-AGRICULTURA- EVOLUCIÓN BIOLÓGICA Y EVOLUCIÓN CULTURAL Todas las especies han evolucionado. El hombre es la única especie cuyo suceso se basó en dos vías de evolución, a saber: la genética y la cultural. Las especies han estado sujetas a la influencia de los ambientes que ocuparon e interactuaron. A excepción de la especie humana, la variación geográfica dio origen a procesos de especiación, con aparición de nuevas especies. La especie humana sigue siendo una sola y las distintas poblaciones, ubicadas históricamente en diferentes ambientes geográficos, sigue siendo una sola. La evolución genética se basa en la capacidad de alterar la información hereditaria recibida de las generaciones precedentes y en la transmisión de la información alterada a las generaciones sucesoras. Además, la diversidad genética implica la aparición de individuos con nuevos caracteres o habilidades, las que pueden o no ser viables en razón del ambiente que habitan las distintas especies. Los individuos de las especies animales y vegetales pueden adaptarse al medio en razón de las restricciones que el mismo les impone, aprovechando las posibilidades que tanto el medio físico como las especies acompañantes les brindan. Los caracteres adquiridos a través de la adaptación de los individuos al medio no son transmisibles por herencia y no forman parte de lo que llamamos evolución genética. La evolución cultural permitió que el hombre pudiera adquirir, acumular y transmitir experiencias y conocimientos (Ramel, 1992). Por esta vía evolutiva, aumentó la capacidad de la especie humana para adaptarse a diferentes condiciones ambientales, modificar en su beneficio el medio natural y transmitir culturalmente, de generación en generación, la experiencia adquirida. El lenguaje, la escritura y la informática, han permitido, a través de los diferentes estadios del desarrollo humano, aumentar la capacidad de acumulación, análisis y transmisión de los conocimientos. Desde su aparición como especie hasta el presente, las transformaciones culturales producidas en la humanidad han sido mucho más importantes que las producidas en ella por la evolución genética. Estos cambios han transformado al hombre en especie dominante que ejerce su dominio, inclusive, sobre los mecanismos de control biológico de otras especies. Considerando la relación del hombre con el medio que habita, es necesario mencionar algunas características significativas. Muchas especies poseen movilidad y ejecutan movimientos migratorios. Inclusive, esta movilidad ha implicado, en el caso de muchas especies animales una limitación al proceso de especiación. En el caso de la especie humana, el desarrollo de medios de movilización y transporte eficientes le permitieron “escapar al circuito de regulación local, que limitaría las poblaciones por debajo de cierto nivel” (Margaleff, 1995). La posibilidad de desplazarse no es una posibilidad única del hombre. Sin embargo, el transporte producido sobre la base de fuentes de energía cultural, le ha permitido aumentar su desplazamiento, ocupar transitoria o permanentemente nuevo territorios y trasladar, cuando lo considera necesario los materiales hacia él en lugar de trasladarse hacia las fuentes. Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 1 Otros de los aspectos a considerar es la relación del hombre con las diferentes fuentes de energía. Todas las especies, incluyendo al hombre, utilizan y transforman la energía. Desde los vegetales, capaces de captar y transformar la energía solar, hasta los animales, quienes acceden y transfieren la energía captada, transformada y acumulada por los vegetales. El hombre accedió, además, a utilizar y transformar, fuera de la energía metabólica, la energía proveniente de diferentes fuentes no metabólicas, capacidad que, de acuerdo a Margalef (1995) debe ser considerada como metabolismo externo o cultural. De la misma manera, desde los estadios iniciales de su evolución, el hombre adquirió la capacidad de transformar materiales inanimados en objetos cuyas funciones no son inherentes a la materia prima original (Toynbee, 1976). Las herramientas, aún las más rudimentarias, y las máquinas, la vestimenta, las construcciones y los objetos sin relación explícita con sus necesidades materiales básicas, son algunos de los usos de los materiales empleados. Mientras careció de herramientas, cubrió sus necesidades a través de la cosecha de elementos naturales, ayudado y limitado por sus características anatómicas y sin disponer de capacidad para transformar fuertemente los sistemas naturales que habitaba (Gastó, 1981). Mediante la utilización de herramientas aumentó su capacidad de acción sobre el medio, adquiriendo, aun antes de la revolución agrícola, la capacidad de modificar, en razón de sus necesidades, los sistemas naturales. Inicialmente, los elementos naturales empleados como herramientas no eran modificados por la acción del hombre; posteriormente fueron modificados de acuerdo a sus necesidades y en razón de su capacidad tecnológica. La disponibilidad de herramientas adaptadas a sus particularidades anatómicas, aumentaron su capacidad de recolección y caza. Este hecho, le otorgó ventajas sobre las especies con las que competía por los nichos que ocupaba. De la misma manera, al aumentar su eficiencia en la competencia con otras especies, aumentó su capacidad para transformar el medio en el que se encontraba. El impacto de sus actividades de intervención de la naturaleza fue aumentando e inclusive incidió en el retroceso y en la desaparición de otras especies. El hombre adquirió la capacidad de producir modificaciones externas que le permitieron adaptarse a diferentes condiciones de ambiente. Ello no implica desconocer que la características del medio ejercieron, como es lógico suponer y de diferentes maneras, gran influencia en el desarrollo de los grupos humanos. Estudiando el desarrollo de las tribus cazadoras de las Grandes Llanuras de los EE.UU. Bamforth (1988) encontró una estrecha relación entre un valor referido a la categoría social de los diferentes grupos humanos y la potencialidad de producción de forraje de cada una de las localidades estudiadas. La producción de forraje está condicionada por las características climáticas y edáficas locales pero a su vez, condiciona el tamaño de los rebaños de bisontes que puede sustentar una región y que fueron la base de la economía de los pueblos cazadores involucrados. En épocas relativamente recientes -aproximadamente 10.000 años-, el hombre accedió a la capacidad de reemplazar la selección natural y continuó, con medios técnicos disímiles pero efectivos, la selección humana de las especies elegidas: la domesticación. El proceso de domesticación de especies fue acompañado por el desarrollo de sistemas de producción en reemplazo de los sistemas naturales, los agroecosistemas. La transformación de los sistemas naturales en razón de sus necesidades, reconoce raíces anteriores al proceso de domesticación de plantas y animales. Es posible inferir, mediante el empleo de diferentes evidencias, que el fuego fue una de las herramientas utilizadas por el hombre durante su período de cazador-recolector, El fuego fue utilizado Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 2 tanto para conducir los animales hacia el lugar de captura, cuanto para mantener libres de masa forestal zonas para el pastoreo de las especies a las cuales el hombre se “asociaba”, acompañando sus desplazamientos y posiblemente, defendiéndolas de sus predadores no humanos1. La domesticación podría ser definida como un proceso de reciprocidad a partir de la cual, las especies involucradas dependen del hombre para subsistir y, a su vez, le proveen beneficios (Gupta, 2001). Las especies sometidas a domesticación son inducidas a evolucionar en una vía distinta a la que lo harían en condiciones naturales sin la influencia del hombre. Al decir de Darwin (1859) la clave del éxito del largo proceso de selección “esta en el poder que tiene el hombre de seleccionar acumulando; la naturaleza da variaciones sucesivas, el hombre las suma en cierta dirección útil para él”. Durante el proceso de domesticación las especies evolucionan bajo los efectos combinados de la selección natural y de la inducida por el hombre. El proceso de selección antropogénica se produce tanto por la acción directa sobre la variación de la expresión fenotípica de las especies, cuanto por la acción indirecta que lleva a que la selección ocurra en sistemas modificados por el hombre (García-Marín y Zizumbo, 1993). En la medida en que los sistemas cultivados tienden hacia una mayor especialización, influyen en forma creciente en el proceso de domesticación. Esta influencia indirecta afecta, inclusive, a las especies no domésticas de aparición espontánea propias de los sistemas cultivados. La domesticación produce cambios de importancia en la morfología, la fisiología y el comportamiento de las especies seleccionadas. Estos cambios están orientados por el interés humano sobre determinadas características en detrimento de otras2. Entre los cambios mencionados para las especies vegetales domésticas, deben citarse: aumento del tamaño de los frutos y alteración de los mecanismos de dispersión de semillas y de la reproducción (Hawekes). Finalmente, el proceso de domesticación ha llevado a las especies y variedades domésticas hasta el punto que muchas de ellas no podrían sobrevivir fuera del contexto de su relación con el hombre. Por otra parte, la apropiación y la transformación de los materiales inertes y de la energía, y la domesticación de las especies que consideró útiles aseguraron el éxito del hombre. Estas mismas adquisiciones fueron la causa de un creciente impacto sobre la biosfera. Desde su aparición como especie hasta el presente, el hombre ha sido, a través de su interacción con el medio natural, una de las causales de determinación de la biodiversidad. De hecho, en algunos de los sistemas naturales que conocemos, podrían ser el resultado del uso histórico de la tierra (Nellson and Serafin, 1992). De hecho, los arbustales de zonas sujetas a periodos anuales de sequía pueden ser el resultado de la sucesión vegetal marcado por el impacto negativo de el sobrepastoreo, la deforestación y el manejo 1 El impacto ambiental del fuego pudo haber sido localmente importante. Los pastizales de las Grandes Planicies de los EE.UU. que conocieron los primeros colonos europeos eran el resultado de la interacción del medio natural con los pueblos nativos, quienes realizaban la quema de los pastizales y, en forma preferentemente indirecta debido a su incidencia sobre la estacionalidad de la oferta vegetal de los bisontes (Nelson and Serafin,1982). 2 La posibilidad de seleccionar los caracteres a los que el hombre le otorgaba mayor importancia, estuvo condicionada por la variabilidad de los individuos disponibles para el proceso de selección de las especies domésticas. Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 3 antrópico del fuego. Estas acciones humanas habrían incidido en la pérdida local de especies de mayor porte y en la degradación del tapiz herbaceo generando las condiciones que beneficiaban el desarrollo de especies arbustivas. Tal sería el caso de los arbustales mediterráneos sujetos a impactos antrópicos producidos durante milenios (Rodrigue,2005) LA DOMESTICACIÓN DE ESPECIES Los primeros humanos habrían aparecido en África hace 4.000.000 años; posteriormente, hace 2.000.00 años y también en África, aparece el Homus habilis; hace 100.000 años, el Homus sapiens sapiens, es decir, el humano moderno, el cual expande sus territorios y se adapta a nuevas condiciones de ambiente en base a una alimentación adquirida como cazador y recolector; y, 40.000 años antes del presente, se establece en Europa (Gamble, 1999). Durante el periodo mencionado, se produjo una importante evolución la cual, desde el punto de vista de la apropiación de los recursos naturales y la alimentación, incluyó, desde hace 10.000 años, la domesticación de especies y el desarrollo de la agricultura. Si por una parte, la aparición de la agricultura fue consecuencia de la evolución del hombre, su implementación produjo, en la sociedad y en el medio natural, importantes cambios. Para el hombre significó, entre otras, diferencias en los alimentos disponibles incluyendo seguridad, cantidad y calidad de los mismos, en el esfuerzo de captura y recolección, en el sedentarismo y en la salud. Otras de las consecuencias es que si antes de la etapa agrícola la población total y la concentración de la población en las áreas ocupadas eran bajas, la domesticación y la agricultura significaron la posibilidad de sostener mayor cantidad de personas por unidad de tierra cultivada (D. Harris, 1996). De esta manera fue posible, además del aumento del número de personas en los diferentes grupos humanos y de la complejidad social, la aparición de sociedades urbanas. Analicemos brevemente el efecto de la aparición de la agricultura sobre la dieta y la salud. La aparición y expansión de la agricultura significó, en los periodos iniciales de este proceso, y para los pueblos que accedieron a ella, pasar de la diversidad de alimentos con preponderancia de productos cárnicos a una dieta con mayor participación de productos vegetales; ello sin desconocer que durante los periodos de pasaje de cazadores-recolectores a ganaderos-agrícolas los grupos humanos hayan complementados ambas actividades. Ello no impide reconocer las evidencias sobre la importancia de la carne en la dieta humana prehistórica. Más aún, la dieta en general y, según se infiere de estudios comparados entre el hombre moderno y otros homidios, el consumo de productos cárnicos en particular, es responsable de la evolución de determinadas características morfológicas como tamaño del cerebro, aparato digestivo y dentadura. Ritchards (2002) expresa que no es sencillo inferir dietas prehistóricas en razón de las escasas evidencias arqueológicas. En lo que se refiere a la relación entre productos animales y vegetales, las evidencias de los primeros -tal es el caso de los huesos- pueden ser preservadas mas fácilmente que las evidencias de los vegetales. Esta preservación diferencial de ambas fuentes alimentarias podría llevar a sobredimensionar la importancia de los productos animales en la alimentación humana durante los periodos pre-agrícolas. A pesar de estas limitaciones, existen evidencias sobre la importancia de la carne en la dieta humana prehistórica, en periodos anteriores a la aparición de la agricultura. Los Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 4 productos cárnicos habrían tenido gran importancia en la evolución humana, como es posible inferir a través de determinadas características morfológicas: cambios en las mandíbulas, tamaño del cerebro, aparato digestivo, dentadura. A partir del neolítico, es posible hallar, en diferentes sitios, evidencias directas (remanentes de vegetales domesticados) e indirectas (herramientas y útiles para la producción y el procesamiento de alimentos vegetales) del uso de productos vegetales en la dieta humana. De acuerdo con diferentes autores, estas evidencias de domesticación se asocian con un decrecimiento de la salud debido tanto a la alimentación en si misma como a la urbanización, el aumento de la población y el sedentarismo. La domesticación de especies vegetales se inicia, en forma independiente, en diferentes áreas geográficas. Diferentes autores han aportado datos sobre la cuestión, y, por tanto, sobre las áreas en las que se inicia el desarrollo agrícola. Corresponde a Vavilov (1926) uno de los trabajos fundamentales sobre la misma. De acuerdo con el autor citado, los “Centros de Origen” son aquellos en los cuales se inicia la domesticación de distintas especies vegetales. Vavilov postula que el área de mayor diversidad genética de un cultivo se corresponde con el área de origen del mismo. Por otra parte, cuanto mayor es la heterogeneidad de las áreas, es decir, cuanto mayor sea el número de “nichos” que puede ser ocupado por una misma especie, aumenta la probabilidad de que se produzca la evolución de nuevas subespecies y especies. De la misma manera, los cultivos trasladados a nuevas áreas geográficas, pueden devenir en su diversificación. Posteriormente las propuestas de Vavilov fueron, a partir de nuevas evidencias y estudios de campo, revisadas, otorgándosele mayor precisión. Otros autores, postulan (Harlan, 1971) que los centros de diversidad pueden ocurrir lejos de sus centros de origen, y que, además, existirían microcentros de gran diversidad, de especies silvestres (Nassar, 2003) o de razas de especies cultivadas. Por su parte, Hawkwes (1983) se refiere a “centros núcleos de origen de la agricultura” y “centros menores”. Los primeros (Cercano Oriente Norte de China, Sur de México, Centro y sur de Perú) estarían asociados con distintas regiones de diversidad y a partir de ellos se produce la difusión de los cultivos. Los otros centros serían de origen más reciente y, posiblemente, responsables de la domesticación de un menor número de cultivos. La adopción de la agricultura como medio de procuración de materias primas se relaciona, por una parte, con los centros de origen y, por la otra, con los procesos de difusión y de adopción, por parte de otras comunidades, de la agricultura. Difusión y adopción que pueden ser causadas por migraciones o en forma de difusión cultural. Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 5 CENTRO DE ORIGEN HORTALIZAS (nombre común y científico) A. CENTRO CHINO Soja (Glycine max) Rábano (Raphanus sativus) Nabo (Brassica campestris) Repollo chino (Brassica rapa var. pekinesis) Cebollín (Allium fistulosum) Pepino (Cucumis sativus) B. CENTRO INDIO-MALASIO a- Asma y Burma b- Indochina y archipiélago C. CENTRO INDO-AFGANISTANOASIA CENTRAL D. CENTRO CERCANO ORIENTE E. CENTRO MEDITERRÁNEO F. CENTRO ABISINO G. CENTRO MÉXICO-AMERICA CENTRAL H. CENTRO SUDAMERICANO a- Perú- Ecuador- Bolivia b- Chile c- Brasil-Paraguay Berenjena (Solanum melongena9 Pepino (Cucumis sativus) Poroto mung (Phaseolus aureus) Banana (Musa paradisiaca) Arveja (Pisum sativum) Haba (Vicia faba) Poroto mung (Phaseolus aureus) Mostaza (Brassica juncea Cebolla (Allium cepa) Ajo (Allium sativum) Espinaca (Spinacia oleracea) Zanahoria (Daucus carota) Lenteja (Lens Esculenta) Lupino (Lupinus albus) Apio (Apium graveolens) Esparrago (Asparagus officinalis) Nabo (Brassica oleraceae var. rapifera) Achicoria (Cichorium intybus) Pastinaca (Pastinaca sativa) Arveja (Pisum sativum) Ruibarbo (Rehum officinale) Berro (Lepidium sativum) Caupí (Vigna sinesis) Pimentón – Ají (Capsicum annuum) Zapallo (Curcubita moschata) Batata o Camote (Ipomoea batatas) Poroto lima (Phaseolus lunatus) Poroto (Phaseolus vulgaris) Maíz (Zea mays) Pimentón – Ají (Capsicum annuum) Zapallo (Curcubita moschata) Tomate (Lycopersicon esculentum) Poroto lima (Phaseolus lunatus) Poroto Común (Phaseolus vulgaris) Tomatillo (Physalis peruviana) Papa andina ( Solanum andigenum) Pepino Fruta (Solanum muricatum) Papa (Solanum tuberosum) Papa (Solanum tuberosum) Mandioca (Manihot esculenta) Tabla 1. Algunas especies domesticadas en distintos centros: caso de hortalizas. Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 6 Para explicar la aparición de la agricultura, en sitios diferentes, se han generado, discutido, aprobado y desechado distintas hipótesis. Como punto de partida debemos tener presente que las manifestaciones de centros de domesticación primarios conocidas actualmente mediante estudios arqueológicos, se refieren a un periodo de 2000 años, entre el Pleistoceno y el Holoceno. Los estudios realizados en centros de domesticación diferentes independientes entre ellos, han permitido disponer de un conocimiento razonablemente detallado sobre el desarrollo de la agricultura en los mismos y de su expansión a otros pueblos (Richerson et al, ). Ni la disponibilidad de especies potencialmente domesticables ni la de hábitats adecuados significaron la aparición obligada de grupos agrícolas. Diferentes grupos humanos asentados en ambientes similares produjeron distintos resultados, desde la recolección y la caza, hasta la domesticación de especies (Toynbee, 1976). Las secuencias históricas de cada grupo humano o localidad es un experimento que involucra a los factores relativos a la la tasa de evolución de la intensificación de las estrategias de subsistencias (Richerson et al). Los autores antes citados, destacan que, desde el principio del Holoceno, en el Cercano Oriente se produjo un rápido desarrollo del proceso de domesticación y la región devino centro de difusión. Cosa que no ocurrió en otras regiones de características similares. Referente al desarrollo y la expansión de la domesticación de especies animales y vegetales debemos formularnos algunas preguntas iniciales a partir de las cuales surge una enorme cantidad de cuestiones que necesitamos también responder. La primera es sobre las razones que tuvieron los pueblos cazadores y recolectores para iniciar ese pasaje. La segunda sobre las condiciones de desarrollo humano y de entorno ambiental en las cuales la domesticación y la agricultura fue posible. La tercera se refiere al desarrollo espacial de los orígenes de la agricultura y de su expansión. Y la cuarta está relacionada con las consecuencias de este pasaje, considerando las mismas tanto en el periodo prehistórico en el cual se realizó como a lo largo de la historia hasta el presente, e involucrando tanto los aspectos y consecuencias sociales como las relacionadas con la naturaleza. Antes de entrar en el tema específico de las causas y consecuencias del desarrollo de la agricultura, es necesario, aunque más no sea brevemente, realizar algunas consideraciones referidas al acceso al conocimiento sobre la cuestión. Existen muchos estudios basados en diferentes hipótesis, muchas de las cuales han sido puestas en discusión. Se trata de reconstruir, desde la prehistoria, el desarrollo de la agricultura y la ganadería y sus consecuencias enfrentando limitaciones importantes. Debe asumirse que las cuestiones planteadas se refieren al resultado de muchos factores y actores en un marco de complejidad; la incidencia de los factores considerados no es lineal, y, como agravante, el conocimiento de ellos es imperfecto. Implica conocimientos provenientes de una diversidad de disciplinas científico-técnicas, como antropología, arqueología, climatología, ciencias biológicas (zoología, botánica, ecología), ciencias de la alimentación. Las respuestas tienen, o deberían tener, un sustento interdisciplinario. Ello implica, como punto de partida, un análisis crítico sobre el nivel del conocimiento de las diferentes disciplinas involucradas, cada uno de los cuales afectará, por supuesto, los resultados analíticos del conjunto. En este contexto debemos reconocer las dificultades metodológicas planteadas en los estudios interdisciplinarios. Uno de los problemas a resolver en los problemas interdisciplinarios es la comunicación transdiciplinaria (Blumer, 1993). Por otra parte, debemos asumir que las deducciones referidas, en el marco de cada una de las disciplinas involucradas y del conjunto de las mismas, están Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 7 limitadas por los resultados del estudio de las evidencias de campo. En las últimas décadas se ha avanzado en los conocimientos requeridos. Estos conocimientos están siendo adquiridos a partir de los estudios localizados y regionales. Por tanto, la extrapolación de los resultados obtenidos al conocimiento global involucrado con la domesticación y la agricultura, debe realizarse en forma crítica. Podrían enumerarse muchas causas que generaron el pasaje de la recolección y la caza hacia agricultura. Veamos este tema. Se podría proponer la coevolución de las estrategias humanas para procurarse los bienes y productos que le eran necesarios y las especies que en las cuales se basaban, prioritariamente, los grupos humanos (Blumler and Byme, 1991). Sin la necesidad de suponer, una coevolución previa al proceso de agriculturización, se podría plantear una especialización progresiva del hombre en determinadas especies o productos, la cual, además, podría haber generado conocimientos y técnicas para adquisición de los mismos (periodos, épocas, sitios y técnicas de caza y recolección) y para su preparación como alimentos o productos no consumibles. Los estudios sistemáticos realizados por Braidwood et al (1983) en el cercano oriente permiten conocer sitios que 15.000 años AC eran ocupados por pueblos cazadores-recolectores no especializados en determinadas especies. Aproximadamente 11.000 años AC los sitios estudiados muestran que se utilizan especies que devendrían ancestros de las domesticadas (trigo y cebada; cabras y ovejas). Un sitio estudiado muestra que en el año 9.000 AC se trata de un asentamiento permanente y cultivaban trigo y cebada. La transformación desde la caza y la recolección hasta la producción agrícola ganadera con especies domesticadas debe ser visualizado como un proceso. Para las sociedades que se transforman en agrícolas, a medida que pasa el tiempo, aumenta su dependencia de las especies domesticadas y disminuye la de la recolección de especies silvestres. Durante los primeros estadios del proceso la recolección es dominante; posteriormente lo es el cultivo de plantas domesticas en sistemas específicos con laboreo del suelo. Los pasos intermedios de la domesticación incluye pequeñas parcelas obtenidas por limpieza local de vegetación natural y laboreo mínimo (D. Harris, 1996). De acuerdo con Gupta (2004) la interacción del hombre prehistórico con la fauna ha significado un cambio desde cazador, a cazador especializado a pastor. En forma más específica, D. Harris (1996) propone tres estadios principales, los cuales denomina “de predación” (generalizada y especializada), “de protección” (manejo inicial de los rodeos en pastoreo libre) y “de domesticación”. El primero de los estadios corresponde a los cazadores especializados y, en sentido evolutivo, a los especializados en determinadas especies. El segundo de los estadios, supondría el avance en los procesos de amansar a los animales, manejar el rodeo y protegerlo. Finalmente, el estadio de domesticación implica el aumento del rodeo, y supone, también, las modalidades de nomadismo y pastoralismo. Entre los factores condicionantes o arrancadores deberían, sin necesidad de ser exhaustivos, mencionarse: i. la tendencia al sedentarismo; ii. La disminución de la disponibilidad de individuos cohechables de las especies utilizadas sea por la intensificación hasta niveles no sustentables de recolección o la caza, sea a causa de problemas naturales (fluctuaciones climáticas, presencia de predadores o consumidores de determinadas especies vegetales como podría haber sido el caso de los cereales3); iii. 3 Las especies animales herbívoras son selectivas de las especies que consumen. Aun en el caso de especies domésticas como los bovinos mantenidos a campo en condiciones de pasturas implantadas, se observa selección de forraje. Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 8 el aumento de la densidad de la población humana; iv. el aumento de los esfuerzos de captura o recolección debido a los factores anteriormente mencionados, y v. el hecho que la actividad de procurar los productos alimentarios, principalmente los de origen vegetal, puede haber sido asumido por un sector de la población de los núcleos humanos, con menor posibilidad de movimiento, caso de las mujeres quienes, además, debían ocuparse de la crianza de la descendencia. Para comprender las propuestas anteriores es necesario conocer la forma de disponibilidad natural de determinadas especies. Tomemos el caso de las especies vegetales. En condiciones naturales, la vegetación se presenta en formaciones características propias de cada región y fuertemente determinadas por el medio (características climáticas, geomorfológicos y edáficas). De hecho las características climáticas son fundamentales para definir las distintas formaciones vegetales. Además, una misma formación vegetal4 localizada en diferentes sitios, está constituida por especies diferentes, muchas de las cuales cumplen funciones similares o las mismas. En una misma formación vegetal, otros factores condicionan la presencia de las especies, tales los edáficos y la presencia de suelos anegables o excesivamente drenados. Los sistemas naturales están sujetos a cambios en su diversidad en función del tiempo y del espacio. Los sistemas naturales son aterronados. Una determinada especie no aparece en forma continua en el espacio ocupado por una determinada formación vegetal. Más aún, una especie puede encontrarse en determinadas áreas en las que predomina, y no en otras. Su presencia no es continua y, además, cuando se manifiesta lo hace, generalmente, como parte de un conjunto de especies, entre las cuales, la especie considerada puede ser o no dominante. Por su parte, los cambios que se generan en el tiempo tienen que ver con la evolución, con la respuesta a disturbios (naturales o antrópicos) y también con los cambios climáticos y, en escala distinta, con variaciones estacionales anuales y con fluctuaciones interanuales. En el marco de los cambios relativos al clima y a fenómenos meteorológicos de periodos cortos de ocurrencia, algunas especies pueden estar presentes en determinadas situaciones de ambiente y no en otras como las condiciones impuestas por los periodos de sequía (caso de pastizales en África). Pero, además, los cambios debido a fenómenos meteorológicos de cortos periodos de ocurrencia afectan la producción primaria y, por tanto, la productividad de las semillas o partes cohechables de las especies. La mayor riqueza en especies ocurre en los sistemas naturales de zonas tropicales húmedas5. Cuanto mayor es la diversidad de un sistema y mayor es su riqueza en especies (caso de los sistemas tropicales húmedos), la probabilidad de encontrar un individuo de determinada especie es menor. Es decir, cuanto mayor es la diversidad la posibilidad de cosecha eficiente de una determinada especie, disminuye. Ello no implica desconocer la diversidad y la importancia, para el hombre, de especies propias de otras regiones ecológicas. Tomemos el caso de las gramíneas, familia que, por las características de sus semillas, aportó -en diferentes regiones- muchas especies al 4 El pastizal, la estepa, la selva húmeda, el parque, lis bosques templados) 5 Ello sin desconocer otros factores que afectan la diversidad de especies como la historia evolutiva del continenete al que pertenece o región. Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 9 proceso de domesticación. En zonas secas es posible encontrar alta diversidad de especies herbáceas y, hasta, estándares puros de cereales (Utilizando, con carácter orientativo, datos actuales, expresa que es posible hallar hasta 100 especies por 1000m2. El patrón de distribución de las especies consideradas -inscriptas dentro de las genéricamente llamadas cereales- refleja los cambios que ocurren en la distribución de las precipitaciones, en la temperatura y, por consecuencia, en el periodo de la estación seca, con especial incidencia de las condiciones de ambiente durante el periodo de desarrollo y madurez de las semillas. Analizando especies con importancia en la alimentación humana, es posible observar que tanto los parientes silvestres como los domésticos presentan tolerancia diferenciada a la aridez. De esta manera, las diferencias interanuales pueden determinar la mayor presencia relativa de una especie de cereal en detrimentos de otras. En este marco, es posible comprender el esfuerzo que implica acceder a los productos de una misma especie vegetal mantenida en condiciones naturales. Esfuerzo que, incluyendo las especies animales y vegetales utilizadas, impone su impacto sobre ellas tanto en relación con la riqueza de especies como al nivel de las poblaciones y las comunidades. Y, como veremos posteriormente, estos impactos pueden haber derivado en cambios a nivel de los ecosistemas, en desaparición local de especies, en extinciones y, como consecuencia, en la degradación del entorno hasta niveles de no sustentabilidad para la propia comunidad humana. En la otra vertiente del problema planteado, deben considerarse las particularidades sociales. Las estrategias para procurarse los alimentos y otros productos implican, también y en el seno de una misma especie, una variación geográfica y una evolución desarrollada en escala del milenio. Aunque la cuestión excede la adquisición de los alimentos, implica, además, cuando se trata de dietas en base a vegetales, el logro del equilibrio de la dieta. Este proceso, con éxitos y fracasos derivados del grado de adecuación de la dieta en función de las necesidades alimentarias, implica el propio periodo de evolución. Para explicar las causas de aparición de la agricultura, se han generado diferentes hipótesis. Podríamos asumir que la agricultura y la ganadería significan una mejor relación de energía dispensada en un sistema agrícola, por una parte, y la cantidad de alimentos obtenidos -los que pueden ser expresados en términos energéticos- por la otra. Esta no parece ser una causal que pudiera ser asumida por si sola y linealmente, como si fuera un salto de mejora evolutiva racionalmente adquirido en un momento histórico (prehistórico). Máxime cuando la relación mencionada es fuertemente dependiente de diferentes factores como tipo y rendimiento del cultivo, clima, suelos, manejo y herramientas disponibles. Al menos durante los estadios iniciales de la agricultura, incluyendo la necesidad de prueba-error realizada en forma continua, la mejora de la eficiencia energética no puede explicar, por si sola, el pasaje de los pueblos cazadoresrecolectores a la agricultura. Máxime que los pueblos que accedían a la domesticación de plantas y animales, debieron continuar siendo cazadores-recolectores, complementando ambas formas de obtención de los alimentos. Algunos autores refieren que la estrategia cazador-recolector puede ser mejor que la basada en la agricultura cuando esta se encuentra en su periodo inicial (Richerson et al). Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 10 Otras de las posibles explicaciones, se basa en la presión derivada de los cambios ambientales y, también, del crecimiento de las poblaciones humanas. Childe (1929) expuso una de las primeras hipótesis sobre las razones que marcan el inicio de la agricultura a través de la llamada teoría del oasis que se basaba en la necesidad de obtener recursos alimentarios en forma intensiva debido a la menor oferta de los recursos silvestres. Gupta (2004) marca la contradicción de la hipótesis considerando que los inicios de la agricultura se dan, considerando los centros de domesticación de Asia y África, en una época (principios del Holoceno entre 10.000 y 7.000 años AC) en la cual las condiciones climáticas y ambientales eran mejores e implicaban menor presión para el desarrollo humano. De acuerdo con Gupta y otros autores, después de la ocurrencia del último periodo máximo de glaciación (Last Glacial Maximun o LGM) ocurrido durante el Pleistoceno, se produce un periodo de mejora climática durante el Holoceno. Esta mejora habría permitido el desarrollo de la agricultura, máxime cuando se habría producido, también y en acuerdo con el cambio climático un cambio en la diversidad de especies. El autor citado propone que en condiciones ambientales favorables y con una gran oferta de especies silvestres los hombres habrían desarrollado una mayor inquietud de aprendizaje, la que habría sido ayudada por el desarrollo previo de herramientas adaptables para el laboreo de los suelos y la cosecha. La incidencia del clima sobre las posibilidades de desarrollo agrícola esta fuera de dudas. Aún en la actualidad, con la disponibilidad tecnológica del presente, el clima es causal de extrema variabilidad de la productividad agrícola. La incidencia del clima se da en cuanto a las condiciones que afectan el desarrollo de la oferta silvestre y de las especies domesticables, y en cuanto a su variabilidad, la que llevaría a no permitir, en casos extremos, el desarrollo de determinados sistemas de producción. Es decir, independientemente de las necesidades y del desarrollo de las capacidades y herramientas, y, también del reconocimiento de las especies utilizables, no es posible suponer el logro del desarrollo de la agricultura en condiciones climáticas extremadamente desfavorables como las que prevalecían en el Pleistoceno. Ahora bien, el clima debe ser considerado uno de los factores de incidencia sobre el desarrollo agrícola, sin desmedro que, para muchos autores, es un factor limitante. Otros factores como la evolución cultural, el desarrollo de herramientas, la inquietud de conocimiento de la naturaleza, la necesidad de asegurar la provisión de alimentos, los efectos de la necesidad de traslado de los grupos humanos en respuesta a los cambios en la oferta de recursos, deben ser tenidos en cuenta. Es evidente que el clima puede, cuando no es apropiado o es extremadamente variable, limitar el desarrollo agrícola, pero para potenciar el mismo es necesario que otros factores relacionados con el desarrollo cultural, estén presentes en forma adecuada. Además, los cambios culturales que implica la transformación del sistema de producción alimentaria desde cazador-recolector a ganadero-agricultor, supone una evolución lenta la cual no es posible en condiciones climáticas inadecuadas incluyendo las grandes fluctuaciones climáticas. Las fluctuaciones y los cambios climáticos son una constante en diferentes periodos geológicos; ocurren en todas las escalas temporales (Blumler, 1996), desde milenios hasta centenas y décadas. Estos cambios inciden tanto en el medio natural como en el social y en sus interacciones. Los cambios que se producen en una determinada escala de tiempo pueden condicionar al medio a cambios en escalas diferentes. Por caso, la Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 11 generación de condiciones de aridez implica el aumento de la variabilidad interanual de las precipitaciones y, por tanto de la humedad del suelo, de la productividad vegetal y de la aparición o desaparición de especies anuales muchas veces relacionadas con la oferta forrajera para los herbívoros los cuales se ven afectados o deben migrar. El clima, por cierto, tiene un rol considerado crítico en la evolución de la fauna y la flora. Por su parte, los cambios climáticos drásticos han llevado a cambios de la flora y la transformación de las formaciones vegetales6. Por su parte, ante la ocurrencia de cambios ecológicos, aun en condiciones de extrema rigurosidad climática, los grupos humanos se adaptan o migran, acciones estas que han ocurrido en la periodos prehistóricos (Pitulko et al, 2004). Gupta, 2004), citando a diferentes autores, expresa, en base a evidencias arqueológicas, que grupos humanos se 30 0 Panel A. shows the curve of atmospheric CO2 as estimated from gas bubbles Trapped in Antarctic glacial ice. Data from Barnola et. Al. (1987) A . 25 0 20 0 Atmospheric CO2 µmol/mol 15 0 60 30 0 3 10 Years B.P. 6 En condiciones naturales, las especies de la flora se presentan en formaciones vegetales características propias de cada región y fuertemente determinadas por el medio (características climáticas, geomorfológicos y edáficas). De hecho las características climáticas son fundamentales para definir las distintas formaciones vegetales. Además, una misma formación vegetal6 localizada en diferentes sitios, está constituida por especies diferentes, muchas de las cuales cumplen funciones similares o las mismas. En una misma formación vegetal, otros factores condicionan la presencia de las especies, tales los edáficos y la presencia de suelos anegables o excesivamente drenados. Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 12 100% Panel B. summarizes responses of several plant species to experimental atmospheres containing various levels of CO2. Based on data summarized by Sage (1995) B 50% Biomass or Seed Yield Relative to Current Level 0% 100 200 300 400 CO2 µmol/mol adaptaron durante el Pleistoceno (hace aproximadamente 27.000 años) a las condiciones del Ártico, y, durante el Holoceno, a las condiciones desérticas del Noreste de la India (Enzel et al, High-resolution Holoceno environmental changes in the Thar Desert, Norwestern India, Science, 284, 125-128) Ello no implica desconocer, que los cambios ecológicos, incluyendo a los producidos por cambios climáticos y a los producidos o agravados por la actividad humana, pueden ser responsables del fracaso regional del desarrollo de grupos humanos. También los cambios climáticos inducen cambios y colapsos en la sociedad. Por su parte, como consecuencia de los cambios climáticos y de sus efectos sobre los sistemas naturales y la disponibilidad de recursos renovables, se pueden producir cambios en la presión humana sobre la vegetación o sobre determinadas especies de flora y fauna (Gupta, 2004). Veamos la relación entre desarrollo de la agricultura y el clima analizando la evolución ocurrida en el Subcontinente Indio. Esta es una de las regiones en las que se produjo la domesticación de especies y el desarrollo de la agricultura. Durante el Holoceno temprano (entre 10,000 y 7.000 años AC) se presentaron condiciones cálidas y húmedas y la intensificación de las condiciones de Monzon -fenómeno climático de verano- en el sudeste, cuya influencia (disponibilidad hídrica para los cultivos- se extiende a lo largo del año. En dicho periodo la humedad producida por el Monzón excedía a la que podría limitar el desarrollo de los cultivos. Los cultivos de invierno, como los anuales trigo y cebada, podían desarrollarse adecuadamente. Por su parte, los cultivos de verano, es decir los que se producirían durante la estación de mayores precipitaciones, no tuvieron, Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 13 en la región geográfica considerada, un desarrollo temprano. Habrían sido domesticados a partir de 4.000 años AC en una fase árida del Holoceno. Comparando las condiciones climáticas entre Pleistoceno y Holoceno, Richerson et al ( ) expresan que las condiciones climáticas durante el Pleistoceno no eran adecuadas para el desarrollo de la agricultura debido a las grandes fluctuaciones que ocurrían en breves periodos (incluyendo décadas o menores al milenio), a las condiciones de aridez y a los bajos niveles de concentración de CO2 atmosférico. EL DESARROLLO DE LA AGRICULTURA. Anteriormente nos referimos a que el desarrollo de la agricultura tuvo una consecuencia de suma importancia en el desarrollo posterior de las sociedades humanas: el sedentarismo. Sin embargo, es necesario comprender que el sedentarismo no fue una consecuencia inmediata; en última instancia, es evidente que los pueblos agrícolas podían y debían ser sedentarios por las mismas razones que los pueblos cazadores y recolectores podían y debían ser nómadas7. Sin embargo, en razón que la agricultura primitiva agotaba, o en el mejor de los casos, deterioraba temporalmente las tierras utilizadas, los primeros agricultores necesitaban trasladar permanentemente sus campos de labranza8. Los grupos humanos que accedieron a la “producción excedentaria de alimentos”, más allá de los necesarios para mantener la población implicada en forma directa en los procesos productivos involucrados, pudieron establecerse en núcleos urbanos estables. De esta manera, se generaron las condiciones para permitir el aumento de la población local y la diferenciación de clases. La organización social, tuvo a su vez, un efecto directo sobre el desarrollo de los sistemas de producción agrícola al permitir el crecimiento de la capacidad técnica y organizativa para la ejecución de obras regionales necesarias, entre otros, para extender y hacer más eficientes los sistemas de producción. El desarrollo de la agricultura hasta permitir la obtención de una producción excedentaria sin necesidad de efectuar desplazamiento de las tierras de labranza, significó el desarrollo paulatino de técnicas y sistemas adecuados. Los grupos agrícolas involucrados debieron comprender y resolver las cuestiones relativas a la disminución del número de especies de aparición espontánea en las tierras agrícolas –especies 7 Existió un estilo de vida nómade más avanzado que el nomadismo primitivo: el nomadismo pastoral. Este estilo de vida, que se ha mantenido, al igual que el nomadismo más primitivo, hasta el presente siglo, nació en contacto con poblaciones agrícolas excedentarias, las que complementaban las necesidades de los pueblos nómadas a través del intercambio de productos (Toynbee, 1985). Este estilo fue posible en razón de la domesticación de animales de transporte (caballo, camello). Iniciado en las estepas euroasiáticas con la domesticación del caballo 1800 años a.C., permitió el uso adecuado y continuo de pastizales de regiones con diferentes grados de aridez. 8 En la actualidad persisten comunidades que utilizan sistemas agrícolas rudimentarios o basados en la cosecha de frutos de plantas silvestres. En las regiones áridas de México, por ejemplo, algunas comunidades efectúan la agricultura de cosecha de las plantas de aparición espontanea. El sistema permite la obtención de bajas productividades a partir de las cuales es posible sustentar poblaciones de baja densidad. Tanto el sistema de recolección mencionado como el de roza y quema con barbecho largo dejan de ser sustentables cuando la densidad de las poblaciones locales y, por lo tanto, la demanda de bienes y servicios ecológicos aumenta(Gastó,1981). Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 14 transformadas en malezas de los cultivos-, la conservación de la fertilidad de los suelos y la disponibilidad de agua para los cultivos. Esto fue posible mediante el desarrollo de las técnicas y normas de manejo que les permitieran: • determinar los ciclos y los requerimientos de cada uno de los cultivos; • combatir, en las zonas de cultivo, las especies vegetales consideradas malezas; • mantener alejados los consumidores no humanos; • manejar, en aquellos casos en los que las características climáticas lo requerían, el riego, incluyendo las obras para el aprovisionamiento, la retención y la distribución del agua; • determinar los períodos de descanso de los suelos o de restitución de su fertilidad. Para lograr los objetivos perseguidos se implementaron técnicas diversas y, en muchos casos, realmente eficientes. Así, el control de las malezas fue realizado utilizando o combinando, entre otras, las siguientes prácticas: • la extracción manual de malezas; • el fuego; • la rotación de cultivos; • la siembra de cultivos de alta densidad; • la ejecución de cultivos asociados; • el empleo de cultivos mixtos poliestratificados. Los métodos mencionados fueron, y aún lo son, profusamente utilizados por los habitantes prehispánicos del continente Americano (Vergara Ruiz, 1993; Ardón Mejía, 1993). Por su parte, el manejo de la fertilidad de los suelos se realizó a través de: • el descanso de los suelos9; • la asociación de diferentes especies en el mismo y la rotación de los cultivos; • el empleo de abonos10; • la sedimentación de los materiales contenidos en las aguas de riego; • la descomposición previa de la materia orgánica, la quema y la incorporación de cenizas, práctica asociada a los sistemas de broza y quema11. 9 El descanso de los suelos era efectuado de acuerdo a diferentes modalidades, combinando entre otros, el período de descanso y la forma de mantenimiento de las parcelas en descanso. 10 El empleo de guano de la costa, por ejemplo, fue una práctica común de los habitantes de los Andes de Sudamérica y, posteriormente de una civilización regional, el Tahuantinsuyu. 11 Los sistemas de roza y quema de barbecho largo se encontraban ampliamente distribuidos en distintas regiones boscosas tropicales y subtropicales de América. Ejecutados en base a conocimientos empíricos y por poblaciones de baja densidad, permitían la recuperación de un bosque secundario (Vergara Ruiz, 1993). En la actualidad, en la región de la Amazonia, se utilizan variaciones del sistema de tumba-roza-quema con diferentes períodos de barbecho. Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 15 Como veremos posteriormente, la extensión de la agricultura significó la utilización de zonas de diferentes aptitudes agrícolas. Y ello implicó el desarrollo de los medios técnicos necesarios para mejorar las condiciones del medio natural en razón de las necesidades de los cultivos. Significó, también, la adecuación de las especies agrícolas y de sus cultivares en razón de las características del medio en la que se cultivaban. Más aún, la ocupación de nuevas zonas aptas para la agricultura se vio facilitada por las actividades de recolección, caza y pesca. En efecto, las actividades hortícolas y agrícolas no rinden sus frutos en forma inmediata, siendo necesario hasta la obtención de las primeras cosechas, cubrir las necesidades de la comunidad por otros medios. Estudiando las transformaciones de la economía de las civilizaciones mesoamericanas, Mosquera (1981) expresa que durante el período preclásico (3.000 a 500 AC) la actividad económica se basaba en el aprovechamiento agrícola de las zonas ribereñas y en el desarrollo de actividades de recolección caza y pesca efectuadas en los ríos, lagos, estuarios y zonas boscosas próximas a las regiones que habitaban. En las zonas ribereñas “cultivaban gran cantidad de vegetales sin haber ninguno dominante”; en los ríos y lagos obtenían gran variedad de peces y batracios; en las selvas se abastecían de carnes y frutos. De acuerdo al autor antes mencionado, este proceso de complementación fue de suma importancia para extender la agricultura a nuevas zonas de Mesoamérica. Las diferentes actividades se adecuaban a las características de los ambientes utilizados. En distintas regiones costeras y serranas de América, el éxito de la agricultura se basó en el conocimiento de técnicas de control del agua y en su administración a través de complejas obras de ingeniería hidráulica. En la región costera de Nazca se construyó un sistema de canales subterráneos que llevaba, a través de kilómetros, el agua desde galerías cuya función era la captación de agua por filtración hasta las zonas de riego (Rostworowski de Diez Canseco, 1992). En las áreas andinas, los sistemas hidráulicos significaron la construcción de andenes y terrazas que al discontinuar las abruptas pendientes naturales permitieron el desarrollo de superficies aptas a diferentes cultivos. De esta manera los suelos someros de las laderas 12se transformaron en suelos profundos, renovados permanentemente por los aportes de los sedimentos transportados por el agua de riego. Aún en la actualidad, los moru -habitantes de una región del Sudán meridional -caracterizada, entre otros factores, por la irregularidad de las precipitaciones- siembran mezclas de diferentes cultivos sobre terrenos desbrozados. No cortan todos los árboles de las parcelas; dejan los tocones de algunas especies y los individuos intactos de otras. Las especies arbóreas de aparición espontanea mantenidas en las parcelas cultivadas, sirven a alguno de los siguientes objetivos: i. proveer de bienes, ii. actuar como indicadoras de la disminución de la fertilidad de los suelos y de la necesidad de un nuevo período de descanso, iii. ayudar al proceso de recuperación de los suelos (Sharland, 1991). También en la agricultura de las regiones tropicales de América Central se le otorgaba, y aún se le otorga, gran importancia a especies que participan de diferentes procesos de los sistemas agrícolas (Alcorn, 1993). Los actuales huertos de los descendientes de la cultura maya, presentan una gran riqueza de especies forestales, cultivadas o no, a las que se les asigna gran importancia (Gómez-Pompa, 1993). 12 Las pendientes pronunciadas provocan el desplazamiento de las partículas más finas producidas por la meteorización de las rocas hacia el pedemonte, dificultando el desarrollo de suelos estables y profundos. Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 16 Uno de los sistemas agrícolas de mayor singularidad de las antiguas civilizaciones americanas, es la chinampa13. La chinampa es “una franja angosta de terreno rodeada de agua en por lo menos en tres de sus lados” (Jímenez Osornio y del Amo, 1988). La “construcción” de las chinampas permite el cultivo en terrenos anegadizos, utilizando eficientemente los recursos que el medio ofrece. Diferentes especies vegetales no domésticas ayudan a estabilizar el terreno de las chinampas y a actuar como protección contra los vientos. Los residuos de ellas y de otras especies vegetales de aparición espontanea, incluyendo plantas acuáticas, aseguran el mantenimiento de la fertilidad de los suelos. Por su parte, los canales que las rodean aportan lodos fértiles y agua para los cultivos. Durante el período mencionado, la componente horizontal de la transmisión de las innovaciones fue determinada por la extensión del dominio de los pueblos agrícolas sobre los pueblos no agrícolas o por el estímulo que las innovaciones técnicas efectuadas, ocasionaban en otros grupos humanos (Toynbee, 1976). Estudiando la evolución de la agricultura en el Desierto de Sonora, Crosswhite (1981) diferencia el período necesario para la domesticación y la explotación de determinadas especies, el de la difusión de la innovación en grupos humanos vecinos y el de la transmisión étnica y genealógica de las nuevas innovaciones producidas. Este proceso fue paulatino y se basó, entre otros, en la habilidad de los diferentes pueblos para adaptar las actividades agrícolas a las condiciones naturales de los nuevos territorios. Los grupos humanos receptores de las innovaciones podían transformar los conocimientos o aplicarlos a nuevas especies, en razón de sus propias características culturales y de las particularidades del ambiente que habitaban. La difusión en nuevas áreas geográficas de los conocimientos que definían el complejo alimentario logrado en cada uno de los centros de domesticación, hizo posible la “aparición de profundas transformaciones en los patrones culturales de los grupos humanos primitivos” (Soria, 1974). La diversidad de hábitats hallados en la misma área geográfica produjo, en razón de la particularidad cultural de sus habitantes, la diferenciación de los sistemas de cultivo implementados. Estudiando el noroeste argentino, Raffino (1975) diferencia los siguientes sistemas: i. un sistema de explotación extensiva por roza, efectuado sobre la base de la suprimir la vegetación natural, cultivar la tierra durante un breve período y dejar reponer la fertilidad del suelo durante un período generalmente mayor, ii. Un sistema de barbecho sectorial asociado a la implementación de innovaciones como andenes, riego, fertilización y otros, disminuyendo el período de descanso para la regeneración de la fertilidad del suelo, y iii. Un sistema de cultivo permanente, basado en la implementación de las innovaciones técnicas del sistema anterior más otras innovaciones posibles en razón de las características ambientales, como es el caso de la utilización de especies leguminosas, importantes para el mantenimiento de la fertilidad de los suelos. El primero de los sistemas mencionados esta asociado a las áreas selváticas y boscosas (porción occidental de la Región Chaco y Región de las Yungas); el segundo y el tercero de los sistemas han sido desarrollados en los bolsones fértiles de la Puna y en valles y quebradas que forman parte de la Prepuna y los que se hallan al norte de la eco-región Monte de Sierras y Bolsones. 13 El cultivo en las chinampas--chinampa significa nido o enjambre de ramas- se continúa realizando en la actualidad. Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 17 En la Alumbrera, por caso, se desarrolló un sistema económico diversificado: ganaderorecolector en la puna, ganadero-agrícola en los oasis de regadío y agrícola-recolector en los valles Raffino y Cigliano (1973). La diversidad de sistemas de cultivos implementados por las sociedades precolombinas, es enorme. En ellos es posible reconocer distintos grados de artificialización basados en múltiples adaptaciones a las características ambientales. En muchos casos, incluyendo los de las sociedades agrícolas desarrolladas en diferentes regiones de la Tierra, la precariedad de las herramientas técnicas disponibles fue suplida con el ingenio. La diversidad aprovechada. Considerados en forma conjunta, los primitivos grupos agrícolas y las civilizaciones regionales produjeron una amplia búsqueda de las especies susceptibles de domesticación. Muchas de las especies domesticadas en una determinada región, fueron posteriormente adaptadas y diversificadas en otras regiones. Algunos de los centros de alta diversidad de especies vegetales domésticas se hallan, actualmente, localizados fuera de las regiones en los cuales se inició el proceso de domesticación de las especies consideradas. De acuerdo a Vázquez (1982) la papa, por ejemplo, podría ser originaria de Mesoamérica, pero el proceso de domesticación se realizó en los Andes de Sudamérica. De acuerdo a Mosquera (1982), la domesticación del maíz se habría iniciado en las tierras altas de Mesoamérica y en las praderas del suroeste de América del Norte. La extensión del cultivo del maíz a las tierras bajas mesoamericanas, habría desplazado al cultivo de la yuca (género Manihot), especie rica en carbohidratos y de alto valor energético. Por su parte, el centro de origen del tomate (Lycopersicum esculetum) estaría ubicado en los Andes de Sudamérica, pero la mayor diversidad de variedades se encuentra en Centroamérica. La búsqueda de las aprovechables de cada región y su aprovechamiento, debe haber sido tanto más perfecta cuanto mayor fuera la adaptación al medio y la diversidad cultural de los pueblos que la habitaban. El hecho de que muchas civilizaciones se hayan gestado a partir de un mosaico de pueblos y civilizaciones anteriores cuyo desarrollo había sido, en muchos casos independiente, explica la rica diversidad adaptativa alcanzada (Métraux, 1972). Citando a varios autores Reid y Miller (1995) afirman que los centros de alta diversidad genética de cultivos se caracterizan, entre otros, por la importancia de la historia agrícola y la diversidad cultural de los pueblos que los habitaban. Esta diversidad cultural cobra mayor importancia si, como en es el caso de los pueblos que formaron parte del Tahuantinsuyu o estado Inca y de las Civilizaciones Mesoamericanas, la región ocupada se caracterizaba por una gran diversidad ecológica. El número de especies utilizadas por las distintas culturas americanas prehispánicas fue enorme. Por su parte, cada una de las especies cultivadas presentaba un gran número de variedades domésticas (Parodi 1935). La producción agrícola de los Andes sudamericanos se basaba en varias decenas de especies vegetales domésticas, de cada una de las cuales se cultivaban gran número de variedades. Las especies empleadas estaban adaptadas a diferentes condiciones ambientales. Desde un vegetal apto para ser cultivado en las altas mesetas, la quinoa (Chenopodium quinoa), hasta el maíz y la papa. Si bien, las plantas domesticadas en el continente americano pertenecen, en su gran mayoría, a géneros no hallados en otros centros de domesticación (Dawson, 1960), algunas de las especies domesticadas son taxonómicamente próximas a las domesticadas en otros continentes. Parodi (1935), cita como ejemplos de plantas similares domesticadas en América, India y el Cáucaso, las siguientes: algodonero, lupinos, porotos y zapallos. Los zapallos, por ejemplo, pertenecen a las curcubitaceas, Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 18 familia ampliamente aprovechada en condiciones silvestres y domésticas en diferentes regiones. Entre las curcubitas domésticas debemos mencionar las empleadas en América (Curcubita spp. y Cucumis anguria), las empleadas en el viejo mundo pero posiblemente provenientes de Africa como la sandía (Citrullus lanatus) y el melón (Cucumis melo), y el pepino (Cucumis sativa) originario de Asia (Pocchetino y Cortella, 1994). Las especies domesticadas a nivel mundial, representan un gran número de familias del reino vegetal, pero gran parte de los cultivos de mayor importancia, provienen de unas pocas familias. De acuerdo con Arora (1985) el 40% de aproximadamente 2.300 especies domésticas estudiadas, proviene de 4 familias, a saber: Gramíneas, Leguminosas, Rosáceas y Solanáceas. Las dos familias citadas en primer lugar han contribuido con los cereales (trigo, arroz, maíz, cebada y otros) y las legumbres (soja, maní, porotos y otros); las rosáceas con la manzana, pera, frambuesas y otras; las solanáceas con papa, tomate y otras. Cuando se evalúa las especies aprovechadas por el hombre, es necesario considerar también las especies no domésticas que el hombre utiliza tanto en su medio natural cuanto en ambientes modificados. Las especies silvestres proveyeron, y aún proveen, a diferentes grupos humanos un gran número de bienes y servicios. Baste citar que, en forma conservadora, Parodi (1935) cita 25 especies nativas cuyos frutos eran utilizados por los guaraníes. Por su parte, los habitantes del Desierto de Sonora utilizaron 375 especies nativas, siendo que los indios seris, habitantes de una parte del desierto, utilizaron como fuente de alimento 80 de las especies halladas en la región (Parra Hake, 1982). Estudios recientes muestran que diferentes grupos aborígenes de la Amazonia aprovechan entre el 50 y 78% de las especies forestales nativas presentes en sus respectivos territorios (Prance et al, 1987). Las especies pertenecientes a muchas familias del reino vegetal son ampliamente utilizadas por los distintos grupos indígenas. En contrapartida, la presencia de especies endémicas explica muchas de las diferencias de las especies utilizadas entre los distintos grupos. Por otra parte, los grupos humanos, máxime aquellos que lograron la producción excedentaria de alimentos y desarrollaron sociedades de mayor complejidad, generaron demandas de bienes no necesariamente relacionados con las necesidades materiales básicas. Las poblaciones nativas de América obtenían de diferentes especies vegetales los productos con los que tenían sus tejidos. Entre los productos obtenidos podemos citar los siguientes tintes: azul, obtenido del añil (Indigofera tectitonia); rojo, obtenido de la acción de la cochinilla (Dactylopius coccus) sobre una cactacea, el nopal (Nopalea coccinellifera); azul oscuro, obtenido del palo de tinte (Haematoxylum campechianum) (Castañeda et al, 1995). Otro de los productos vegetales utilizados por los mayas era el hule obtenido del guayule (Partenium argentatum). Con el hule construían pelotas que utilizaban en sus juegos ceremoniales. Las plantas alucinógenas tenían, para las culturas tradicionales, gran importancia. A pesar de encontrarse ampliamente distribuidas, algunas regiones fitogeográficas son más ricas que otras en especies alucinógenas. Tal es el caso de diferentes regiones del continente americano. Diferentes culturas de América emplearon un gran número de las aproximadamente 150 especies utilizadas a nivel mundial por sus propiedades alucinógenas (Schultes y Hoffmann, 1982). De acuerdo a Perez Gollan y Gordillo Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 19 (1993) las diferentes culturas americanas habrían utilizado aproximadamente 80 especies de plantas alucinógenas. Las especies alucinógenas aprovechadas provienen de diferentes familias de vegetales (Solanaceas, Cactaceas, Leguminosas y otras). Los habitantes del noroeste del actual territorio argentino consumían substancias derivadas de una leguminosa, el cebil (Anadenanthera colubrina), (Perez Gollan y Gordillo, 1993). Otra leguminosa del mismo género (A. peregrina) era utilizada por los habitantes de la cuenca del Orinoco (Schultes y Hoffmann, 1982). Otras substancias consumidas por los pueblos que habitaban el territorio argentino eran el tabaco (género Nicotiana) y el tabaquillo (género Nicotiana o Trichocline), (Perez Gollan y Gordillo, 1993). Entre las especies animales domesticadas debemos citar, para las diferentes culturas americanas, el chompique (Agriocharis ocellata) de los cuales los mayas obtenían huevos y carne y dos razas de perros, una de las cuales era utilizadas para la alimentación (Mosqueda, 1984). Por su parte, las culturas andinas de Sudamérica domesticaron dos especies de camelidos, la llama (Lama glama) y la alpaca (Lama paco). Ambas eran, y aún lo son, importantes en la economía andina. La llama proveía de lana y carne y, además, era empleada como animal de carga. La ganadería andina tubo un desarrollo importante basado, entre otros, en la selección de los animales en razón del color de la lana y en el manejo de los rodeos, aprovechando tanto los pastizales cuanto las especies arbustivas y arbóreas, entre ellas las pertenecientes al género Prosopis, como los algarrobos (Rostwrowski de Diez Canseco, 1992; Pulgar Vidal, 1981). Pero, además, los diferentes grupos humanos utilizaron un gran número de mamíferos, aves, reptiles, peces e insectos. Los insectos, por ejemplo, constituyeron una fuente alimentaria importante. Inclusive, algunos autores han sugerido que distintos grupos humanos de América llegaron a semidomesticar algunos insectos (Posey, cit. por Ardón Mejía). Entre los insectos utilizados como alimento figuran especies plagas de la agricultura. Su aprovechamiento podría estar relacionado, también, con el control de sus poblaciones y, por lo tanto, con el manejo de los cultivos. Ing. Néstor Bárbaro / Tecnología, Ambiente y Sociedad. Pág. N° 20