Cryptosporidium Descripción general Los coccidios del género Cryptosporidium son parásitos intracelulares obligados con un ciclo biológico complejo, que incluye la reproducción sexual y asexual. Produce ooquistes de pared gruesa de 4 a 6 μm de diámetro que se eliminan por las heces. El género Cryptosporidium está compuesto por unas ocho especies. C. parvum es la responsable de la mayoría de las infecciones en el ser humano, aunque otras especies también pueden causar enfermedades. Cryptosporidium es uno de los mejores ejemplos de microorganismo causante de una «enfermedad emergente». Hasta 1976 no se descubrió que infectaba a las personas y la transmisión por el agua se confirmó por vez primera en 1984. Efectos sobre la salud humana Cryptosporidium generalmente provoca diarrea de resolución espontánea —acompañada en ocasiones de náuseas, vómitos y fiebre— que suele desaparecer en una semana en personas sanas, pero que puede prolongarse durante un mes o más. La gravedad de la criptosporidiosis varía según la edad y el estado inmunitario, y las infecciones en personas con inmunodeficiencia grave pueden ser mortales. El impacto de los brotes de criptosporidiosis es relativamente alto debido a la gran cantidad de personas que pueden verse afectadas y a sus repercusiones socioeconómicas. Se ha calculado que el coste total de las enfermedades ocasionadas por el brote de 1993 en Milwaukee (Estados Unidos) asciende a 96,2 millones de dólares. Fuentes y prevalencia Son reservorios de C. Parvum muy diversos animales, pero las fuentes más importantes de microorganismos que infectan a las personas son las personas y el ganado, sobre todo los animales jóvenes. Los terneros pueden excretar 1010 ooquistes al día. Se han notificado concentraciones de hasta 14 000 ooquistes por litro en aguas residuales sin tratar y de 5800 ooquistes por litro en aguas superficiales. Los ooquistes pueden sobrevivir semanas o meses en agua dulce. Se han detectado ooquistes de Cryptosporidium en muchos sistemas de abastecimiento de agua de consumo. No obstante, en la mayoría de los casos, hay poca información acerca de la presencia de especies con capacidad de infectar al ser humano. Las técnicas convencionales de análisis disponibles en la actualidad proporcionan una medida indirecta de la viabilidad de los microorganismos, pero no de su infectividad para el ser humano. También hay ooquistes en aguas para uso recreativo. Vías de exposición Cryptosporidium se transmite por vía fecal–oral. La principal vía de infección es el contacto entre personas. Otras fuentes de infección incluyen el consumo de agua y alimentos contaminados, así como el contacto directo con animales de granja y, posiblemente, animales domésticos infectados. El agua de consumo, las aguas recreativas y, en menor medida, los alimentos contaminados se han relacionado con la aparición de brotes. En 1993, Cryptosporidium provocó el mayor brote de enfermedad transmitida por el agua registrado: más de 400 000 personas se infectaron a través del agua de consumo de Milwaukee (EE. UU.). La infectividad de los ooquistes de Cryptosporidium es relativamente alta. Estudios realizados voluntarios sanos revelaron que la ingestión de menos de 10 ooquistes puede provocar una infección. Relevancia de su presencia en el agua de consumo La función del agua de consumo en la transmisión de Cryptosporidium está bien documentada, también en brotes epidémicos grandes. Por lo tanto, es importante prestar atención a estos organismos. Los ooquistes son extremadamente resistentes a desinfectantes oxidantes como el cloro, pero investigaciones basadas en pruebas de infectividad han demostrado que la irradiación con luz ultravioleta inactiva los ooquistes. En un PSA, las medidas de control orientadas a reducir el riesgo potencial derivado del Cryptosporidium deben centrarse en la prevención de la contaminación del agua de alimentación por residuos humanos y procedentes del ganado, el tratamiento adecuado del agua y la protección durante su distribución. Debido a su tamaño relativamente pequeño, la eliminación de los ooquistes mediante procesos de filtración con medios granulares es problemática; sólo con sistemas bien diseñados y gestionados puede conseguirse una eliminación aceptable. Los procesos de filtración de membrana que proporcionan una barrera física directa pueden constituir una alternativa viable para la eliminación eficaz de ooquistes de Cryptosporidium. Dada la excepcional resistencia de los ooquistes a los desinfectantes, no se puede confiar en el análisis de E. coli (o bien de coliformes termotolerantes) como índice de la presencia o ausencia de ooquistes de Cryptosporidium en los sistemas de abastecimiento de agua de consumo. Referencias seleccionadas Corso PS et al., 2003: Cost of illness in the 1993 waterborne Cryptosporidium outbreak, Milwaukee, Wisconsin. Emerging Infectious Diseases, 9:426–431. Haas CN et al., 1996: Risk assessment of Cryptosporidium parvum oocysts in drinking-water. Journal of the American Water Works Association, 88:131–136. Leav BA, Mackay M y Ward HD, 2003: Cryptosporidium species: new insight and old challenges. Clinical Infectious Diseases, 36:903–908. Linden KG, Shin G, Sobsey MD, 2001: Comparative effectiveness of UV wavelengths for the inactivation of Cryptosporidium parvum oocysts in water. Water Science and Technology, 43:171–174. 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