Exposiciones LA EXPOSICIÓN TIZIANO EN EL PRADO Gabriele Finaldi1 Gabriele Finaldi es doctor en Historia del Arte por el Courtauld Museo Nacional del Prado Madrid Institute of Art de Londres. En 1992 es nombrado conservador de pintura italiana y española en la National Gallery de Londres y en 2002 pasa a ser director adjunto de conservación e investigación en el Museo Nacional del Prado. Volviendo los ojos atrás, dentro del denso programa de actividades que presentó el Museo del Prado en el año 2003 la exposición que quizás para mí significó más fue la que en los meses de verano (9 de junio – 7 de Septiembre) se dedicó a Tiziano, artista predilecto de Carlos V y Felipe II. Fuera de Venecia, donde el pintor pasó su larga vida, las salas del Museo constituyen casi su segunda casa, ya que en ningún otro sitio se conservan tantas obras como en ellas – hasta cuarenta entre obras autógrafas y de taller. Si se cuentan los dos cuadros del Museo Thyssen-Bornemisza (ambos estuvieron presentes en la exposición) y los que alberga el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, podemos afirmar que una parte importantísima de toda la producción pictórica de Tiziano se encuentra en la ciudad de Madrid y sus alrededores. La exposición -organizada en colaboración con la National Gallery de Londres cuyas colecciones del Tiziano joven complementan las de Madrid, más bien del Tiziano maduro y tardío- brindó al espectador la excepcional oportunidad de contemplar reunidas 65 obras del pintor, 35 de ellas procedentes de los fondos del Museo y el resto de diversas instituciones europeas y americanas. El Prado quiso rendir así tributo al artista que representa la base fundamental no sólo de su propia colección sino también de una forma de entender la pintura que hizo del color su principal valor expresivo, de enorme trascendencia en el arte posterior. Esta aspiración se materializó mediante la ubicación de la muestra en la Galería Central del Edificio Villanueva, el espacio más importante del Figura 1: Colocación en la Galería Central del Prado de las obras del Camerino de Alabastro Página anterior: Figura 2: Retrato ecuestre del emperador Carlos V en Mühlberg (Madrid, Museo Nacional del Prado) Museo, lo que permitió un fascinante diálogo visual entre Tiziano y sus principales herederos artísticos: Rubens, Van Dyck y Velázquez, expuestos en las salas adyacentes. Organizado en cinco ámbitos, el recorrido de la exposición combinaba criterios cronológicos y temáticos para abarcar toda la producción del artista y su taller, desde las obras de juventud hasta el “último Tiziano”. 1 E-mail: gabriele.finaldi@prado.mcu.es 215 Figura 3: La Venus de Urbino (Florencia, Galleria degli Uffizi) La primera sección “Orígenes (hasta 1516)”, ahondaba en los inicios de Tiziano, su relación con Giorgione y Giovanni Bellini (tema predilecto de los estudios actuales sobre el artista), y la paulatina superación de los problemas con la perspectiva y la anatomía. En “Apeles revivido (1516-1533)”, se abordó la producción de Tiziano tras la muerte de Bellini, cuando quedó cómo principal pintor veneciano e inició su proyección más allá de la ciudad al ser requerido por Alfonso d’Este, Duque de Ferrara, para quien realizó las pinturas mitológicas del Camerino d’alabastro (Figura 1), y, más tarde, por Federico Gonzaga, Duque de Mantua. Esta sección ofrecía la oportunidad excepcional de ver reunidas las obras de Tiziano para el camerino, La ofrenda a Venus y La Bacanal de los Andrios, junto al Festín de los dioses de Bellini (Washington, Nacional Gallery of Art), pintado unos años antes para el mismo camerino. La tercera sección, “De Bolonia a Augsburgo (1533-1551)” señaló 216 el ápice del prestigio social de Tiziano quien trabajó entonces para el Papa Paulo III y el Emperador Carlos V. Fue el momento de mayor dedicación al retrato y en esta sección se reunieron obras cómo Paulo III (Nápoles, Capodimonte), La Familia Vendramin (Londres, National Gallery) y el Retrato ecuestre de Carlos V del Prado que presidía la Galería Central del Museo en frente de ‘Las Meninas’ de Velázquez (Sala 12 del Museo) (Figura 2). En “El desnudo tumbado y las poesías” colgaron junto a las poesías encargadas por Felipe II a Tiziano que se conservan en el Prado, la Dánae de Capodimonte y la Venus de Urbino (Florencia, Galleria degli Uffizi) (Figura 3). En “El último Tiziano (1551-1576)” se pudo apreciar la evolución de su estilo final y confrontar las obras enviadas a Felipe II, las únicas documentadas, con otras sobre cuyo nivel de acabado disienten los especialistas. La exposición culminaba con un extraordinario grupo de obras tardías como El martirio de San Lorenzo, visto Exposiciones Figura 4: Martirio de San Lorenzo (Patrimonio Nacional, Monasterio de San Lorenzo de El Escorial) Figura 5: El castigo de Marsyas (Kromeriz, Palacio Arzobispal) por primera vez fuera del monasterio de El Escorial y restaurado para la ocasión, o El castigo de Marsias (Kromeriz, Palacio Arzobispal) (Figuras 4 y 5). enseñaron radiografías, se explicaron las intervenciones de restauración y se debatieron problemas puntuales de fecha de ejecución, nivel de participación del taller de Tiziano en algunas obras y la cuestión del “estilo tardío”. Para el Museo del Prado la exposición representaba la culminación de un largo proceso de restauración de las obras de la colección, y también de su estudio técnico e investigación histórica. Coordinador de todo el proyecto y comisario de la exposición fue Miguel Falomir, Jefe del Departamento de Pintura Italiana del Renacimiento, quien escribió la mayor parte del catálogo que contiene contribuciones de especialistas españoles y extranjeros como Charles Hope, Paul Hills, David Rosand, Fernando Marías, Jennifer Fletcher y Carmen Garrido. El catálogo se publicó en edición bilingüe (castellano e inglés) para asegurar la máxima proyección internacional de los resultados de la investigación. El Museo organizó el domingo antes de la inauguración una reunión de especialistas para presentar y debatir los contenidos de la exposición: se Acudieron al Prado para ver la exposición más de 360.000 personas y hubo un gran interés por parte de la prensa nacional y extranjera. El Burlington Magazine, máxima autoridad en el campo de las revistas académicas de historia del arte, dedicó dos reseñas a la exposición, una a la versión inglesa y otra a la edición más amplia del Museo del Prado. Sin duda este éxito fue motivo de mucha satisfacción para el Museo, pero también supone el reto para el futuro de trabajar concienzudamente con nuestra propia colección, profundizar la investigación sobre ésta, y difundir y compartir los resultados con un amplio público español e internacional, especialista y general. 217