SACRAMENTO DEL ORDEN 1 EL SACRAMENTO DEL ORDEN INTRODUCCIÓN Un poco de historia… Los apóstoles se rodean de colaboradores en un primer momento. Mientras vivían los apóstoles, compartían su autoridad. Obviamente, no había aún sucesión. En la época de San Ignacio de Antioquía, es cuando se define la distinción entre obispo, presbítero y diácono. Antes no se distinguía bien entre episcopoi y presbiteroi. El sacramento del Orden es el sacramento de la sucesión apostólica. La expresión “orden” viene precisamente de la delimitación orden de los obispos, orden de los presbíteros, orden de los diáconos. Existe un único sacramento, articulado, por institución divina, en tres órdenes distintos. No se sucede a los apóstoles en lo que tienen de irrepetible y único, pero sí se les sucede en el oficio pastoral que desempeñaban. El sacramento del Orden se dispensa plenamente sobre el Obispo y participadamente en el sacerdote y el diácono. En realidad, el sacramento del Orden se da en plenitud en el obispo, y se da participadamente en los presbíteros. La teología del sacramento del Orden se va a formar y edificar por Santo Tomás, quien lo ve desde el punto de vista del sacerdote. En la época primitiva, decir “sacerdos” era decir “obispo”. En los primeros siglos se entendía la figura del presbítero y el diácono desde la figura del obispo. Santo Tomas va a definir el sacerdocio desde la Eucaristía: capacidad de celebrar la Eucaristía y perdonar los pecados. Si se definía al sacerdocio por esta función, entonces era lo mismo ser Obispo y ser Presbítero, sacramentalmente hablando. El único plus que tendría el Obispo sería la potestad de jurisdicción, por lo que quedaba zanjada la diferencia entre potestad de orden ypotestad de jurisdicción. El CVII no utilizará esta distinción, sino que únicamente hablará de la sacra potestas, que es la que capacita para ejercer los munera. No se puede ver lo sacerdotal como determinado únicamente por el ejercicio de la celebración de la Eucaristía y del sacramento de la Penitencia. En el CVII se habla de la sacramentalidad del episcopado; señalando que hay que entender al presbítero desde el obispo, como colaboradores del orden episcopal. La missio canonica no es el origen de la autoridad sino la condición de comunión en el ejercicio de algo que ya se ha recibido. El Concilio vincula la autoridad jurisdiccional al sacramento. La sacra potestas es una realidad unitaria. El gobierno y la enseñanza, por ser funciones de toda la Iglesia, han de ser ejercidas en comunión para que sean legítimas1. Lo propio del Obispo: Instituir y constituir a un cristiano en cabeza de la Iglesia sacramentalmente. Lo propio del sacerdote: recibir la sacra potestas como cooperador del obispo. El obispo recibe la sacra potestas como Cabeza. El presbítero como cooperador del obispo y en subordinación a él. La distinción es formal. 1 La sacra potestas, aunque es una capacitación personal, no se otorga para uso y aplicación según el gusto del ministro, sino para hacer lo que la Iglesia quiere hacer. El ex opere operato no es una mecánica determinista que pueda tener lugar desgajada de su finalidad. Se tiene que obrar y hacer lo que la Iglesia quiere que se haga. SACRAMENTO DEL ORDEN 2 La promesa de obediencia del presbítero al obispo es una promesa reclamada formalmente por la condición del presbítero. Ir contra la obediencia debida al obispo es ir contra el propio ser sacramental sacerdotal. NATURALEZA DEL SACRAMENTO DEL ORDEN LG 18, al comenzar a hablar del episcopado: En orden a apacentar el Pueblo de Dios y acrecentarlo siempre, Cristo Señor instituyó en su Iglesia diversos ministerios ordenados al bien de todo el Cuerpo. Porque los ministros que poseen la sagrada potestad están al servicio de sus hermanos, a fin de que todos cuantos son miembros del Pueblo de Dios y gozan, por tanto, de la verdadera dignidad cristiana, tiendan todos libre y ordenadamente a un mismo fin y lleguen a la salvación. El binomio potestad de orden / potestad de jurisdicción tiene una gran utilidad práctica. En la Edad Media hubo un poco de duda en determinar cuál era la forma y la materia del sacramento. Algunos pensaban que la forma y materia estaban en la entrega de instrumentos. En Trento queda claro la institución del orden sacerdotal llevada a cabo por Cristo; junto con Trento está la Constitución Apostólica Sacramentum ordinis, y la LG son los tres documentos base sobre la teología del sacerdocio. {Se ven algunos de los cánones relevantes, pero muy someramente} CAN. I. Si alguno dijere, que no hay en el nuevo Testamento sacerdocio visible y externo; o que no hay potestad alguna de consagrar, y ofrecer el verdadero cuerpo y sangre del Señor, ni de perdonar o retener los pecados; sino sólo el oficio, y mero ministerio de predicar el Evangelio; o que los que no predican no son absolutamente sacerdotes; sea excomulgado. CAN. II. Si alguno dijere, que no hay en la Iglesia católica, además del sacerdocio, otras órdenes mayores, y menores, por las cuales, como por ciertos grados, se ascienda al sacerdocio; sea excomulgado. CAN. III. Si alguno dijere, que el Orden, o la ordenación sagrada, no es propia y verdaderamente Sacramento establecido por Cristo nuestro Señor; o que es una ficción humana inventada por personas ignorantes de las materias eclesiásticas; o que sólo es cierto rito para elegir los ministros de la palabra de Dios, y de los Sacramentos; sea excomulgado. CAN. IV. Si alguno dijere, que no se confiere el Espíritu Santo por la sagrada ordenación, y que en consecuencia son inútiles estas palabras de los Obispos: Recibe el Espíritu Santo; o que el Orden no imprime carácter; o que el que una vez fue sacerdote, puede volver a ser lego; sea excomulgado. CAN. V. Si alguno dijere, que la sagrada unción de que usa la Iglesia en la colación de las sagradas órdenes, no sólo no es necesaria, sino despreciable y perniciosa, así como las otras ceremonias del Orden; sea excomulgado. CAN. VI. Si alguno dijera, que no hay en la Iglesia católica jerarquía establecida por institución divina, la cual consta de Obispos, presbíteros y ministros; sea excomulgado. CAN. VII. Si alguno dijere, que los Obispos no son superiores a los presbíteros; o que no tienen potestad de confirmar y ordenar; o que la que SACRAMENTO DEL ORDEN tienen es común a los presbíteros; o que las órdenes que confieren sin consentimiento o llamamiento del pueblo o potestad secular, son nulas; o que los que no han sido debidamente ordenados, ni enviados por potestad eclesiástica, ni canónica, sino que vienen de otra parte, son ministros 3 legítimos de la predicación y Sacramentos; sea excomulgado. CAN. VIII. Si alguno dijere, que los Obispos que son elevados a la dignidad episcopal por autoridad del Pontífice Romano, no son legítimos y verdaderos Obispos, sino una ficción humana; sea excomulgado. Se alude a Hch y a San Pablo como testimonio de la imposición de manos. El ministerio tienen también un carácter colegial (San Pablo, habla de la imposición de manos de los presbíteros, 1 Tim 4,14). Cómo la Iglesia se va autocomprendiendo: La Traditio Hippoliti, sobre la ordenación de obispos… se ve como una prolongación del don del Espíritu Santo que los apóstoles reciben en Pentecostés. Eso es lo que se recibe en la ordenación en orden al cuidado de la grey. Aparece una oración deprecativa al Espíritu Santo, al momento de imponer la manos sobre el candidato. “Ore el obispo sobre él”. El diácono no se ordena para el sacerdocio sino para el servicio del obispo (razón por la que sólo le imponía las manos el obispo y no también el resto de los presbíteros). San Agustín, habla de un sigillum, de un sello, que implícitamente alude al carácter sacramental. Es la práctica en la Iglesia de entender que hay algunos sacramentos que no se reiteran. LA SUCESIÓN APOSTÓLICA Jesucristo ha instituido el ministerio apostólico como prolongación de su propio ministerio (“Yo estaré con vosotros”). A Cristo no se le sucede ni se le sustituye, sino que se le hace presente. El ministerio apostólico, tiene, por tanto, un carácter de vicariedad, de representación. Jesús instituye un ministerio que ha de durar hasta el fin de los tiempos. El estaba hablando a los apóstoles, pero implícitamente alude a la sucesión apostólica, pues los apóstoles iban a morir. No hay testimonios en el NT de una explícita voluntad de sucesión, pero sí hay implícita una idea de sucesión apostólica. Hay una voluntad implícita de Jesús respecto a la sucesión apostólica. La forma concreta e histórica de cómo se va a suceder en ese ministerio es obra del Espíritu Santo y el Colegio Apostólico guiado por el mismo Espíritu. El Magisterio dirá de la estructura Obispo, Presbítero, Diácono, que es de ordenación divina, pero no de institución del Jesús histórico. LA INSTITUCIÓN DEL SACRAMENTO DEL ORDEN POR JESUCRISTO SACRAMENTO DEL ORDEN 4 Base escriturística: Textos relativos a la última Cena: “haced esto en memoria mía…”. Jn 20,21-23: el poder de las llaves. Mt 28,18-20: amplificación del texto de Jn (“se me ha dado toda potestad [exousía] en el cielo y en la tierra”). CVII presenta la enseñanza de la S.E. en dos etapas: 1. Institución de los Doce: reciben autoridad para una misión, una autoridad relacionada con el Espíritu Santo, que se da a través de un sacramento que capacita para realizar una misión dentro de la Iglesia. LG 19: A éstos envió Cristo, primero a los hijos de Israel, luego a todas las gentes (cf. Rom 1,16), para que con la potestad que les entregaba, hiciesen discípulos suyos a todos los pueblos, los santificasen y gobernasen (cf. Mt 28,16-20; Mc 16,15; Lc 24,45-48; Jn 20,21-23) y así dilatasen la Iglesia y la apacentasen, sirviéndola, bajo la dirección del Señor, todos los días hasta la consumación de los siglos (cf. Mt 28,20). En esta misión fueron confirmados plenamente el día de Pentecostés (cf. Act 2,1-26). 2. La sucesión LG 20: Esta divina misión confiada por Cristo a los Apóstoles ha de durar hasta el fin de los siglos (cf. Mt 28,20), puesto que el Evangelio que ellos deben transmitir en todo tiempo es el principio de la vida para la Iglesia. Por lo cual los Apóstoles en esta sociedad jerárquicamente organizada tuvieron cuidado de establecer sucesores. El mandato está implícito en la promesa de Jesús de que estará con la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Es la misión la que tiene que perdurar. Por eso los sucesores suceden a los apóstoles en la misión, no en las cualidades de testigos de la Resurrección. Los apóstoles pertenecen al momento de revelación de Jesús. Los sucesores suceden en el encargo pastoral. LA AUTORIDAD ESPIRITUAL DEL MINISTERIO ORDENADO Se confiere en el sacramento del orden una potestas espiritual, hay una autoridad espiritual. El CVII en LG 28: El ministerio ordenado participa de la misión de Jesús como Cabeza. La misión del Pueblo de Dios es participada por todos a través del bautismo; los munera Christi. En el caso del sacramento del orden hay una consagración y misión del cristiano que es esencialmente distinta de aquella dada por el bautismo: diferencia entre el sacerdocio común y el ministerial. La Iglesia no se da la salvación a sí misma, sino que la recibe como un don, de ahí la necesidad de la representatividad de Cristo que tiene lugar en el ministerio. Sobre los presbíteros (LG 28): Los presbíteros, aunque no tienen la cumbre del pontificado y en el ejercicio de su potestad dependen de los Obispos, con todo están unidos con ellos en el honor del SACRAMENTO DEL ORDEN 5 sacerdocio y, en virtud del sacramento del orden, han sido consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento, según la imagen de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote (Act 5,1-10; 7,24; 9,11-28), para predicar el Evangelio [enseñar] y apacentar a los fieles [regir] y para celebrar el culto divino [santificar]. Todo lo que hace el pastor, cuando actúa como tal, está impregnado de la representatividad de la persona de Cristo Cabeza; impregnado de sacramentalidad. Dentro de la misma sustancia de incorporación a la sucesión apostólica, el sacramento del orden se confiere bajo tres formas distintas. La distinción entre el episcopado y el presbiterado, no parece residir en el poder material de hacer cosas, sino en el modo y el cómo las hace, y la vinculación que supone. Esto es así, pues la historia nos presenta el hecho de que alguna vez un presbítero ha ordenado a otro presbítero, y a un diácono. Lo único que históricamente no ha hecho un presbítero es ordenar a un obispo. Según el CVII, el obispo tiene la plenitud del Sacramento del Orden. La palabra “plenitud” significa que lo hace como Cabeza. El obispo es el supremo moderador de la liturgia, es el verdadero celebrante de la liturgia. El presbítero es ontológicamente cooperador del orden episcopal. Recibe el sacerdocio directamente de Cristo, pero como cooperador. Uno lo recibe como Cabeza, el otro lo recibe como cooperador. El que el obispo reciba el sacerdocio como cabeza significa que lo recibe como supremo moderador del ejercicio del sacerdocio en la Iglesia. En esto se distingue esencialmente del presbítero. El primado del Obispo de Roma, tiene como añadido la jurisdicción. Goza de un carisma especial ad casum, acontecimiento momentáneo y coyuntural, no se trata de un poder ex opere operato, por lo cual no se puede considerar como un carisma estable, como si hubiera una configuración cuasi–sacramental. No se tiene una cualidad estable, sino un carisma momentáneo, que se ejerce en momentos concretos. Por tanto, la condición de “Papa” no es una condición sacramental2. El Papa actúa en cuanto obispo. Su manera de ser obispo es según el modo en que Pedro era Apóstol. El Obispo de Roma actúa como obispo en su Iglesia y en toda la Iglesia de Dios. La jurisdicción ha de ser integrada en lo sacramental, sino se corre de caer en el error ortodoxo, que desvincula totalmente la jurisdicción del aspecto sacramental de la sacra potestas. En el caso del Papa, la peculiaridad de su potestad sagrada le viene dada por la peculiaridad de la Sede de la que ha tomado posesión. Esa relación del presbítero con su obispo, significa que el presbítero ha recibido su sacerdocio en dependencia sacramental con su obispo. La palabra “grados” (secundum meriti munus), no está del todo consagrada en el magisterio. TRENTO: 2 Rahner mantuvo que el papado era como una especie de sacramento. SACRAMENTO DEL ORDEN 6 Se establece que por ordenación divina hay una jerarquía (no dice “grados”) que se establece por ordenación divina (no dice “institución divina”): obispos, presbíteros y ministros (término que utiliza al refierse a los diáconos). CVII: LG 28: Dirá que ya desde los primeros tiempos ha habido obispos, presbíteros y diáconos. Es fundamental considerar la Tradición al momento de articular la doctrina de la jerarquía obispo–presbítero–diácono. ¿Puede ser un cristiano ordenado directamente obispo? Han habido 11 Papas que han sido ordenados directamente de cristianos a obispos. Le llamaban ordenaciones per saltum, en la Edad Media, al concebirse el Orden entonces como grados. Por tanto, el presbiterado y el diaconado no son necesarios para el episcopado. Esto explica que el episcopado no pueda ser explicado desde el presbiterado y el diaconado. Dentro del planteamiento de Santo Tomás, habría necesidad del diaconado y el presbiterado antes del episcopado. EL EPISCOPADO LG 20: los Obispos han sucedido por institución divina a los Apóstoles como pastores de la Iglesia. LG 23: cada uno de los obispos ejerce su poder pastoral sobre la porción del Pueblo de Dios que se le ha confiado, no sobre las demás Iglesias. Hubo errores y herejías, que arrancan de una disputa en Roma, en tiempos de San Jerónimo, entre diáconos y presbíteros. San Jerónimo apoyaba a los presbíteros, diciendo que los obispos eran presbíteros, que habían sido elegidos para gobernar la Iglesia (en el fondo eran igual a los presbíteros). Esta opinión recogida en el Ambrosiaster llegó hasta la Edad Media, lo cual explica en parte el que Santo Tomás haya mantenido que el obispo respecto del presbítero tenga sólo un plus de jurisdicción. Al final de su vida, Santo Tomás comenzó a sospechar que ésta no era la verdadera Tradición. Siglo XIV, Marsilio de Padua: todos los sacerdotes poseen igual autoridad y jurisdicción por institución de Cristo. Trento dirá que por divina institución los obispos son superiores a los presbíteros. Los husitas y wiclefitas repiten este error. En las Cartas de San Ignacio de Antioquía se ve un claro protagonismo del obispo. En San Clemente Romano, se ve también este rasgo. Con San Ireneo, es evidente que el episcopado está aceptado como la máxima autoridad eclesial. CVII, en LG 21: por la consagración episcopal se confiere la plenitud del sacramento del orden. Se afirma de manera solemne la sacramentalidad del episcopado (plenitud de la sucesión apostólica). EL PRESBITERADO SACRAMENTO DEL ORDEN 7 PO: se hace alusión a la capacidad de los presbíteros de consagrar. Lo hacen en vinculación del ministerio episcopal y subordinado a él. PO 2 reitera lo dicho en LG 28: os presbíteros dependen de los obispos en el ejercicio de su autoridad, para predicar el evangelio, apacentar a los fieles, y celebración del culto divino (el binomio orden–jurisdicción es sustituido por la mención del tria munera). Participa en el sacerdocio de Cristo, no en el del obispo. Lo ejercen en dependencia del obispo. PO 2: el ministerio de los presbíteros, por estar unido al orden episcopal, participa de la misma autoridad con que Cristo gobierna, apacienta e instruye al pueblo. La actuación in persona Christi capitis: es lo que expresa la dimensión cristológica del presbítero (el presbítero se presenta también ante la Iglesia, como cabeza, ante su comunidad). Representación de la Iglesia y representación de Cristo se presentan en una misma persona: el presbítero. Son sellados con un carácter especial por el Espíritu Santo. EL DIACONADO Grado inferior de la jerarquía. Tiene una naturaleza sacramental; no como el caso de las órdenes menores. El diaconado nunca ha sido considerado como orden menor. CVII puso de manifiesto que el diaconado es sacramento (LG 29). El tema del diaconado provocó debate por tener relevancia respecto al celibato de los sacerdotes. Pablo VI tuvo que intervenir y mandar a que no se tratara el tema del celibato de los presbíteros. Luego, publicó la encíclica Sacerdotalis celibatus, en la que recoge la disciplina latina del celibato. La misma disciplina oriental tiene en sí algunas incoherencias que favorecen el tema del celibato (por ejemplo, la ordenación de obispos sólo se concede a sacerdotes célibes, no pudiendo contraer matrimonio después). Dice que esta disciplina ha sido introducida “no sin una especial inspiración del Espíritu Santo”. En la Teología, en el fondo, lo que más hay son argumentos de conveniencia. Estos tienen una coherencia interna particular, que aunque no fuerzan el modo particular del ser de las cosas sí tienen un peso relevante. Reciben la imposición de manos no en orden al sacerdocio sino en orden al ministerio, y al ministerio del obispo (LG 29). Tiene funciones relativas al ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad. Según la autoridad competente se lo indicare, llevan a cabo: “la administración solemne del bautismo, conservar y distribuir la Eucaristía, el asistir en nombre de la Iglesia y bendecir los matrimonios, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo (oficio profético; también, ésta es su manera de ser pastor), presidir el culto y oración de los fieles (oficio sacerdotal3), administrar los sacramentales, presidir los ritos de funerales y sepelios”. 3 Lo sacerdotal en Cristo no sólo se vincula a la Eucaristía; lo sacerdotal en Jesús es toda su vida, no se limita al culto. SACRAMENTO DEL ORDEN 8 El diaconado es participación del envío de Jesús por el Padre; pero hay dos formas que participan de modo particular del envío del Jesús por el Padre, serán llamadas sacerdotales (la celebración de la Eucaristía y el perdón de los pecados), que no están incluidas en el diaconado. Es bueno, por eso, referirse al sacramento de orden como el sacramento de la sucesión apostólica, la participación del envío de Jesús por el Padre. Hay pues, dos formas de participar en la sucesión apostólica que permiten la funcionalidad que llamamos sacerdotal (celebración de la Eucaristía y el perdón de los pecados), que competen al episcopado y al presbiterado. Todos pueden llamarse sucesores, pero no todos hacen todo. A unos se les llama sucesores en plenitud, a otros cooperadores, y a otros diáconos, que participan en algunas de las funciones de los presbíteros y diáconos. A los Apóstoles le suceden obispos, presbíteros y diáconos, vinculados en un único sacramento. EL SIGNO SACRAMENTAL, MATERIA Y FORMA DEL SACRAMENTO La materia en este caso es el gesto de la imposición de las manos. Desde el NT este es el gesto propio de transmisión de autoridad (1Tim 4,14; 2Tim 1,6). Junto con la imposición de las manos se habla de una oración, con la que se realiza esa imposición de manos. Se da también otra serie de ritos: la entrega de la patena, la unción de las manos. Pero la así llamada traditio instrumentorum creó conflictos antiguamente porque se llegó a creer que ésta constituía parte esencial del signo. Constitución apostólica, Sacramentum ordinem, de Pío XII: La Iglesia no puede cambiar lo esencial de los sacramentos, pero sí puede determinar las condiciones de validez y licitud. Sobre la materia: la materia única es la imposición de las manos; la forma son las palabras que determinan la aplicación del gesto. En adelante, la entrega de los instrumentos no es necesaria para la validez del sacramento. En el Pontificali romani de Pablo VI se recogen los detalles sobre la administración del sacramento (la imposición de ambas manos, también para el diácono). En la oración se pide siempre al Espíritu Santo; en cuanto a los diáconos “el don septiforme…”; para los presbíteros “secundum meriti munus” (oficio subordinado); en la consagración episcopal se pide el Espíritu “principalem”4, el que recibió Jesús (en el bautismo del Jordán), el que El entregó a los apóstoles. EFECTOS Imprime carácter (una potencia, potestad espiritual). Esto va unido a la capacitación ontológica para el ministerio. En Trento se usa la expresión “potestad espiritual”; condenando a los que sostienen que los sacerdotes sólo reciben una potestad temporal. La potestad recibida es perpetua, capacitando 4 Habla de la principalidad de los que constituyeron las primeras Iglesias. Reciben el Espíritu como Cabeza. SACRAMENTO DEL ORDEN 9 al que la recibe para ejercer funciones características de Cristo, capacidad de hacer presente a Cristo Cabeza. CVII, recoge esta enseñanza tradicional, presentando como un poder de actuar como Cristo Sacerdote y Cabeza. Sobre los obispos: LG 21 - «con la imposición de las manos se confiere la gracia del Espíritu Santo y se imprime el sagrado carácter, de tal manera que los Obispos en forma eminente y visible hagan las veces de Cristo, Maestro, Pastor y Pontífice y obren en su nombre. Es propio de los Obispos el admitir, por medio del Sacramento del Orden, nuevos elegidos en el cuerpo episcopal.» Sobre los presbíteros: PO 2 - «por la unción del Espíritu Santo son sellados con un carácter especial.» Es fundamental entender aquí la diferencia esencial entre sacerdocio ministerial y sacerdocio común de los fieles. No se puede hablar de que el ministerio ordenado es “más” que los fieles, pues se trata de una diferencia esencial, y no de grado. LA RELACIÓN ENTRE LOS TRES CARACTERES DEL ORDEN Se puede considerar si el carácter episcopal es o no ampliación del carácter presbiteral. Es una cuestión debatida. El profesor piensa que como distintos caracteres, no se van “sumando”, sino que con cada sacramento se van añadiendo al sujeto la dimensión o peculiaridad propia que se da con cada sacramento (en la Confirmación: la dimensión misionera; en el Orden en 2do grado: la capacidad de realizar funciones sacerdotales capitales; etc.). Se da una realidad nueva, una nueva capacidad, que es un plus con respecto a lo ya dado en el Bautismo. Se da un aumento de la gracia para ser ministro idóneo de Jesucristo. Se da el don de la gracia del Espíritu Santo (según Trento). Como todo don y gracia de Dios, está reclamando una vida conforme a la capacitación recibida. El ministerio y la vida de los presbíteros han de estar de acuerdo a su condición de ministros de Cristo Cabeza. PO 12 - «La santidad de los presbíteros contribuye poderosamente al cumplimiento fructuoso del propio ministerio —porque aunque la gracia de Dios puede realizar la obra de la salvación también por medio de ministros indignos—, sin embargo, por ley ordinaria, Dios prefiere manifestar sus maravillas por medio de quienes, hechos más dóciles al impulso y guía del Espíritu Santo, por su íntima unión con Cristo y su santidad de vida, ya pueden decir con el Apóstol: “Ya no vivo yo; es Cristo quien vive en mí” (Gal. 2,20)». EL MINISTRO DEL SACRAMENTO DEL ORDEN Se ha visto ya el caso en que dos Papas confirieron por medio de bulas a dos abades la potestad para ordenar diáconos y presbíteros. {Ojo: para hacer teología no se puede partir desde el caso extraordinario o de excepción.} El ministro ordinario del sacramento del Orden es el obispo. Santo Tomás explicaba por qué eso era así. El obispo está encargado de la ordenación social de la Iglesia, por lo que el ordenar sería algo más propio del obispo. SACRAMENTO DEL ORDEN 10 Las antiguas órdenes menores no eran sacramento del orden propiamente. SUJETO DEL SACRAMENTO DEL ORDEN Condiciones de validez: 1. Estar bautizado. En este punto nunca ha habido duda. 2. Ser varón. RESPECTO A LA RESTRICCIÓN EXCLUSIVA A LOS VARONES Conviene conocer la existencia de algunos documentos de la Iglesia al respecto: 1. Declaración de la CDF, Inter insigniores (15.X.1976). Se recogen los fundamentos tanto en la SE como en la Tradición en las que se basa la Iglesia para reservar el Orden a los varones (aprobada por Pablo VI). 2. Carta Apostólica, Ordinatio sacerdotalis, de Juan Pablo II, 22.V.1994. Junto con esta Carta, está la Respuesta de la CDF a la duda acerca de la doctrina de la Carta Apostólica Ordinatio sacerdotalis (28.X.1995). Declaración Inter insigniores Se dice aquí que la Iglesia nunca se ha sentido capaz de otorgar el presbiterado y el episcopado a quienes no sean varones. Yves Congar dejó alguna brecha abierta al acceso de mujeres al diaconado al no considerarlo como parte del orden sacerdotal. El sacramento del Orden, sin embargo, en sus tres grados, forma todo parte de la sucesión de los Apóstoles. Hay que preguntar: ¿Se reserva a los varones el sacerdocio o la sucesión apostólica? El sacramento del Orden es lo que se reserva a los varones. Por tanto, es la sucesión apostólica lo que se reserva a los varones. Al formar parte los diáconos de la sucesión apostólica, queda también el diaconado reservado a los varones. Si se entiende que sucesión apostólica equivale sólo al sacerdocio, entonces este argumento no se podría mantener, pero no nos parece que este sea el caso. Se trata de una norma guardada a ejemplo de Cristo. La Iglesia entiende que ante la práctica de los Apóstoles está ante una realidad que no se siente capaz de cambiar. Rahner se pregunta por las cuestiones sociológicas del tiempo de Jesús: ¿Podría Jesús haber elegido mujeres como apóstoles? Ante esto, sin embargo, consta que Jesús no siempre se dejaba llevar por los acondicionamientos sociales y legales del tiempo (habla con la samaritana ante la sorpresa de sus discípulos; entraba a la casa de “pecadores” y comía con ellos). Se plantea también la cuestión de la imagen “devaluada” de la mujer en aquél tiempo, lo cual sería otro acondicionamiento social. Pero, la supuesta influencia de ese factor cultural contrasta con el hecho de que en el mundo helénico de aquel tiempo el sacerdocio femenino estaba bastante extendido. Además, había ya sectas en aquél tiempo en las que se confería el sacerdocio a las mujeres, algo que los Padres SACRAMENTO DEL ORDEN 11 reprobaron duramente. Se ve así, por tanto, que la influencia social llevaba a la práctica del sacerdocio femenino y no necesariamente a lo contrario. El comportamiento del Señor muestra claramente que El dejó una voluntad clara de dejar sólo a los varones la dignidad Apostólica. Jesús estuvo también rodeado de mujeres, que le fueron incluso hasta más fieles que los hombres que El se escogió. Sin embargo, el Señor no las eligió como sacerdotes. Los Apóstoles y sus sucesores tampoco impusieron las manos a mujeres. Matías, el primer sucesor, es elegido entre varones. En la S.E., cuando se citan nombres de ministros, sólo se citan nombres de varones. Entiende la Inter insigniores que lo que hicieron Cristo y sus sucesores es una norma perpetua. Argumentos de conveniencia: los sacerdotes cuando actúan, representan a Jesucristo, actúan in Persona Christi.5 El ministerio es representación de Cristo–Esposo (esta es la base también de la conveniencia del celibato sacerdotal; la configuración con Cristo, Esposo de la Iglesia, es lo que le da la raíz sacramental al celibato). Carta Ordinatio sacerdotalis Dice la Carta al final: 4. Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, está conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y está enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación. Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia. El Papa aquí no hace un acto de magisterio infalible (escoge el rango de documento más pequeño: «carta apostólica»), no es un acto definitorio en sí mismo, la fuerza vinculante de esta doctrina proviene del magisterio ordinario universal, no la que le da la Ordinatio sacerdotalis. Lo que se hace es una declaración de que algo pertenece ya al magisterio ordinario universal de la Iglesia. Se ve aquí, por tanto, un nuevo modo de dar magisterio. CONDICIONES DE DIGNIDAD PARA RECIBIR EL SACRAMENTO DEL ORDEN 5 En el fondo, toda la historia está ya escrita en Cristo. Dios obra gratuitamente, con plena libertad. Así, se revela como Padre, y el Hijo se encarna como hombre. No se puede caer en una interpretación de la hsitoria que prescinda de la centralidad de la figura de Cristo. SACRAMENTO DEL ORDEN 12 recibido el sacramento de la confirmación (aunque no es absolutamente imprescindible), pero es coherente haber primero recorrido la plenitud de la iniciación 1. Haber 2. 3. 4. 5. 6. cristiana. Estar en gracia de Dios; el sacramento se recibiría sacrílegamente si el sujeto esta en pecado mortal. Si existe un óbice el efecto del sacramento tendría lugar, pero la gracia no sería otorgada. La reviviscencia de la gracia tendría lugar cuando desapareciera el óbice. Tener buenas costumbres (la “santidad de vida y costumbres”, según PO). No se deben conferir las órdenes sagradas sobre aquel a quien no se esté seguro de tener la idoneidad canónica. La edad canónica: depende de las épocas. En la disciplina actual (23 años, diaconado; 25, presbiterado; 35, episcopado). La ciencia de vida (estudio; formación habitual y permanente). El celibato, al menos para la disciplina del rito latino. En la Iglesia oriental es distinto, donde permitiéndose la ordenación presbiteral a varones casados. En la Iglesia Católica, a manera de excepción, se ha permitido el ingreso al presbiterado de ministros pertenecientes a otras confesiones protestantes tradicionales (anglicanos, p. ej.). Las razones del celibato sacerdotal no son esencialmente de índole pragmáticas. Se trata, en el fondo, de una configuración sacramental con Cristo, Cabeza y Esposo de la Iglesia. Hay un fundamento simbólico–sacramental. El sacerdocio no es una mera función, sino que conlleva una configuración ontológica. Si fuera sólo una función, podría ser llevado a cabo sin problema por mujeres. Las razones de índole pragmáticas no serían nunca suficientes. La razón tampoco está en dar testimonio de Reino de los Cielos (es lo característico del celibato vivido en la vida religiosa). La configuración sacramental con Cristo–Esposo es lo que difiere el celibato sacerdotal del celibato religioso (Cf Pablo VI, Sacerdotalis celibatus). COMENTARIO A LA PRESBYTERORUM ORDINIS Trento tenía que salir al paso de la cuestión protestante que negaba el carácter sacerdotal. Esto trajo consigo un fuerte énfasis en la dimensión cultual del sacerdocio, pero dejando los aspectos de predicación y enseñanza no muy señalados. Hasta el CVII el paradigma de vida cristiana era la vidareligiosa. Tras el CVII el paradigma será la vida del laico, lo cual en su interpretación trajo la pérdida de identidad de la vocación religiosa y de la vocación sacerdotal. No se puede contraponer lo sacramental a lo profético, pues esto equivale a perder de vista que el ministerio implica siempre una profunda unidad de los tria munera (triplex munus). El ministro es pastor, maestro y profeta. Esta idea aparece mucho en la PO, anotando sobre todo la mutua unidad de los tres oficios. De entre los cristianos, algunos de ellos son presbíteros. PO 2: El Señor Jesús, “a quien el Padre santificó y envió al mundo”, hace partícipe a todo su Cuerpo místico de la unción del Espíritu con que El está ungido: puesto que en El todos los fieles se constituyen en sacerdocio santo y real, ofrecen a Dios, por medio de Jesucristo, sacrificios espirituales, y anuncian el poder de quien los llamó de las tinieblas a su luz admirable. No hay, pues, miembro alguno que no tenga su cometido en la misión de todo el Cuerpo, sino que cada uno debe glorificar a Jesús en su corazón y dar testimonio de El con espíritu de profecía. SACRAMENTO DEL ORDEN 13 Ideas resaltadas por el profesor: Santificación y misión; toda la Iglesia participa de la misión de Jesús. PO 2: Mas el mismo Señor, para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo, en que “no todos los miembros tienen la misma función” (Rom 12, 4), entre ellos constituyó a algunos ministros que, ostentando la potestad sagrada en la sociedad de los fieles, tuvieran el poder sagrado del Orden, para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados, y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres. Así, pues, enviados los apóstoles, como El había sido enviado por el Padre, Cristo hizo partícipes de su consagración y de su misión, por medio de los mismos apóstoles, a los sucesores de éstos, los obispos, cuya función ministerial fue confiada a los presbíteros, en grado subordinado, con el fin de que, constituidos en el Orden del presbiterado, fueran cooperadores del Orden episcopal, para el puntual cumplimiento de la misión apostólica que Cristo les confió. Ideas resaltadas por el profesor: el sacerdocio común y ministerial son recíprocos; se habla en primer lugar de una incorporación a un Orden, que es única en función, y que se desempeña en conjunto con otros (por lo que el CVII emplea el vocablo “orden de los presbíteros”, más que hablar de sacerdotes). PO 2: El ministerio de los presbíteros, por estar unido al Orden episcopal, participa de la autoridad con que Cristo mismo forma, santifica y rige su Cuerpo. Por lo cual, el sacerdocio de los presbíteros supone, ciertamente, los sacramentos de la iniciación cristiana, pero se confiere por un sacramento peculiar por el que los presbíteros, por la unción del Espíritu Santo, quedan marcados con un carácter especial que los configura con Cristo Sacerdote, de tal forma, que pueden obrar en nombre de Cristo Cabeza. Ideas resaltadas por el profesor: el presbítero recibe el sacerdocio de Cristo, no el del obispo; la palabra carácter y la expresión Cristo Cabeza. PO 2: Por participar en su grado del ministerio de los apóstoles, Dios concede a los presbíteros la gracia de ser entre las gentes ministros de Jesucristo, desempeñando el sagrado ministerio del Evangelio, para que sea grata la oblación de los pueblos, santificada por el Espíritu Santo. Pues por el mensaje apostólico del Evangelio se convoca y congrega el Pueblo de Dios, de forma que, santificados por el Espíritu Santo todos los que pertenecen a este Pueblo, se ofrecen a sí mismos “como hostia viva, santa; agradable a Dios” (Rom 12,1). Por el ministerio de los presbíteros se consuma el sacrificio espiritual de los fieles en unión del sacrificio de Cristo, Mediador único, que se ofrece por sus manos, en nombre de toda la Iglesia, incruenta y sacramentalmente en la Eucaristía, hasta que venga el mismo Señor. A este sacrificio se ordena y en él culmina el ministerio de los presbíteros. Porque su servicio, que surge del mensaje evangélico, toma su naturaleza y eficacia del sacrificio de Cristo y pretende que “todo el pueblo redimido, es decir, la congregación y sociedad de los santos ofrezca a Dios un sacrificio universal por medio del Gran Sacerdote, que se ofreció a sí mismo por nosotros en la pasión, para que fuéramos el cuerpo de tan sublime cabeza”. Ideas resaltadas por el profesor: los presbíteros participan del ministerio de los apóstoles (por eso el profesor insiste tanto en que el Orden es el sacramento de la sucesión apostólica); “el SACRAMENTO DEL ORDEN 14 sagrado ministerio del Evangelio”: Lutero reconoció el ministerio como “la desnuda predicación de la Palabra”, frente a esto Trento subrayará la dimensión cultual como lo esencial; el anuncio del Evangelio es parte principalísima de este ministerio; el sacerdocio común del cristiano: está en los mismos cristianos el ofrecerse como “hostias vivas, agradables a Dios”. DIMENSIÓN COLEGIAL DEL PRESBITERADO Con esta expresión se quiere hacer referencia al hecho de que el presbítero queda incorporado al ordo presbyterorum: el presbítero es presbítero junto con los otros presbíteros. Uno es presbítero junto con otros. La Iglesia ha tenido esto presente desde muy antiguo. LG 28: Los presbíteros, como próvidos colaboradores del orden episcopal, como ayuda e instrumento suyo llamados para servir al Pueblo de Dios, forman, junto con su Obispo, un presbiterio dedicado a diversas ocupaciones. En cada una de las congregaciones de fieles, ellos representan al Obispo con quien están confiada y animosamente unidos, y toman sobre sí una parte de la carga y solicitud pastoral y la ejercitan en el diario trabajo. Ellos, bajo la autoridad del Obispo, santifican y rigen la porción de la grey del Señor a ellos confiada, hacen visible en cada lugar a la Iglesia universal y prestan eficaz ayuda a la edificación del Cuerpo total de Cristo (cf. Ef 4,12). El sacramento incorpora no a un presbiterio en concreto sino a un grupo universal de presbíteros, al ordo presbyterorum, que se realiza en su materialidad práctica en los presbiterios locales. El ordo presbyterorum universal existe en su dimensión local dentro de cada presbiterio. A su vez, no hay un “presbiterado de la Iglesia universal”, sino que el presbiterado se realiza en una Iglesia local. No hay Iglesia universal al margen de las Iglesias locales, ni al margen de sus estructuras jurisdiccionales. Hay que partir siempre de las realidades sacramentales: ¿qué es lo que hace un presbítero que le distingue de los demás? Las situaciones canónicas pueden ser diversas, pero lo fundamental está en lo sacramental. A diferencia de la unidad jurídico–canónica, las circunstancias pastorales no rompen la unidad sacramental del presbiterio. Pensar lo contrario equivale a olvidar que lo fundamental del presbítero está en la configuración sacramental que recibe. Ser pastor en la Iglesia es algo mucho más amplio que realizar actos de jurisdicción. Hay diversos niveles en la condición del presbítero: 1. nivel sacramental; 2. nivel de diferenciación interior (conceptualmente) - canónigo pastoral (presbíteros según su lugar de incardinación); 3. nivel de espiritualidad o manera de vivir el presbiterado: sacerdotes religiosos, etc. Decir “espiritualidad del sacerdote diocesano secular”, implica admitir la existencia de sacerdotes diocesanos no–seculares. No se puede identificar “diócesis” con “Iglesia local”; la diócesis es una de las posibles figuras canónicas para una Iglesia local. Ambos conceptos no se pueden superponer sin más. Hay que distinguir las nociones teológicas de las jurídicas; es de máxima importancia. No se puede hacer teología partiendo desde el Derecho Canónico. SACRAMENTO DEL ORDEN 15 LG 7: Por tanto, los obispos, por el don del Espíritu Santo que se ha dado a los presbíteros en la Sagrada Ordenación, los tienen como necesarios colaboradores y consejeros en el ministerio y función de enseñar, de santificar y de apacentar la plebe de Dios. LG 8: Los presbíteros, constituidos por la Ordenación en el Orden del Presbiterado, están unidos todos entre sí por la íntima fraternidad sacramental, y forman un presbiterio especial en la diócesis a cuyo servicio se consagran bajo el obispo propio. Idea resaltada: Aunque no se comparta la misma tarea pastoral, hay una fraternidad sacramental. Desde el CVII, la Iglesia se empieza a pensar teológicamente a sí misma. Es importante saber en qué sentido se toman los términos diócesis y diocesanidad: sentido amplio de equivalencia a Iglesia local, o sentido estricto (jurídico). LA ESPIRITUALIDAD SACERDOTAL (PO 14) Unidad y armonía de la vida de los presbíteros 14. Siendo en el mundo moderno tantos los cargos que deben desempeñar los hombres y tanta la diversidad de los problemas, que los angustian y que muchas veces tienen que resolver precipitadamente, no es raro que se vean en peligro de desparramarse en mil preocupaciones. Y los presbíteros, implicados y distraídos (ocupados) en las muchas obligaciones de su ministerio, no pueden pensar sin angustia cómo lograr la unidad de su vida interior con la magnitud de la acción exterior. COMENTARIO: Buscar el Reino y su justicia en todo: éste es el criterio unificador de todo lo que se hace (es el elogio que Jesús hace a María frente a Marta). Para todo cristiano la primacía la tiene el Reino de Dios, y en ese sentido, María tiene razón. Entender el pasaje bíblico como sanción de dos caminos, uno de perfectos y otro de preceptos, es empobrecer grandemente el texto. Por desgracia, esta interpretación estuvo vigente en la Iglesia hasta el CVII y aún después. La identidad religiosa se basa en la idea de consejo, consejos que son para todos, pero que en la vida religiosa se viven de una forma concreta estos consejos. La sustancia y radicalidad con que se vive la vocación cristiana es la misma para todos, lo que varían son las formas de vivir esa única vocación a la perfección cristiana. Antes del CVII, en los “sacerdotes diocesanos” (expresión con la que antes del Concilio se conoce a los sacerdotes seculares), su vida espiritual se tendía a configurar según el modelo de la vida religiosa. La vida espiritual del sacerdote secular se constituía muy parecidamente a la vida religiosa de un convento. El sacerdote secular no debe buscar su espiritualidad en el “préstamo” de otras espiritualidades, sino que debe fundamentar su espiritualidad a partir de su condición de pastor: la caritas pastoralis. SACRAMENTO DEL ORDEN 16 Antiguamente, la actividad fácilmente era entendida como distracción de lo que era “verdaderamente importante”; la espiritualidad se vivía en la zona del ejercicio de la piedad. Si la actividad ministerial está transida de caridad pastoral, ella contribuirá a lo espiritual. «Esta unidad de la vida no la pueden conseguir ni la ordenación meramente externa de la obra del ministerio, ni la sola práctica de los ejercicios de piedad, por mucho que la ayuden. La pueden organizar, en cambio, los presbíteros, imitando en el cumplimiento de su ministerio el ejemplo de Cristo Señor, cuyo alimento era cumplir la voluntad de Aquel que le envió a completar su obra.» No se puede separar la vida activa de la vida espiritual. El Concilio ampliará en este tema de la unidad de vida, profundizando en la caridad pastoral. «En realidad, Cristo, para cumplir indefectiblemente la misma voluntad del Padre en el mundo por medio de la Iglesia, obra por sus ministros, y por ello continúa siendo siempre principio y fuente de la unidad de su vida. Por consiguiente, los presbíteros conseguirán la unidad de su vida uniéndose a Cristo en el conocimiento de la voluntad del Padre y en la entrega de sí mismos por el rebaño que se les ha confiado. De esta forma, desempeñando el papel del Buen Pastor, en el mismo ejercicio de la caridad pastoral encontrarán el vínculo de la perfección sacerdotal que reduce a unidad su vida y su actividad. Esta caridad pastoral fluye sobre todo del Sacrificio Eucarístico, que se manifiesta por ello como centro y raíz de toda la vida del presbítero, de suerte que lo que se efectúa en el altar lo procure reproducir en sí el alma del sacerdote. Esto no puede conseguirse si los mismos sacerdotes no penetran cada vez más íntimamente, por la oración, en el misterio de Cristo. El propio ministerio ha de ser la fuente de espiritualidad propia del presbítero; en ese ministerio se encuentra la unidad de vida del presbítero (Cf prólogo de Mons. Manuel Ureña al libro del Prof. Ramiro Pellitero, “Sacerdotes seculares hoy”, ed. Palabra). TRATO DE LOS PRESBÍTEROS CON LOS SEGLARES PO 9: «Los sacerdotes del Nuevo Testamento, aunque por razón del Sacramento del Orden ejercen el ministerio de padre y de maestro, importantísimo y necesario en el pueblo y para el Pueblo de Dios, sin embargo, son juntamente con todos los fieles cristianos, discípulos del Señor, hechos partícipes de su reino por la gracia de Dios. Los presbíteros, por tanto, deben presidir de forma que, buscando no sus intereses, sino los de Jesucristo, trabajen juntamente con los fieles seglares y se porten entre ellos como a imitación del Maestro, que entre los hombres “no vino a ser servido”, sino a servir y dar su vida en redención de muchos”. Reconozcan y promuevan sinceramente los presbíteros la dignidad de los seglares y la suya propia, y el papel que desempeñan los seglares en la misión de la Iglesia. Respeten asimismo cuidadosamente la justa libertad que todos tienen en la ciudad terrestre. Escuchen con gusto a los seglares, considerando fraternalmente sus deseos y aceptando su experiencia y competencia en los diversos campos de la actividad humana, a fin de poder reconocer juntamente con ellos los signos de los tiempos. SACRAMENTO DEL ORDEN 17 Examinando los espíritus para ver si son de Dios, descubran con el sentido de la fe los multiformes carismas de los seglares, tanto los humildes como los más elevados; reconociéndolos con gozo y fomentándolos con diligencia. Entre los otros dones de Dios, que se hallan abundantemente en los seglares, merecen especial cuidado aquellos por los que no pocos son atraídos a una vida espiritual más elevada. Encomienden también confiadamente a los laicos trabajos en servicio de la Iglesia, dejándoles libertad y radio de acción, invitándoles incluso oportunamente a que emprendan sus obras por propia iniciativa. Piensen, por fin, los presbíteros que están puestos en medio de los seglares para conducirlos a todos a la unidad de la caridad: “Amándose unos a otros con amor fraternal, honrándose mutuamente” (Rom 12,10). Deben, por consiguiente, los presbíteros asociar las diversas inclinaciones de forma que nadie se sienta extraño en la comunidad de los fieles. Son defensores del bien común, del que han de cuidar en nombre del Obispo, y al propio tiempo defensores valientes de la verdad, para que los fieles no se vean arrastrados por todo viento de doctrina.» El sacramento del orden no dice, de suyo, relación al mundo. La relación del sacerdote con el mundo no ha cambiado por su consagración sacramental. El sacerdote secular, ¿es igual a decir laico + funciones sagradas?. Según Heb, el sacerdote es “sacado de entre los hombres”. El sacerdote secular, evidentemente, no va a llevar la vida de un monje. Pero tampoco puede llevar, externamente hablando, la misma vida que un padre de familia. Lo propio del sacerdote es su ministerialidad. Ese ministerio puede ser compatible con algunas de las actividades normales de un laico, pero de igual modo, tiene que abstenerse de otras determinadas actividades compatibles con la condición de laico. El sacerdote no puede externamente ejercer funciones sociales que vayan en detrimento de su función de ser fermento de unidad en su comunidad. El sacerdote, sino se mantiene al margen de las actividades que no le competen, corre el peligro de perder aquella especificidad que él posee y que todos esperan de él. SACRAMENTO DEL ORDEN 18 ANEXO La ordenación sacerdotal de mujeres El problema de la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial es uno de los problemas más candentes en los países con tradición anglicana y allí donde los autores del progresismo católico han tenido o tienen fuerza particular. Así, por ejemplo, E. Schillebeeckx O.P. dice: "...Las mujeres... no tienen autoridad, no tienen jurisdicción. Es una discriminación... La exclusión de las mujeres del ministerio es una cuestión puramente cultural que ahora no tiene sentido. ¿Porqué las mujeres no pueden presidir la eucaristía? ¿Por qué no pueden recibir la ordenación? No hay argumentos para oponerse al sacerdocio de las mujeres... En este sentido, estoy contento de la decisión [de la Iglesia anglicana] de conferir el sacerdocio también a las mujeres, y, en mi opinión, se trata de una gran apertura para el ecumenismo, más que de un obstáculo, porque muchos católicos van en la misma dirección". (E. Schillebeeckx O.P., Soy un teólogo feliz. Entrevista con F. Strazzati, Sociedad de Educación Atenas, Madrid 1994, pp. 117118). Por parte católica, dos documentos han tocado explícitamente el tema: •Instrucción de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Inter insigniores, La cuestión de la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial, 15 de octubre de 1976. Enchiridion Vaticanum, Volumen 5 (1974-1976), nnº 2110-2147. •Carta Apostólica de Juan Pablo II, , 22 de mayo de 1994. A lo que hay que añadir: Card. Ratzinger Ordinatio Sacerdotalis, "Respuesta a la duda sobre la doctrina de la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis", del 28 octubre de 1995. ¿Cuál es el motivo último por el que la mujer no puede acceder al sacerdocio ministerial? 1. A partir de la Tradición El Magisterio apela a la Tradición, entendida no como "costumbre antigua" sino como garantía de la voluntad de Cristo sobre la constitución esencial de su Iglesia (y sacramentos). Esta Tradición se ve reflejada en: 1) La actitud de Jesucristo. Históricamente Jesucristo no llamó a ninguna mujer a formar parte de los doce. En esto debe verse una voluntad explícita, pues podía hacerlo y manifestar con ello su voluntad. Jesucristo debía prever que al tomar la actitud que tomó, sus discípulos la interpretarían como que tal era su voluntad. Objeción. La objeción más común es que Jesucristo obró de este modo para conformarse con los usos de su tiempo y de su ambiente (el judaísmo) en el que las mujeres no desempeñaban actividades sacerdotales. Respuesta. Precisamente respecto de la mujer Jesucristo no se atuvo a los usos del ambiente judío. Su actitud respecto de la mujer contrasta fuertemente con la de los judíos contemporaneos, hasta el punto tal de que sus apóstoles se llenaron de maravilla y estupor (cf. Jn 4,27). Así: SACRAMENTO DEL ORDEN 19 •conversa públicamente con la samaritana (Jn 4,27) •no toma en cuenta la impureza legal de la hemorroisa (Mt 9,20-22) •deja que una pecadora se acerque en casa de Simón el fariseo (Lc 7,37) •perdona la adultera, mostrando de este modo que no se puede ser más severo con el pecado de la mujer que con el del hombre (Jn 8,11) •toma distancia de la ley mosaica para afirmar la igualdad de derechos y deberes del hombre y la mujer respecto del vínculo matrimonial (Mt 19,3-9; Mc 10,2-11). •se hace acompañar y sostener en su ministerio itinerante por mujeres (Lc 8,2-3) •les encarga el primer mensaje pascual, incluso avisa a los Once su Resurrección por medio de ellas (Mt 28,7-10 y paralelos). Esta libertad de espíritu y esta toma de distancia son evidentes para mostrar que si Jesucristo quería la ordenación ministerial de las mujeres, los usos de su pueblo no representaban un obstáculo. 2) Actitud de los Apóstoles. Los apóstoles siguieron la praxis de Jesús respecto del ministerio sacerdotal, llamando a él sólo a varones. Y esto a pesar de que María Santísima ocupaba un lugar central (cf. Act 1,14). Cuando tienen que cubrir el lugar de Judas, eligen entre dos varones. Objeción 1. Puede ponerse la misma objeción: también los apóstoles se atuvieron a las constumbres de su tiempo. Respuesta. La objeción tiene menos valor que en el caso anterior, porque apenas los Apóstoles y San Pablo salieron del mundo judío, se vieron obligados a romper con las prácticas mosaicas, como se ve en las discusiones paulinas con los judíos. Ahora bien, a menos que tuvieran en claro la voluntad de Cristo, el ambiente nuevo en que comenzaron a moverse los tendría que haber inducido al sacerdocio femenino, pues en el mundo helenístico muchos cultos paganos estaban confiados a sacerdotisas. Su actitud tampoco puede deberse a desconfianzas o menosprecio de la mujer, pues los Hechos apostólicos demuestran con cuanta confianza San Pablo pide, acepta y agradece la colaboración de notables mujeres: •Rom 16,3-12; Fil 4,3 •Priscila completa la formación de Apolo (Act 18,26) •Febe está al servicio de la iglesia de Cencre (Rom 16,1) •Otras son mencionadas con admiración como Lidia, etc. Pero San Pablo hace una distinción en el mismo lenguaje: •cuando se refiere a hombres y mujeres indistintamente, los llama "mis colaboradores" (Rom 16,3; Fil 4,2-3) •cuando habla de Apolo, Timoteo y él mismo, habla de "cooperadores de Dios" (1 Cor 3,9; 1 Tes 3,2). Objeción 2. Las disposiciones apostólicas y especialmente paulinas son claras, pero se trata de disposiciones que ya han caducado, como han caducado otras, por ejemplo: la obligación para las mujeres de llevar el velo sobre la cabeza (1 Cor 11,2-6), de no hablar en la asamblea (1 Cor 14,34-35; 1 Tim 2,12). SACRAMENTO DEL ORDEN 20 Respuesta. Como es evidente, el primer caso se trata de prácticas disciplinares de escasa importancia, mientras que la admisión al sacerdocio ministerial no puede poner en la misma categoría. En el segundo ejemplo, no se trata de "hablar" de cualquier modo, porque el mismo San Pablo reconoce a la mujer el don de profetizar en la asamblea (1 Cor 11,5); la prohibición respecta a la "función oficial de enseñar en la asamblea cristiana", lo cual no ha cambiado, porque en cuanto tal sólo toca al Obispo. 3) Actitud de los Padres, la Liturgia y del Magisterio. Cuando algunas sectas gnósticas heréticas de los primeros siglos quisieron confiar el ministerio sacerdotal a las mujeres, los Santos Padres juzgaron tal actitud inaceptable en la Iglesia. Especialmente en los documentos canónicos de la tradición antioquena y egipcia, esta actitud viene señalada como una obligación de permanecer fiel al ministerio ordenado por Cristo y escrupulosamente conservado por los apóstoles (I.I., 2115). Como testimonio unánime de la Tradición eclesiástica tenemos los documentos oficiales arriba señalados. 2. A la luz de la teología sacramental La argumentación central es la anteriormente reseñada; podemos, sin embargo, acceder a otra vía argumentativa que pone más en evidencia que la tradición que se remonta a Cristo no es una mera disposición disciplicar sino que tiene una base ontológica, es decir, se apoya en la misma estructura de la Iglesia y del sacramento del Orden. Los dos argumentos apelan al simbolismo sacramental. 1) El sacerdocio ministerial es signo sacramental de Cristo Sacerdote. El sacerdote ministerial, especialmente en su acto central que es el Sacrificio Eucarístico, es signo de Cristo Sacerdote y Víctima. Ahora bien, la mujer es signo adecuado de Cristo Sacerdote y Víctima, por eso no puede ser sacerdote ministerial. En efecto, los signos sacramentales no son puramente convencionales. La economía sacramental está fundada sobre signos naturales que representan o significan por una natural semejanza: así el pan y el vino para la Eucaristía son signos adecuados por representar el alimento fundamental de los hombres, el agua para el bautismo por ser el medio natural de limpiar y lavar, etc. Esto vale no sólo para las cosas sino también para las personas. Por tanto, si en la Eucaristía es necesario expresar sacramentalmente el rol de Cristo, sólo puede darse una "semejanza natural" entre Cristo y su ministro si tal rol es desempeñado por un varón. De hecho, la Encarnación del Verbo ha tenido lugar según el sexo masculino. Es una cuestión de hecho que tiene relación con toda la teología de la creación en el Génesis (la relación entre Adán y Eva; Cristo como nuevo Adán, etc.) y que, si alguien no está de acuerdo con ella o con su interpretación, de todos modos se enfrenta con el hecho innegable de la masculinidad del Verbo encarnado. Si se quiere, por tanto, tendrá que discutirse el por qué Dios se encarna en un varón y no en una mujer; pero partiendo del hecho de que así fue, no puede discutirse que sólo un varón representa adecuadamente a Cristo-varón. Objeción 1. La objeción de los anglicanos proclives a la ordenación femenina es que, según ellos, lo fundamental de la encarnación no es que Cristo se haya hecho varón sino que se haya hecho "hombre". Por tanto, no es tanto el varón quien representa adecuadamente a Cristo sino el "ser humano" en cuanto tal. SACRAMENTO DEL ORDEN 21 Respuesta. El problema está aquí en el sentido de "representación adecuada". Los signos sacramentales tienen que guardar una representación adecuada, es decir, lo más específica posibile. Desde este punto de vista, el "ser humano" (varón-mujer) es una representación adecuada de Cristo pero en su sacerdocio común (el sacerdocio común de los fieles), no de Cristo en su Sacerdocio ministerial de la Nueva Alianza. El "ser humano" representa adecuadamente al Verbo hecho carne, pero representa sólo genérica y borrosamente a Cristo sacerdote. De hecho, el carácter sacerdotal (ministerial) es una subespecificación del carácter general cristiano que viene dado a todo hombre (varón y mujer) por el bautismo. Objeción 2. Cristo está ahora en la condición celestial, por lo cual es indiferente que sea representado por un varón o por una mujer, ya que "en la resurrección no se toma ni mujer ni marido" (Mt 22,30). Respuesta. Este texto (Mt 22,30) no significa que la glorificación de los cuerpos suprima la distinción sexual, porque ésta forma parte de la identidad propia de la persona. La distinción de los sexos y, por tanto, la sexualidad propia de cada uno es voluntad primordial de Dios: "varón y mujer los creó" (Gn 1,27). 2) El simbolismo nupcial. Cristo es presentado por la Sagrada Escritura como el Esposo de la Iglesia. De hecho en Él se plenifican todas las imágenes nupciales del Antiguo Testamento de Dios como Esposo de su Pueblo Israel (cf. Os 1-3; Jer 2). Esta caracterización es constante en el Nuevo Testamento: •en San Pablo: 2 Cor 11,2; Ef 5,22-33 •en San Juan: Jn 3,29; Ap 19,7.9 •en los Sinópticos: Mc 2,19; Mt 22,1-14 Ahora bien, esto resalta la función masculina de Cristo respecto de la función femenina de la Iglesia en general. Por tanto, para que en el simbolismo sacramental el sujeto que hace de materia del sacramento del Orden (que representa a Cristo), y luego el sujeto que hace de ministro de la Eucaristía (que obra "in persona Christi") sea un signo adecuado, tiene que ser un varón. Objeción. El sacerdote también representa a la Iglesia, la cual tiene un rol pasivo respecto de Cristo. Ahora bien, la mujer puede representar adecuadamente a la Iglesia; entonces también puede ser sacerdote. Respuesta. Es verdad que el sacerdote también representa a la Iglesia y que esto podría ser desenvuelto por una mujer. Pero el problema es que no sólo representa a la Iglesia sino también a Cristo y que esto, por todo cuanto hemos dicho, no puede representarlo una mujer. Por tanto, el varón puede representar ambos aspectos, pero la mujer sólo uno, el cual no es el propiamente sacerdotal. Conclusión Los errores principales giran en torno a dos problemas. El primero es no concebir adecuadamente el sacerdocio sacramental, confundiéndolo con el sacerdocio común de los SACRAMENTO DEL ORDEN 22 fieles. El segundo, es dejarse llevar por los prejuicio que ven en el sacerdocio ministerial una discriminación a la mujer y paralelamente un enaltecimiento del varón en detrimento de la mujer; es una falta de óptica: en la Iglesia católica, el sacerdocio ministerial es un servicio al Pueblo de Dios y no una cuestión aristocrática; es más, esto último es, precisamente, un abuso del sacerdocio ministerial, semejante al que contaminó el fariseísmo y saduceísmo de los tiempos evangélicos. Finalmente, los más grandes en el Reino de los Cielos no son los ministros sino los santos; y -excluida la humanidad de Cristo- la más alta de las creaturas en honor y santidad, la Virgen María, no fue revestida por Dios de ningún carácter sacerdotal.