informe núm - Unión General de Trabajadores

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INFORME NÚM. 349
VIRTUALIDAD DE LA EXTENSIÓN DE CONVENIOS COLECTIVOS
COMO MECANISMO PARA MEJORAR LA COBERTURA DE LA
NEGOCIACIÓN COLECTIVA
Elaborado a instancia de parte por los profesores María Emilia Casas
Baamonde y Juan Carlos García Quiñones en el marco del convenio de
asesoramiento UGT y UCM.
Diciembre 2014
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VIRTUALIDAD DE LA EXTENSIÓN DE CONVENIOS COLECTIVOS
COMO MECANISMO PARA MEJORAR LA COBERTURA DE LA
NEGOCIACIÓN COLECTIVA
Sumario:
1. Antecedentes y contexto normativo
2. Listado de extensiones recientes y futuras solicitudes de extensión
3. Objeto de la consulta
4. Régimen jurídico aplicable a la mera renovación de la extensión
prevista en el Real Decreto 718/2005 respecto de un sector que
proviene de una extensión previa finalizada la vigencia del convenio
extendido
5. Especialidades para el caso de tratarse de sectores provenientes del
Acuerdo sobre Cobertura de Vacíos (ACV)
6. Posibilidad para una asociación empresarial de impedir la extensión
por no haberse agotado los presupuestos de negociación colectiva que
pudiera existir en el ámbito citado
7. Solicitud de extensión en un sector en el que se haya disuelto la
asociación empresarial con la que se viniera negociando el convenio y
por efecto de la reforma operada en materia de la ultraactividad se haya
producido el efecto de la extinción de la unidad de negociación
8. Determinación de la viabilidad o utilidad de la institución de
extensión de convenios tras la reforma operada en materia de
legitimación (artículo 87 del ET), atendiendo a lo previsto en el Real
Decreto 718/2005 y en el Real Decreto 1362/2012, considerando
además la particularidad de la posible perdida de cobertura negocial
derivada de la ulterior reforma practicada en materia de ultraactividad
(artículo 86.3 del ET) que conduce al debate sobre el convenio colectivo
de aplicación en defecto del que perdió su vigencia
9. Conclusiones
2
1. ANTECEDENTES Y CONTEXTO NORMATIVO
Como se señala en el escrito de solicitud del presente Informe, en
el sistema normativo actual confluyen distintas normas que pueden dar
lugar a una serie de interrogantes. Por un lado, el artículo 92.2 del
Estatuto de los Trabajadores (ET) regula la posibilidad de iniciar una
solicitud de extensión. La única causa que recoge para ello es la
imposibilidad de suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo
estatutario. Por su parte, el Real Decreto 718/2005, de 20 de junio,
aprueba el procedimiento de extensión de convenios colectivos.
En el mismo escrito de solicitud se subraya también cómo la
nueva redacción que el Real Decreto-ley 7/2011, de 10 de junio, de
medidas urgentes para la reforma de la negociación colectiva, ha dado al
artículo 87 del ET sobre la legitimación empresarial, no modificó el
marco normativo de la extensión de los convenios colectivos. Del mismo
modo que tampoco lo hizo la reforma laboral de 2012, constatado que la
Ley 3/2012, de 6 de julio, de medidas urgentes para la reforma del
mercado laboral, únicamente traslada a un actor nato en la historia de
las extensiones de convenios colectivos en nuestro país, como es la
Comisión Consultiva Nacional de Convenios Colectivos (CCNCC), las
competencias consultivas en la materia y, a partir de entonces, otras
decisorias en los procedimientos de solución de discrepancias en los
casos de desacuerdo en el periodo de consultas para la inaplicación de
las condiciones de trabajo establecidas en los convenios colectivos de
acuerdo con el artículo 82.3 del ET (disposición adicional quinta de la
Ley 3/2012, que reformó la disposición final segunda del ET).
Así quedaron recogidas en el RD 1362/2012, de 27 de
septiembre, por el que se regula la Comisión Consultiva Nacional de
Convenios Colectivos, actualizando el anterior Real Decreto regulador de
este Organismo pero sin desvincularlo de su cometido tradicional sobre
la emisión del informe preceptivo en los procedimientos de extensión.
3
De manera que la actual legitimación empresarial excepcional,
ampliada, del artículo 87.3, último párrafo, del ET (respecto de la que
ya se ha elaborado un informe por la Cátedra, el nº 324), permanece
con las normas que amparan la extensión.
2.
LISTADO
DE
EXTENSIONES
RECIENTES
Y
FUTURAS
SOLICITUDES DE EXTENSIÓN
A partir de los antecedentes y el contexto normativo expuestos en
el epígrafe anterior, el escrito de solicitud del informe incorpora
asimismo sendas menciones a las extensiones que han tenido lugar en
épocas recientes (desde el año 2012 hasta marzo de 2014, junto con
alguna referencia puntual respecto de futuras solicitudes de extensión,
actualmente en proceso de tramitación.
En este sentido, en relación con las extensiones recientes, según
el Registro electrónico de convenios colectivos (REGCON), hasta
diciembre de 2014 se puede acceder a un total de nueve extensiones.
Dato que sirve para ofrecer una idea aproximada sobre el grado de
promoción de estos expedientes:
Renovación de extensión reciente:
-Convenio colectivo del sector de fincas urbanas de la provincia
de Valencia.
- Convenio colectivo para los empleados del sector de clínicas y
consultas de odontología y estomatología de la provincia de Valladolid.
- Renovación de la extensión del convenio colectivo del sector de
hospitalización y asistencia privada a Ávila, Segovia y Soria.
- Industrias de tintorerías y limpieza de ropa, lavanderías y
planchado de ropa.
4
- Extensión convenio colectivo del sector de servicios auxiliares de
la Comunidad Foral de Navarra al mismo sector Comunidad Autónoma
de la Rioja.
- Extensión del convenio colectivo del sector de Fincas Urbanas
de Zaragoza a la Comunidad Autónoma de La Rioja.
- Estudios técnicos y oficinas de arquitectura y oficinas y
despachos en general.
- Convenio colectivo de oficinas y despachos de la provincia de
Granada a Ciudad Real.
- Extensión del Convenio colectivo de oficinas y despachos de
Valladolid años 2011 a 2014 a la provincia de la Rioja.
FUENTE: publicación de los acuerdos
correspondientes Boletines y REGCON
de
extensión
en
los
3. OBJETO DE LA CONSULTA
A la vista de todos los factores enumerados en los epígrafes
precedentes, y con la finalidad de considerar un nuevo impulso de las
extensiones de convenios en los diferentes ámbitos, se plantean las
siguientes cuestiones:
 El supuesto de un sector que provenga de una extensión previa,
pero que ha visto finalizar la vigencia del convenio extendido, y
para el que se solicita la mera renovación de la extensión prevista
en el RD 718/2005, ¿puede ser objeto de extensión sin cortapisa
alguna?
 ¿Y de tratarse de sectores provenientes del Acuerdo sobre
Cobertura de Vacíos (ACV)? ¿Hay alguna diferencia por proceder
de este acuerdo?
5
 O, en cualquier caso, ¿puede una asociación empresarial impedir
la extensión por no haberse agotado los presupuestos de
negociación colectiva que pudiera existir en el citado ámbito?
 ¿Cabría la solicitud de extensión en un sector en el que se haya
disuelto la asociación empresarial
con la que se
viniera
negociando el convenio y por efecto de la reforma operada en
materia de la ultraactividad, se haya producido el efecto de la
extinción de la unidad de negociación?
Materias todas que desarrollamos de manera individualizada en
los epígrafes que siguen a continuación.
4. RÉGIMEN JURÍDICO APLICABLE A LA MERA RENOVACIÓN DE
LA EXTENSIÓN PREVISTA EN EL REAL DECRETO 718/2005
RESPECTO
DE
UN
SECTOR
CUYO
CONVENIO
COLECTIVO
PROVIENE DE UNA EXTENSIÓN PREVIA FINALIZADA LA VIGENCIA
DEL CONVENIO EXTENDIDO
La primera de las cuestiones que plantea el escrito de petición del
Informe hace referencia al supuesto de un sector con convenio colectivo
que proviene de una extensión previa, pero que ha visto finalizar la
vigencia del convenio extendido, para el que se solicita la mera
renovación de la extensión prevista en el Real Decreto 718/2005,
interrogándose específicamente acerca de la existencia o no de algún
género de cortapisas para validar semejante extensión.
En relación con el interrogante suscitado, la lectura del artículo
92.2 del ET evidencia que para poder extender el convenio colectivo
debe estar “en vigor”. Afirmación que tiene, cuando menos dos
consecuencias concretas. En primer lugar, la autoridad laboral debe
comprobar que el convenio esté firmado y publicado, pues de no ser así
deberá rechazar la extensión, aun cuando constate que hay una
situación de vacío convencional. Y en segundo lugar, la autoridad
6
laboral debe rechazar asimismo la extensión cuando el convenio
colectivo está denunciado.
No obstante, con el nuevo reglamento que aprobó el Real Decreto
718/2005 se ha producido un cambio importante en este punto.
Anteriormente la autoridad laboral exigía que el convenio colectivo a
extender estuviera en situación de vigencia inicial en el momento de la
solicitud y rechazaba, por tanto, la extensión de aquellos convenios
colectivos que se encontraban prorrogados. El razonamiento era simple:
conforme al artículo 9 del Real Decreto 572/1982 la duración temporal
de la extensión finalizaba en la fecha prevista en el convenio extendido y
los efectos de la prórroga anual y denuncia con eficacia ultraactiva no
afectaban a la unidad de negociación a que se aplicase por extensión.
Sin embargo, con la versión renovada del Real Decreto 718/2005 se ha
defendido que la tesis debe ser justamente la contraria, esto es, que la
autoridad laboral puede extender también aquellos convenios que se
hallen en situación de prórroga automática por falta de denuncia o por
denuncia intempestiva o irregular, una vez que el artículo 9.2 del Real
Decreto 718/2005 dispone que “la aplicación del convenio colectivo
extendido surtirá efectos desde la fecha de presentación de la solicitud
hasta la finalización de la vigencia inicial o prorrogada del convenio
colectivo extendido”.
Por su parte, continuando con el repaso de las hipótesis directa o
indirectamente relacionadas con la cuestión que plantea el escrito de
solicitud del Informe, el artículo 10 del Real Decreto 718/2005 señala
que “Sustituido un convenio extendido por un nuevo convenio colectivo,
las partes legitimadas podrán solicitar del Ministerio de Trabajo y
Asuntos Sociales o del órgano correspondiente de las Comunidades
Autónomas, en el plazo de un mes contado desde la publicación en el
Boletín Oficial del Estado o en el diario oficial de la Comunidad
Autónoma correspondiente del nuevo convenio colectivo, que se dicte
una nueva resolución sobre la necesidad de extender el nuevo convenio
publicado, por no haberse modificado las circunstancias que dieron
7
lugar a la extensión inicial, y se acompañarán las consideraciones que
se estimen oportunas sobre su necesidad” (artículo 10.1 del Real
Decreto 718/2005).
Para afirmar, a continuación, que “la resolución administrativa
que se dicte decidirá motivadamente, en función de la modificación o no
de las circunstancias previstas en el artículo 92.2 del texto refundido de
la Ley del Estatuto de los Trabajadores y en el artículo 1.2 de este real
decreto que dieron lugar a la extensión inicial” (artículo 10.2).
La conclusión que se deriva de lo dispuesto en los preceptos
reglamentarios
transcritos
es
que,
si
bien
no
se
previenen
normativamente especiales precauciones o cortapisas para validar la
extensión en la hipótesis concreta que regula el artículo 10 del Real
Decreto 718/2005, no es menos cierto también que la renovación de la
solicitud en el supuesto que se contempla no puede calificarse, en
cualquier
caso,
como
una
renovación
automática
o
puramente
mecánica, disponiéndose, por el contrario, la incorporación sucesiva de
una serie de cautelas.
En primer lugar, la previsión de una iniciativa a instancia de
parte, pues corresponde a la actuación potestativa de las partes
legitimadas instar del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales –hoy
Ministerio de Empleo y Seguridad Social-, o del órgano correspondiente
de las Comunidades Autónomas, el dictado de una nueva resolución
sobre la necesidad de extender el nuevo convenio colectivo publicado.
En segundo lugar, la fundamentación de dicha solicitud en la ausencia
de modificación de las circunstancias que dieron lugar a la extensión
convencional inicial. En tercer lugar, el acompañamiento de las
consideraciones que se estimen oportunas a efectos de acreditar la
necesidad de extender el nuevo convenio colectivo publicado. En cuarto
lugar, el carácter motivado de la resolución administrativa, aceptando o
rechazando la renovación de la solicitud condicionada a la verificación
previa sobre la modificación o no de las circunstancias previstas en el
artículo 92.2 del ET y en el artículo 1.2 del Real Decreto 718/2005.
8
Previsiones que reproduce en términos similares, como se verá a
continuación, el artículo 11.2 del Real Decreto 718/2005 para aquellas
situaciones de finalización de la vigencia inicial de un convenio colectivo
que hubiera sido objeto de extensión, cuando las partes legitimadas
para
solicitar
la
extensión
de
convenios
colectivos
tuvieran
conocimiento de la existencia de un convenio colectivo más acorde con
la realidad socio-laboral de su ámbito.
De este modo, las especialidades que incorpora el artículo 10 del
Real Decreto 718/2005 en relación con la renovación de la solicitud se
circunscriben a cuestiones de orden básicamente procedimental, como
corrobora esa previsión de un procedimiento simplificado y breve de
solicitud inmediata de renovación y de nueva concesión de la extensión
inicial, si nos atenemos a lo dispuesto en el número 3 del precepto
citado, cuando señala que “el plazo para dictar y notificar la resolución
administrativa será de un mes computado desde la fecha en que la
solicitud hubiera tenido entrada en el correspondiente registro y los
plazos establecidos para los informes a que se refieren los artículos 6 y
7 se reducirán a la mitad”. Todo ello, con la peculiaridad adicional de
que los efectos de la nueva resolución de extensión de convenio
colectivo habrán de retrotraerse a la fecha de inicio de efectos del
convenio extendido (artículo 10.4 del Real Decreto 718/2005).
En definitiva, el Real Decreto 718/2005 traza un escenario del
régimen jurídico de la renovación de la solicitud de extensión que
compatibiliza la preservación de la naturaleza causal de la misma con
determinadas concesiones en términos de asegurar una mayor agilidad
respecto del procedimiento previsto a esos efectos. Como indica la
rúbrica o título del artículo 10, se trata de una “renovación de la
solicitud” de extensión.
Por su parte, como se anticipaba en líneas anteriores, el artículo
11 del Real Decreto 718/2005, sobre “Situaciones posteriores a la
extensión”,
prevé que si durante la vigencia de la extensión de un
convenio colectivo se modificaran o desaparecieran las circunstancias
9
que dieron lugar a la resolución de la extensión por parte del órgano
competente, cualquiera de las partes afectadas podrá promover la
negociación de un convenio colectivo propio. Ello significa que durante
la vigencia de la extensión de un convenio colectivo permanece abierta
la facultad de promover la negociación de un convenio propio por
quienes están afectados por la extensión. De igual modo que, según
señala el mismo precepto reglamentario, promovida la negociación de
un convenio colectivo, a tenor de lo dispuesto en el artículo 89.1 del ET,
la parte receptora de la comunicación de iniciación de las negociaciones
no podrá negarse a ella por razón de la vigencia de la extensión. Bien
que si las partes alcanzaran un acuerdo que concluya en la suscripción
de un convenio colectivo, habrán de comunicarlo al órgano competente
para que dicte una resolución que deje sin efecto la extensión.
5. ESPECIALIDADES PARA EL CASO DE TRATARSE DE SECTORES
PROVENIENTES DEL ACUERDO SOBRE COBERTURA DE VACÍOS
(ACV)
La suscripción del ACV el 28 de abril de 1997, bajo el amparo
legal del artículo 83.3 del ET, concretó la facultad que el citado precepto
legal otorgaba expresamente a las organizaciones sindicales y a las
asociaciones empresariales más representativas de carácter estatal o de
Comunidad
Autónoma
para
elaborar
acuerdos
sobre
materias
concretas, con el propósito definido de hacer bueno el mandato de la
disposición transitoria sexta del ET en relación con la derogación de las
Ordenanzas de Trabajo.
Con independencia de su fundamento legal, la elaboración del
ACV fue el resultado de una paradoja histórica que le llevó a reunir en
sí mismo una doble naturaleza o condición. Por un lado, tuvo una
dimensión instrumental y utilitarista de futuro, y al mismo tiempo, fue
manifestación de una solución paliativa consecuente con una carencia
estructural de negociación colectiva en el pasado. Integrando ambos
10
fenómenos en una misma consideración, es de sobra sabido que el ACV
constituyó un instrumento de utilidad para los cinco años previstos de
su vigencia –entró en vigor el 1 de enero de 1998- partiendo de una
deficiencia estructural pasada: las Ordenanzas de trabajo del régimen
franquista sustitutivas de la negociación colectiva.
También es sabido que el ACV no desempeñó un cometido
sustitutivo o de desplazamiento de los convenios colectivos típicos ni
obstaculizador de futuros procesos de negociación en los sectores con
déficit negocial. Muy al contrario, su finalidad, desde el ejercicio de la
autonomía con reconocimiento constitucional, se enmarcó en el
propósito “preventivo” de evitar la aparición de vacíos de regulación en
sectores concretos de actividad por la pérdida de vigencia de las
Ordenanzas Laborales, fomentando simultáneamente el surgimiento de
instrumentos convencionales ordinarios en esos mismos sectores,
frenando con ello eventuales tentaciones expansivas de la autonomía
individual en las relaciones de trabajo, contrarias al espíritu de la
reforma de 1994.
Finalidad tan obvia llevó a descartar la inclusión en el ACV de un
preámbulo o una exposición de motivos, por contraposición a lo que
sucedió, por ejemplo, con el contemporáneo Acuerdo Interconfederal
sobre la Negociación Colectiva (AINC), también de 28 de abril de 1997, y
tuvo su traducción en la existencia de disposiciones en el ACV que
trascendieron su función reguladora de las relaciones individuales
afectadas para ejercer una función ordenadora de la propia negociación
colectiva.
De este modo, el ACV concentró su valor en la función sustitutiva
del déficit negocial, a tiempo tasado, pactado por la duración dicha de
cinco años (artículo 4.1 del ACV), con una previsión de entrada en vigor,
también ya señalada, el 1 de enero de 1998 (artículo 4.2 del ACV), y con
un ámbito de aplicación para todo el territorio nacional (artículo 3 del
ACV). Ámbito territorial que vino condicionado, en primer lugar, por el
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que tenían a su vez las Reglamentaciones de Trabajo y las Ordenanzas
Laborales, con aplicación en todo el territorio nacional.
Además, el ACV se asentó sobre un régimen de subsidiariedad
instrumentado con una regla de concurrencia para resolver las distintas
situaciones
que
pudieran
acaecer
como
consecuencia
de
las
regulaciones convencionales diferenciadas entre el ACV y otros
acuerdos y convenios colectivos, en cuyo caso se resolvió atribuir una
prioridad incondicionada para estos últimos en detrimento de lo
regulado en el ACV (artículo 1.2 del ACV).
En suma, y como es bien conocido, el ACV fue un instrumento
negocial de carácter excepcional, lo que llevó a las partes firmantes a
afirmar su carácter circunstancial, previsto para ser sustituido por
instrumentos “normalizados” de regulación de las relaciones laborales
en el sector, como son la negociación colectiva y los mecanismos a
acordar para la extensión de convenios preexistentes. No obstante, se
recordará que el repliegue aplicativo del ACV se efectuaba en favor de
determinados
instrumentos
contractuales,
como
los
acuerdos
o
convenios de carácter estatutario, incluidos los pactos de adhesión, de
conformidad con las remisiones que realizaban su artículos 1.2 y 4.2 en
relación con los artículos 87 y 88 del ET, y con el mandato de su
Disposición Adicional que se refería a los convenios colectivos de
“eficacia general”.
La exclusión de vigencia prorrogada del ACV respondió al mismo
planteamiento de tratar de incentivar ex post de su vigencia, siquiera
por vía de la presión, en los sectores con déficit negocial, la negociación
de
convenios
colectivos
típicos,
combinando
la
técnica
de
la
subsidiariedad con la fijación de un ámbito temporal cierto de cinco
años de duración (artículo 4.1 del ACV). En efecto, el ACV quiso aunar
esos mecanismos de promoción mediante el método de la presión, con
una previsión “generosa” de su ámbito temporal de aplicación,
de
forma que la suma de ambos factores “garantizara” el cumplimiento de
la dualidad de fines perseguidos: regular con suficiencia una serie de
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materias predeterminadas a través del impulso de los mecanismos
convencionales típicos.
Por lo demás, el ACV limitó su ámbito material restringiéndolo
para materias informadas por una triple circunstancia: a) aquéllas que
precisaban de un régimen básico mínimamente homogéneo para el
conjunto del sector; b) materias donde la ley no había profundizado y
difícilmente podría hacerlo por su propia idiosincrasia, con una
dependencia muy estrecha entre su regulación y las características del
sector;
y
c)
materias
proclives
al
surgimiento
de
dificultades
relacionadas con su negociación. La asunción de los criterios listados
llevó al ACV a distanciarse en su regulación material del tratamiento
que recibían las mismas en las Ordenanzas Laborales, a pesar de ser su
referencia inicial.
Dos clases de vacíos de regulación convencional cubrió el ACV.
En primer lugar, vacíos estructurales o cualitativos, a partir de la
inexistencia de negociación colectiva en los distintos sectores de
actividad incluidos en su ámbito funcional. Y, en segundo término,
vacíos coyunturales o cuantitativos, destinados a suplir la falta de
tratamiento por parte de los convenios colectivos vigentes en esos
sectores de alguna de las materias que conformaban el contenido
normativo del ACV.
El
problema
instrumento,
ha
concebido
radicado,
para
como
es
sabido,
una
situación
en
que
específica
ese
y
pretendidamente transitoria, por la fuerza de los hechos, ha terminado
derivando, al término de vigencia temporal del ACV, en un resultado
desacompasado entre la realidad y la norma, o mas precisamente, entre
la realidad y el propósito inspirador del Acuerdo de garantizar la
cobertura de vacíos durante los cinco años de su vigencia mediante la
promoción de la negociación colectiva ordinaria, de modo que al término
de ese período no resultara necesaria su renovación.
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El propio ACV previó esa situación donde un determinado sector
de
actividad,
sometido
a
una
situación
de
déficit
negocial
aparentemente coyuntural, vinculada al momento preciso de derogación
de las Ordenanzas Laborales, pudiera sin embargo prolongarse en esa
situación para el caso de que la negociación colectiva no terminara de
ganar esos espacios. Concretamente, en el último inciso del párrafo
segundo de su artículo 4.3: “En el caso que persistan vacíos de
cobertura,
las
organizaciones
firmantes
de
este
Acuerdo
se
comprometen a cubrirlos definitivamente en las instancias oportunas
mediante la extensión de Convenios Colectivos”.
Tal afirmación cerró la entrada a una situación de imprevisión
que permitiera efectuar un ejercicio de integración a partir de la
interpretación jurídica del texto del ACV, fundamentalmente de su tan
citado artículo 4, y en su caso, las previsiones que contiene el ET en
relación con la extensión de la vigencia temporal de los convenios
colectivos (artículo 86 del ET). De la disposición contenida en el
reproducido artículo 4.3 del ACV se infería claramente que la
alternativa por la que habían optado las partes firmantes ante la
persistencia de situaciones de falta de negociación colectiva, por la
originaria fragilidad de las estructuras asociativas empresariales en
determinados sectores de actividad, era la extensión de convenios
colectivos que regula el artículo 92.2 del ET, y no la extensión del
ámbito temporal del ACV. Prórroga que quedó descartada en el propio
artículo 4.
Esta opción del ACV por el compromiso de las partes de recurrir a
los actos de extensión de convenios colectivos, que regula el artículo
92.2 del ET, para cubrir definitivamente los vacíos de cobertura
negocial persistentes no ha escapado a un cierto cuestionamiento por
parte de la doctrina por la condición de mecanismo heterónomo del
procedimiento de extensión y por la insuficiencia de garantías que
ofrecen los instrumentos dispuestos por el ordenamiento para enfrentar
eventuales situaciones de cobertura de vacíos, puesto que, respecto de
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la extensión de un convenio colectivo en vigor, es preciso advertir que
no tiene porqué existir siempre un convenio útil y susceptible de
extensión. Con todo, ha de reconocerse que el ACV impuso a las partes
firmantes el compromiso de instar el procedimiento de extensión,
finalizada su vigencia ante el mantenimiento de indeseadas situaciones
de falta de negociación colectiva.
En definitiva, poniendo en relación la posibilidad de extensión de
convenios que regula el artículo 92.2 del ET con todo lo dicho respecto
de los sectores provenientes del ACV ante el déficit de interlocución
empresarial, se concluye que no existen especialidades en términos de
modificación del régimen jurídico aplicable al procedimiento de
extensión de convenios colectivos, salvo la dicha: que la Confederación
Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), la Confederación
Española
de
la
Pequeña
y
Mediana
Empresa
(CEPYME),
la
Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CC.OO.), y la Unión
General de Trabajadores (UGT), quedaron comprometidas en aquel
Acuerdo a recurrir al procedimiento de extensión ante las instancias
administrativas oportunas, para lo cual están legitimadas. El párrafo
tercero del apartado 2 del artículo 92 atribuye “capacidad para iniciar el
procedimiento de
extensión quienes
se hallen legitimados para
promover la negociación colectiva en el ámbito correspondiente
conforme a lo dispuesto en los artículos 87.2 y 3 de esta Ley”. Del lado
sindical, los sindicatos mas representativos y representativos en un
ámbito funcional y territorial concreto. Pero no hay que olvidar que, tras
la reforma del Real Decreto-ley 7/2011, “En aquellos sectores en los
que no existan asociaciones empresariales que cuenten con la suficiente
representatividad, según lo previsto en el párrafo anterior, estarán
legitimadas para negociar los correspondientes convenios colectivos de
sector las asociaciones empresariales de ámbito estatal que cuenten con
el 10 por ciento o más de las empresas o trabajadores en el ámbito
estatal, así como las asociaciones empresariales de Comunidad
Autónoma que cuenten en ésta con un mínimo del 15 por ciento de las
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empresas o trabajadores” (artículo 87.3, último párrafo ET). La nueva
problemática que plantea la relación del reformado precepto estatutario
con el procedimiento de extensión de convenios colectivos será
abordada mas adelante en el punto 8 de éste informe.
Los sectores provenientes del ACV constituyen un supuesto
habitual para la aplicación de la extensión de convenios, según se
regula en el precepto citado. En efecto, los datos empíricos evidencian
cómo buena parte de los sectores en los que han tenido lugar
extensiones se corresponden con algunos de los que se incluyeron en el
ACV de 28 de abril de 1997, como Empleados de Fincas Urbanas,
Deportes, Establecimientos Sanitarios de Hospitalización, Oficinas y
Despachos, Empresas de Ingeniería y Estudios Técnicos, Prensa,
Prótesis Dental o Industria de Tintorería y Limpieza.
En definitiva, el ACV finalizó su vigencia instituyendo el
compromiso de las organizaciones firmantes de instar la extensión de
convenios colectivos en caso de que persistieran los déficits negociales.
Y, a partir de ese compromiso, a la regulación del procedimiento de
extensión en el artículo 92.2 del ET, desarrollado por el Real Decreto
718/2005, de 20 de junio, ha de estarse en consecuencia.
6.
POSIBILIDAD
PARA
UNA
ASOCIACIÓN
EMPRESARIAL
DE
IMPEDIR LA EXTENSIÓN POR NO HABERSE AGOTADO LOS
PRESUPUESTOS DE NEGOCIACIÓN COLECTIVA QUE PUDIERA
EXISTIR EN EL ÁMBITO CITADO
La siguiente cuestión que se plantea es si puede una asociación
empresarial impedir la extensión de un convenio colectivo por no
haberse agotado los presupuestos de negociación colectiva que
pudieran existir en el citado ámbito.
Y ello, alegando la asociación empresarial que cuenta con la
legitimación plena y suficiente para suscribir un convenio colectivo
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estatutario en el ámbito sectorial para el que se solicite la extensión, de
forma similar a la legitimación que ostentan las representaciones del
banco sindical que ha planteado la extensión.
La respuesta que nos merece el interrogante planteado es que,
efectivamente, la asociación empresarial podría impedir la extensión
para el caso de no haberse agotado los presupuestos de negociación
colectiva que pudieran existir en el citado ámbito de negociación para el
que se pretende la extensión. Es de señalar que la extensión actúa
únicamente para evitar “los perjuicios derivados […] de la imposibilidad
de suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los previstos en
este Título III, debida a la ausencia de partes legitimadas para ello”
(artículo 92.2 ET, párrafo primero). En efecto, cuando se hace repaso de
los sectores productivos afectados por las extensiones de convenios
colectivos, por ejemplo desde 1994 en adelante, se constata cómo los
procedimientos de extensión tramitados hasta la actualidad evidencian
la variedad de sectores que, en un momento u otro, presentan un déficit
de negociación colectiva que lleva a solicitar la extensión de un convenio
colectivo. Si bien, inmediatamente después, el análisis de esos mismos
expedientes de extensión evidencia cómo aproximadamente la mitad de
las solicitudes son denegadas, bien porque en realidad existen partes
legitimadas para negociar un convenio colectivo, bien porque no se
cumplen otras condiciones legales.
En este sentido, no puede olvidarse que el reproducido artículo
92.2 del ET, incluso desde su redacción originaria de 1980, más amplia,
pues vinculaba la facultad de extensión a la existencia de
dificultad para la negociación”
o
“especial
de “circunstancias sociales y
económicas de notoria importancia en el ámbito afectado” (Ley 8/1980,
que aprobó el primer Estatuto de los Trabajadores), había sido objeto de
una interpretación restrictiva de los motivos justificantes de la
extensión, considerándose ésta como un mecanismo absolutamente
excepcional que solo debía operar en los supuestos de imposibilidad
estructural para negociar un convenio colectivo y no cuando existían
17
partes legitimadas para hacerlo. Valoración concorde con lo afirmado
por la autoridad laboral, ya durante aquel primer período, en orden a
que las eventuales dificultades que pudieran surgir en las negociaciones
eran consecuencia del tradicional y lógico antagonismo de los agentes
sociales en la defensa de sus respectivos intereses, que debían
resolverse a través de las consiguientes deliberaciones y transacciones
y, llegado el caso, por las vías de conflicto colectivo y jurisdiccional
previstas por el ordenamiento jurídico, pero no mediante la extensión de
convenios colectivos (Resolución
de 12 de noviembre de 1996, que
desestimó la solicitud de extensión del Convenio Colectivo del sector de
Clínicas Privadas y Centros de Hospitalización Privada de Las Palmas a
la provincia de Santa Cruz de Tenerife –Expediente CCNCC 433-).
Esa lectura restrictiva del precepto legal originario fue refrendada
después por la Ley 24/1999, de 6 de julio, por la que se modifica el
artículo 92.2 del texto refundido de la Ley del Estatuto de los
Trabajadores, aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de
marzo, referido a la extensión de convenios colectivos. La citada reforma
legal contó con el acuerdo previo de los interlocutores sociales en el
marco del diálogo social. En la declaración que las organizaciones
empresariales CEOE y CEPYME y las organizaciones sindicales UGT y
CC.OO. dirigieron al Gobierno con motivo de la firma, el 28 abril 1997,
entre otros, del tan citado Acuerdo Interprofesional sobre Cobertura de
Vacíos (ACV), señalaron la oportunidad de que se realizaran “las
modificaciones legales y reglamentarias precisas de adaptación del
régimen de extensión de convenios colectivos del artículo 92 del
Estatuto de los Trabajadores a fin de agilizar y racionalizar su
funcionamiento y procedimiento, así como al de conseguir una mayor
eficacia de manera que se eviten situaciones de indefensión o vacíos
normativos” (punto 9). A tal fin, se modificó el artículo 92.2 ET de 1980
por la citada Ley 24/1999, de 6 de julio. Concluida la vigencia del ACV,
el ANC-2003, prorrogado para 2004, reiteró la decisión de las citadas
organizaciones empresariales y sindicales de dirigirse al [entonces] MTS
solicitando la aprobación del Reglamento de desarrollo del reformado
18
artículo 92.2 ET (capítulo IX), consensuado por dichas organizaciones
con el Gobierno en el marco del proceso de diálogo social abierto tras la
Declaración para el Diálogo Social 2004 (ANC-2005, prorrogado para
2006, capítulo IX) y aprobado por RD 718/2005, de 20 junio.
La reforma legal de 1999 certificó en el plano legal lo que era ya una
realidad en la práctica, unificando las dos causas anteriores de la
extensión en una sola, para eliminar así –como reza la Exposición de
Motivos- anteriores supuestos que podrían dar lugar a injerencias o
iniciativas no deseadas en un ámbito negocial determinado, de modo
que únicamente cabe la extensión de un convenio colectivo “por los
perjuicios derivados (para los trabajadores y empresarios) de la
imposibilidad de suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los
previstos en el Título III, debido a la ausencia de partes legitimadas
para ello”. De esta forma, las resoluciones de la autoridad laboral y los
informes de la Comisión Consultiva reiteran parecido criterio que en la
etapa pretérita, pero ahora ya con apoyo legal expreso, considerando
que no basta con la mera presencia de dificultades para la negociación,
sino que es imprescindible que exista una imposibilidad real de
negociación y a la vez no basta la ausencia de las partes legitimadas
para la misma, sino que deberá existir algún “perjuicio” para
empresarios y trabajadores derivado de esa falta.
De este modo, la extensión, antes y ahora, se configura como un
mecanismo de cobertura de vacíos normativos, producto de la ausencia
o insuficiencia de legitimación de las partes legitimadas para negociar,
condicionado a que la pluralidad de empresas y trabajadores o sector o
subsector de actividad que pretendan la extensión no estén vinculados
ya por otro convenio, cualquiera que sea su ámbito, y que ello, además,
sea debido a la causa excepcional justificante: la ausencia de partes
legitimadas para suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los
previstos en el Título III del ET causante de perjuicios. El artículo 1,
apartado 2, del RD 718/2005 explayó esta regulación: “Con los efectos
19
previstos en el artículo 82.3 del texto refundido de la Ley del Estatuto
de los Trabajadores, se podrán extender las disposiciones de un
convenio colectivo en vigor de ámbito superior al de empresa a una
pluralidad de empresas y trabajadores o a un sector o subsector de
actividad pertenecientes al mismo o a similar ámbito funcional o con
características económico-laborales equiparables, teniendo en cuenta la
actividad donde vaya a ser aplicado y que no estén vinculados por
convenio colectivo, cualquiera que fuese su ámbito, por los perjuicios
derivados para aquéllos de la imposibilidad de suscribir en dicho
ámbito un convenio colectivo de los previstos en el título III del texto
refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, debida a la
ausencia de partes legitimadas para ello. En el caso de inexistencia de
convenio colectivo que se pueda extender con ámbito de aplicación
superior al de empresa, se podrá extender subsidiariamente, con
carácter excepcional, un convenio de empresa a una pluralidad de
empresas y de trabajadores o a un sector o subsector de actividad de
análogas condiciones económicas y sociales”.
Coherente con lo anterior, por más que no lo diga expresamente
el artículo 92.2 del ET, constituye un presupuesto lógico de la extensión
que no rija en el ámbito proyectado de la misma un convenio colectivo
en vigor, ya sea en su período inicial de vigencia, ya sea en su fase de
prórroga.
De igual forma, tampoco es legalmente factible la extensión,
aunque no haya un convenio colectivo, si hay posibilidad de constituir
válidamente la comisión negociadora para celebrarlo, posibilidad
claramente ampliada por la reforma del artículo 88.2 del ET por el Real
Decreto-ley 7/2011. Razón por la cual, casi la mitad de los expedientes
de extensión de convenio colectivo concluyen con una resolución
desestimatoria, una vez que a lo largo de su tramitación se comprueba
que en realidad sí hay partes legitimadas para negociar. Por ejemplo,
cuando es el órgano consultivo o las organizaciones empresariales
consultadas las que ponen de manifiesto que existe asociación
20
empresarial legitimada, que no ha recibido solicitud de negociación y
que tiene disposición para llevar a cabo la negociación.
No en vano, en otras ocasiones se constata cómo las solicitudes
de extensión actúan, en algún caso, como elemento incentivador para la
creación de asociaciones empresariales en el ámbito para el que se
plantea la extensión, de manera que, si bien en la fecha en que los
promotores presentan la solicitud no hay asociación empresarial con la
que sentarse a negociar un convenio colectivo, posteriormente, con
ocasión de la tramitación del expediente –pero antes de la resolución-,
se constituye una asociación que agrupa y representa a las empresas
del sector y que, además, manifiesta su voluntad de iniciar las
negociaciones de un convenio colectivo. Circunstancia que, unas veces,
lleva a la autoridad laboral a rechazar la extensión, mientras que en
otras ocasiones se acepta la extensión, bien que con efectos temporales
limitados, únicamente hasta la fecha en que tiene lugar la constitución
de la asociación empresarial.
Esta función de estímulo o medida de presión de la solicitud de
extensión se aprecia asimismo en aquellos supuestos en que, a raíz de
la presentación de la solicitud de extensión por los sindicatos, la
asociación empresarial que ya existía procede a modificar sus estatutos
para poder negociar un convenio colectivo en representación de sus
asociados, de manera que si bien al inicio del procedimiento de
extensión no existía tampoco parte empresarial legitimada para
negociar colectivamente sobre condiciones de trabajo, a su conclusión
sí la hay.
7. SOLICITUD DE EXTENSIÓN EN UN SECTOR EN EL QUE SE HAYA
DISUELTO LA ASOCIACIÓN EMPRESARIAL CON LA QUE SE
VINIERA NEGOCIANDO EL CONVENIO Y POR EFECTO DE LA
REFORMA OPERADA EN MATERIA DE LA ULTRAACTIVIDAD SE
21
HAYA PRODUCIDO EL EFECTO DE LA EXTINCIÓN DE LA UNIDAD
DE NEGOCIACIÓN
En el escrito propuesta del presente Informe, se plantea también
si cabría la solicitud de extensión en un sector en el que se haya
disuelto la asociación empresarial con la que se viniera negociando el
convenio y, por efecto de la reforma operada en materia de la
ultraactividad, se haya producido el efecto de la extinción de la unidad
de negociación.
Para resolver semejante interrogante, conviene afirmar de partida
que, según el entendimiento de la Cátedra, el agotamiento de la eficacia
ultraactiva del convenio colectivo no extingue la unidad de negociación.
Desde luego, si no existe convenio colectivo de ámbito superior aplicable
para salvar el vacío convencional colectivo que produce el agotamiento
de la eficacia ultraactiva del convenio colectivo denunciado y en
revisión, la unidad de negociación no se extingue, manteniéndose la
obligación de negociar de las partes negociadoras, pues precisamente,
en tal supuesto, se trataría de “revisar un convenio ya vencido” (artículo
89.1, párrafo segundo, del ET). Pero incluso existiendo convenio
colectivo de ámbito superior aplicable, la obligación de negociar el
convenio colectivo propio que ha perdido vigencia definitivamente no se
extingue, y con esa obligación no se extingue la unidad de negociación,
si las condiciones de trabajo del convenio de ámbito superior no fueran
coextensas con las del convenio colectivo desaparecido. Sólo si las
partes aceptan la aplicación del convenio colectivo de ámbito superior
como
mecanismo
de
solución
definitiva
del
vacío
convencional
producido por la pérdida de vigencia del convenio propio la unidad de
negociación anterior habrá desaparecido subsumida en la de ámbito
superior, sin que eso signifique, siempre en opinión de la Cátedra,
impedir a los negociadores volver a un convenio colectivo de su ámbito
propio porque el de ámbito superior que se aplique esté reforzado con la
prohibición de concurrencia del artículo 84 de ET, máxime si se tratase
de un convenio colectivo de empresa que cuenta, tras la reforma de
22
2012, con el favor legal de romper la prohibición de concurrencia de
convenios colectivos y la protección del primero en el tiempo, pudiendo
“negociarse en cualquier momento de la vigencia de convenios colectivos
de ámbito superior” (artículo 84.2, párrafo primero, del ET).
En cualquier caso, la insuficiente regla de cierre de los efectos de
la pérdida de la ultraactividad del convenio colectivo del artículo 86.3,
in fine, del ET –“se aplicará, si lo hubiere, el convenio colectivo de
ámbito superior que fuera de aplicación”- es, en opinión de la Cátedra a
la espera de la interpretación del Tribunal Supremo, una norma
dispositiva, que permite a las partes continuar la negociación colectiva
para su propia unidad de negociación, que no desaparece. El artículo
86.3 del ET no contiene reglas sobre estructura de la negociación
colectiva, sin perjuicio de que estimule –así debería entenderse- a los
interlocutores sociales a negociar instrumentos convencionales del más
alto nivel para regular los efectos de la perdida de la ultraaactividad de
los convenios colectivos.
Cuestión distinta es la disolución de la asociación empresarial
legitimada para negociar en una determinada unidad de negociación y
sus efectos sobre ésta, habiendo perdido eficacia ultraactiva el convenio
colectivo anterior que la regía.
Tampoco en este supuesto se habrá extinguido la unidad de
negociación, sino que ésta habrá quedado sin convenio colectivo y sin
parte empresarial (asociación de tal naturaleza constituida conforme a
la Ley 19/1977, de 1 de abril) legitimada para negociar, entrando de
lleno en la hipótesis normativa de la extensión de convenios colectivos
regulada en el artículo 92.2 del ET.
Recuérdese lo ya dicho sobre la extensión de convenios colectivos
como mecanismo de cobertura de vacíos de negociación colectiva de
carácter excepcional que debe operar únicamente en los supuestos de
imposibilidad estructural para negociar un convenio colectivo, y no
cuando existan partes legitimadas para hacerlo. Solución que supera
23
con mucho, por tanto, cualesquiera eventuales dificultades que puedan
surgir en las negociaciones como consecuencia del tradicional y lógico
antagonismo entre los agentes negociadores en la defensa de sus
respectivos intereses, que deben resolverse a través de las consiguientes
deliberaciones y transacciones y llegado el caso por las vías de los
procedimientos de conflicto colectivo, autónomos o extrajudiciales y
jurisdiccionales, previstos por el ordenamiento jurídico, pero no
mediante el procedimiento administrativo de extensión de convenios
colectivos.
De modo que, como se refería en el epígrafe anterior, en línea con
esa lógica de exigencia no basta con la mera presencia de dificultades
para la negociación, sino que resulta imprescindible el concurso de una
imposibilidad real de negociación y a la vez no basta la ausencia de las
partes legitimadas para la misma sino que deberá existir algún
“perjuicio” para empresarios y trabajadores. Condicionantes todos que
configuran la extensión como un mecanismo de cobertura de vacíos
normativos, producto de la insuficiencia de partes para negociar,
condicionada a que la pluralidad de empresas y trabajadores o sector o
subsector de actividad no estén vinculados ya por otro convenio,
cualquiera que sea su ámbito, y que ello, además, sea debido a la
ausencia de partes legitimadas para suscribir en dicho ámbito un
convenio colectivo de los previstos en el Título III del ET.
Los presupuestos enunciados pueden concurrir, por tanto, en
una hipótesis como la descrita, por referencia a un sector donde se ha
disuelto la asociación empresarial con la que se viniera negociando el
convenio, y cuando por efecto de la reforma acaecida en materia de
ultraactividad, haya tenido lugar la desaparición del anterior convenio
colectivo, bien que sus condiciones de trabajo se hayan incorporado a
los contratos individuales de trabajo, permitiendo su modificación
empresarial con arreglo al procedimiento del artículo 41 del ET
(Sentencia de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo en Pleno de 17
de diciembre de 2014). En efecto, como se afirmaba en el epígrafe
24
anterior, la extensión, antes y ahora, se configura como un mecanismo
de cobertura de vacíos normativos, producto de la insuficiencia de
partes para negociar, condicionada a que la pluralidad de empresas y
trabajadores o sector o subsector de actividad no estén vinculados ya
por otro convenio, cualquiera que sea su ámbito, y que ello, además,
sea debido a la ausencia de partes legitimadas para suscribir en dicho
ámbito un convenio colectivo de los previstos en el Título III del ET.
Consecuentemente, aunque no lo dice de manera expresa el artículo
92.2 del ET, constituye un presupuesto lógico de la extensión que no
rija en el ámbito proyectado de la misma un convenio colectivo en vigor,
ya sea en su período inicial de vigencia, ya sea en su fase de prórroga
automática o ultraactiva.
En definitiva, la misma lógica restrictiva inherente al mecanismo
de la extensión de convenios colectivos del artículo 92.2 del ET, que
utilizábamos en el apartado anterior afirmando positivamente la
posibilidad de que una asociación empresarial esté en condiciones de
impedir la extensión por no haberse agotado los presupuestos de
negociación colectiva que pudiera existir en el ámbito citado, debe
aplicarse ahora para afirmar la capacidad para iniciar el procedimiento
de extensión de quienes se hallen legitimados para promover la
negociación colectiva en el ámbito correspondiente conforme a lo
dispuesto en los artículos 87.2 del ET, en este caso, los sindicatos
representativos y mas representativos en el sector en que se ha
producido la disolución de la asociación empresarial con la que se venía
negociando el convenio y por efecto de la reforma operada en materia de
ultraactividad haya tenido lugar la pérdida de vigencia definitiva de
dicho convenio colectivo.
El agotamiento de la ultraactividad del
convenio colectivo en estos supuestos excepcionales de desaparición de
la parte empresarial legitimada para negociar abre nuevos espacios
potenciales de actuación para mecanismos como la extensión de
convenios, sin que semejante tratamiento suponga desvirtuar su
configuración tradicional bajo una lógica claramente restrictiva, como
se ha tenido ocasión de subrayar. No obstante, estos supuestos serán,
25
se insiste en ello, excepcionales, pues para que comience a correr el
plazo de la vigencia legal ultraactiva del convenio colectivo se precisa su
denuncia por parte legitimada: “Transcurrido un año desde la denuncia
del convenio colectivo […]”, dice el artículo 86.3, párrafo cuarto, del ET.
El artículo 92.2 del ET faculta, indiscutiblemente, a quienes se
hallen legitimados para promover la negociación colectiva en el ámbito
correspondiente conforme al artículo 87.2 del propio ET, a iniciar el
procedimiento de extensión con el fin de que por el Ministerio de
Empleo
y
Asuntos
Sociales,
o
por
el
órgano
autonómico
correspondiente, se proceda a extender, con los efectos del artículo 82.3
del ET, “las disposiciones de un convenio colectivo en vigor a una
pluralidad de empresas y trabajadores o a un sector o subsector de
actividad, por los perjuicios derivados para los mismos de la
imposibilidad de suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los
previstos en este Título III, debida a la ausencia de partes legitimadas
para ello”.
Es obvio que la pérdida de la eficacia ultraaactiva del convenio
colectivo acarrea su desaparición, la desaparición del convenio colectivo
en cuanto tal; y es obvio también que a los trabajadores y empresas sin
convenio colectivo se les causa perjuicio por la imposibilidad de
suscribir un convenio colectivo estatutario debido a la disolución de la
asociación empresarial que estaba legitimada para suscribirlo.
8. VIRTUALIDAD DE LA EXTENSIÓN DE CONVENIOS COLECTIVOS
TRAS LA REFORMA OPERADA EN MATERIA DE LEGITIMACIÓN
(ARTÍCULO 87 DEL ET), ATENDIENDO A LO PREVISTO EN EL REAL
DECRETO
718/2005
Y
EN
EL
REAL
DECRETO
1362/2012,
CONSIDERANDO ADEMÁS LA PARTICULARIDAD DE LA POSIBLE
PÉRDIDA DE COBERTURA NEGOCIAL DERIVADA DE LA ULTERIOR
REFORMA
PRACTICADA
EN
MATERIA
DE
ULTRAACTIVIDAD
(ARTÍCULO 86.3 DEL ET) QUE CONDUCE AL DEBATE SOBRE EL
26
CONVENIO COLECTIVO DE APLICACIÓN EN DEFECTO DEL QUE
PERDIÓ SU VIGENCIA
En último término, la cuestión es determinar la viabilidad y
utilidad del procedimiento de extensión de los convenios colectivos tras
la reforma operada en materia de legitimación para negociar convenios
colectivos de eficacia general (artículo 87 ET) por el Real Decreto-ley
7/2011, atendiendo a lo previsto respectivamente en el Real Decreto
718/2005, regulador del procedimiento de extensión de convenios
colectivos,
y en el Real Decreto 1362/2012, sobre la Comisión
Consultiva Nacional de Convenios Colectivos (cuyo artículo 3.1.a)
refiere, entre las funciones de la CCNCC, el desarrollo de funciones
consultivas en orden al planteamiento y determinación del ámbito
funcional de los convenios colectivos, junto con la emisión del precepto
informe en los procedimientos de extensión de un convenio colectivo
establecidos en el artículo 92.2 del ET), sumado a la particularidad
añadida inherente a la posible pérdida de cobertura negocial derivada
de la reforma practicada por la Ley 3/2012 en materia de ultraactividad
de los convenios colectivos (artículo 86.3 ET), que conduce a la
aplicación del convenio colectivo de ámbito superior en defecto del que
perdió su vigencia, si lo hubiera (artículo 86.3, párrafo cuarto, ET).
En relación con la viabilidad y utilidad de la institución de la
extensión, a la vista de las distintas referencias normativas citadas, con
la atención puesta específicamente en la redacción actualizada del
artículo 92.2 del ET y el posterior Real Decreto 718/2005, es preciso
subrayar que la práctica totalidad de las solicitudes de extensión se han
producido a instancia de las organizaciones sindicales y prácticamente
ninguna de una asociación empresarial. De igual modo que la gran
mayoría de los procedimientos de extensión se han iniciado a instancia
de uno o de los dos sindicatos más representativos a nivel nacional,
UGT y CC. OO.
27
De la misma forma, los datos empíricos evidencian también cómo,
en alguna ocasión, el órgano administrativo ha rechazado la extensión a
la vista de que quien suscribe la solicitud no disponía de la legitimación
requerida. De la misma forma, han existido también expedientes en que
los promotores han desistido de su solicitud, lo que ha llevado a la
Administración a declarar concluso el procedimiento, conforme dispone
el artículo 90 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen
Jurídico
de
las
Administraciones
Públicas
y
del
Procedimiento
Administrativo Común. Desistimiento que ha respondido, unas veces, a
la recomendación de los informes del órgano consultivo, la Comisión
Consultiva Nacional de Convenios Colectivos u órgano autonómico
correspondiente, de solicitar la extensión de otro convenio colectivo
provisto de una estructura salarial más acorde, o cuando a lo largo de
la instrucción se ha constatado la existencia de asociaciones de
empresarios con legitimación para negociar un convenio colectivo, o
porque ha tenido lugar el inicio de un proceso de negociación en el
sector de referencia.
Esta heterogeneidad de supuestos se traslada también al análisis
de las consecuencias de la extensión en el sistema de relaciones
laborales, donde tampoco resulta posible establecer un patrón común,
advertido que los efectos de la extensión varían de unos supuestos a
otros. En efecto, de igual forma que no todas las solicitudes
desembocan en la extensión requerida, a la extensión aprobada no le
sucede siempre un posterior convenio colectivo. En ocasiones, la
extensión se perpetúa hasta el punto de convertirse en normal lo que
debería ser excepcional, del mismo modo que otras veces a la extensión
le sucede un nuevo vacío de regulación.
Siguiendo con el repaso de las situaciones posteriores a la
aprobación de una extensión, lógicamente, otra posibilidad es la
negociación de un convenio colectivo para el mismo ámbito territorial y
funcional, posibilidad que en la práctica acontece en pocos casos. Lo
que sucede, en otras ocasiones, es que un ámbito ocupado por una
28
extensión pasa a estar regulado por un convenio colectivo de ámbito
territorial más amplio, por ejemplo, cuando a la extensión de ámbito
provincial o incluso de comunidad autónoma le sigue un convenio
colectivo de ámbito estatal.
En algún caso sucede que el convenio colectivo que se ha
negociado no abarca la totalidad del ámbito al que se refería la
extensión anterior, de manera que se procede a una nueva extensión
pero solo respecto de aquellas actividades que han quedado fuera del
nuevo convenio colectivo.
Constituye también una práctica bastante común que a una
extensión le siga otra, contradiciendo por tanto el carácter excepcional y
temporal de la medida, que se prorroga, renueva o mantiene en el
tiempo,
considerándose
la
persistencia
de
las
condiciones
que
justificaron la intervención inicial.
Finalmente, entre el repaso de situaciones posibles, se asiste en
ocasiones a un nuevo vacío de regulación, cuando después de la
pérdida de vigencia de la extensión no tiene lugar la negociación de un
convenio colectivo, ni se renueva tampoco la extensión. A veces porque
después de extender un convenio colectivo se constituye una asociación
empresarial que inicia incluso la negociación de un convenio que, sin
embargo, finalmente no concluye en acuerdo, con la consiguiente
generación de un nuevo vacío de regulación, pero ahora ya sin
posibilidad legal de plantear una nueva extensión. En otras hipótesis,
en cambio, la extensión no ha tenido ese efecto de promoción del
asociacionismo empresarial, con lo cual resulta todavía más llamativa
esa falta de cobertura, una vez que todavía es posible la extensión. Tal
ha sido, por ejemplo, el caso de los Empleados de Fincas Urbanas en La
Coruña, en tanto que, desde que la Consejería de Justicia, Interior y
Relaciones Laborales de la Junta de Galicia dicta resolución para que se
extendiera el convenio colectivo de Empleados de Fincas Urbanas de
Cataluña, no se ha negociado convenio colectivo alguno para los
trabajadores de esa provincia ni consta la existencia de asociación
29
empresarial con legitimación ni tampoco una nueva extensión, dando
cuenta de un nuevo vacío de regulación.
Teniendo presentes las distintas cuestiones enumeradas hasta
aquí se puede afirmar que el fenómeno de la extensión de convenios
colectivos viene desempeñando un papel –cada vez mas - marginal en el
sistema de relaciones laborales, tanto si se tiene en cuenta el número
de extensiones, como desde el punto de vista de su función y de su
alcance territorial y funcional. Sin embargo, como se ha subrayado con
acierto, la disminución que se advierte en el número de extensiones no
significa que hayan desaparecido los vacíos de regulación. Al contrario,
existen todavía numerosos sectores y subsectores donde no hay
convenio colectivo. Fenómeno que puede explicarse, según la hipótesis
de que se trate, porque semejantes vacíos no obedecen en verdad a la
ausencia de sujetos negociadores, sino a problemas de interlocución
que impiden la consecución de un acuerdo de negociación colectiva.
Respecto del procedimiento de extensión de los convenios
colectivos, resulta fácil comprobar que la aprobación del Real Decreto
718/2005 no ha tenido en la práctica los efectos que se esperaban, toda
vez que la supresión de algún trámite y la fijación de plazos concretos
para el resto de trámites que permanecen no obsta para que la duración
media de los procedimientos de extensión siga resultando excesiva (400
días de media antes del Real Decreto 718/2005 y casi 300 días después
del mismo).
Circunstancias todas que han llevado a que un sector de la
doctrina
sugiera,
cuando
menos,
considerar
la
oportunidad
de
prescindir del mecanismo de la extensión administrativa de los
convenios colectivos y establecer fórmulas alternativas, por ejemplo, su
sustitución por un Acuerdo de Cobertura de Vacíos de ámbito
intersectorial o por varios Acuerdos de Cobertura de Vacíos de ámbito
sectorial
o,
alternativamente,
mantenimiento
y
sustitución
como
fórmula
paulatina
por
más
una
prudente,
de
estas
su
dos
modalidades de Acuerdo de Cobertura de Vacíos (Sala Franco).
30
En este estado de situación, ocupados en la tarea de valorar la
viabilidad o utilidad de la institución de extensión de convenios
colectivos debe hacerse una mención asimismo a la reforma operada en
materia de legitimación, según la nueva redacción que contiene el
artículo 87 del ET, de manera que la actual legitimación empresarial
excepcional, ampliada, del precepto citado (materia que ha sido objeto
de un informe específico por la Cátedra, el número 324) coexiste en
efecto con las normas que amparan la extensión.
A este respecto, debe subrayarse cómo si bien la modificación
legal operada en los artículos 87 y 88 del ET por el Real Decreto
7/2011, de 10 de junio, de medidas urgentes para la reforma de la
negociación colectiva, no ha supuesto en efecto modificación alguna en
el marco normativo de aplicación sobre la extensión, no es menos
cierto, sin embargo –y así se ha subrayado por algún representante de
la doctrina-, que la nueva redacción de la norma, que ya hemos
reproducido, cuando refiere que “en aquellos sectores en los que no
existan asociaciones empresariales que cuenten con la suficiente
representatividad…
correspondientes
estarán
convenios
legitimadas
colectivos
de
para
sector
negociar
las
los
asociaciones
empresariales de ámbito estatal que cuenten con el 10 por 100 o más de
las empresas o trabajadores en el ámbito estatal, así como las
asociaciones empresariales de Comunidad Autónoma que reúnan los
requisitos señalados en la Disposición Adicional Sexta del ET”, si bien no
suprime la extensión administrativa de los convenios, sí ha reducido no
obstante su significación, una vez que brinda una solución legal a la
causa principal de las extensiones administrativas de convenios, como
es la ausencia de asociaciones empresariales legitimadas en un
determinado ámbito funcional y territorial (Sala Franco).
Semejantes argumentos deben, no obstante, cohonestarse con
otros que resultan más positivos en defensa de la virtualidad y utilidad
inherente
al
mecanismo
de
extensión
de
convenios
colectivos
(Rodríguez- Piñero). Así, con carácter general, se ha señalado también
31
que en la extensión no se produce tanto un fenómeno de heteronomía,
como de expansión de la autonomía colectiva, de aceptar la fuerza
expansiva implícita en el convenio colectivo, respetando la unidad de
contratación diseñada por las partes del convenio, bien que ampliando
el efecto extensivo y su ámbito subjetivo.
En línea con esta argumentación favorable a enraizar la extensión
en la autonomía y en la negociación colectiva, se afirma asimismo que,
sin desconocer el riesgo que puede representar la extensión a efectos de
control o de limitación de la autonomía colectiva, constituye asimismo
un instrumento para el fortalecimiento y profundización de la misma, si
se atiende a factores como el permitir la mayor difusión de los efectos
de la negociación colectiva, junto con el refuerzo de los objetivos
reguladores de la defensa colectiva de intereses propios del convenio
colectivo, así como la asunción de una vocación expansiva de la
regulación colectiva y de la función representativa de las partes
sociales.
Tales consideraciones a favor de la extensión de los convenios
colectivos no ocultan la existencia de una cierta imprecisión y falta de
cautelas en la regulación legal que contiene el artículo 92.2 del ET,
corregida solo en parte con ocasión de su desarrollo reglamentario,
como ha tenido ocasión de señalar la doctrina, obligando a una
relectura de la institución a la luz de la Constitución, y asegurar así
una delimitación más exacta y rigurosa del papel de la extensión como
mecanismo supletorio para llenar vacíos normativos (Rodríguez Piñero).
Sin olvidar, en este sentido, la rica polémica doctrinal suscitada
entorno a la naturaleza del acto de extensión, condicionada por las
repercusiones que dicha naturaleza proyectaba en el reparto de
atribuciones, constitucional y estatutario, entre el Estado y las
Comunidades Autónomas (M. E. Casas Baamonde). En este sentido, el
Tribunal Constitucional afirmó, en sus Sentencias 86 y 102/1991, la
competencia de las Comunidades Autónomas para extender convenios
colectivos “dentro de sus respectivos ámbitos territoriales”, aunque el
32
ámbito territorial del convenio colectivo a extender no coincida con el
propio de la Comunidad Autónoma, lo que confirma el artículo 2 del
Reglamento de 2005. El de extensión es un mero acto de ejecución de la
legislación laboral estatal, no una norma, pues la norma, producto de la
negociación colectiva, sigue siendo el convenio colectivo que se extiende:
el acto de extensión “no crea una norma nueva, sino que se limita a
declarar aplicable una ya existente —el convenio extendido— en ámbito
en el que inicialmente no lo era” (STC 86/1991, FJ 4), sin alterarlo o
modificarlo “en su estructura, contenido o ámbito de aplicación”,
respecto del que el acto de extensión es un elemento meramente
“accidental y externo” (STS de 23 de enero de 1995). De ahí el carácter
excepcional del procedimiento de extensión, subsidiario del derecho
constitucional de negociación colectiva. Y de ahí también que durante la
extensión permanezca abierta la facultad de las partes afectadas de
promover la negociación de un convenio propio ante la eventual
modificación o desaparición de las circunstancias impeditivas de éste y
legitimadoras de aquélla, que, de concluir con la celebración del
convenio, se comunica al órgano administrativo competente a fin de que
dicte resolución dejando sin efecto la extensión (artículo 11.1 del RD
718/2005).
De manera que la extensión de un convenio colectivo
constituye una forma excepcional para la integración de lagunas, a
través de productos de la autonomía colectiva, en la regulación
profesional convencional, siendo el acto de extensión un “elemento para
la integración de una laguna de regulación [convencional colectiva] en
otro ámbito” o unidad de negociación.
La suma de los distintos elementos analizados, a favor y en
contra de la virtualidad de la extensión de convenios colectivos como
mecanismo para mejorar la cobertura de la negociación colectiva, desde
todas las perspectivas examinadas, y especialmente desde la reforma de
los requisitos legales de legitimación negocial de las asociaciones
empresariales, contenidos en los arts. 87.3 y 88.2 del ET, por el Real
Decreto-ley 7/2011, permite constatar seguramente una pérdida
33
paulatina de su significación. Valoración que, no obstante, debe
ponderarse también con dos elementos que merecen una mención
singular.
En primer lugar, el hecho de que semejante rebaja progresiva en
el protagonismo de la extensión de convenios no significa, sin embargo,
que hayan desaparecido los vacíos de regulación. Y, en segundo lugar,
que subsistiendo la problemática inherente a esos vacíos de regulación,
parece muy lejana la consolidación de algún mecanismo alternativo, por
ejemplo, en clave de lo que se apuntaba en epígrafes anteriores respecto
del
hecho
de
considerar
seriamente
la
oportunidad
de
hacer
desaparecer la institución de la extensión administrativa de los
convenios colectivos para sustituirla, por ejemplo, bien por un Acuerdo
de Cobertura de Vacíos de ámbito intersectorial, bien por varios
Acuerdos de Cobertura de Vacíos de ámbito sectorial, a modo de
sustitución paulatina (Sala Franco).
Nos resta abordar la problemática que a la utilización de los
procedimientos
de
extensión
añade
la
nueva
regulación
legal,
introducida en el ET por la Ley 3/2012, de la ultraactividad de los
convenios colectivos: “Transcurrido un año desde la denuncia del
convenio colectivo sin que se haya acordado un nuevo convenio o
dictado un laudo arbitral, aquél perderá, salvo pacto en contrario,
vigencia y se aplicará, si lo hubiere, el convenio colectivo de ámbito
superior que fuera de aplicación” (artículo 86.3, párrafo cuarto).
Con independencia de que la regla legal de cobertura del vacío
convencional producido por la extinción del convenio colectivo que ha
perdido su vigencia ultraactiva a través de la aplicación, si lo hubiere,
de un convenio colectivo de ámbito superior que sea de aplicación,
puede aproximarse a un procedimiento de extensión ex lege (J. Agustí,
C.L. Alfonso, J. Aparicio, A. Baylos, J. Cabeza, M.E. Casas, J. Cruz, M.
F. Fernández, J.L. Goñi, J. López Gandía, A. Merino, C. Molina), o a un
acuerdo de adhesión, al poder disponer el acuerdo de las partes de esa
regla de solución y necesitar su aplicación, al menos, de la decisión
34
empresarial comunicada a los representantes de los trabajadores (M. E.
Casas Baamonde), es lo cierto que el supuesto del agotamiento de la
eficacia ultraactiva del convenio colectivo no es –no lo será en la mayor
parte de los casos- coincidente con el de la extensión de convenios
colectivos. Pues en la pérdida de ultraactividad del convenio colectivo
habrá operado el desacuerdo en el negociación durante –salvo pacto en
contrario- el plazo legal de un año desde la denuncia del convenio por
parte legitimada, normalmente la parte empresarial tras la reforma legal
de 2012, provistos los empresarios en la negociación de esa nueva y
poderosa arma de pérdida de efectos del convenio denunciado y en
proceso de revisión a fecha cierta
y desprovistos los representantes
sindicales de los trabajadores de la técnica que mantenía el convenio
colectivo anterior indefinidamente, en tanto no fuese sustituido por otro
posterior, estatutario o extraestatutario.
Aunque pueda darse un proceso de disolución de la asociación
empresarial durante la negociación de sustitución del convenio colectivo
denunciado, el agotamiento de la ultraactividad del convenio no se
corresponderá con supuestos de ausencia de partes legitimadas para
negociar, que es el presupuesto de los procedimientos de extensión. De
modo que, extinto el convenio colectivo denunciado sin haberse logrado
acuerdo –o laudo arbitral-, si no existiese convenio colectivo superior de
aplicación, las partes legitimadas para negociar no podrán acudir a la
extensión de otro convenio colectivo para cubrir el vacío negocial, sino
que deberán seguir negociando con las condiciones del convenio
colectivo extinto incorporadas a los contratos de los trabajadores.
Pero si, denunciado un convenio y perdida su ultraactividad se
produjera la ausencia de la parte empresarial legitimada para negociar
(por disolución de la asociación empresarial, siguiendo con el ejemplo),
es evidente que el supuesto podría facultar a la parte sindical a
negociar, durante el periodo cubierto por la extensión, un nuevo
convenio sectorial con las asociaciones empresariales de ámbito estatal
que cuenten con el 10 por ciento o más de las empresas o trabajadores
35
en el ámbito estatal, así como las asociaciones empresariales de
Comunidad Autónoma que cuenten en ésta con un mínimo del 15 por
ciento de las empresas o trabajadores (artículo 87.3 ET), que ha de ser
procedimiento preferente, como ejercicio de la autonomía y negociación
colectiva,
al excepcional de extensión; o, podría sostenerse también,
aunque no sin ciertas dificultades, que la parte sindical legitimada para
negociar
podría,
alternativamente,
a
su
elección,
acogerse
al
procedimiento de extensión, pues en su ámbito de negociación propio
no habría parte empresarial legitimada para negociar, interpretando en
este sentido estricto el supuesto y el enunciado normativo del artículo
92.2 del ET. La imposibilidad de suscribir en dicho ámbito un convenio
colectivo de los previstos en este Título III, debida a la ausencia de
partes legitimadas para ello en ese ámbito, sería la finalidad atendida
por el artículo 92.2 para permitir poner en marcha el procedimiento de
extensión. Lo que, en términos prácticos, significaría dejar en manos de
los sindicatos legitimados para negociar la iniciativa de negociar un
convenio colectivo con las nuevas reglas de legitimación ampliada o
subsidiaria de los artículos 87.3 y 88.2 del ET, o de solicitar la
extensión de las disposiciones de un convenio colectivo en vigor porque
en su unidad o ámbito de negociación no hay parte legitimada para
negociar, no obstante esa legitimación negocial ampliada o subsidiaria a
que se ha hecho referencia.
9. CONCLUSIONES
1) La primera de las cuestiones que plantea el escrito de petición
del Informe hace referencia al supuesto de un sector que proviene de
una extensión previa pero que ha visto finalizar la vigencia del convenio
extendido, para el que se solicita la mera renovación de la extensión
prevista en el Real Decreto 718/2005, interrogándose específicamente
acerca de la existencia o no de algún género de cortapisas para validar
dicha extensión.
36
2) En relación con este interrogante la lectura del artículo 92.2
del ET evidencia que para poder extender el convenio colectivo debe
estar “en vigor”. Afirmación que tiene, cuando menos dos consecuencias
concretas. En primer lugar, la autoridad laboral debe comprobar que el
convenio esté firmado y publicado, pues de no ser así deberá rechazar
la extensión, aun cuando constate que hay una situación de vacío
convencional. Y en segundo lugar, la autoridad laboral debe rechazar
asimismo la extensión cuando el convenio colectivo está denunciado
3) Con el nuevo reglamento que aprobó el Real Decreto 718/2005
se ha producido un cambio importante en este punto, de manera que
en la versión renovada del citado Real Decreto la autoridad laboral
puede extender también aquellos convenios que se hallen en situación
de prórroga automática por falta de denuncia o por denuncia
intempestiva o irregular, así como la prorrogada por ultraactividad, una
vez que el artículo 9.2 del mismo Real Decreto 718/2005 dispone que
“aplicación del convenio colectivo extendido surtirá efectos desde la
fecha de presentación de la solicitud hasta la finalización de la vigencia
inicial o prorrogada del convenio colectivo extendido”.
4) Continuando con el repaso de las hipótesis directa o
indirectamente relacionadas con la cuestión que plantea el escrito de
solicitud del Informe, a partir de la redacción del artículo 10 del Real
Decreto 718/2005, cuando señala que “Sustituido un convenio
extendido por un nuevo convenio colectivo, las partes legitimadas
podrán solicitar del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales o del
órgano correspondiente de las comunidades autónomas, en el plazo de
un mes contado desde la publicación en el Boletín Oficial del Estado o
en el diario oficial de la comunidad autónoma correspondiente del
nuevo convenio colectivo, que se dicte una nueva resolución sobre la
necesidad de extender el nuevo convenio publicado, por no haberse
modificado las circunstancias que dieron lugar a la extensión inicial, y
se acompañarán las consideraciones que se estimen oportunas sobre su
necesidad”,
puede
concluirse
que
si
bien
no
se
previenen
37
normativamente especiales precauciones o cortapisas para validar la
extensión en la hipótesis concreta que regula el artículo 10 del Real
Decreto 718/2005, no es menos cierto también que la renovación de la
solicitud en el supuesto que se contempla no puede catalogarse en
cualquier
caso
como
una
renovación
automática
o
puramente
mecánica, disponiéndose por el contrario la incorporación sucesiva de
una serie de cautelas, en los términos que se desarrollan en el apartado
correspondiente del presente Informe.
5) Previsiones que reproduce, en términos similares, el artículo
11.2 del Real Decreto 718/2005 para aquellas hipótesis de finalización
de la vigencia inicial de un convenio colectivo que hubiera sido objeto de
extensión, cuando las partes legitimadas para solicitar la extensión de
convenios colectivos tuvieran conocimiento de la existencia de un
convenio colectivo más acorde con la realidad sociolaboral de su
ámbito.
6) En relación con el segundo de los interrogantes suscitados en
el escrito de solicitud del presente Informe, respecto de las posibles
especialidades que puedan concurrir para el caso de tratarse de
sectores provenientes del Acuerdo Interprofesional sobre Cobertura de
Vacíos (ACV), es lo cierto que la celebración del mismo bajo el amparo
legal del artículo 83.3 del ET concreta la facultad que disponía el
precepto en relación con las organizaciones sindicales y las asociaciones
patronales más representativas de carácter estatal o de Comunidad
Autónoma para elaborar acuerdos sobre materias concretas, con el
propósito definido de hacer bueno el mandato que contenía la
disposición transitoria sexta del ET en relación con la derogación de las
Ordenanzas de Trabajo.
7) Configurado el ACV con un carácter excepcional, transversal a
distintos sectores como norma general, las partes firmantes afirmaron
el carácter circunstancial de este tipo de regulación, para su sustitución
por instrumentos “normalizados” de regulación de las relaciones
38
laborales en los sectores, como son la negociación colectiva y los
mecanismos para la extensión de convenios colectivos preexistentes.
8) A pesar de la intencionalidad que movió la suscripción del ACV,
el paso del tiempo ha permitido comprobar que, en numerosos sectores
de actividad, lo que era una situación de déficit negocial aparentemente
“coyuntural”, vinculado al momento preciso de derogación de las
Ordenanzas Laborales, ha terminado convirtiéndose en una realidad
duradera, habida cuenta de que la negociación colectiva no ha
terminado de ganar esos espacios, huérfanos todavía de regulación
convencional ordinaria o típica. Sin embargo, semejante circunstancia
no transforma a posteriori el carácter ni la naturaleza originaria del
ACV, como tampoco su ámbito de aplicación ni su vigencia temporal de
cinco años, concluida en 2002.
9) La persistencia de vacíos de cobertura al término del
quinquenio de vigencia del ACV dio lugar a una situación que, si bien
no querida, aparece prevista como posible en el propio Acuerdo,
concretamente, en el último inciso del párrafo segundo del artículo 4.3
del ACV, donde se afirma literalmente que “En el caso que persistan
vacíos de cobertura, las organizaciones firmantes de este Acuerdo se
comprometen a cubrirlos definitivamente en las instancias oportunas
mediante la extensión de Convenios Colectivos”. Bien que, con la
referencia puesta en los actos de extensión de convenios que regula el
artículo 92.2 del ET, su condición de mecanismo heterónomo no ha
escapado tradicionalmente a un cierto cuestionamiento por parte de la
doctrina, subrayando la insuficiencia de garantías que ofrecen los
instrumentos dispuestos por el ordenamiento para enfrentar eventuales
situaciones de cobertura de vacíos. Reparo efectuado respecto de la
extensión de un convenio colectivo en vigor, puesto que no tiene porqué
existir siempre un convenio útil y susceptible de extensión.
10) Sea como fuere, se infiere claramente que la alternativa por la
que optaron las partes firmantes del ACV para la hipótesis que se
analiza fue la extensión de convenios colectivos que regula el artículo
39
92.2 del ET, y no la extensión del ámbito temporal del ACV. Prórroga
que no solo no se previó, sino que quedó descartada, una vez que las
partes eligieron expresamente la extensión de los convenios colectivos
como fórmula para paliar los posibles vacíos de regulación que
pudieran perdurar como consecuencia del mantenimiento, a su vez, de
las situaciones de déficit negocial.
11) En definitiva, poniendo en relación la posibilidad de extensión
de convenios que regula el artículo 92.2 del ET con todo lo dicho
respecto de los sectores provenientes del ACV, se concluye que sus
partes firmantes quedaron comprometidas en aquel Acuerdo en la
cúspide a acogerse al régimen jurídico aplicable a la extensión. De ahí
que los sectores provenientes del ACV hayan constituido un supuesto
habitual para la aplicación de la extensión de convenios, según se
regula en el precepto citado.
12) La siguiente cuestión que se plantea es si puede una
asociación empresarial impedir la extensión por no haberse agotado los
presupuestos de negociación colectiva que pudiera existir en el citado
ámbito. Y ello alegando que cuenta con la legitimación plena y
suficiente para suscribir un convenio estatutario en el ámbito sectorial
para el que se solicite la extensión, de forma similar a la legitimación
que se da en el banco sindical que ha planteado la extensión.
13) La respuesta que nos merece el interrogante suscitado es que,
efectivamente, la asociación empresarial podría impedir la extensión
para el caso de no haberse agotado los presupuestos de negociación
colectiva que pudiera existir en el citado ámbito de negociación para el
que se pretende la extensión. En este sentido, no puede olvidarse que
el artículo 92.2 del ET, incluso desde su redacción originaria de 1980,
ha sido objeto de una interpretación restrictiva del motivo justificante o
habilitante
del
procedimiento
administrativo
de
extensión,
considerándose la extensión como un mecanismo absolutamente
excepcional que solo debe operar en los supuestos de imposibilidad
estructural para negociar un convenio colectivo y no cuando existen
40
partes legitimadas para hacerlo. Valoración concorde con lo afirmado
por la autoridad laboral, ya durante ese primer período, en orden a que
las eventuales dificultades que puedan surgir en las negociaciones
como consecuencia del tradicional y lógico antagonismo de los agentes
sociales en la defensa de sus respectivos intereses deben resolverse a
través de las consiguientes deliberaciones y transacciones y llegado el
caso por las vías de conflicto colectivo y jurisdiccional previstas por el
ordenamiento jurídico, pero no mediante la extensión de convenios
colectivos.
14) Ese entendimiento restrictivo del procedimiento de extensión
de convenios colectivos fue posteriormente confirmado por la Ley
24/1999, de 6 de julio, por la que se modifica el artículo 92.2 del texto
refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, aprobado por Real
Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo, referido a la extensión de
convenios colectivos, , certificando en el plano legal lo que era ya una
realidad en la práctica. De modo que la extensión, antes y ahora, se
configura como un mecanismo de cobertura de vacíos normativos,
producto de la insuficiencia de partes para negociar, condicionada a
que la pluralidad de empresas y trabajadores o sector o subsector de
actividad no estén vinculados ya por otro convenio, cualquiera que sea
su ámbito, y que ello, además, sea debido a la ausencia de partes
legitimadas para suscribir en dicho ámbito un convenio colectivo de los
previstos en el Título III del ET.
15) De esta forma, no resulta legalmente factible la extensión,
aunque no haya un convenio colectivo, si hay posibilidad de constituir
válidamente la comisión negociadora para celebrarlo. Razón por la cual,
casi la mitad de los expedientes de extensión de convenio colectivo han
concluido con una resolución administrativa desestimatoria, una vez
que a lo largo de su tramitación se comprueba que en realidad sí hay
parte legitimada para negociar.
16) En el escrito propuesta del presente Informe se plantea
también si cabría la solicitud de extensión en un sector en el que se
41
hubiera disuelto la asociación empresarial con la que se viniera
negociando el convenio y, por efecto de la reforma operada en materia
de la ultraactividad, se hubiera producido el efecto de la extinción de
dicho convenio colectivo.
17) La misma lógica restrictiva inherente al mecanismo de la
extensión de convenios colectivos del artículo 92.2 del ET, que
subrayábamos en el apartado anterior afirmando positivamente la
posibilidad de que una asociación empresarial esté en condiciones de
impedir la extensión por no haberse agotado los presupuestos de
negociación colectiva que pudieran existir en el ámbito citado, puede
sostenerse ahora para reconocer la facultad de instar la solicitud de
extensión en un sector ante la disolución de la asociación empresarial
con la que se viniera negociando el convenio y por efecto de la reforma
operada en materia de ultraactividad haya tenido lugar la extinción de
dicho convenio colectivo, sin que exista convenio colectivo de ámbito
superior que fuera de aplicación.
18) El agotamiento de la eficacia ultraactiva del convenio colectivo
no extingue la unidad de negociación. Si no existe convenio colectivo de
ámbito superior aplicable para salvar el vacío convencional colectivo
que produce el agotamiento de la eficacia ultraactiva del convenio
colectivo denunciado y en revisión (artículo 86.4, último párrafo, del
ET), la unidad de negociación no se extingue, manteniéndose la
obligación de negociar de las partes negociadoras, pues precisamente,
en tal supuesto, se trataría de “revisar un convenio ya vencido” (artículo
89.1, párrafo segundo, del ET). Incluso existiendo convenio colectivo de
ámbito superior aplicable, la obligación de negociar el convenio colectivo
propio que ha perdido vigencia definitivamente no se extingue, y con
esa obligación no se extingue la unidad de negociación, si las
condiciones de trabajo del convenio de ámbito superior no fueran
coextensas con las del convenio colectivo desaparecido. Sólo si las
partes aceptan la aplicación del convenio colectivo de ámbito superior
como
mecanismo
de
solución
definitiva
del
vacío
convencional
42
producido por la pérdida de vigencia del convenio propio la unidad de
negociación anterior habrá desaparecido subsumida en la de ámbito
superior, sin que eso signifique impedir a los negociadores volver a un
convenio colectivo de su ámbito propio porque el de ámbito superior
que se aplique esté reforzado con la prohibición de concurrencia del
artículo 84 de ET.
19) Cuestión distinta es la disolución de la asociación empresarial
legitimada para negociar en una determinada unidad de negociación y
sus efectos sobre ésta, habiendo perdido eficacia ultraactiva el convenio
colectivo anterior que la regía. Tampoco en este supuesto se habrá
extinguido la unidad de negociación, sino que ésta habrá quedado sin
convenio colectivo y sin parte empresarial (asociación de tal naturaleza
constituida conforme a la Ley 19/1977, de 1 de abril) legitimada para
negociar, entrando de lleno en la hipótesis normativa de la extensión de
convenios colectivos regulada en el artículo 92.2 del ET.
20) El supuesto del agotamiento de la eficacia ultraactiva del
convenio colectivo no es –no lo será en la mayor parte de los casoscoincidente con el de la extensión de convenios colectivos. Pues en la
pérdida de ultraactividad del convenio colectivo habrá operado el
desacuerdo en el negociación durante –salvo pacto en contrario- el plazo
legal de un año desde la denuncia del convenio por parte legitimada,
normalmente la parte empresarial tras la reforma legal de 2012,
provistos los empresarios en la negociación de esa nueva y poderosa
arma de pérdida de efectos del convenio denunciado y en proceso de
revisión a fecha cierta y desprovistos los representantes sindicales de
los trabajadores de la técnica que mantenía el convenio colectivo
anterior indefinidamente, en tanto no fuese sustituido por otro
posterior, estatutario o extraestatutario.
21) Aunque pueda darse un proceso de disolución de la
asociación empresarial durante la negociación de sustitución del
convenio colectivo denunciado, el agotamiento de la ultraactividad del
convenio no se corresponderá, de ordinario, con supuestos de ausencia
43
de partes legitimadas para negociar, que es el presupuesto de los
procedimientos de extensión. De modo que, extinto el convenio colectivo
denunciado sin haberse logrado acuerdo –o laudo arbitral-, si no
existiese
convenio
colectivo
superior
de
aplicación,
las
partes
legitimadas para negociar no podrán acudir a la extensión de otro
convenio colectivo para cubrir el vacío negocial, sino que deberán seguir
negociando
con
las
condiciones
del
convenio
colectivo
extinto
incorporadas a los contratos de los trabajadores (Sentencia del Tribunal
Supremo de 17 de diciembre de 2014).
22) En relación con la viabilidad o utilidad de la
institución de extensión, a la vista de las distintas referencias
normativas mencionadas
–Real Decreto 718/2005, Real Decreto
1362/2012, reforma en materia de legitimación negociadora (artículos
87 y 88 ET) por el Real Decreto-ley 7/2011, y la ulterior reforma sobre
ultraactividad (artículo 86.3 ET), operada por la Ley 3/2012-, se puede
afirmar que el fenómeno de la extensión de convenios colectivos
desempeña un papel cada vez más marginal en el sistema de relaciones
laborales, tanto si se tiene en cuenta el número de extensiones como
desde el punto de vista de su capacidad real para cubrir vacíos de
cobertura
convencional
colectiva.
Sin
embargo,
la
disminución
advertida en el número de extensiones no significa que hayan
desaparecido los vacíos de regulación. Al contrario, existen todavía
numerosos sectores y subsectores donde no hay convenio colectivo.
Fenómeno que se explica porque semejantes vacíos no obedecen, en
verdad, a la ausencia de sujetos negociadores, sino a problemas de
interlocución y de negociación de posiciones alejadas, notablemente
como consecuencia de la reforma de 2012 que ha desequilibrado la
relación de poder entre las representaciones de los empresarios y las
sindicales a favor de las primeras, que impiden la consecución de un
acuerdo de negociación colectiva. En este sentido, conforme refiere la
Memoria del CES para 2013, la evolución de la negociación colectiva en
ese año profundizó algunas tendencias observadas en el período de la
crisis, fundamentalmente una disminución en el número de convenios
44
registrados y de trabajadores afectados debida al fuerte descenso de las
revisiones de convenios registradas. Así, hasta diciembre de 2013
habían entrado en el registro 920 convenios colectivos menos que en
2012 y estaba afectado en torno a un millón menos de trabajadores.
Ello fue debido a la fuerte disminución, en 1.301, de las revisiones de
convenios, sobre todo de ámbito de empresa (1.094 menos), reflejando
las dificultades habidas en una parte de la negociación colectiva en
torno a los pactos de revisión salarial para años sucesivos.
23) Por su parte, respecto del procedimiento de extensión de los
convenios colectivos, se constata asimismo cómo la aprobación del Real
Decreto 718/2005 no ha tenido en la práctica los efectos que se
esperaban, toda vez que la supresión de algún trámite y la fijación de
plazos concretos para el resto de trámites que permanecen no obsta
para que la duración media de los procedimientos de extensión siga
resultando excesiva (400 días de media antes del Real Decreto
718/2005 y casi 300 días después del mismo).
24) Circunstancias todas que han llevado a un sector de la
doctrina a considerar la oportunidad de prescindir del mecanismo de la
extensión administrativa de los convenios colectivos y establecer
fórmulas alternativas, por ejemplo, su sustitución por un Acuerdo de
Cobertura de Vacíos de ámbito intersectorial o por varios Acuerdos de
Cobertura de Vacíos de ámbito sectorial o, alternativamente, como
fórmula más prudente, optar por su mantenimiento y sustitución
paulatina por una de estas dos modalidades de Acuerdo de Cobertura
de Vacíos.
25) En este orden de cosas, debe subrayarse también que si bien
la modificación legal operada en el artículo 87 del ET con ocasión del
Real Decreto 7/2011, no ha supuesto, en efecto, modificación formal
alguna en el marco normativo regulador del procedimiento de extensión,
no es menos cierto, sin embargo –y así se ha subrayado por la doctrina, que la nueva redacción del artículo 87.3, último párrafo, del ET, que
otorga legitimación negocial inicial “en aquellos sectores en los que no
45
existan asociaciones empresariales que cuenten con la suficiente
representatividad […] a […] las asociaciones empresariales de ámbito
estatal que cuenten con el 10 por 100 o más de las empresas o
trabajadores
en
el
ámbito
estatal,
así
como
las
asociaciones
empresariales de Comunidad Autónoma que reúnan los requisitos
señalados en la Disposición Adicional Sexta del ET”, aunque no suprime
la extensión administrativa de los convenios, sí ha proporcionado no
obstante un “golpe de gracia” a la misma, una vez que ha dado solución
a la causa principal de las extensiones administrativas de convenios,
como es la ausencia de asociaciones empresariales legitimadas para
negociar convenios colectivos estatutarios de sector en un determinado
ámbito funcional y territorial. Por su parte, el artículo 88.3 del ET,
reformado también por el Real Decreto-ley 7/2011, ha flexibilizado la
legitimación negocial plena, interviniente o negociadora, determinando
que “en aquellos sectores en los que no existan asociaciones
empresariales que cuenten con la suficiente representatividad, se
entenderá válidamente constituida la comisión negociadora cuando la
misma esté integrada por las organizaciones empresariales estatales o
autonómicas referidas en el párrafo segundo del artículo 87.3 c)”,
efectuándose “el reparto de los miembros de la comisión negociadora
[…]
en
proporción
a
la
representatividad
que
ostenten
las
organizaciones sindicales o empresariales en el ámbito territorial de la
negociación” (párrafos tercero y cuarto).
26) Los argumentos expuestos deben, no obstante, cohonestarse
con otros que resultan más positivos en defensa de la virtualidad y
utilidad inherente al mecanismo de extensión de convenios colectivos.
Así, con carácter general, se ha señalado también que en la extensión
no se produce tanto un fenómeno de heteronomía, como de expansión
de la autonomía colectiva, de reconocimiento y aceptación de la fuerza
expansiva implícita en el convenio colectivo, respetando la unidad de
contratación diseñada por las partes del convenio, bien que ampliando
el efecto extensivo y su ámbito subjetivo.
46
27) En línea con esta argumentación favorable, se afirma
asimismo cómo, sin desconocer el riesgo que puede representar la
extensión a efectos de control o de limitación de la autonomía colectiva,
constituye
asimismo
un
instrumento
para
el
fortalecimiento
y
profundización de la misma, si se atiende a factores como el permitir la
mayor difusión de los efectos de la negociación colectiva, junto con el
refuerzo de los objetivos reguladores de la defensa colectiva de intereses
propios del convenio colectivo, así como la asunción de una vocación
expansiva de la regulación colectiva y de la función representativa de
las partes sociales.
28) La suma de los distintos elementos analizados, a favor y en
contra de la virtualidad de la extensión de convenios colectivos como
mecanismo para mejorar la cobertura de la negociación colectiva, desde
todas las perspectivas examinadas permite constatar, seguramente,
una pérdida paulatina de su significación. Esta valoración debe, no
obstante, ponderarse con dos elementos que merecen una mención
singular. En primer lugar, el hecho de que dicha rebaja progresiva del
protagonismo de la extensión de convenios no significa sin embargo que
hayan desaparecido los vacíos de regulación, de forma que, por el
contrario, existen todavía numerosos sectores y subsectores en los que
no hay convenio colectivo. Vacíos de regulación que obedecen por tanto
no a la ausencia de sujetos negociadores y sí a problemas de
interlocución que impiden la consecución de un acuerdo de negociación
colectiva. Y en segundo lugar, que subsistiendo la problemática
inherente
a
esos
vacíos
de
regulación,
parece
muy
lejana
la
consolidación de algún mecanismo alternativo, por ejemplo, en clave de
lo que se apuntaba en epígrafes anteriores respecto al hecho de
considerar
seriamente
la
oportunidad
de
hacer
desaparecer
la
institución de la extensión administrativa de los convenios colectivos
para sustituirla, por ejemplo, bien por un Acuerdo de Cobertura de
Vacíos de ámbito intersectorial, bien por varios Acuerdos de Cobertura
de Vacíos de ámbito sectorial, a modo de sustitución paulatina.
47
29) Si, denunciado un convenio y perdida su ultraactividad se
produjera la ausencia de la parte empresarial legitimada para negociar
(por disolución de la asociación empresarial, por ejemplo), es evidente
que el supuesto podría facultar a la parte sindical a negociar, durante
el periodo cubierto por la extensión, un nuevo convenio sectorial con las
asociaciones empresariales de ámbito estatal que cuenten con el 10 por
ciento o más de las empresas o trabajadores en el ámbito estatal, así
como las asociaciones empresariales de Comunidad Autónoma que
cuenten en ésta con un mínimo del 15 por ciento de las empresas o
trabajadores (artículo 87.3 ET), que ha de ser procedimiento preferente,
como ejercicio de la autonomía y negociación colectiva, al excepcional
de extensión.
30) Podría sostenerse también que la parte sindical legitimada
para negociar podría, alternativamente, a su elección, acogerse al
procedimiento de extensión, pues en su ámbito de negociación propio
no habría parte empresarial legitimada para negociar, interpretando en
este sentido estricto el supuesto y el enunciado normativo del artículo
92.2 del ET. La imposibilidad de suscribir en dicho ámbito un convenio
colectivo de los previstos en este Título III, debida a la ausencia de
partes legitimadas para ello en ese ámbito, sería la finalidad atendida
por el artículo 92.2 para permitir poner en marcha el procedimiento de
extensión. En términos prácticos, ello significaría dejar en manos de los
sindicatos legitimados para negociar la iniciativa de negociar un
convenio colectivo con las nuevas reglas de legitimación ampliada o
subsidiaria de los artículos 87.3 y 88.2 del ET, o de solicitar la
extensión de las disposiciones de un convenio colectivo en vigor porque
en su unidad o ámbito de negociación no hay parte legitimada para
negociar, no obstante la legitimación negocial ampliada o subsidiaria de
los citados artículos 87.3 y 88.2 del ET.
48
Este es nuestro informe sometido a otro mejor fundado en
Derecho.
49
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