Espiritualidad Misionera

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Espiritualidad Misionera
Los hombres de hoy dan la impresión de estar solamente en busca de prosperidad
material, por otro lado intentan dar sentido a sus vidas en un mundo deshumanizado y prueban
nuevos modos de concentración y de oración. Esta realidad ambigua, es un llamado a la Iglesia a
ofrecer a la humanidad el inmenso patrimonio espiritual que tiene.
En un momento en que la tolerancia religiosa se confunde con un mero sincretismo
religioso debemos dar gran importancia a la formación espiritual.
Comencemos viendo la diferencia que existe entre la espiritualidad religiosa y la
psicológica.
Espiritualidad Psicológica: elevación del espíritu sobre la materia o promoción de una fuerza
que nos ayuda a vivir mejor.
Espiritualidad religiosa: vivir según el Espíritu Santo, ser fieles a un carisma o gracia,
disponibilidad, generosidad. Significa también configuración con Cristo, imitación de Cristo,
semejanza, servicio, unión con Dios, perfección, etc.
Origen y significado del término espiritualidad: viene del griego Pneumátikos: “sostenido y
animado por el Espíritu de Dios” A comienzos del siglo pasado los teólogos franceses acuñaron
el sustantivo: Spiritualité (espiritualidad), siendo por mucho tiempo dicho termino patrimonio
católico.
Misión: aquí nos referimos a la misión apostólica o envío para anunciar y comunicar la
redención de Cristo, es decir, a la misión “ad gentes”: el primer anuncio del Evangelio, el
establecimiento de los signos permanentes de evangelización, la comunicación de la fe cristiana.
PROPIEDADES DE LA ESPIRITUALIDAD MISIONERA:
1. DIMENSIÓN TRINITARIA: tiene como origen, modelo y meta a la Trinidad. No nos
referimos a un Dios Creador y Conservador que mantiene las cosas que ha creado, a un
poder lejano y anónimo sino a un Dios que se manifiesta como Padre y nos da la vida como
hijos suyos. La presencia de Dios en nosotros es la presencia de la Santísima Trinidad. Padre
Hijo y Espíritu Santo morando en nosotros. La dimensión Trinitaria es la característica
fundamental de la espiritualidad cristiana en el ámbito personal, ya que la experiencia
fundamental es la del amor de Dios: el Padre nos ha justificado por la fe por medio de
nuestro Señor Jesucristo y ha derramado el amor en nuestros corazones por medio del
Espíritu Santo que se nos ha dado. (Rom. 5, 1-5) También lo es al nivel de experiencia,
comunitaria porque en la estructura carismática del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, está
activo el Padre que, por medio de Cristo en el Espíritu, lleva a cabo la salvación de los
hombres.
2. DIMENSIÓN CRISTOLÓGICA: la espiritualidad misionera es Cristiana porque la misión
nace de la fe en Jesucristo, y sólo en la fe se comprende y fundamenta la misión. La
espiritualidad tiene que ser cristocéntrica: “él que permanece en Mí y yo en él, ese da mucho
fruto... separados de Mí no pueden hacer nada”(Jn. 15, 5) El Cristianismo comienza con la
encarnación del Verbo. Aquí no es sólo el hombre quien busca a Dios, sino es Dios quien
viene en persona a hablar de sí al hombre y a mostrarle el camino por el cual es posible
alcanzarlo. En Cristo la religión ya no es un “Buscar a Dios a Tientas” sino una respuesta de
Fe a Dios que se revela. En Cristo se da un nuevo comienzo de todo, en El se cumplen los
anhelos de todas las religiones del mundo siendo por esto su única y definitiva culminación.
Además, es importante puntualizar la necesidad de una fe profunda en el Misterio de
Resurrección de Jesucristo como dice San Pablo “si Cristo no Resucitó, el mensaje que
predicamos no vale para nada, ni vale tampoco para nada la fe que tenemos” (Cor. 15, 14).
En la raíz de toda misión de la Iglesia, nos encontramos con una Persona: Cristo, el cual
llama y manda. Es el origen y a la vez el objeto de la misión evangelizadora. La nota esencial
de la espiritualidad misionera es la comunión íntima con Cristo porque no se puede
comprender y vivir la misión si no es con referencia a Cristo, como enviados a evangelizar
tenemos que tener los mismos sentimientos de Cristo. El misionero experimenta la presencia
de Cristo en todo momento, además, sabe que el Señor lo espera en cada hombre.
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3. DIMENSIÓN ECLESIAL: la espiritualidad misionera tiene que ser eclesial,
comprometida con la comunidad. Cristo quiso que fuera su Iglesia el lugar donde se lo
pueda encontrar. La Iglesia es un signo opaco pero a la vez luminoso de una presencia nueva
de Jesucristo, tanto de su partida como de su permanencia. Ella lo prolonga y lo continúa.
Juan Pablo II dice que “solo un amor profundo por la Iglesia puede sostener el celo del
misionero... La espiritualidad misionera se caracteriza, además, por la caridad apostólica...
Quien tiene espíritu misionero siente el ardor de Cristo por las almas y ama a la Iglesia como
Cristo con atención, ternura, compasión, acogida, disponibilidad, interés por los problemas
de la gente... el misionero es el hombre de la caridad, gastando la vida por el prójimo... el
misionero es el hermano universal por su apertura y atención a todos los hombres,
particularmente a los más pequeños y pobres... es signo del amor de Dios en el mundo... este
amor, hasta dar la vida, es para el misionero un punto de referencia” (RMI 89)
Cada uno con su ser y obrar sirve al crecimiento de la comunión eclesial y recibe
personalmente y hace suya la riqueza común de toda la Iglesia. El bien de todos se
convierte en el bien de cada uno, y el bien de cada uno se convierte en el bien de todos.
“En la Santísima Eucaristía se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia” (PO 5) No puede
darse una auténtica Vida Espiritual que no esté centrada en quien dijo: “Yo soy el pan que da
vida” (Jn 6, 35-51) “Tomen, esto es mi cuerpo”(Mc 14, 22)
Si hablamos de la Iglesia debemos también hablar de María. El Evangelio y la tradición
cristiana no separan nunca a María de la Iglesia. Ambas están unidas en una misma vocación
fundamental: la maternidad
4. DIMENSIÓN PNEUMOCÉNTRICA: la espiritualidad misionera “se expresa viviendo con
plena docilidad al Espíritu: ella compromete a dejarse plasmar interiormente por El, para
hacerse cada vez más semejante a Cristo”(RM 87) las Gracias y los Carismas del Espíritu
impulsan a impregnar con el Evangelio toda las situaciones humanas. Es la voz del Espíritu
mismo la que llama desde el corazón de cada comunidad, de cada pueblo, de cada
acontecimiento o situación social e histórica.” “El Espíritu Santo no es una fuerza anónima
para la misión, fue prometido y dado por Jesús como una Persona, que quedase íntimamente
unida al misionero en la realización de la salvación. Aquí está la gran novedad del Nuevo
Testamento. El Espíritu es una Persona en continuo diálogo con el misionero, en oración con
él y desde él, que lo conduce por los caminos “espirituales” y que le confiere esa capacidad
de poder continuar y actualizar la salvación operada por Jesús”.
Juan Pablo II dice que “el Espíritu Santo sigue siendo el protagonista trascendente de la
realización de la obra salvífica de Cristo en el espíritu del hombre y en la historia del
mundo... El Espíritu Santo actúa por medio de los Apóstoles, pero al mismo tiempo actúa
también en los oyentes... En todo está el Espíritu Santo que da la vida” (RMI 21)
“La característica de toda vida misionera auténtica es la alegría interior, que viene de la fe.
En un mundo angustiado y oprimido por tantos problemas, que tiende al pesimismo, el
anunciador de la Buena Nueva ha de ser un hombre que ha encontrado en Cristo la verdadera
esperanza” (RMI 91)
LA ESPIRITUALIDAD MISIONERA DEL CRISTIANO
Todo cristiano está llamado a la santidad y a la misión sin fronteras, aunque los caminos por los
cuales transitemos sean distintos. La Iglesia es por naturaleza misionera por ende todo cristiano
tiene una misión universal. Y todo lo que la Iglesia es tiene perspectivas misioneras y
universales. La obra misionera de la Iglesia no es de un grupo determinado o de un tiempo
específico sino responsabilidad de todos los cristianos.
En pocas palabras podemos decir que si la Iglesia es misionera la vida espiritual cristiana es
esencialmente misionera. El empeño en configurarnos con Cristo (parecernos a El), no lleva a
tener sus sentimientos, y sus intereses, pasan a ser los nuestros por eso nos abrimos a una misión
universal, nos importa la salvación de todos los hombres, por los cuales Cristo dio la vida.
“La vocación específica de cada cristiano es misión, según modalidades y grados diversos. Pero
siempre tiene perspectiva universal. Los carismas recibidos son para llevar a término una
misión que tiene derivaciones universales. Las características de esta misión dependerán del
alcance circunstancial de la misma (laical, religiosa, sacerdotal...) Pero siempre en la línea de
dejar para bien de la humanidad entera, una huella de Cristo y manifestar un aspecto de la
imagen de Dios amor.”
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