Centro de Espiritualidad Paulina de México Pautas de Retiro para el mes de Abril 2015 LAS HIJAS DE SAN PABLO Y LAS PÍAS DISCÍPULAS I. La Palabra de Dios En los evangelios, las mujeres ocupan una parte central en la misión y mensaje de Jesús como ejemplos de modelo de discípulas (cf. Lc 2,19; 8,1ss; Mc 15,40-41.47; Mt 25,1-13; 27,55-56; Jn 20,14). Algunas veces estos modelos son generales pero algunas otras, son específicos. Las mujeres, generalmente son parte de la enseñanza de Jesús acerca del reino y el discipulado (Mt 9,18-19; 23-2; Mc 5,21-24; Lc 10,38-42). Ellas ven los eventos de la crucifixión, sepultura y resurrección de Jesús, son las primeras testigos en ver a Jesús resucitado (Mt 15,40-41; Lc 23,49; 24.1-11). Hay ejemplos de mujeres que se convierten en modelo de discipulado, como los ejemplos del sacrificio o de la entrega que hacen de sí mismas: Jesús menciona el sacrificio de una mujer viuda. Él está observando a las personas colocar el dinero en el arca de la ofrenda: Mc 12,41-44: “… Y vino una viuda pobre, y echó dos moneditas. Entonces llamando a sus discípulos y les dijo: De cierto les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobraba; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento”. Esta pobre viuda al dar todo lo que ella tenía, demuestra el típico ejemplo del verdadero discípulo de Jesús, el que abandona todo para seguir a Cristo, que no da sobras, sino lo mejor de todo lo que uno tiene para vivir. Y también modelo de seguimiento y discipulado es María la madre del Señor (Cfr. Gál 4,4-5); ella es la primera creyente (Lc 1,38), en ella la Palabra se hizo carne. “Mi alma canta la grandeza del Señor” (Lc 1,46,ss), María se identifica con la Palabra, entra en ella. En este maravilloso cántico de fe, la Virgen alaba al Señor con su misma Palabra. Habla y piensa con la Palabra de Dios; la Palabra de Dios se convierte en palabra suya, y su palabra nace de la Palabra de Dios. Así se pone de manifiesto que sus pensamientos están en sintonía con el pensamiento de Dios, que su querer es un querer con Dios” (Cfr. VD, 28). Ser consagradas y consagrados en el seguimiento a Cristo implica escuchar en la obediencia de la fe, y comporta inevitablemente dolor y sufrimiento pero también una profunda alegría; así nos lo testimonian los ejemplos de mujeres que han seguido a Jesús y la misma vida de María, la madre de Jesús, y son ejemplo y modelo para el seguimiento. II. Magisterio de la Iglesia Encontrados, Alcanzados, transformados El Papa nos pide releer nuestra historia personal y verificarla a la luz de la mirada de amor de Dios, porque si la vocación es siempre iniciativa suya, a nosotros nos corresponde la adhesión libre a la economía divino-humana, como relación de vida en el ágape, camino de discipulado, “luz en el camino de la Iglesia”. La vida en el Espíritu no tiene tiempos establecidos, sino que se abre constantemente al misterio mientras discierne para conocer al Señor y percibir la realidad a partir de Él. Al llamarnos, Dios nos hace entrar en su descanso y nos pide descansar en Él, como proceso continuo de conocimiento de amor; resuena para nosotros la Palabra tú te afanas y preocupas por muchas cosas (Lc 10,41). En la via amoris caminamos en una nueva vida: la vieja creatura renace a vida nueva. El que está en Cristo, es una nueva creación (2Cor 5,17). El Papa Francisco indica el nombre de este renacer: “Esta escena tiene un nombre, un rostro: el rostro de Jesucristo. Él nos enseña a ser santos. En el Evangelio nos muestra el camino: el camino de las Bienaventuranzas (Cfr. Mt 5,1-12). Esta es la vida de los santos: personas que por amor a Dios no le pusieron condiciones a Él en su vida. La vida consagrada está llamada a encarnar la Buena Noticia, en el seguimiento de Cristo, muerto y resucitado, a hacer propio el “modo de existir y de actuar de Jesús como Verbo encarnado ante el Padre y ante los hermanos”. A asumir en concreto su estilo de vida, adoptar sus actitudes interiores, dejarse inundar por su espíritu, asimilar su sorprendente lógica y su escala de valores, compartir sus riesgos y sus esperanzas: “guiados por la certeza humilde y feliz de quien ha sido encontrado, alcanzado, y transformado por la Verdad que es Cristo, y no puede dejar de proclamarla”. Permanecer en Cristo nos permite acoger la presencia del Misterio que nos habita y hace que se dilate el corazón a la medida de su corazón de Hijo. El que permanece en su amor, como el sarmiento está unido a la vid (Cfr. Jn 15,1-8) entra en la familiaridad con Cristo y da fruto: “¡Permanecer en Jesús! Se trata de permanecer unidos a Él, dentro de Él, con Él, hablando con Él”. “La señal de Cristo está en nuestra frente y en nuestro corazón… en nuestra frente para confesarle siempre, y en nuestro corazón para amarle… en nuestro brazo para hacer el bien” la vida consagrada en efecto es una con continua llamada a seguir a Cristo y a conformarnos a Él. “Toda la vida de Jesús, su forma de tratar a los pobres, sus gestos, su coherencia, su generosidad cotidiana y sencilla y finalmente su entrega total, todo es precioso y le habla a la propia vida”. El encuentro con el Señor, nos pone en movimiento, nos empuja a salir de la autorreferencialidad. La relación con el Señor no es estática ni intimista: “Quien pone a Cristo en el centro de su vida, se descentra. Cuanto más te unes a Jesús y él se convierte en el centro de tu vida, tanto más te hace Él salir de ti mismo, te descentra y te abre a los demás”. “No estamos en el centro, estamos, por así decirlo, ‘desplazados’, estamos al servicio de Cristo y de la Iglesia”. La vida Cristiana está determinada por verbos de movimiento, es una búsqueda continua, incluso cuando se vive en la dimensión monástica y contemplativo-claustral No se puede perseverar en una evangelización ferviente si no se está convencido, por experiencia propia, de que no es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con Él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra, no es lo mismo poder contemplarlo, adorarlo, descansar en Él, que no poder hacerlo. No es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo sólo con la propia razón. Sabemos bien que la vida con Él se vuelve mucho más plena y que con Él es más fácil encontrarle sentido a todo”. III. Palabras del Fundador El P. Alberione se había confiado al pensamiento de formar una Familia religiosa femenina junto a la masculina apenas comenzada. La inteligencia y el amor al apostolado específico irían formándose poco a poco, con tal que hubiera docilidad a la voz de Dios. Ya en el mes de Febrero pasado se mencionaba en este espacio lo valioso de la ayuda de Teresa (Tecla) Merlo, “Primera Maestra”, para el Fundador de la Familia Paulina. Recuérdese específicamente el siguiente inciso: “Para fundar a las Pías Discípulas y a las Hermanas Pastorcitas, pues ella fomentó fuertemente el nacimiento, el crecimiento y la aprobación de ambas Congregaciones: las sostuvo, las aconsejó, les procuró ayudas financieras, se sometió a sacrificios y por eso tiene el reconocimiento y la confianza de entrambas Familias”. 2 Su ejemplo y su bondad actuaron mucho más que la autoridad, pues supo conciliar la suavidad con la determinación, la prudencia con la fortaleza. Fue de veras sostenida físicamente por Dios, guiada con luces sobrenaturales, como constató el P. Alberione en muchos viajes al visitar las casas. Las Hijas de San Pablo, en primer lugar, pero también las Pastorcitas y las Discípulas (y toda la Familia Paulina) tienen en ella un doble libro: el de su diaria vida ejemplar, en primer lugar; y en segundo lugar, un libro de papel en el que se pueden recoger sus continuas y prácticas conferencias a las Hermanas, los numerosos avisos generales y particulares, los escritos publicados en la circular “Regina Apostolorum”, etc. Todo sumado, puede hacerse un grueso volumen, muy bueno, que resultaría ser un tesoro, ahora y para el futuro, para todas las Hijas de San Pablo2. 1. Prehistoria de las Pías Discípulas. En las págs. 443ss de Mi protendo in avanti, hablando de los orígenes de las Pías Discípulas del Divino Maestro, la Hna. María Clelia Arlati, Pddm, propuso el siguiente documento del P. Alberione, fechado en 1946, que podemos considerar concerniente a la “prehistoria” de las Pías Discípulas y conecta muy bien con el espíritu que dio vida a los “recuerdos” de Abundantes divitiæ. En 1908 comencé a rezar y a pedir oraciones para que naciera una familia religiosa de vida retirada, dedicada a la adoración, al apostolado sacerdotal y litúrgico: toda de Jesús divino Maestro presente en el misterio eucarístico. Se rezó y se pensó. Dos fueron las oraciones vivientes y constantes que se adoptaron: la obra de las Santas Misas y una Familia religiosa que estuviera en adoración ante el sagrario para obtener las gracias necesarias a quienes se dedican especialmente al apostolado. 2. La misión de las Pías Discípulas. En 1908 comenzó el P. Alberione a rezar y a pedir oraciones para que naciera una familia religiosa de vida retirada, dedicada a la adoración y al apostolado sacerdotal y litúrgico: toda de Jesús divino Maestro, presente en el misterio eucarístico. ¿Para qué? Para que fuera fuente de gracia, de donde la recabarían otras familias religiosas dedicadas más especialmente a la vida apostólica. Sin dejar de rezar, iba delineándose el modo de vida de esta familia y la forma concreta de sus relaciones con las familias que se instituirían. Escribió entonces el libro La mujer asociada al celo sacerdotal, trató de hacer luz sobre el apostolado de la mujer en unión y bajo la dirección del apostolado sacerdotal. Se dejó guiar por su director espiritual que decía: “Antes de emprender obras, si quieres que éstas tengan vida, necesitas asegurar un suficiente grupo de personas que recen y, si es necesario, se inmolen en favor de las mismas obras”, las cuales tienen una misión fundamental y vital, escondida como las raíces, pero alimentadora del tronco, las ramas, las flores, las hojas y los frutos. Jesús Sacerdote y María, su Madre, van siempre unidos en la economía de la redención; y por tanto siguen unidos siempre en la economía de la gracia: María es hasta el final de los siglos la mediadora y distribuidora de la gracia. a) María nos ha dado a Jesús, el divino Maestro, Sacerdote y Hostia; Jesús es la flor de la Virgen Madre. En su oración deben solicitar al dueño de la mies que envíe buenos obreros a su mies, y vendrán muchos sacerdotes a la Sociedad de San Pablo y a la Iglesia. Realicen un apostolado de vida interior, de deseos, oración y sufrimiento, como María. Con su trabajo, la búsqueda de ofertas, el servicio a los aspirantes al sacerdocio, el celo ejercido según su condición, dan grande ayuda a las vocaciones. ¡Yo quisiera que fuesen muchas, muchas!, y que cada una proporcionara a la Sociedad de San Pablo y a la Iglesia un alter Christus, un sacerdote. b) El sacerdote tiene luego que vivir y actuar. Jesús realizaba su misión, y María ejercía su tarea respecto a Jesús en la casa de Nazaret; luego, durante la vida pública, la pasión y la muerte de Jesús, seguía ejerciéndola con su oración. Después de la muerte y la resurrección de Jesús, continuó su ministerio tanto respecto a Cristo como a su cuerpo místico, que es la Iglesia. 2 El libro existe; fue publicado por Margarita BAVIERA fsp: TECLA MERLO, Un corazón solo y un alma sola, Conferencias - meditaciones 1954-1963, EP 1993, págs. 765 (sigla de la obra CSAS). 3 Prosigan, por tanto, con su trabajo y su oración por el sacerdote en actividad, por el sacerdote enfermo, por el sacerdote ya difunto; y tendrán una especial participación en los frutos de las eucaristías, oraciones y apostolado del sacerdote. c) Jesucristo no está presente en el mundo sólo por su cuerpo místico, sino que lo está física, verdadera, real y substancialmente en el sagrario. De la Eucaristía, la presencia real y la comunión viene todo bien a la Iglesia y a las personas; toda el agua, como fuente que se ensancha, toda la linfa que asciende en los sacramentos y en los sacramentales. Las personas han de llegar a esta fuente, a la unión con Jesús, todo lo demás es un medio. Todo eso debemos pedir, con el alma eucarística de María, a Jesús divino Maestro, presente en la Hostia santa. Este será su cometido ante el sagrario: Lámparas vivientes ante Jesús eucarístico; Víctimas con Jesús; las inmolaciones son parte de su apostolado; Siervas de honor del sagrario y de su divino Morador; Ángeles de la Eucaristía que reciben y dan; Personas que tienen hambre y sed del pan eucarístico y del agua de su gracia; Corazones que comparten con el Esposo eucarístico deseos, aspiraciones y abandonos, en favor de todos pero en especial para la persona más querida de su corazón: el sacerdote; Las primeras confidentes de Jesús-Hostia, para percibir toda palabra suya de vida y meditarla como María en su corazón. El divino Maestro las mire con ojos de predilección; les enseñe sus caminos; les infunda el gozo de la vocación; viva en ustedes en la plenitud de su virtud. Tengan fe, no duden; este Jesús es infinitamente fiel a sus promesas. d) María habló de Jesús a los apóstoles y evangelistas; de ella, como dicen los santos Padres, recabó san Lucas todo lo que enseguida narró de la vida privada de Jesús: la anunciación, la visita a santa Isabel, el nacimiento, la anécdota del hallazgo en el templo, la sumisión y el progreso en edad, sabiduría y gracia de Jesús en Nazaret. He aquí por qué les está reservado un apostolado litúrgico-eucarístico. Teniendo el alma repleta de Jesús-Hostia, ¿cómo podrán comprimir en el corazón y ocultar continuamente su fe, su esperanza y su amor? Lo expresarán, lo manifestarán y lo difundirán según su vocación. El modo ya lo han concentrado ustedes en el conjunto de iniciativas que con palabras llaman casa de Dios. ¡Que viva, actúe y fructifique construyendo iglesias, capillas, sagrarios y toda clase de objetos sacros, así como interpretando y exponiendo los sagrados tesoros de la liturgia. 3. La liturgia enseñada por la Iglesia. El P. Alberione Agradece mucho por el buen trabajo en favor de las Pías Discípulas comentando que: darán mucho honor y amor a Jesús Maestro. También, recomendó que entendiéramos la Liturgia tal como la enseña la Iglesia: piedad y oración, que honra los misterios divinos; nace de los dogmas cristianos y lleva a la práctica de la vida cristiana. Así, hay que practicarla y darla a conocer con todos los medios usuales en los grandes centros litúrgicos. 4. Tres necesidades y tres apostolados. El P. Alberione consideró por mucho tiempo tres necesidades y tres apostolados distribuidos hasta entonces en varias instituciones. Apostolado eucarístico, practicado ampliamente pero todavía carente de forma y de organización definitiva... Es preciso que la piedad eucarística llegue a ser apostolado y se realice en el divino Maestro. Apostolado litúrgico. Dios ha querido en la Iglesia la predicación de viva voz. Pero la historia enseña qué eficacia ha tenido la predicación del culto. La Liturgia es conjuntamente culto a Dios, distribución de la vida divina a las almas, instrucción activa acerca de la fe y la moral, medio para que la verdad predicada y la moral enseñada sean, con la gracia de Dios, aceptadas y vividas. La Liturgia, tras la obra de los grandes Maestros, debe popularizarse; es el libro del Espíritu Santo, y hay que 4 predicarlo con los medios modernos. Pero esta predicación está llena de dificultades; se necesitan, pues, gracias especiales para los apóstoles y los apostolados. Apostolado del servicio sacerdotal. Para establecer la Familia Paulina en Cristo, según el mismo divino Maestro, hay que vivir la realidad de la Sagrada Familia, la primera familia religiosa. Se necesitaba, por tanto, quien hiciera la parte de María respecto a Jesús y a José. En fin, se necesitaba el servicio sacerdotal según el espíritu de María, que preparó para la humanidad al divino Maestro, al Sacerdote eterno, la Hostia-Víctima. Tal servicio incluye: la espera, el servicio de casa, y la asistencia oracional durante el ministerio, el oficio de enfermera, los sufragios tras la muerte. El apostolado eucarístico de las Pías Discípulas se dirige particularmente al triunfo del divino Maestro, que es el triunfo de la fe católica: enseñanza en el mundo –universidades, diarios, filosofía, ciencias, cine, radio, televisión, conferencias, etc.–, inspirado todo en el Evangelio y conformado a él... Además está dirigido a la moral católica, según el derecho y leyes eclesiásticas, los mandamientos y consejos evangélicos, leyes civiles, costumbres sanas en el individuo, en la familia, la sociedad, la nación, para la santificación de las personas, de los moribundos, de las almas del purgatorio. Aún más: se dirige a obtener la vida de gracia en las personas por el uso de los sacramentos, la santificación del clero y en general de la jerarquía, el amor a la confesión, comunión, Eucaristía, el desarrollo del apostolado bajo todos los aspectos, el celo sacerdotal; un amplio movimiento, pues, en favor de la vida religiosa, la acción católica y la acción misionera. Las Pías Discípulas del Divino Maestro con sus apostolados: eucarístico, de servicio sacerdotal en las casas de la Sociedad de San Pablo y litúrgico. Esta Congregación en la Familia Paulina va a la raíz de la vid para conseguir la linfa que alimenta a la planta para que dé frutos de santidad y de apostolado. Todo esto no es sólo útil, sino necesario en lo que llamamos nuestra parroquia. Su presencia en nuestros vocacionarios y casas religiosas es de más ayuda por las adoraciones que por su apostolado doméstico y, con las demás Congregaciones, Institutos y Cooperadores de la Familia Paulina, pueden hacer llegar sus riquezas a todos y dar al mundo a Jesucristo Camino, Verdad y Vida3. IV. Actualización El año de la vida consagrada está reportando para nosotros, paulinos y paulinas, una doble riqueza: por un lado la que procede del hecho mismo de nuestro ser consagrados-consagradas y, por otro, la inherente a nuestro ser de paulinos y paulinas. A la luz de los textos aquí incluidos subrayamos ante todo la perspectiva bíblica que nos imbuye en la escucha atenta de la Palabra y en una fe obediencial como la vivieron tantas excelentes mujeres de la Biblia y particularmente del Evangelio encabezadas por María la madre del Señor Jesús. Todas ellas vivieron, junto a Jesús, alegrías y sufrimientos que les dieron el sentido de plenitud que sólo Dios puede ofrecer. Hablando a consagradas y consagrados, el Papa Francisco nos ha recordado que para acceder a ese sentido de plenitud es necesario un amor incondicional a Dios y a su divino Hijo, amor que se refleja en un estilo de vida como el de Jesús; en la imitación de sus actitudes interiores; en dejarse invadir por su espíritu; en asimilar su misma lógica y escala de valores dispuestos a correr los mismos riesgos que él. Para ello hemos de permanecer unidos-as a él en todo momento y desde ahí abiertos-as en un movimiento constante de búsqueda: “¿Qué buscan?” “Maestro, ¿dónde vives?” “Vengan y vean”. Esa búsqueda tiene que ser atenta y lúcida: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?” Si ahora queremos aplicar esa riqueza de ideas y de vivencias a nuestro ser paulino, necesitamos repasar las intuiciones alberonianas. En relación a la visión de conjunto de la Familia Paulina vemos cómo Don Alberione intuyó (o mejor, el Espíritu le inspiró) un conjunto en la pluralidad y en la diversidad; hombres y mujeres, sí, pero consagrados, para conseguir unidad, sobrenaturalidad y continuidad para llenarse del Maestro Divino y, una vez llenos-as de él, dar Cristo a todo ser humano, y llevar a todos, hombres y mujeres, hacia Dios. 3 Cfr. Alberione Santiago, Ut Perfectus sit homo Dei (UPS), San Pablo, Roma 1998, I, 19-20. 376-377. 5 En relación a las Pías Discípulas, hemos repasado, párrafos arriba, cómo el Padre Fundador, alentado por su director espiritual que le decía: “Antes de emprender obras, si quieres que éstas tengan vida, necesitas asegurar un suficiente grupo de personas que recen y, si es necesario, se inmolen en favor de las mismas obras”, las cuales tendrán una misión fundamental y vital, escondida como las raíces, pero alimentadora del tronco, las ramas, las flores, las hojas y los frutos. Don Alberione ha pensado en las Discípulas para que sean ante el Sagrario: lámparas vivientes, víctimas con Jesús, siervas de honor del Sagrario, mujeres con hambre y sed del Pan Eucarístico, corazones que comparten con el Esposo Eucarístico y las confidentes de Jesús Hostia. Notemos todos y todas, miembros de la Familia Paulina, que esa dimensión eucarística es una propuesta que no se agota en una fundación sino que abarca a toda nuestra Familia nacida de la Eucaristía. A ellas, Pías Discípulas del Divino Maestro, les delínea, desde tres necesidades, los siguientes tres apostolados específicos: el Eucarístico, el Litúrgico y el del Servicio Sacerdotal. La presencia de las Pías Discípulas se vuelve fundamental al percibir la necesidad de orar siempre e intensamente por la entera Familia Paulina y por la Iglesia de Jesucristo, el Maestro y Pastor de la humanidad. V. Oración En este retiro podemos compartir la siguiente oración con y por las Pías Discípulas del Divino Maestro: A JESÚS MAESTRO Ven, Jesús Maestro, dígnate aceptar la hospitalidad que te ofrecemos en nuestro corazón. Queremos prepararte el consuelo y la reparación que encontrabas en Betania, en la casa de las dos discípulas, Marta y María. En la alegría de tenerte entre nosotras, te rogamos nos concedas, en nuestra vida contemplativa, la intimidad de que gozaba María, y aceptes la parte de nuestra vida activa, según el espíritu de la fiel y trabajadora Marta. Concede tu predilección y santifica nuestra Congregación, como amaste y santificaste a la familia de Betania. En la dulce hospitalidad de aquella casa pasaste los últimos días de tu vida terrena, preparándonos el don de la Eucaristía, del sacerdocio, de tu misma vida. Jesús Camino, Verdad y Vida, haz que correspondamos a tan grande amor, santificando nuestros apostolados: servicio eucarístico, servicio sacerdotal y servicio litúrgico. Para la gloria de Dios y la salvación de los hombres. Envía obreros a tu mies que espera en todo el mundo a tus apóstoles y sacerdotes santos, a las misiones heroicas, a las religiosas amables e incansables. Enciende en los corazones de los jóvenes y de las jóvenes la luz de la vocación y haz que las familias cristianas quieran distinguirse en dar a tu Iglesia los cooperadores y las cooperadoras del mañana. Amén. VI. Bibliografía 1. Sagrada Biblia 2. Alberione Santiago, Abundantes divitiae gratiae suae, San Pablo, Roma 1998. 3. Alberione Santiago, Ut Perfectus sit homo Dei, San Pablo, Roma 1998. 4. Devocionario de la Familia Paulina, San Pablo, México 2005. 6