Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores Juan Antonio Moreno Murcia. Universidad de Murcia Celestina Martínez Galindo. Unidad de Investigación en Educación Física y Deportes David González-Cutre Coll. Universidad de Almería Eduardo Cervelló Gimeno. Universidad Miguel Hernández de Elche Resumen Los estudios realizados nos indican que se está produciendo un aumento considerable de la práctica físico-deportiva en la tercera edad, puesto que las personas mayores están empezando a aceptar y valorar sus posibilidades y limitaciones físicas. Así pues, estamos ante un importante cambio de mentalidad y pensamiento social a favor de la actividad física y el deporte. No obstante, debemos ser todavía cautos al respecto, ya que aún existe un porcentaje considerable de sedentarismo en esta población. La motivación juega un papel muy importante en la adherencia a la práctica deportiva, puesto que determina el inicio, mantenimiento y abandono de una conducta. De ahí la importancia de analizar los intereses y motivaciones que impulsan a las personas mayores a la práctica o al abandono de las actividades físicas, sobre todo, teniendo en cuenta los importantes beneficios que conllevan para su salud bio-psico-social. Los principales motivos aludidos por esta población para la práctica deportiva hacen referencia a hacer ejercicio físico, mantener o mejorar la salud, divertirse y relacionarse con gente. Además, existe un paralelismo bastante claro entre los motivos de práctica y los motivos de abandono, de tal forma que la falta de competencia, el conflicto de intereses, los problemas de tipo grupal y la falta de diversión suelen ser los motivos más citados en el caso del abandono deportivo. Si no se satisfacen los motivos que les llevaron a iniciarse en la práctica de un deporte, es lógico que cambien de actividad o abandonen la misma. El compromiso de las personas mayores con la actividad física vendrá determinado por su motivación. Por ello, los responsables de promover y ejecutar programas deportivos en la tercera edad deberán conocer los intereses y actitudes particulares de esta población y desarrollar actividades que aumenten la motivación y la diversión entre los practicantes. En este capítulo se proponen una serie de estrategias motivacionales para fomentar la adherencia a la práctica deportiva en la población mayor. En primer lugar, es fundamental concienciar a las personas mayores de los beneficios que lleva asociados la práctica deportiva, intentando eliminar los prejuicios sobre las limitaciones Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. físicas. Sería interesante desarrollar campañas de educación para la salud centradas en la tercera edad, en las que se recalcara la necesidad de llevar un estilo de vida activo. Esto supone el primer paso para incrementar su motivación y conseguir que acudan a los centros físico-deportivos. Aún es necesaria la labor informativa y educativa, sobre todo en la población de nivel cultural más bajo. Una vez que la persona mayor acude al centro de actividad físico-deportiva, se deben contemplar en la evaluación inicial diferentes aspectos para lograr que esta persona esté motivada con la práctica deportiva que va a realizar: motivos de práctica, expectativas respecto al programa y sobre su propia competencia, ansiedad social, apoyo de la familia y amigos, su historia de actividad física, actividad física cotidiana, preferencias y forma física. Tener en cuenta estos aspectos nos permitirá diseñar una programación adaptada al individuo, que le motive para continuar practicando. Además el técnico deportivo debe seguir una serie de pautas para fomentar la motivación más positiva hacia la práctica. Debe explicar claramente el propósito de las actividades, establecer objetivos de dificultad moderada y proporcionar un feedback positivo. Se debe involucrar a la persona mayor en el proceso, permitiéndole la elección en las actividades (objetivos, actividades, material, música, etc.). Resulta también importante tratar de concienciar a la persona mayor de que siempre podrá mejorar en algún aspecto. En definitiva, es necesario transmitir un clima motivacional centrado en el proceso y que implique a la tarea, en el que se prime el esfuerzo y la mejora personal, puesto que los motivos competitivos han pasado a un segundo plano. En esta edad cobra especial importancia el fomento de las relaciones sociales, el ambiente lúdico y recreativo y la vivencia de experiencias óptimas como el flow. Teniendo en cuenta estas pautas en las sesiones de actividad física con personas mayores, es probable que incrementemos su motivación autodeterminada, de tal forma que la práctica se realice por el propio placer y disfrute que les produce y por los beneficios que aprecian sobre su salud y calidad de vida. Se sentirán competentes, involucrados en el proceso y conectados con los demás. Todo esto les debería llevar a comprometerse en mayor medida con su práctica y a acudir con asiduidad al centro deportivo. Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. 1. Introducción: Evolución de la práctica físico-deportiva en las personas mayores A partir de la década de los sesenta se han ido sucediendo una serie de cambios culturales, tecnológicos, económicos e ideológicos que han afectado de manera desigual a las sociedades económicamente avanzadas. A este nuevo período se le conoce como posmodernidad y ha permitido el paso de los valores propios de la modernidad como eran el trabajo, el esfuerzo, la ética, lo colectivo y lo deportivo, entre otros, a nuevos valores y formas de pensar como son el ocio, el placer, la estética, el individualismo y lo neodeportivo (Gervilla, 1993). Así, en lo que se refiere al ámbito deportivo, ha surgido una nueva forma de entender el deporte y la actividad física, considerándola como una fuente fundamental que contribuye al desarrollo personal y social de los individuos, proporciona oportunidades para disfrutar, aprender nuevas habilidades motoras y cooperar con los demás, y permite aportar conocimientos sobre la necesidad e importancia de adoptar estilos de vida saludables. Estas transformaciones surgidas en la concepción de la práctica físicodeportiva de la era posmoderna discurren paralelamente a los cambios sociodemográficos que han tenido lugar en los países económicamente avanzados, como el avance del proceso de urbanización, la disminución de la población infantil y juvenil y el crecimiento de la población mayor. Posiblemente, de todas estas transformaciones, sea la referida al cambio evolutivo (crecimiento de la población mayor o de tercera edad y disminución de la población infantil o juvenil) la que haya ejercido un mayor impacto en el sistema social del deporte, provocando muchos de los cambios o evoluciones que en los últimos tiempos se están produciendo en torno a este ámbito, tales como la disminución del deporte federado, debido a que su práctica se asocia con la población más joven, el aumento de las prácticas físico-deportivas recreativas y saludables, así como el incremento de práctica físico-deportiva en el sector femenino. Así pues, se está produciendo un fenómeno relativamente nuevo que implica una estrecha relación entre la actividad deportiva y la salud en las etapas avanzadas de la Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. vida, esto es, en la tercera edad. Es por ello que estamos asistiendo a la aparición de una “nueva edad”, la que le sigue al final de las constricciones productivas y que antecede a la decadencia física, psíquica y social (Gaullier, 1988), que está generando uno de los destinos de participación deportiva más demandados por varias razones: Mejora la capacidad para realizar tareas que impliquen motricidad, coordinación, fuerza y resistencia. Produce diversos efectos sobre el organismo: reducción de peso, disminución de la presión sanguínea, regula el pulso, disminuye la tensión neuromuscular, mejora la fuerza y la flexibilidad, desarrolla la capacidad respiratoria, mejora la estabilidad emocional y, en general, retarda el envejecimiento (Mazzeo et al., 1998). Incide directamente en diversos aspectos psicológicos como la autoestima, el optimismo, la vitalidad y la voluntad, contribuye a la integración social y, en definitiva, mejora la calidad y el disfrute de la vida. Aunque los estudios llevados a cabo en esta área nos indican que estamos experimentando en la sociedad en general y en la tercera edad, en particular, un aumento considerable de práctica físico-deportiva, debemos ser todavía cautos al respecto, ya que aún existe un porcentaje considerable de sedentarismo en esta población. Entre las causas que conllevan a esta actitud pasiva podemos distinguir las que son ajenas a la propia actividad físico-deportiva, como son las nuevas tecnologías, el descenso de actividad física requerida en los trabajos, así como una mayor disponibilidad de medios de locomoción y un tipo de ocio que solo exige una actitud pasiva; y las que son propias y derivadas de la actividad físico-deportiva, como es la falta de motivación experimentada por los practicantes. Por todos es sabido que la inmovilidad e inactividad es el mejor y mayor agravante del envejecimiento y la incapacidad, de tal forma que, lo que se deja de realizar, pronto será imposible realizarlo. En este punto, el ejercicio físico puede instaurarse en los hábitos y estilos de vida de las personas mayores y, con ello, canalizar el ocio y contribuir a recuperar, conservar y mejorar la salud y la calidad de vida. Pero para ello, es necesario que los sujetos experimenten motivación y disfrute en la práctica físico-deportiva. 2. Motivos de práctica deportiva en las personas mayores El papel de la motivación en la vida de los sujetos resulta de gran importancia al permitir comprender una gran cantidad de conductas que aparecen en el entorno Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. educativo y deportivo, así como en el resto de ámbitos de la vida de una persona (Allen, 2003), debido a que, en el mundo de la actividad física y el deporte, se considera a la motivación como el producto de un conjunto de variables sociales, ambientales e individuales que determinan la elección de una actividad física o deportiva, la intensidad en la práctica de esa actividad, la persistencia en la tarea y, por último, el rendimiento (Escartí y Cervelló, 1994). De ahí la importancia de analizar los intereses y motivaciones que impulsan a las personas mayores a la práctica o al abandono de las actividades físicas, sobre todo, teniendo en cuenta los importantes beneficios que conllevan para su salud física y mental. Diferentes estudios estadísticos han sido realizados en los últimos tiempos para determinar la evolución deportiva de la población española (ver García Ferrando, 1998, 2001, 2006). Así, según los datos recogidos, el 70% de las personas mayores suelen dar paseos y acudir al parque, una proporción similar realizan compras y recados y un 10% manifiesta realizar deporte en un club o sociedad recreativa. Además, el 39% de las personas que tienen entre 55-64 años consideran que su forma física es buena o excelente. Lo que indica que no sólo está aumentando la esperanza de vida sino también la calidad de ésta. En cuanto a la frecuencia de práctica, el 51% de las personas de 55-64 años y el 54% de los mayores de 65, realizan actividad física 3 o más días por semana. En lo que respecta a los motivos que llevan a realizar práctica deportiva a los sujetos de edades por encima de los 55 años destacan: hacer ejercicio físico, mantener o mejorar la salud y la diversión, entre otros (Tabla 1). Tabla 1. Motivos de práctica de la población mayor de 55 años. Motivos Población mayor de 55 años Por hacer ejercicio físico 60% Por mantener y/o mejorar la salud 51% Por diversión y por pasa el tiempo 30% Porque les gusta el deporte 21% Por encontrarse con amigos 15% Por mantener la línea 11% Recientemente, Hellín, Moreno, y Rodríguez (2004) en su estudio sobre hábitos de práctica físico-deportiva llevado a cabo con sujetos de 15 a 64 años de edad, revelaron que los motivos de práctica de los sujetos de edad más avanzada eran lúdicos, relajantes y de relación, disminuyendo en esta franja de edad los motivos centrados en la imagen corporal y la estética. Estos aspectos de promoción de la salud y relaciones sociales ya Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. fueron reseñados con anterioridad por Hirvensalo, Lampinen, y Rantanen (1998), en programas orientados a la participación en actividades físicas con sujetos finlandeses de 65-84 años. En esta misma línea, se encuentran otros estudios realizados sobre la práctica físico-deportiva en personas mayores (López-Cózar y Rebollo, 2002; Martínez del Castillo et al., 2002), determinando que la salud, además de la diversión y la posibilidad de relacionarse con los demás, son los motivos más aludidos que llevan a la tercera edad a practicar. En definitiva, estos datos revelan por un lado que las personas mayores están empezando a aceptar y valorar sus posibilidades y limitaciones físicas, y por otro, que la sociedad está más receptiva a este tipo de situaciones. Así pues, estamos ante un importante cambio de mentalidad y pensamiento social a favor de la actividad física y el deporte. 3. Motivos de abandono deportivo en las personas mayores Sin embargo, es necesario comprender que las motivaciones son conceptos dinámicos que varían en función del momento de práctica de cada sujeto (Escartí y Brustad, 2000; Wigfield y Eccles, 2000). Así, en el inicio aparecen diversas motivaciones, en la fase de mantenimiento las motivaciones se centran en la competición, en la tarea y en el esfuerzo, y en la etapa de cambio deportivo se buscan nuevas sensaciones o conseguir objetivos hasta ese momento no logrados. Si esta etapa no se satisface es cuando aparece el abandono deportivo, caracterizado generalmente por ausencia de motivación. Llegados a este punto, tal y como indica Martín-Albo (2000), será fundamental fomentar la idea de cambio de actividad deportiva frente a la opción de abandono. Opinión que coincide con los trabajos de Miquel (1998) y Sánchez (2002), al afirmar que es necesario una mejor comprensión de los distintos procesos (inicio, adopción, mantenimiento, abandono) que se dan en la realización de actividades físicas, ya que, para estos autores, un problema significativo en la adherencia al ejercicio es que las necesidades personales cambian con el tiempo (Figura 1). Figura 1. Las escalas individuales de cambio en la actividad física (modificado de Miquel, 1998). Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. PRECONTEMPLACIÓN CONTEMPLACIÓN ABANDONO MANTENIMIENTO ACCIÓN PREPARACIÓN Según Cervelló (2000), existe un paralelismo bastante claro entre los motivos de práctica y los motivos de abandono, de tal forma que la falta de competencia, el conflicto de intereses, los problemas de tipo grupal y la falta de diversión suelen ser los motivos más citados en el caso del abandono deportivo. Estos resultados parecen bastante lógicos, ya que cuando un deportista no satisface los motivos que le llevaron a iniciarse en la práctica de un deporte, es coherente que cambie de actividad o abandone la misma. Así, el éxito de los programas de actividad física en la población mayor dependerá de la motivación de los practicantes, debido a que sentimientos de aburrimiento y experiencias humillantes contribuirán a desarrollar actitudes negativas hacia la misma. Por ello, resulta lógico afirmar que los programas de actividad física en el tiempo de ocio y recreación repercutirán positivamente en los sujetos cuando sean motivados a participar en las clases, así como cuando experimenten resultados cognitivos y afectivos positivos como consecuencia de su participación (Coakley y White, 1992). Por ello, los responsables de promover y ejecutar programas deportivos en la tercera edad deberán conocer los intereses y actitudes particulares de esta población y desarrollar actividades que aumenten la motivación y la diversión entre los practicantes. 4. Estrategias motivacionales para fomentar la adherencia a la práctica deportiva en las personas mayores Como hemos visto en los apartados introductorios, la motivación juega un papel muy importante para lograr el compromiso de las personas mayores con la práctica deportiva. En este punto vamos a tratar de exponer diferentes aspectos a tener en cuenta para fomentar dicha motivación (Tabla 2), con el objetivo de conseguir una mayor adherencia a la práctica, que repercuta positivamente en la salud bio-psico-social de la persona mayor, mejorando su calidad de vida. Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. 4.1. Promoción social En primer lugar, es necesario que desde los diferentes niveles de la administración se trate de concienciar a la población mayor de los beneficios que lleva asociados la práctica deportiva, intentando eliminar los prejuicios sobre las limitaciones físicas que pueda tener este colectivo. Sería interesante desarrollar campañas de educación para la salud centradas en la tercera edad, en las que se recalcara la necesidad de llevar un estilo de vida activo. Educar a este colectivo y hacerles ver que pueden practicar deporte y que van a obtener una serie de beneficios de esta práctica, supone el primer paso para incrementar su motivación y conseguir que acudan a los centros físico-deportivos. Aunque se está produciendo en las personas mayores un cambio de actitud hacia la práctica físico-deportiva, y ya empiezan a tomar conciencia de que pueden practicar actividades deportivas adaptadas a sus posibilidades, todavía es necesaria la labor informativa y educativa, sobre todo en la población de nivel cultural más bajo. 4.2. Evaluación inicial Una vez que la persona mayor acude al centro de actividad físico-deportiva, se deben contemplar en la evaluación inicial diferentes aspectos para lograr que esta persona esté motivada con la práctica deportiva que va a realizar. Dicha evaluación debe tener en cuenta todas las circunstancias personales y ambientales que pueden influir positiva o negativamente en la adquisición y mantenimiento del hábito. La evaluación no debe limitarse al inicio del programa, sino que se deben realizar diferentes evaluaciones periódicamente para valorar la eficacia y orientar posibles modificaciones. Los principales aspectos que se han de evaluar serían los siguientes (Buceta, Gutiérrez, Castejón, y Bueno, 1996): Motivos de práctica: Es importante conocer cuál o cuáles son los motivos por los que la persona mayor quiere realizar ejercicio (salud, reducir peso, diversión, relaciones sociales, etc.) y por qué surge en ese preciso momento la decisión de hacerlo, y no antes. En este sentido, puede haber determinantes personales o ambientales que sirvan como detonante inicial: sufrir un infarto, dolores, recomendación del médico, soledad. Es conveniente fortalecer esa motivación acompañándola de otras, o sustituirla llegado el momento. Expectativas respecto al programa de actividad física: Es necesario inspeccionar qué espera el sujeto del programa, para poder establecer objetivos y buscar los aspectos más motivantes del deporte para esa persona, adaptando el programa Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. a dichas expectativas. Se deben explorar tanto las expectativas sobre beneficios como las expectativas de costes en términos de tiempo, sacrificio y esfuerzo. Con ello detectaremos posibles desajustes con la realidad, así como los aspectos que son más reforzantes y aversivos para la persona mayor. Expectativas sobre su propia competencia: Se trata de conocer qué grado de estrés le provoca la práctica de ejercicio físico a la persona y analizar si está convencida de llevar a cabo el programa. Es posible que perciba la situación como algo amenazante y crea que no posee las habilidades necesarias para manejar la amenaza, lo que aumentaría la probabilidad de abandono. Debemos tratar de convencer al sujeto de que la actividad que va a realizar estará adaptada a sus posibilidades, evitando así el sentimiento de incompetencia. Ansiedad social: Este punto esta muy relacionado con el anterior, ya que es posible que las personas sientan que son evaluadas negativamente por su entorno social. El miedo a que les vean en baja forma o torpes puede incrementar su ansiedad social. Por ello, es fundamental adecuar la actividad a las habilidades del sujeto y no introducirle en un grupo donde los demás posean un dominio superior. Apoyo de la familia y amigos: Resulta muy interesante conocer el apoyo del que dispone el individuo. Se trata de averiguar si su entorno social le refuerza para que practique deporte o por el contrario le proporciona estimulación aversiva. Poseer un buen apoyo social contribuye a la adherencia al programa, disminuyendo a su vez la probabilidad de abandono. En este sentido será beneficioso buscar la colaboración de familia y amigos, participando activamente en el programa de actividad física, ayudando a planificar, reforzando, etc. Su historia de actividad física: Se trata de una información muy valiosa para el diseño de la intervención, anticipando posibles dificultades. Se debe indagar si la persona ha realizado actividades físicas en otras ocasiones, con qué regularidad las realizaba, por qué empezó, por qué abandonó y si hubo otros intentos de recuperar la actividad. Si no hubiera practicado nunca habrá que explorar los motivos, si hubo intentos en alguna ocasión y por qué fracasaron. Así conoceremos qué elementos evitar para fomentar el compromiso con la práctica. Actividad física cotidiana: Es preciso conocer el nivel de actividad física que implica su vida cotidiana (subir escaleras, desplazamientos andando o en Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. bicicleta, trabajos del hogar, etc.), valorando las posibilidades de mejora de la misma. Preferencias: Es necesario tener en cuenta qué actividades prefiere realizar el individuo, pues, en principio, serán las que más le refuercen. Además de preferir una actividad u otra, el sujeto también puede preferir un determinado horario, un lugar (al aire libre o a cubierto), un nivel de competitividad y una práctica individual o grupal. Forma física: Resulta fundamental evaluar el nivel de condición física, la presencia de patologías y la capacidad motriz del individuo para ajustar la programación de actividad física (frecuencia, intensidad, duración, tipo de actividad) a sus características. De esta manera podremos establecer objetivos realistas, cuyo logro irá motivando al sujeto, y garantizar el sentimiento de competencia. 4.3. Estrategias en la práctica Una vez llevada a cabo la evaluación inicial, la persona mayor iniciará su participación en el programa de actividad física. Partiendo de una amplia revisión de las principales teorías motivacionales que se han utilizado en psicología del deporte, vamos a proponer una serie de pautas a tener en cuenta por parte de los técnicos para incrementar la motivación hacia la práctica en la tercera edad y lograr una mayor adherencia. La teoría de la autodeterminación (Deci y Ryan, 1985, 1991, 2000; Ryan y Deci, 2000) considera que para que las personas tengan una motivación autodeterminada que les lleve a comprometerse con la práctica, es necesario satisfacer sus necesidades psicológicas básicas de competencia, autonomía y relación con los demás. Es decir, debemos conseguir que la persona mayor sea capaz de controlar el resultado y experimente eficacia, sienta que tiene libertad de elección y capacidad para decidir y participar activamente en el proceso, y experimente satisfacción con el mundo social, sintiéndose aceptada e intimando con los demás. Para lograr esta satisfacción de las necesidades psicológicas básicas, diferentes autores (Kilpatrick, Hebert, y Jacobsen, 2002; Moreno y González-Cutre, 2006a,b) han recopilado una serie de estrategias que exponemos a continuación, ampliando su descripción y adaptándolas al colectivo de la tercera edad: Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. Proporcionar feedback positivo. Siempre se debe dar un feedback positivo con el objetivo de promover las sensaciones de competencia y autoconfianza, aspecto especialmente importante en la tercera edad, ya que la persona mayor tiende a percibir que no tiene la habilidad de cuando era joven y se puede sentir torpe. Se le debe decir lo que está haciendo bien, lo que puede mejorar y al final darle una frase de ánimo, por ejemplo: “Estás siguiendo muy bien el ritmo de la música, pero intenta coordinar un poco mejor el movimiento de los brazos y las piernas, que seguro que lo puedes conseguir”. Establecer objetivos de dificultad moderada. Hay que establecer objetivos a corto y medio plazo, cuya consecución desarrollará un sentimiento de competencia que les reforzará y les estimulará para continuar con la práctica. Si se establecen objetivos difíciles de alcanzar o muy alejados en el tiempo, disminuirá la motivación y aumentará la probabilidad de abandono, porque el sujeto ve que no consigue nada. Está claro que para lograr determinados objetivos es necesario cierto tiempo, pero debemos ser capaces de parcelar esos objetivos a largo plazo en otros que se puedan conseguir más pronto. En este sentido cobra especial importancia el planteamiento de progresiones adecuadas. Por ejemplo, el objetivo final a conseguir con este colectivo puede ser mejorar su nivel de condición física de tal forma que puedan realizar las actividades de la vida cotidiana cómodamente y sin fatigarse. Pues bien, como primer subobjetivo podemos plantearle que se va a cansar menos y va a recuperar tono muscular y movilidad. Después, buscar que no se canse y se perciba con más fuerza y mayor rango de movimiento, para finalmente lograr esa mejora de calidad de vida que planteábamos como objetivo final. Posibilitar la elección en las actividades. Así el sujeto se sentirá involucrado en el proceso y se incrementará su percepción de autonomía. Se puede plantear la elección de actividades, de materiales, de normas, de intensidad, de la música a utilizar, etc. Esto no se puede hacer de forma libre, sino que el responsable de la práctica deportiva establecerá unas posibilidades entre las que los participantes pueden elegir. Por ejemplo, para mejorar la capacidad cardiorrespiratoria pueden elegir entre actividades aeróbicas en sala o fitness acuático, o para trabajar la relajación entre una sesión con balones de fitball o yoga. Pueden decidir a qué intensidad realizar los movimientos en función de su percepción de fatiga e Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. incluso colaborar para establecer reglas en las formas jugadas que plantee el técnico. También resulta interesante implicar a las personas mayores en la elección de objetivos, de manera que éstos se adapten a sus características y particularidades. Explicar claramente el propósito u objetivo de la actividad. Es necesario describir qué es lo que se persigue con cada actividad, para aumentar la percepción positiva de la misma y el sentido de autonomía. Así, el sujeto entenderá el sentido de lo que está haciendo y para qué sirve, incrementándose su motivación. Por poner un ejemplo, si planteamos una sesión de flexibilidad al aire libre para la tercera edad, es necesario explicarles que este tipo de trabajo va encaminado a que mejore la movilidad de las diferentes articulaciones y de esta manera poco a poco tendrán menos limitación de movimiento. Además, las personas mayores tienen una gran motivación por saber el cómo y porqué de las cosas. Promover el desarrollo de relaciones sociales entre los participantes. No podemos olvidar que uno de los motivos citados por este colectivo para la participación en actividades deportivas es el de relación social. Por ello debemos tratar de fomentar estas relaciones, planteando actividades cooperativas, resolución de problemas y toma de decisiones conjunta y puesta en común de ideas. También es muy importante esforzarse para que la relación técnicopersona mayor sea fluida, empática y cordial. Al principio del programa se deben plantear actividades de presentación para que los sujetos se conozcan, como juegos en los que haya que decir los nombres. Otras estrategias a utilizar serían los agrupamientos arbitrarios, tener en cuenta la opinión de todos los practicantes tratándolos por igual y realizar cambios de grupos con frecuencia. Al final de la sesión se debe permitir a los practicantes comentar las tareas y dialogar sobre ellas para establecer un punto en común entre todos. Confeccionar colectivamente materiales para utilizar en la sesión, fomentar la relación fuera del centro deportivo (aconsejar el paseo diario, informar de charlas de interés), participar como grupo en eventos locales, compartir la actividad con otros grupos que trabajan en el mismo programa, también contribuye a cohesionar el grupo y a que lleguen a sentirse como en familia. Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. Además, Moreno y González-Cutre (2006b), partiendo de una amplia revisión de la bibliografía especializada, propusieron otras estrategias interesantes para fomentar la adherencia a la práctica. Su aplicación con personas mayores sería la siguiente: Fomentar la aparición del estado de flow. Jackson y Csikszentmihalyi (1999) definen el flow como un estado de conciencia en el que la persona llega a estar totalmente absorbida por lo que está haciendo, con una eliminación de cualquier otro pensamiento y emoción. Además es una experiencia armoniosa en donde mente y cuerpo trabajan juntos fácilmente, dejando al final al sujeto la sensación de que algo especial ha ocurrido. El flow eleva la experiencia de ordinaria a óptima, de forma que el sujeto se siente verdaderamente activo y conectado con lo que está haciendo. Quien consiga alcanzar el estado de flow durante la práctica físico-deportiva obtendrá grandes niveles de disfrute, siendo esta experiencia tan valiosa el origen de la motivación de muchos individuos que intenten comprometerse con la actividad física (Jackson, 1996). Aunque frecuentemente el concepto de flow se ha aplicado al deporte de competición, existen estudios en la actividad física no competitiva, como el de Karageorghis, Vlachopoulos, y Terry (2000), realizado con personas adultas de entre 18 y 70 años, en el que se halló que el estado de flow estaba positivamente relacionado con la revitalización, la tranquilidad y el compromiso positivo después del ejercicio. Esto demuestra que si las personas mayores experimentan flow durante la práctica deportiva también aumentará la probabilidad de que sigan practicando. Para lograr este estado hay que procurar que las tareas estén adaptadas al nivel del sujeto, que los objetivos y el feedback sean claros, fomentar el sentimiento de control y la diversión (Mandigo y Thompson, 1998). Concienciar a la persona mayor de que puede mejorar a través de la práctica. Es fundamental convencer al sujeto de que si acude con regularidad y se esfuerza conseguirá alcanzar los objetivos que se planteen, ya sean de capacidad cardiorrespiratoria, movilidad, fuerza, mejora de una patología, coordinación o equilibrio. Siempre existe posibilidad de mejora, pero hay que trabajar para ello. Los estudios muestran que la creencia de que se puede mejorar, incrementa la motivación autodeterminada (Li, Lee, y Solmon, 2005). Se debe comentar con el sujeto cómo se encuentra, si va percibiendo mejoras e insistirle en que poco a poco se irán viendo los efectos del programa. Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. Transmitir un clima motivacional que se centre en el proceso e implique a la tarea. Otra de las teorías motivacionales ampliamente utilizadas como base para el análisis del compromiso deportivo ha sido la teoría de las metas de logro (Nichols, 1989). Esta teoría, entre otras cosas, se centra en analizar el clima motivacional que perciben los sujetos. La investigación muestra la importancia de que el técnico transmita climas tarea, en los que prime el esfuerzo y la mejora personal, evitando la comparación social. Es más probable que de esta forma el individuo continué practicando, especialmente en la tercera edad, puesto que los motivos competitivos han pasado a un segundo plano. Algunas de las pautas para fomentar el clima tarea (Ames, 1992; Valentini, Rudisill, y Goodway, 1999) han sido comentadas ya a lo largo de este capítulo, por lo que sólo citaremos aquí las que aún no han aparecido: diseñar actividades basadas en la variedad y la novedad, individualizadas en la medida de lo posible, proporcionar múltiples oportunidades de éxito, reconocer el progreso individual y la mejora y posibilitar el tiempo suficiente para lograr ese progreso. También es interesante incidir a través del diálogo en valores centrados en la orientación a la tarea, aplicar técnicas de entrenamiento psicológico como la utilización de auto-instrucciones, la práctica imaginada y la relajación, que están positivamente relacionadas con la percepción de un clima tarea, y concienciar al sujeto de los beneficios del deporte para la salud, tanto físicos, como psicológicos y sociales (Digelidis, Papaioannou, Laparidis, y Christodoulidis, 2003). Por último, es fundamental que en la sesión reine un ambiente distendido y amable, en el que los participantes puedan trabajar con naturalidad y espontaneidad, ensayando sus respuestas sin temor al ridículo, la comparación o la valoración negativa por parte del animador o de sus compañeros. La vivencia de la sesión cobra especial importancia puesto que uno de los principales motivos de práctica en la tercera edad es la diversión. Por tanto, el técnico debe tratar de generar un ambiente lúdico, recreativo y participativo. Teniendo en cuenta todas estas pautas en las sesiones de actividad física con personas mayores, es probable que incrementemos su motivación autodeterminada, de tal forma que la práctica se realice por el propio placer y disfrute que les produce y por los beneficios que aprecian sobre su salud y calidad de vida. Se sentirán competentes, involucrados en el proceso y conectados con los demás. Todo esto les debería llevar a Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. comprometerse en mayor medida con su práctica y a acudir con asiduidad al centro deportivo. Tabla 2. Resumen de las estrategias motivacionales para fomentar la adherencia a la práctica en las personas mayores. Estrategia 1. Promoción Social 2. Evaluación inicial Motivos de práctica Expectativas respecto al programa Expectativas sobre su propia competencia Ansiedad social Apoyo de la familia y amigos Su historia de actividad física Actividad física cotidiana Preferencias Forma física 3. Estrategias en la práctica Proporcionar feedback positivo Establecer objetivos de dificultad moderada Posibilitar la elección en las actividades Explicar claramente el objetivo de la actividad Promover el desarrollo de relaciones sociales Fomentar la aparición del estado de flow Concienciar de que se puede mejorar Transmitir un clima motivacional tarea Generar un ambiente lúdico y recreativo Descripción Desarrollar campañas de educación para la salud centradas en la tercera edad Conocer los motivos para tratar de fortalecerlos Adaptar los objetivos del programa a dichas expectativas Convencer al sujeto de que la actividad estará adaptada a sus posibilidades Adecuar la actividad a sus habilidades para evitar esta ansiedad Buscar la colaboración de familia y amigos Conocer qué elementos evitar para fomentar el compromiso Mejorar las posibilidades de actividad física cotidiana Adaptar la actividad a sus preferencias Establecer objetivos realistas, cuyo logro irá motivando al sujeto, y garantizar el sentimiento de competencia Promover las sensaciones de competencia y autoconfianza Plantear objetivos realistas a corto y medio plazo. Progresión Elegir actividades, objetivos, normas, material, intensidad, música, con unos límites Describir lo que se persigue, aumentando la percepción positiva de la actividad y el sentido de autonomía Plantear actividades cooperativas, toma de decisiones conjunta y puesta en común de ideas. Relación técnico-persona mayor fluida, empática y cordial Conseguir esta experiencia óptima para que el sujeto se sienta activo y conectado con lo que está haciendo Convencer al sujeto de que si acude con regularidad y se esfuerza conseguirá alcanzar los objetivos que se planteen Primar el esfuerzo y la mejora personal, evitando la comparación social Fomentar la diversión. Importancia de la vivencia Moreno, J. A., Martínez Galindo, C., González-Cutre, D., y Cervelló, E. (2008). Motivación hacia la práctica físico-deportiva en personas mayores. En E. H. Martín y R. Gomes de Sousa (Eds.), Atividade física e envelhecimento saudável (pp. 153-169). Rio de Janeiro: Shape. 5. 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