscitada entorno a la naturaleza del acto de extensión, condicionada por las repercusiones que dicha naturaleza proyectaba en el reparto de atribuciones, constitucional y estatutario, entre el Estado y las Comunidades Autónomas (M. E. Casas Baamonde). En este sentido, el Tribunal Constitucional afirmó, en sus Sentencias 86 y 102/1991, la competencia de las Comunidades Autónomas para extender convenios colectivos “dentro de sus respectivos ámbitos territoriales”, aunque el 32 ámbito territorial del convenio colectivo a extender no coincida con el propio de la Comunidad Autónoma, lo que confirma el artículo 2 del Reglamento de 2005. El de extensión es un mero acto de ejecución de la legislación laboral estatal, no una norma, pues la norma, producto de la negociación colectiva, sigue siendo el convenio colectivo que se extiende: el acto de extensión “no crea una norma nueva, sino que se limita a declarar aplicable una ya existente —el convenio extendido— en ámbito en el que inicialmente no lo era” (STC 86/1991, FJ 4), sin alterarlo o modificarlo “en su estructura, contenido o ámbito de aplicación”, respecto del que el acto de extensión es un elemento meramente “accidental y externo” (STS de 23 de enero de 1995). De ahí el carácter excepcional del procedimiento de extensión, subsidiario del derecho constitucional de negociación colectiva. Y de ahí también que durante la extensión permanezca abierta la facultad de las partes afectadas de promover la negociación de un convenio propio ante la eventual modificación o desaparición de las circunstancias impeditivas de éste y legitimadoras de aquélla, que, de concluir con la celebración del convenio, se comunica al órgano administrativo competente a fin de que dicte resolución dejando sin efecto la extensión (artículo 11.1 del RD 718/2005). De manera que la extensión de un convenio colectivo constituye una forma excepcional para la integración de lagunas, a través de productos de la autonomía colectiva, en la regulación profesional convencional, siendo el acto de extensión un “elemento para la integración de una laguna de regulación [convencional colectiva] en otro ámbito” o unidad de negociación. La suma de los distintos elementos analizados, a favor y en contra de la virtualidad de la extensión de convenios colectivos como mecanismo para mejorar la cobertura de la negociación colectiva, desde todas las perspectivas examinadas, y especialmente desde la reforma de los requisitos legales de legitimación negocial de las asociaciones empresariales, contenidos en los arts. 87.3 y 88.2 del ET, por el Real Decreto-ley 7/2011, permite constatar seguramente una pérdida 33 paulatina de su significación. Valoración que, no obstante, debe ponderarse también con dos elementos que merecen una mención singular. En primer lugar, el hecho de que semejante rebaja progresiva en el protagonismo de la extensión de convenios no significa, sin embargo, que hayan desaparecido los vacíos de regulación. Y, en segundo lugar, que subsistiendo la problemática inherente a esos vacíos de regulación, parece muy lejana la consolidación de algún mecanismo alternativo, por ejemplo, en clave de lo que se apuntaba en epígrafes anteriores respecto del hecho de considerar seriamente la oportunidad de hacer desaparecer la institución de la extensión administrativa de los convenios colectivos para sustituirla, por ejemplo, bien por un Acuerdo de Cobertura de Vacíos de ámbito intersectorial, bien por varios Acuerdos de Cobertura de Vacíos de ámbito sectorial, a modo de sustitución paulatina (Sala Franco). Nos resta abordar la problemática que a la utilización de los procedimientos de extensión añade la nueva regulación legal, introducida en el ET por la Ley 3/2012, de la ultraactividad de los convenios colectivos: “Transcurrido un año desde la denuncia del convenio colectivo sin que se haya acordado un nuevo convenio o dictado un laudo arbitral, aquél perderá, salvo pacto en contrario, vigencia y se aplicará, si lo hubiere, el convenio colectivo de ámbito superior que fuera de aplicación” (artículo 86.3, párrafo cuarto). Con independencia de que la regla legal de cobertura del vacío convencional producido por la extinción del convenio colectivo que ha perdido su vigencia ultraactiva a través de la aplicación, si lo hubiere, de un convenio colectivo de ámbito superior que sea de aplicación, puede aproximarse a un procedimiento de extensión ex lege (J. Agustí, C.L. Alfonso, J. Aparicio, A. Baylos, J. Cabeza, M.E. Casas, J. Cruz, M. F. Fernández, J.L. Goñi, J. López Gandía, A. Merino, C. Molina), o a un acuerdo de adhesión, al poder disponer el acuerdo de las partes de esa regla de solución y necesitar su aplicación, al menos, de la decisión 34 empresarial comunicada a los representantes de los trabajadores (M. E. Casas Baamonde), es lo cierto que el supuesto del agotamiento de la eficacia ultraactiva del convenio colectivo no es –no lo será en la mayor parte de los casos- coincidente con el de la extensión de convenios colectivos. Pues en la pérdida de ultraactividad del convenio colectivo habrá operado el desacuerdo en el negociación durante –salvo pacto en contrario- el plazo legal de un año desde la denuncia del convenio por parte legitimada, normalmente la parte empresarial tras la reforma legal de 2012, provistos los empresarios en la negociación de esa nueva y poderosa arma de pérdida de efectos del convenio denunciado y en proceso de revisión a fecha cierta y desprovistos los representantes sindicales de los trabajadores de la técnica que mantenía el convenio colectivo anterior indefinidamente, en tanto no fuese sustituido por otro posterior, estatutario o extraestatutario. Aunque pueda darse un proceso de disolución de la asociación empresarial durante la negociación de sustitución del convenio colectivo denunciado, el agotamiento de la ultraactividad del convenio no se corresponderá con supuestos de ausencia de partes legitimadas para negociar, que es el presupuesto de los procedimientos de extensión. De modo que, extinto el convenio colectivo denunciado sin haberse logrado acuerdo –o laudo arbitral-, si no existiese convenio colectivo superior de aplicación, las partes legitimadas para negociar no podrán acudir a la extensión de otro convenio colectivo para cubrir el vacío negocial, sino que deberán seguir negociando con las condiciones del convenio colectivo extinto incorporadas a los contratos de los trabajadores. Pero si, denunciado un convenio y perdida su ultraactividad se produjera la ausencia de la parte empresarial legitimada para negociar (por disolución de la asociación empresarial, siguiendo con el ejemplo), es evidente que el supuesto podría facultar a la parte sindical a negociar, durante el periodo cubierto por la extensión, un nuevo convenio sectorial con las asociaciones empresariales de ámbito estatal que cuenten con el 10 por ciento o más de las empresas o trabajadores 35 en el ámbito estatal, así como las asociaciones empresariales de Comunidad Autónoma que cuenten en ésta con un mínimo del 15 por ciento de las empresas o trabajadores (artículo 87.3 ET), que ha de ser procedimiento preferente, como ejercicio de la autonomía y negociación colectiva, al excepcional de extensión; o, podría sostenerse también, aunque no sin ciertas dificultades, que la parte sindical legitimada para negociar podría, alternativamente, a su elección, acogerse al procedimiento de extensión, pues en su ámbito de negociación propio no habría parte empresarial legitimada para negociar, interpretando en este sentido estricto el supuesto y el enunciado normativo del artículo 92.2 del ET. La imposibilidad de suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los previstos en este Título III, debida a la ausencia de partes legitimadas para ello en ese ámbito, sería la finalidad atendida por el artículo 92.2 para permitir poner en marcha el procedimiento de extensión. Lo que, en términos prácticos, significaría dejar en manos de los sindicatos legitimados para negociar la iniciativa de negociar un convenio colectivo con las nuevas reglas de legitimación ampliada o subsidiaria de los artículos 87.3 y 88.2 del ET, o de solicitar la extensión de las disposiciones de un convenio colectivo en vigor porque en su unidad o ámbito de negociación no hay parte legitimada para negociar, no obstante esa legitimación negocial ampliada o subsidiaria a que se ha hecho referencia. 9. CONCLUSIONES 1) La primera de las cuestiones que plantea el escrito de petición del Informe hace referencia al supuesto de un sector que proviene de una extensión previa pero que ha visto finalizar la vigencia del convenio extendido, para el que se solicita la mera renovación de la extensión prevista en el Real Decreto 718/2005, interrogándose específicamente acerca de la existencia o no de algún género de cortapisas para validar dicha extensión. 36 2) En relación con este interrogante la lectura del artículo 92.2 del ET evidencia que para poder extender el convenio colectivo debe estar “en vigor”. Afirmación que tiene, cuando menos dos consecuencias concretas. En primer lugar, la autoridad laboral debe comprobar que el convenio esté firmado y publicado, pues de no ser así deberá rechazar la extensión, aun cuando constate que hay una situación de vacío convencional. Y en segundo lugar, la autoridad laboral debe rechazar asimismo la extensión cuando el convenio colectivo está denunciado 3) Con el nuevo reglamento que aprobó el Real Decreto 718/2005 se ha producido un cambio importante en este punto, de manera que en la versión renovada del citado Real Decreto la autoridad laboral puede extender también aquellos convenios que se hallen en situación de prórroga automática por falta de denuncia o por denuncia intempestiva o irregular, así como la prorrogada por ultraactividad, una vez que el artículo 9.2 del mismo Real Decreto 718/2005 dispone que “aplicación del convenio colectivo extendido surtirá efectos desde la fecha de presentación de la solicitud hasta la finalización de la vigencia inicial o prorrogada del convenio colectivo extendido”. 4) Continuando con el repaso de las hipótesis directa o indirectamente relacionadas con la cuestión que plantea el escrito de solicitud del Informe, a partir de la redacción del artículo 10 del Real Decreto 718/2005, cuando señala que “Sustituido un convenio extendido por un nuevo convenio colectivo, las partes legitimadas podrán solicitar del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales o del órgano correspondiente de las comunidades autónomas, en el plazo de un mes contado desde la publicación en el Boletín Oficial del Estado o en el diario oficial de la comunidad autónoma correspondiente del nuevo convenio colectivo, que se dicte una nueva resolución sobre la necesidad de extender el nuevo convenio publicado, por no haberse modificado las circunstancias que dieron lugar a la extensión inicial, y se acompañarán las consideraciones que se estimen oportunas sobre su necesidad”, puede concluirse que si bien no se previenen 37 normativamente especiales precauciones o cortapisas para validar la extensión en la hipótesis concreta que regula el artículo 10 del Real Decreto 718/2005, no es menos cierto también que la renovación de la solicitud en el supuesto que se contempla no puede catalogarse en cualquier caso como una renovación automática o puramente mecánica, disponiéndose por el contrario la incorporación sucesiva de una serie de cautelas, en los términos que se desarrollan en el apartado correspondiente del presente Informe. 5) Previsiones que reproduce, en términos similares, el artículo 11.2 del Real Decreto 718/2005 para aquellas hipótesis de finalización de la vigencia inicial de un convenio colectivo que hubiera sido objeto de extensión, cuando las partes legitimadas para solicitar la extensión de convenios colectivos tuvieran conocimiento de la existencia de un convenio colectivo más acorde con la realidad sociolaboral de su ámbito. 6) En relación con el segundo de los interrogantes suscitados en el escrito de solicitud del presente Informe, respecto de las posibles especialidades que puedan concurrir para el caso de tratarse de sectores provenientes del Acuerdo Interprofesional sobre Cobertura de Vacíos (ACV), es lo cierto que la celebración del mismo bajo el amparo legal del artículo 83.3 del ET concreta la facultad que disponía el precepto en relación con las organizaciones sindicales y las asociaciones patronales más representativas de carácter estatal o de Comunidad Autónoma para elaborar acuerdos sobre materias concretas, con el propósito definido de hacer bueno el mandato que contenía la disposición transitoria sexta del ET en relación con la derogación de las Ordenanzas de Trabajo. 7) Configurado el ACV con un carácter excepcional, transversal a distintos sectores como norma general, las partes firmantes afirmaron el carácter circunstancial de este tipo de regulación, para su sustitución por instrumentos “normalizados” de regulación de las relaciones 38 laborales en los sectores, como son la negociación colectiva y los mecanismos para la extensión de convenios colectivos preexistentes. 8) A pesar de la intencionalidad que movió la suscripción del ACV, el paso del tiempo ha permitido comprobar que, en numerosos sectores de actividad, lo que era una situación de déficit negocial aparentemente “coyuntural”, vinculado al momento preciso de derogación de las Ordenanzas Laborales, ha terminado convirtiéndose en una realidad duradera, habida cuenta de que la negociación colectiva no ha terminado de ganar esos espacios, huérfanos todavía de regulación convencional ordinaria o típica. Sin embargo, semejante circunstancia no transforma a posteriori el carácter ni la naturaleza originaria del ACV, como tampoco su ámbito de aplicación ni su vigencia temporal de cinco años, concluida en 2002. 9) La persistencia de vacíos de cobertura al término del quinquenio de vigencia del ACV dio lugar a una situación que, si bien no querida, aparece prevista como posible en el propio Acuerdo, concretamente, en el último inciso del párrafo segundo del artículo 4.3 del ACV, donde se afirma literalmente que “En el caso que persistan vacíos de cobertura, las organizaciones firmantes de este Acuerdo se comprometen a cubrirlos definitivamente en las instancias oportunas mediante la extensión de Convenios Colectivos”. Bien que, con la referencia puesta en los actos de extensión de convenios que regula el artículo 92.2 del ET, su condición de mecanismo heterónomo no ha escapado tradicionalmente a un cierto cuestionamiento por parte de la doctrina, subrayando la insuficiencia de garantías que ofrecen los instrumentos dispuestos por el ordenamiento para enfrentar eventuales situaciones de cobertura de vacíos. Reparo efectuado respecto de la extensión de un convenio colectivo en vigor, puesto que no tiene porqué existir siempre un convenio útil y susceptible de extensión. 10) Sea como fuere, se infiere claramente que la alternativa por la que optaron las partes firmantes del ACV para la hipótesis que se analiza fue la extensión de convenios colectivos que regula el artículo 39 92.2 del ET, y no la extensión del ámbito temporal del ACV. Prórroga que no solo no se previó, sino que quedó descartada, una vez que las partes eligieron expresamente la extensión de los convenios colectivos como fórmula para paliar los posibles vacíos de regulación que pudieran perdurar como consecuencia del mantenimiento, a su vez, de las situaciones de déficit negocial. 11) En definitiva, poniendo en relación la posibilidad de extensión de convenios que regula el artículo 92.2 del ET con todo lo dicho respecto de los sectores provenientes del ACV, se concluye que sus partes firmantes quedaron comprometidas en aquel Acuerdo en la cúspide a acogerse al régimen jurídico aplicable a la extensión. De ahí que los sectores provenientes del ACV hayan constituido un supuesto habitual para la aplicación de la extensión de convenios, según se regula en el precepto citado. 12) La siguiente cuestión que se plantea es si puede una asociación empresarial impedir la extensión por no haberse agotado los presupuestos de negociación colectiva que pudiera existir en el citado ámbito. Y ello alegando que cuenta con la legitimación plena y suficiente para suscribir un convenio estatutario en el ámbito sectorial para el que se solicite la extensión, de forma similar a la legitimación que se da en el banco sindical que ha planteado la extensión. 13) La respuesta que nos merece el interrogante suscitado es que, efectivamente, la asociación empresarial podría impedir la extensión para el caso de no haberse agotado los presupuestos de negociación colectiva que pudiera existir en el citado ámbito de negociación para el que se pretende la extensión. En este sentido, no puede olvidarse que el artículo 92.2 del ET, incluso desde su redacción originaria de 1980, ha sido objeto de una interpretación restrictiva del motivo justificante o habilitante del procedimiento administrativo de extensión, considerándose la extensión como un mecanismo absolutamente excepcional que solo debe operar en los supuestos de imposibilidad estructural para negociar un convenio colectivo y no cuando existen 40 partes legitimadas para hacerlo. Valoración concorde con lo afirmado por la autoridad laboral, ya durante ese primer período, en orden a que las eventuales dificultades que puedan surgir en las negociaciones como consecuencia del tradicional y lógico antagonismo de los agentes sociales en la defensa de sus respectivos intereses deben resolverse a través de las consiguientes deliberaciones y transacciones y llegado el caso por las vías de conflicto colectivo y jurisdiccional previstas por el ordenamiento jurídico, pero no mediante la extensión de convenios colectivos. 14) Ese entendimiento restrictivo del procedimiento de extensión de convenios colectivos fue posteriormente confirmado por la Ley 24/1999, de 6 de julio, por la que se modifica el artículo 92.2 del texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo, referido a la extensión de convenios colectivos, , certificando en el plano legal lo que era ya una realidad en la práctica. De modo que la extensión, antes y ahora, se configura como un mecanismo de cobertura de vacíos normativos, producto de la insuficiencia de partes para negociar, condicionada a que la pluralidad de empresas y trabajadores o sector o subsector de actividad no estén vinculados ya por otro convenio, cualquiera que sea su ámbito, y que ello, además, sea debido a la ausencia de partes legitimadas para suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los previstos en el Título III del ET. 15) De esta forma, no resulta legalmente factible la extensión, aunque no haya un convenio colectivo, si hay posibilidad de constituir válidamente la comisión negociadora para celebrarlo. Razón por la cual, casi la mitad de los expedientes de extensión de convenio colectivo han concluido con una resolución administrativa desestimatoria, una vez que a lo largo de su tramitación se comprueba que en realidad sí hay parte legitimada para negociar. 16) En el escrito propuesta del presente Informe se plantea también si cabría la solicitud de extensión en un sector en el que se 41 hubiera disuelto la asociación empresarial con la que se viniera negociando el convenio y, por efecto de la reforma operada en materia de la ultraactividad, se hubiera producido el efecto de la extinción de dicho convenio colectivo. 17) La misma lógica restrictiva inherente al mecanismo de la extensión de convenios colectivos del artículo 92.2 del ET, que subrayábamos en el apartado anterior afirmando positivamente la posibilidad de que una asociación empresarial esté en condiciones de impedir la extensión por no haberse agotado los presupuestos de negociación colectiva que pudieran existir en el ámbito citado, puede sostenerse ahora para reconocer la facultad de instar la solicitud de extensión en un sector ante la disolución de la asociación empresarial con la que se viniera negociando el convenio y por efecto de la reforma operada en materia de ultraactividad haya tenido lugar la extinción de dicho convenio colectivo, sin que exista convenio colectivo de ámbito superior que fuera de aplicación. 18) El agotamiento de la eficacia ultraactiva del convenio colectivo no extingue la unidad de negociación. Si no existe convenio colectivo de ámbito superior aplicable para salvar el vacío convencional colectivo que produce el agotamiento de la eficacia ultraactiva del convenio colectivo denunciado y en revisión (artículo 86.4, último párrafo, del ET), la unidad de negociación no se extingue, manteniéndose la obligación de negociar de las partes negociadoras, pues precisamente, en tal supuesto, se trataría de “revisar un convenio ya vencido” (artículo 89.1, párrafo segundo, del ET). Incluso existiendo convenio colectivo de ámbito superior aplicable, la obligación de negociar el convenio colectivo propio que ha perdido vigencia definitivamente no se extingue, y con esa obligación no se extingue la unidad de negociación, si las condiciones de trabajo del convenio de ámbito superior no fueran coextensas con las del convenio colectivo desaparecido. Sólo si las partes aceptan la aplicación del convenio colectivo de ámbito superior como mecanismo de solución definitiva del vacío convencional 42 producido por la pérdida de vigencia del convenio propio la unidad de negociación anterior habrá desaparecido subsumida en la de ámbito superior, sin que eso signifique impedir a los negociadores volver a un convenio colectivo de su ámbito propio porque el de ámbito superior que se aplique esté reforzado con la prohibición de concurrencia del artículo 84 de ET. 19) Cuestión distinta es la disolución de la asociación empresarial legitimada para negociar en una determinada unidad de negociación y sus efectos sobre ésta, habiendo perdido eficacia ultraactiva el convenio colectivo anterior que la regía. Tampoco en este supuesto se habrá extinguido la unidad de negociación, sino que ésta habrá quedado sin convenio colectivo y sin parte empresarial (asociación de tal naturaleza constituida conforme a la Ley 19/1977, de 1 de abril) legitimada para negociar, entrando de lleno en la hipótesis normativa de la extensión de convenios colectivos regulada en el artículo 92.2 del ET. 20) El supuesto del agotamiento de la eficacia ultraactiva del convenio colectivo no es –no lo será en la mayor parte de los casoscoincidente con el de la extensión de convenios colectivos. Pues en la pérdida de ultraactividad del convenio colectivo habrá operado el desacuerdo en el negociación durante –salvo pacto en contrario- el plazo legal de un año desde la denuncia del convenio por parte legitimada, normalmente la parte empresarial tras la reforma legal de 2012, provistos los empresarios en la negociación de esa nueva y poderosa arma de pérdida de efectos del convenio denunciado y en proceso de revisión a fecha cierta y desprovistos los representantes sindicales de los trabajadores de la técnica que mantenía el convenio colectivo anterior indefinidamente, en tanto no fuese sustituido por otro posterior, estatutario o extraestatutario. 21) Aunque pueda darse un proceso de disolución de la asociación empresarial durante la negociación de sustitución del convenio colectivo denunciado, el agotamiento de la ultraactividad del convenio no se corresponderá, de ordinario, con supuestos de ausencia 43 de partes legitimadas para negociar, que es el presupuesto de los procedimientos de extensión. De modo que, extinto el convenio colectivo denunciado sin haberse logrado acuerdo –o laudo arbitral-, si no existiese convenio colectivo superior de aplicación, las partes legitimadas para negociar no podrán acudir a la extensión de otro convenio colectivo para cubrir el vacío negocial, sino que deberán seguir negociando con las condiciones del convenio colectivo extinto incorporadas a los contratos de los trabajadores (Sentencia del Tribunal Supremo de 17 de diciembre de 2014). 22) En relación con la viabilidad o utilidad de la institución de extensión, a la vista de las distintas referencias normativas mencionadas –Real Decreto 718/2005, Real Decreto 1362/2012, reforma en materia de legitimación negociadora (artículos 87 y 88 ET) por el Real Decreto-ley 7/2011, y la ulterior reforma sobre ultraactividad (artículo 86.3 ET), operada por la Ley 3/2012-, se puede afirmar que el fenómeno de la extensión de convenios colectivos desempeña un papel cada vez más marginal en el sistema de relaciones laborales, tanto si se tiene en cuenta el número de extensiones como desde el punto de vista de su capacidad real para cubrir vacíos de cobertura convencional colectiva. Sin embargo, la disminución advertida en el número de extensiones no significa que hayan desaparecido los vacíos de regulación. Al contrario, existen todavía numerosos sectores y subsectores donde no hay convenio colectivo. Fenómeno que se explica porque semejantes vacíos no obedecen, en verdad, a la ausencia de sujetos negociadores, sino a problemas de interlocución y de negociación de posiciones alejadas, notablemente como consecuencia de la reforma de 2012 que ha desequilibrado la relación de poder entre las representaciones de los empresarios y las sindicales a favor de las primeras, que impiden la consecución de un acuerdo de negociación colectiva. En este sentido, conforme refiere la Memoria del CES para 2013, la evolución de la negociación colectiva en ese año profundizó algunas tendencias observadas en el período de la crisis, fundamentalmente una disminución en el número de convenios 44 registrados y de trabajadores afectados debida al fuerte descenso de las revisiones de convenios registradas. Así, hasta diciembre de 2013 habían entrado en el registro 920 convenios colectivos menos que en 2012 y estaba afectado en torno a un millón menos de trabajadores. Ello fue debido a la fuerte disminución, en 1.301, de las revisiones de convenios, sobre todo de ámbito de empresa (1.094 menos), reflejando las dificultades habidas en una parte de la negociación colectiva en torno a los pactos de revisión salarial para años sucesivos. 23) Por su parte, respecto del procedimiento de extensión de los convenios colectivos, se constata asimismo cómo la aprobación del Real Decreto 718/2005 no ha tenido en la práctica los efectos que se esperaban, toda vez que la supresión de algún trámite y la fijación de plazos concretos para el resto de trámites que permanecen no obsta para que la duración media de los procedimientos de extensión siga resultando excesiva (400 días de media antes del Real Decreto 718/2005 y casi 300 días después del mismo). 24) Circunstancias todas que han llevado a un sector de la doctrina a considerar la oportunidad de prescindir del mecanismo de la extensión administrativa de los convenios colectivos y establecer fórmulas alternativas, por ejemplo, su sustitución por un Acuerdo de Cobertura de Vacíos de ámbito intersectorial o por varios Acuerdos de Cobertura de Vacíos de ámbito sectorial o, alternativamente, como fórmula más prudente, optar por su mantenimiento y sustitución paulatina por una de estas dos modalidades de Acuerdo de Cobertura de Vacíos. 25) En este orden de cosas, debe subrayarse también que si bien la modificación legal operada en el artículo 87 del ET con ocasión del Real Decreto 7/2011, no ha supuesto, en efecto, modificación formal alguna en el marco normativo regulador del procedimiento de extensión, no es menos cierto, sin embargo –y así se ha subrayado por la doctrina, que la nueva redacción del artículo 87.3, último párrafo, del ET, que otorga legitimación negocial inicial “en aquellos sectores en los que no 45 existan asociaciones empresariales que cuenten con la suficiente representatividad […] a […] las asociaciones empresariales de ámbito estatal que cuenten con el 10 por 100 o más de las empresas o trabajadores en el ámbito estatal, así como las asociaciones empresariales de Comunidad Autónoma que reúnan los requisitos señalados en la Disposición Adicional Sexta del ET”, aunque no suprime la extensión administrativa de los convenios, sí ha proporcionado no obstante un “golpe de gracia” a la misma, una vez que ha dado solución a la causa principal de las extensiones administrativas de convenios, como es la ausencia de asociaciones empresariales legitimadas para negociar convenios colectivos estatutarios de sector en un determinado ámbito funcional y territorial. Por su parte, el artículo 88.3 del ET, reformado también por el Real Decreto-ley 7/2011, ha flexibilizado la legitimación negocial plena, interviniente o negociadora, determinando que “en aquellos sectores en los que no existan asociaciones empresariales que cuenten con la suficiente representatividad, se entenderá válidamente constituida la comisión negociadora cuando la misma esté integrada por las organizaciones empresariales estatales o autonómicas referidas en el párrafo segundo del artículo 87.3 c)”, efectuándose “el reparto de los miembros de la comisión negociadora […] en proporción a la representatividad que ostenten las organizaciones sindicales o empresariales en el ámbito territorial de la negociación” (párrafos tercero y cuarto). 26) Los argumentos expuestos deben, no obstante, cohonestarse con otros que resultan más positivos en defensa de la virtualidad y utilidad inherente al mecanismo de extensión de convenios colectivos. Así, con carácter general, se ha señalado también que en la extensión no se produce tanto un fenómeno de heteronomía, como de expansión de la autonomía colectiva, de reconocimiento y aceptación de la fuerza expansiva implícita en el convenio colectivo, respetando la unidad de contratación diseñada por las partes del convenio, bien que ampliando el efecto extensivo y su ámbito subjetivo. 46 27) En línea con esta argumentación favorable, se afirma asimismo cómo, sin desconocer el riesgo que puede representar la extensión a efectos de control o de limitación de la autonomía colectiva, constituye asimismo un instrumento para el fortalecimiento y profundización de la misma, si se atiende a factores como el permitir la mayor difusión de los efectos de la negociación colectiva, junto con el refuerzo de los objetivos reguladores de la defensa colectiva de intereses propios del convenio colectivo, así como la asunción de una vocación expansiva de la regulación colectiva y de la función representativa de las partes sociales. 28) La suma de los distintos elementos analizados, a favor y en contra de la virtualidad de la extensión de convenios colectivos como mecanismo para mejorar la cobertura de la negociación colectiva, desde todas las perspectivas examinadas permite constatar, seguramente, una pérdida paulatina de su significación. Esta valoración debe, no obstante, ponderarse con dos elementos que merecen una mención singular. En primer lugar, el hecho de que dicha rebaja progresiva del protagonismo de la extensión de convenios no significa sin embargo que hayan desaparecido los vacíos de regulación, de forma que, por el contrario, existen todavía numerosos sectores y subsectores en los que no hay convenio colectivo. Vacíos de regulación que obedecen por tanto no a la ausencia de sujetos negociadores y sí a problemas de interlocución que impiden la consecución de un acuerdo de negociación colectiva. Y en segundo lugar, que subsistiendo la problemática inherente a esos vacíos de regulación, parece muy lejana la consolidación de algún mecanismo alternativo, por ejemplo, en clave de lo que se apuntaba en epígrafes anteriores respecto al hecho de considerar seriamente la oportunidad de hacer desaparecer la institución de la extensión administrativa de los convenios colectivos para sustituirla, por ejemplo, bien por un Acuerdo de Cobertura de Vacíos de ámbito intersectorial, bien por varios Acuerdos de Cobertura de Vacíos de ámbito sectorial, a modo de sustitución paulatina. 47 29) Si, denunciado un convenio y perdida su ultraactividad se produjera la ausencia de la parte empresarial legitimada para negociar (por disolución de la asociación empresarial, por ejemplo), es evidente que el supuesto podría facultar a la parte sindical a negociar, durante el periodo cubierto por la extensión, un nuevo convenio sectorial con las asociaciones empresariales de ámbito estatal que cuenten con el 10 por ciento o más de las empresas o trabajadores en el ámbito estatal, así como las asociaciones empresariales de Comunidad Autónoma que cuenten en ésta con un mínimo del 15 por ciento de las empresas o trabajadores (artículo 87.3 ET), que ha de ser procedimiento preferente, como ejercicio de la autonomía y negociación colectiva, al excepcional de extensión. 30) Podría sostenerse también que la parte sindical legitimada para negociar podría, alternativamente, a su elección, acogerse al procedimiento de extensión, pues en su ámbito de negociación propio no habría parte empresarial legitimada para negociar, interpretando en este sentido estricto el supuesto y el enunciado normativo del artículo 92.2 del ET. La imposibilidad de suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los previstos en este Título III, debida a la ausencia de partes legitimadas para ello en ese ámbito, sería la finalidad atendida por el artículo 92.2 para permitir poner en marcha el procedimiento de extensión. En términos prácticos, ello significaría dejar en manos de los sindicatos legitimados para negociar la iniciativa de negociar un convenio colectivo con las nuevas reglas de legitimación ampliada o subsidiaria de los artículos 87.3 y 88.2 del ET, o de solicitar la extensión de las disposiciones de un convenio colectivo en vigor porque en su unidad o ámbito de negociación no hay parte legitimada para negociar, no obstante la legitimación negocial ampliada o subsidiaria de los citados artículos 87.3 y 88.2 del ET. 48 Este es nuestro informe sometido a otro mejor fundado en Derecho. 49