Vía Crucis (18/4/03 20:30 hs) por Javier Giangreco y Fernando Torrubiano El camino recorrido por Jesús en su Pasión es un camino que recorren en la historia muchas personas. Hoy, la gente que nos rodea o con la que nos cruzamos, muchas veces vive su Via Crucis personal. Chicos en la calle, drogadictos, desocupados, enfermos de SIDA, cartoneros, jóvenes embarazadas, inmigrantes, víctimas de las guerras, abuelos abandonados… Todos ellos transparentan en su vida la Pasión de Jesús. Pero rara vez se nos ocurre pensar en ellos como si fueran ese rostro de Jesús sufriente. Hasta en ciertos casos ignoramos la situación y seguimos de largo. La idea de este Via Crucis es doble: Por un lado ponerse en el lugar de este hermano que sufre, que vive su propia pasión; intentar sentir lo que él siente, preguntarnos qué haríamos en su situación. Por otro lado, pretendemos poder poner su rostro en el rostro de Jesús, ver en él a un Jesús vivo y sufriente, y preguntarnos qué respuesta somos capaces de darle en su pasión. “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido? Y él les responderá: Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo” (Mt 25, 44-45) Un profeta en el siglo VI a.C. proclamaba: (en la oscuridad, alguien con una vela en la mano, comienza a gritar) “Sí, mi Servidor triunfará: será exaltado y elevado a una altura muy grande. Así como muchos quedaron horrorizados a causa de Él porque estaba tan desfigurado que su aspecto no era el de un hombre y su apariencia no era más la de un ser humano, así también Él asombrará a muchas naciones, y ante Él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán algo que nunca habían oído. ¿Quién creyó lo que nosotros hemos oído y a quién se le reveló el brazo del Señor? Él creció como un retoño en su presencia, como una raíz que brota de una tierra árida, sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas sin un aspecto que pudiera agradarnos. Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada. Pero Él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre Él y por sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, y el Señor hizo recaer sobre Él las iniquidades de todos nosotros. Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, Él no abría su boca. Fue detenido y juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de su suerte?. Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi pueblo. Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca. El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de Él. A causa de tantas fatigas, Él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor Justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos. Por eso le daré una parte entre los grandes y Él repartirá el botín junto con los poderosos. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los culpables, siendo así que llevaba el pecado de muchos e intercedía a favor de los culpables” (Is 52, 13-53, 12) Aquí comienza la representación del Via Crucis. Nos vamos a mover en dos escenarios imaginarios. Uno, más arriba, donde está el altar. El otro abajo, adelante. En la parte de atrás se desarrollará la representación histórica mientras se lee el fragmento correspondiente a la Sagrada Escritura o la Sagrada Tradición. Una vez finalizada se quedarán los actores en ese lugar como si fuese una postal. Las luces girarán hacia adelante y comienza la representación actual. El juego de luces marca el paso de lo histórico a lo actual y viceversa. En la última escena (ver foto) se utilizará un papel celofán celeste delante de la luz. Mientras se actúa el hoy, la postal histórica queda de fondo. Es decir, esto que sucede hoy tiene de trasfondo lo que sucedió hace casi dos mil años. Al finalizar cada estación se rezará un Ave María por los “personajes” sobre los que se reflexionó. Recomendaciones: Es interesante hacer coincidir, actoralmente hablando, ciertos personajes. En la primera estación, por ejemplo, Pilatos al condenar a Jesús, le da la espalda. En la actualidad, los adultos que ignoran a los chicos que piden, también quedan dándoles la espalda. En la sexta estación, se puede trazar un paralelo entre los tres crucificados y tres caídos en la guerra (hacerlos coincidir geométricamente). También pueden quedar contrapuestos los soldados romanos, con los marines de la coalición. Además sería bueno dejar en claro cómo debe ser la última estampa de cada actuación, principalmente en la histórica que le da marco a la actual. Y en la representación actual, manejar ciertos elementos. Que los chicos que están en la calle, al finalizar la reflexión y comenzar la canción, queden mirando a la gente de frente con los ojos tristes. También ayuda que estos chicos salgan desde la gente, pidiendo desde allí, para hacer reflexionar sobre la actitud que se tiene frente a ellos. Algo parecido se puede hacer con los adictos, ya que al comienzo la gente no sabe que son actores y reacciona como cualquier día. Esto lleva a una reflexión más profunda. También es interesante que los abuelos sean realmente abuelos y no actores. 1ª Estación: Jesús es condenado a muerte Te adoramos Cristo y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo (Coro) “Jesús compareció ante el gobernador, y éste le preguntó: ¿Tú eres el rey de los judíos?. Él respondió: Tú lo dices. Al ser acusado por los sumos sacerdotes y los ancianos, no respondió nada. Pilato le dijo: ¿No oyes todo lo que declaran contra Ti?. Jesús no respondió a ninguna de sus preguntas, y esto dejó muy admirado al gobernador. Entonces, Pilato puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado”(Mt 27, 11-14; 26) Este Jesús condenado a muerte se ve reflejado en los chicos de la calle. En realidad no son de la calle, están en la calle. Y lo están porque fueron condenados. Condenados a no poder ir a la escuela, a no poder ir al médico ni al hospital, a no tener familia. Condenados a tener hambre, frío, a tener que pedir y, llegado el caso, robar. Ellos no quieren vivir así, no eligieron esta vida. Fueron condenados a muerte por la sociedad, y por cada uno de nosotros que solamente nos acordamos de ellos cuando nos molestan para limpiarnos el vidrio del auto o pedirnos una monedita para comer. Y, como Jesús, lo aceptan en silencio. Nosotros, mientras tanto, nos excusamos diciendo: “la plata se la gastan en cualquier cosa”, o peor aún: “no le doy nada porque seguramente son explotados por un adulto”. Y no pensamos en ellos, en sus vidas, en sus sueños, si es que a esa corta edad todavía les queda alguno. Ni siquiera les preguntamos el nombre, y tratamos de esquivarlos o despacharlos rápidamente. ¿Qué hacemos por ellos además de darles las monedas que nos sobran? ¿Vemos al Jesús condenado a muerte en ellos?. “Bichito de Luz” (Coro) 2ª Estación: Jesús carga con la Cruz Te adoramos Cristo y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo: ¡Salud, Rey de los judíos!. Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de haberse burlado de Él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo” (Mc 15, 16-20) “Camino al Calvario” (1º estrofa) Este Jesús que carga con la cruz se ve reflejado en los enfermos terminales. Ellos cargan su pesada cruz a diario. Sobrellevan una enfermedad que los conduce inexorablemente hacia la muerte. Y, al igual que Jesús camino al Calvario, lo saben. La mayoría de ellos sufre en soledad. Nadie los acompaña y, por esta razón, su dolor es doble. La Madre Teresa cuenta de un enfermo de SIDA que le decía: “Cuando el dolor de cabeza se me hace insoportable los comparo con los sufrimientos que tuvo que sentir Jesús por la coronación de espinas”. Sumado a estos dolores físicos, algunos padecen la discriminación y el abandono, con lo que su pasión es terriblemente angustiante. ¿Cuál es nuestra actitud hacia ellos? ¿Los acompañamos en su cruz de todos los días? ¿Vemos en ellos al Jesús con la cruz a cuestas? 3ª Estación: Jesús cae 3 veces con la Cruz Te adoramos Cristo y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Jesús camina hacia el Calvario. El peso de la cruz es tan grande que no resiste y cae. Los soldados lo levantan a la fuerza y lo obligan a seguir. Pero ya no tiene fuerzas, y vuelve a caer. María, que lo acompaña de cerca, sufre con Él. Una vez más lo levantan y, una vez más, vuelve a caer.” (Relato de la Sagrada Tradición) Este Jesús que carga con la cruz se ve reflejado en los adictos. En su vía crucis personal ellos también caen. Caen en la droga, en el alcohol, en la prostitución. Nosotros pretendemos levantarlos a la fuerza. No los comprendemos. Si caen es porque no les quedan fuerzas para llevar su cruz. Por falta o por exceso, ellos no pueden cargar con su vida. Y caen. Nosotros nos limitamos a condenarlos nuevamente, a hacerles más pesado el peso de su cruz. ¿Vemos en ellos al Jesús que cae porque no puede soportar el peso de la cruz? “A veces” 4ª Estación: El cireneo es obligado a cargar con la Cruz La Verónica limpia el rostro de Jesús Te adoramos Cristo y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo El cireneo es obligado a cargar con la Cruz “Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: lugar del Cráneo” (Mc 15, 21-22) La Verónica limpia el rostro de Jesús “Una de las mujeres, de nombre Verónica, se acercó a Jesús y con un paño limpió su rostro” (Relato de la Sagrada Tradición) Este Jesús que carga con la cruz se ve reflejado en los abuelos abandonados. Ellos, muchas veces, son olvidados por las mismas personas de las que tanto cuidaron durante sus vidas. Necesitan que les demostremos cariño, que les dediquemos tiempo, que nos ocupemos de ellos. Sin embargo, depositados en un geriátrico o abandonados en sus casas, pasan los últimos años de su vida ignorados hasta por sus seres más queridos. ¿Sentimos que son una carga que estamos obligados a llevar o, por el contrario, vamos a su encuentro? ¿Vemos en ellos a Jesús? “Camino al Calvario” (2º estrofa) 5ª Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras Te adoramos Cristo y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Los soldados tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, se dijeron entre sí: No la rompamos. Vamos a sortearla para ver a quien le toca. Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados” (Jn 19, 23-24) Este Jesús despojado de sus vestiduras se ve hoy reflejado en cada uno de los desocupados y desempleados. La guardia romana, que detentaba el poder, comete la injusticia más grande: no sólo condenan a un inocente, sino que además lo humillan e intentan quitarle lo más propio del hombre: su dignidad. Y lo desnudan, así como desnudan hoy a todos aquellos hombres y mujeres cuando se los trata como objetos reemplazables, según las necesidades del mercado laboral. Intentan quitarles la dignidad cuando los obligan a mendigar un derecho propio, cuando los explotan, cuando se abusan de ellos. Pero ellos, al igual que Jesús, a pesar de la impotencia por la situación, a pesar de quedar ridículo ante los ojos de los demás, a pesar de la desesperación y la angustia, se resisten a perder su dignidad. Y aceptan su destino, saliendo todos los días, por ellos y por sus familias, caminando con el diario en la mano, como cargando una pesada cruz. ¿Vemos a ese Jesús despojado de sus vestiduras en cada uno de estos hombres y mujeres? 6ª Estación: Jesús es crucificado Te adoramos Cristo y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron. La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: El Rey de los judíos. Con él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y otro a su izquierda” (Mc 15, 25-27) Este Jesús clavado en la cruz se ve reflejado en cada uno de los soldados irakíes, anglonorteamericanos y civiles muertos durante el conflicto en Irak. Todos ellos murieron víctimas de algo que pudo haberse evitado. Así como Pilatos tuvo en sus manos la suerte de Jesús, los líderes mundiales hoy son los verdaderos responsables de esas muertes. Y no solo de ellos: las familias destrozadas, los niños sin futuro, el hambre y la sed que reinan, la injusticia sufrida, todo lo que el mundo llama “daños colaterales”, son los verdaderos crucificados de hoy. Los que no murieron viven inmersos en una realidad de muerte, resignados y sin nada de esperanza. Pueblo crucificado, muestran hoy al mundo lo mismo que mostró Jesús mientras era clavado en la cruz: el odio que puede generar el egoísmo del hombre y su consecuencia, soledad y muerte. Nosotros estamos lejos. Vemos las imágenes de la guerra como si fueran de una película de Hollywood. Muertos y mutilados, sangre en las cámaras de televisión, contemplamos no sólo pasivamente, sino también con indiferencia, y lo que es peor, nos terminamos acostumbrando a esa realidad. ¿Nos damos cuenta que eso está pasando de verdad? Cada bomba que explotó fue un clavo enterrado en ese pueblo, que ligó su destino a la cruz de la soledad y de la indiferencia de los demás. ¿Vemos a Jesús crucificado en el pueblo crucificado de Irak? “Dejame entrar” 7ª Estación: Jesús muere en la Cruz Te adoramos Cristo y te bendecimos porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: ¿No eres tú el Mesías?. Sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero el otro lo increpaba, diciéndole: ¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que Él?. Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero Él no ha hecho nada malo. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino. Él le respondió: Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso. Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó por el medio. Jesús, con un grito, exclamó: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y diciendo esto, expiró” (Lc 23, 39-46) (Aquí se pone la luz roja sobre la Cruz, donde está Jesús con la cabeza gacha. Todos se ponen de rodillas. Luego de un minuto, se apagan todas las luces. En ese momento se pone en la parte actual, la misma cruz con una bandera argentina colgada, Jesús se tira a los pies, abatido, y se enciende una luz celeste) “Eloí, lamá sabactaní” (coro) En esta imagen de Jesús con los dos ladrones crucificados nos vemos reflejados nosotros, los argentinos. Jesús muerto en la cruz es la máxima expresión del amor de Dios a los hombres, en donde se solidariza totalmente con la humanidad. Al igual que los bandidos, nosotros también nos encontramos crucificados hoy por nuestras propias culpas, por los errores del pasado. Como pueblo, vivimos la angustia de la desesperanza, de la soledad y el dolor que traen la falta de trabajo, las mismas situaciones de corrupción que se repiten una y otra vez y el ridículo frente a los demás pueblos. Y al igual que aquellos ladrones, buscamos terminar con esta situación. Jesús en la cruz injustamente, viviendo en silencio su paso de la vida a la muerte, hace que nos sintamos cerca suyo, nos identifica. Y entonces lo encontramos allí, y a él nos dirigimos. ¿Qué actitud tenemos allí, como pueblo crucificado? Algunos todavía buscan salvarse como pueden, y buscan en Jesús la solución más fácil. Como el mal ladrón, nos surge la solución egoísta, como si no nos resignáramos nunca a admitir nuestra responsabilidad. Indignados con la situación, gritamos: “Jesús, ¿qué hacés vos por nosotros?”. Ridículos ante el mundo, seguimos en la nuestra, yendo por la fácil, lo cómodo, con la típica picardía argentina, pensando y creyendo que de esa manera encontraremos la salvación solo porque la pedimos. Pero también está la otra chance: reconocer nuestra culpa y responsabilidad frente a la situación, y buscar a Jesús que agoniza con nosotros. Como el buen ladrón, que reconoció sus errores que hoy lo condenan, los asumió, y pidió a Jesús que se acordara de él. Jesús escucha, como esa tarde en Jerusalén, en silencio. Sólo se dirige a aquel que habla con arrepentimiento y palabras de perdón. Después de admitir su culpa, se solidariza con Jesús y después pide, con corazón sincero, lo más querido en ese momento de dolor: la salvación. Y Jesús la concede. ¿Cómo vivimos nuestra cruz como pueblo argentino? ¿Cómo nos acercamos a Jesús crucificado en busca de nuestra redención? Jesús muerto en la cruz nos muestra el camino de la salvación: pasa por solidarizarse con los hombres y aceptar la propia cruz. Así, cuando nos acerquemos a Jesús solidarizándonos con él, como lo hizo el buen ladrón, confiemos y esperemos en su misericordia. ¿Nos vemos hoy, cada uno de nosotros, aceptando nuestra cruz para salvar al pueblo argentino? ¿Estamos dispuestos a dar hasta nuestra última gota de agua y de sangre por salvar a nuestros hermanos? “Junto a la Cruz” (No se canta la primera estrofa, y se cambia “Hijo” por “hermano”)